martes, 17 de noviembre de 2015
viernes, 23 de octubre de 2015
Un día Thomas Edison llegó a casa y le dio a su mamá una nota. Él le dijo a ella."Mi maestro me dio esta nota y me dijo que sólo se la diera a mi madre."
Los ojos de su madre estaban llenos de lágrimas cuando ella leyó la carta que le trajo su hijo.
En voz alta la leyó a su hijo: "Su hijo es un genio, esta escuela es muy pequeña para él y no tenemos buenos maestros para enseñarlo, por favor enséñele usted"
Muchos años después la madre de Edison falleció; él fue uno de los más grandes inventores del siglo.
Un día él estaba mirando algunas cosas viejas de la familia. Repentinamente él vio un papel doblado en el marco de un dibujo en el escritorio. Él lo tomó y lo abrió. En el papel estaba escrito "Su hijo está mentalmente enfermo y no podemos permitirle que venga más a la escuela."
Edison lloro por horas, entonces él escribió en su diario: "Thomas Alva Edison fue un niño mentalmente enfermo, pero por madre heroica se convirtió en el genio del siglo."
Que impresión la reacción de la madre verdad? Que en lugar de leer lo q realmente decía la carta y habiendo podido hacer sentir menos a su hijo, le dio un giro completamente y le inyecto seguridad y certeza a su hijo! Le hizo creer que era un genio.,, y se lo creyó tanto, que creció y murió siendolo.
Es impresionante el poder que tenemos los padres sobre los hijos y que importante es como los educamos!!
TENEMOS EN NUESTROS HIJOS PIEDRAS O CARBONES, A NOSOTROS COMO PADRES NOS CORRESPONDE PULIRLOS Y QUE BRILLEN COMO LOS VERDADEROS DIAMANTES QUE SON..
Los ojos de su madre estaban llenos de lágrimas cuando ella leyó la carta que le trajo su hijo.
En voz alta la leyó a su hijo: "Su hijo es un genio, esta escuela es muy pequeña para él y no tenemos buenos maestros para enseñarlo, por favor enséñele usted"
Muchos años después la madre de Edison falleció; él fue uno de los más grandes inventores del siglo.
Un día él estaba mirando algunas cosas viejas de la familia. Repentinamente él vio un papel doblado en el marco de un dibujo en el escritorio. Él lo tomó y lo abrió. En el papel estaba escrito "Su hijo está mentalmente enfermo y no podemos permitirle que venga más a la escuela."
Edison lloro por horas, entonces él escribió en su diario: "Thomas Alva Edison fue un niño mentalmente enfermo, pero por madre heroica se convirtió en el genio del siglo."
Que impresión la reacción de la madre verdad? Que en lugar de leer lo q realmente decía la carta y habiendo podido hacer sentir menos a su hijo, le dio un giro completamente y le inyecto seguridad y certeza a su hijo! Le hizo creer que era un genio.,, y se lo creyó tanto, que creció y murió siendolo.
Es impresionante el poder que tenemos los padres sobre los hijos y que importante es como los educamos!!
TENEMOS EN NUESTROS HIJOS PIEDRAS O CARBONES, A NOSOTROS COMO PADRES NOS CORRESPONDE PULIRLOS Y QUE BRILLEN COMO LOS VERDADEROS DIAMANTES QUE SON..
miércoles, 14 de octubre de 2015
Educar para la tolerancia a la frustración
La frustración
La frustración es un sentimiento que engloba sensaciones de desilusión, tristeza, decepción, desesperación e incluso enfado y rabia, que aparece ante la imposibilidad de lograr un deseo o necesidad. Es un tipo de respuesta emocional que surge como resultado de un conflicto psicológico fruto de una decepción que no se ha gestionado bien.
La frustración es una respuesta emocional natural, que forma parte de nuestro repertorio habitual pero que si no la gestionamos de manera adecuada, sino aprendemos a tolerar ciertos grados de frustración, puede tener consecuencias negativas. Resulta imprescindible educar para la tolerancia a la frustración.
¿Por qué aparece la frustración?
La frustración es una respuesta emocional y por lo tanto es personal y tendrá diversas manifestaciones dependiendo de la persona que la experimente, también sus causas pueden variar de un individuo a otro. Algunas personas se sentirán frustradas ante determinadas situaciones y en cambio otras no experimentarán está sensación.
La frustración y su aparición vienen determinadas por el desarrollo de cada persona, es decir por las experiencias vividas en la niñez y adolescencia. Las diferentes situaciones, sirven de aprendizaje para la vida, son una especie de entrenamiento, según como hayan sido estás nos pueden preparar para la frustración o hacernos más vulnerables a sus consecuencias negativas.
Las exigencias que nos ponemos a nosotros mismos y la interpretación de los logros o los fracasos es otro factor que determina el nivel de frustración experimentado y también se desarrolla durante la infancia y la adolescencia. Son, por lo tanto, éstas etapas claves para educar en la tolerancia a la frustración.
Educar para la tolerancia a la frustración
La frustración aparece ante diversas situaciones, la diferencia para que una situación genere o no frustración no está en la situación, sino en la persona y en cómo interpreta la misma y en cómo se siente con ella. Por ello es fundamental educar a los niños y las niñas para prepararlos para afrontar la frustración, para aprender a tolerarla.
No podemos evitarles las situaciones que generan frustración, las decepciones, el no lograr el éxito en el momento deseado forman parte de la vida. Pero lo que si podemos hacer es prepararles para no dejarse vencer por la frustración, para que sigan intentándolo y aprendan de sus errores, para que, a pesar de las desilusiones sean capaces de levantarse y avanzar. En definitiva podemos, y debemos educarles para tolerar la frustración.
Pautas para educar para tolerar la frustración
No les evites las desilusiones o las decepciones. No se trata tampoco de lo contrario, no debemos tampoco crearles decepciones, sino dejar que si por alguna razón se las encuentran en su camino, aprendan y desarrollen estrategias para tolerar esas emociones, para gestionarlas.
En lugar de evitarles la decepción, apóyales en esos momentos, habla con ellos, deja que expresen sus sensaciones y emociones.
Ayúdales a enfrentarse a las desilusiones, habla con ellos, hazles ver que es algo normal y que pueden avanzar.
No hagas las cosas por ellos, si les evitamos enfrentarse a situaciones no desarrollaran nunca la tolerancia a la frustración.
Cuidado con la sobreprotección, si les sobreprotegemos les hacemos más vulnerables a las frustraciones.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
La frustración es un sentimiento que engloba sensaciones de desilusión, tristeza, decepción, desesperación e incluso enfado y rabia, que aparece ante la imposibilidad de lograr un deseo o necesidad. Es un tipo de respuesta emocional que surge como resultado de un conflicto psicológico fruto de una decepción que no se ha gestionado bien.
La frustración es una respuesta emocional natural, que forma parte de nuestro repertorio habitual pero que si no la gestionamos de manera adecuada, sino aprendemos a tolerar ciertos grados de frustración, puede tener consecuencias negativas. Resulta imprescindible educar para la tolerancia a la frustración.
¿Por qué aparece la frustración?
La frustración es una respuesta emocional y por lo tanto es personal y tendrá diversas manifestaciones dependiendo de la persona que la experimente, también sus causas pueden variar de un individuo a otro. Algunas personas se sentirán frustradas ante determinadas situaciones y en cambio otras no experimentarán está sensación.
La frustración y su aparición vienen determinadas por el desarrollo de cada persona, es decir por las experiencias vividas en la niñez y adolescencia. Las diferentes situaciones, sirven de aprendizaje para la vida, son una especie de entrenamiento, según como hayan sido estás nos pueden preparar para la frustración o hacernos más vulnerables a sus consecuencias negativas.
Las exigencias que nos ponemos a nosotros mismos y la interpretación de los logros o los fracasos es otro factor que determina el nivel de frustración experimentado y también se desarrolla durante la infancia y la adolescencia. Son, por lo tanto, éstas etapas claves para educar en la tolerancia a la frustración.
Educar para la tolerancia a la frustración
La frustración aparece ante diversas situaciones, la diferencia para que una situación genere o no frustración no está en la situación, sino en la persona y en cómo interpreta la misma y en cómo se siente con ella. Por ello es fundamental educar a los niños y las niñas para prepararlos para afrontar la frustración, para aprender a tolerarla.
No podemos evitarles las situaciones que generan frustración, las decepciones, el no lograr el éxito en el momento deseado forman parte de la vida. Pero lo que si podemos hacer es prepararles para no dejarse vencer por la frustración, para que sigan intentándolo y aprendan de sus errores, para que, a pesar de las desilusiones sean capaces de levantarse y avanzar. En definitiva podemos, y debemos educarles para tolerar la frustración.
Pautas para educar para tolerar la frustración
No les evites las desilusiones o las decepciones. No se trata tampoco de lo contrario, no debemos tampoco crearles decepciones, sino dejar que si por alguna razón se las encuentran en su camino, aprendan y desarrollen estrategias para tolerar esas emociones, para gestionarlas.
En lugar de evitarles la decepción, apóyales en esos momentos, habla con ellos, deja que expresen sus sensaciones y emociones.
Ayúdales a enfrentarse a las desilusiones, habla con ellos, hazles ver que es algo normal y que pueden avanzar.
No hagas las cosas por ellos, si les evitamos enfrentarse a situaciones no desarrollaran nunca la tolerancia a la frustración.
Cuidado con la sobreprotección, si les sobreprotegemos les hacemos más vulnerables a las frustraciones.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
martes, 29 de septiembre de 2015
18 regalos excelentes para niños que ni siquiera son juguetes.
Todos los que tenemos niños también tenemos cientos de juguetes desperdigados por la casa. E independientemente de lo estrictos que seáis con estas cosas, parece ser una lucha constante.
Sobre todo cuando llegan fechas especiales y nos gusta, tanto a padres como a abuelos, hacer regalos a los niños.
¡Los regalos son buenos! Pero los excesos nunca lo son...
Para combatirlo, recomiendo pasar a hacer regalos que no sean juguetes:
■ 1. Clases. De música, de baile, de montar a caballo, de dibujo... Las clases son una forma genial para estimular el interés de los niños y hacerles saber que prestas atención a sus cosas.
■ 2. Tarjetas de socio. Del zoo, del museo... ¡Es un regalo familiar perfecto! Muchas familias jóvenes hacen pequeñas excursiones de este tipo cada semana, pero su precio es bastante considerable, así que las tarjetas de socio anuales pueden ser muy útiles.
■ 3. Suscripciones. A los niños les encanta recibir cartas en el buzón. ¿Por qué no animarles a la lectura suscribiéndoles a una revista de algún tema que les interese?
■ 4. Espectáculos. Las entradas para ir al cine, a una obra, a un concierto o a un evento deportivo son geniales. Y el hecho de tener que esperar para ir a verlo resulta aún más divertido para los niños.
■ 5. Actividades. Minigolf, bolos o pista de patinaje. ¡Les encanta! Y además, se divierte toda la familia. A los niños les gusta pasar tiempo con los adultos; les gusta ver que disfrutáis estando con ellos.
■ 6. Recetas e ingredientes. A los niños les encanta cocinar con papá y mamá. Preparar algo especial o ayudar a hacer la cena es un momento ideal para pasar tiempo juntos y para que aprendan nuevas habilidades. Puedes imprimir la receta, comprar los ingredientes y planear una fecha para cocinar juntos.
■ 7. Día de manualidades. A nuestra hija le encantan. Y a mí también. Disfruto mucho de ese lado creativo, pero apenas saco tiempo para hacerlo juntas. Esos días de manualidades lo son todo para nuestra original niña. Pon en una cesta los materiales y compra un libro que sirva de inspiración.
■ 8. Materiales de plástica y manualidades. Si la caja de manualidades anda escasa, haz acopio de lo que necesites. Y añade algo divertido que los niños no hayan utilizado nunca. Un regalo así estimula la imaginación y, en cuanto se lo des, querrán ponerse manos a la obra.
■ 9. Cupones. Un sobre con vales que pueden gastar en cualquier momento. Por ejemplo: Te ayudo con la tarea; Noche de peli y palomitas (tú eliges la película); juego de cartas o baloncesto (según los gustos del niño); leer un libro juntos; Ir a la cama media hora más tarde.
■ 10. Tarjeta de regalo en un restaurante. Cena, helado, batido, dulce... Lo que más les guste. Les das la libertad de invitar a quien quieran: puede ser mamá o papá, o un abuelo, un tío o incluso un profesor.
■ 11. Disfraces. Tiene que ser algo limitado, pero dos disfraces y un par de telas de colores pueden traer horas y horas de diversión.
■ 12. Libros. Solemos coger un montón de la biblioteca, pero hay algunos que no se encuentran ahí o que no nos da tiempo a leer en el plazo dado.
■ 13. Ropa. Si no tienen demasiada, disfrutan cuando se la regalas. Trata de comprar algo que encaje con su estilo. Esto es, ropa del oeste, de superhéroes, disfraces, etc.
■ 14. Snacks. Si es comilón, le encantará. Algún dulce casero o unas chucherías siempre funcionan bien.
■ 15. Materiales de excursión. Si os gusta pasar tiempo al aire libre, podéis comprar a vuestros hijos su propia caña de pescar, por ejemplo, o herramientas de jardinería. Es algo que siempre podrás guardar en la estantería del garaje, por si acaso.
■ 16. Expresar el tiempo. Muchos niños de hoy en día no saben leer la hora en analógico o les cuesta mucho pensarla, así que buscan un reloj digital. Pero si les compras uno tradicional, querrán descifrarlo y aprenderán antes. Además, les hará mucha ilusión.
■ 17. Juegos y puzles. Los juegos y los puzles son perfectos cuando los niños tienen que pasar tiempo dentro de casa. Está bien que tengan algún momento tranquilo durante el día. Sentarse a hacer un puzle contribuye al desarrollo del cerebro y de la capacidad de resolución de problemas. Hay juegos muy educativos. Mis hijos cuentan que aprobaron Geografía gracias a que jugábamos al Risk cuando eran pequeños. El Monopoly, por ejemplo, está muy bien para ejercitar y reforzar las destrezas matemáticas. Los juegos de memoria funcionan genial con los más pequeños.
■ 18. Calendario. A muchos niños les gusta saber qué ocurre, qué día es, cuántos días quedan para algo. Estos niños son los que quieren saber cuál es el plan del día, en qué orden van a suceder las cosas, a qué hora van a llegar los amigos, etc. Luchan contra la improvisación y puede resultar frustrante si eres un padre espontáneo. Pero, es un motivo de celebración. Estos niños tienen muchos puntos fuertes y hacen que todo sea más eficiente. Apúntate a su horario interno y cómprales un calendario. Ahí pueden anotar sus clases, citas, partidos, etc. Si te preguntan algo, diles que miren el calendario para que se acostumbren a llevar el control de su propia agenda. Incluso puedes apuntar "días espontáneos" para que sepan que ese día ocurrirá algo diferente. Creedme, les ayudará a disfrutar de las salidas inesperadas.
Rachel Jones es bloguera y madre de seis niños. Dirige y escribe nourishingminimalism.com, donde apareció este artículo por primera vez
Sobre todo cuando llegan fechas especiales y nos gusta, tanto a padres como a abuelos, hacer regalos a los niños.
¡Los regalos son buenos! Pero los excesos nunca lo son...
Para combatirlo, recomiendo pasar a hacer regalos que no sean juguetes:
■ 1. Clases. De música, de baile, de montar a caballo, de dibujo... Las clases son una forma genial para estimular el interés de los niños y hacerles saber que prestas atención a sus cosas.
■ 2. Tarjetas de socio. Del zoo, del museo... ¡Es un regalo familiar perfecto! Muchas familias jóvenes hacen pequeñas excursiones de este tipo cada semana, pero su precio es bastante considerable, así que las tarjetas de socio anuales pueden ser muy útiles.
■ 3. Suscripciones. A los niños les encanta recibir cartas en el buzón. ¿Por qué no animarles a la lectura suscribiéndoles a una revista de algún tema que les interese?
■ 4. Espectáculos. Las entradas para ir al cine, a una obra, a un concierto o a un evento deportivo son geniales. Y el hecho de tener que esperar para ir a verlo resulta aún más divertido para los niños.
■ 5. Actividades. Minigolf, bolos o pista de patinaje. ¡Les encanta! Y además, se divierte toda la familia. A los niños les gusta pasar tiempo con los adultos; les gusta ver que disfrutáis estando con ellos.
■ 6. Recetas e ingredientes. A los niños les encanta cocinar con papá y mamá. Preparar algo especial o ayudar a hacer la cena es un momento ideal para pasar tiempo juntos y para que aprendan nuevas habilidades. Puedes imprimir la receta, comprar los ingredientes y planear una fecha para cocinar juntos.
■ 7. Día de manualidades. A nuestra hija le encantan. Y a mí también. Disfruto mucho de ese lado creativo, pero apenas saco tiempo para hacerlo juntas. Esos días de manualidades lo son todo para nuestra original niña. Pon en una cesta los materiales y compra un libro que sirva de inspiración.
■ 8. Materiales de plástica y manualidades. Si la caja de manualidades anda escasa, haz acopio de lo que necesites. Y añade algo divertido que los niños no hayan utilizado nunca. Un regalo así estimula la imaginación y, en cuanto se lo des, querrán ponerse manos a la obra.
■ 9. Cupones. Un sobre con vales que pueden gastar en cualquier momento. Por ejemplo: Te ayudo con la tarea; Noche de peli y palomitas (tú eliges la película); juego de cartas o baloncesto (según los gustos del niño); leer un libro juntos; Ir a la cama media hora más tarde.
■ 10. Tarjeta de regalo en un restaurante. Cena, helado, batido, dulce... Lo que más les guste. Les das la libertad de invitar a quien quieran: puede ser mamá o papá, o un abuelo, un tío o incluso un profesor.
■ 11. Disfraces. Tiene que ser algo limitado, pero dos disfraces y un par de telas de colores pueden traer horas y horas de diversión.
■ 12. Libros. Solemos coger un montón de la biblioteca, pero hay algunos que no se encuentran ahí o que no nos da tiempo a leer en el plazo dado.
■ 13. Ropa. Si no tienen demasiada, disfrutan cuando se la regalas. Trata de comprar algo que encaje con su estilo. Esto es, ropa del oeste, de superhéroes, disfraces, etc.
■ 14. Snacks. Si es comilón, le encantará. Algún dulce casero o unas chucherías siempre funcionan bien.
■ 15. Materiales de excursión. Si os gusta pasar tiempo al aire libre, podéis comprar a vuestros hijos su propia caña de pescar, por ejemplo, o herramientas de jardinería. Es algo que siempre podrás guardar en la estantería del garaje, por si acaso.
■ 16. Expresar el tiempo. Muchos niños de hoy en día no saben leer la hora en analógico o les cuesta mucho pensarla, así que buscan un reloj digital. Pero si les compras uno tradicional, querrán descifrarlo y aprenderán antes. Además, les hará mucha ilusión.
■ 17. Juegos y puzles. Los juegos y los puzles son perfectos cuando los niños tienen que pasar tiempo dentro de casa. Está bien que tengan algún momento tranquilo durante el día. Sentarse a hacer un puzle contribuye al desarrollo del cerebro y de la capacidad de resolución de problemas. Hay juegos muy educativos. Mis hijos cuentan que aprobaron Geografía gracias a que jugábamos al Risk cuando eran pequeños. El Monopoly, por ejemplo, está muy bien para ejercitar y reforzar las destrezas matemáticas. Los juegos de memoria funcionan genial con los más pequeños.
■ 18. Calendario. A muchos niños les gusta saber qué ocurre, qué día es, cuántos días quedan para algo. Estos niños son los que quieren saber cuál es el plan del día, en qué orden van a suceder las cosas, a qué hora van a llegar los amigos, etc. Luchan contra la improvisación y puede resultar frustrante si eres un padre espontáneo. Pero, es un motivo de celebración. Estos niños tienen muchos puntos fuertes y hacen que todo sea más eficiente. Apúntate a su horario interno y cómprales un calendario. Ahí pueden anotar sus clases, citas, partidos, etc. Si te preguntan algo, diles que miren el calendario para que se acostumbren a llevar el control de su propia agenda. Incluso puedes apuntar "días espontáneos" para que sepan que ese día ocurrirá algo diferente. Creedme, les ayudará a disfrutar de las salidas inesperadas.
Rachel Jones es bloguera y madre de seis niños. Dirige y escribe nourishingminimalism.com, donde apareció este artículo por primera vez
viernes, 25 de septiembre de 2015
Como influye la familia en el rendimiento académico.
El conocimiento de las diferentes variables que inciden en el fracaso escolar es un tópico recurrente especialmente cuando en estudios recientes como PISA ( Programa internacional de estudiantes) posicionan a Colombia de 44 países en el último puesto estando por debajo de países como Uruguay Brasil, Venezuela. Entre otros. También como en estudios realizados por la OCDE donde muestra que Colombia ocupa el puesto 67 entre 76 en donde fueron medidas habilidades de matemáticas y ciencias. Sin embargo, según los resultados de la OCDE, el promedio de los jóvenes colombianos sabrían comparar precios de muebles y comprar los más baratos, pero no podrían hacer nada para arreglar o programar un dispositivo electrónico, como sí lo harían los adolescentes de Singapur y Corea del Sur, los mejores calificados, seguidos por los de Japón y China.
¿Cómo se podría mejorar la educación? Un estudio realizado por la Fundación Caixa indico que la educación temprana es concluyente para los resultados futuros de los niños en competencias básicas, sin importar su origen socioeconómico. Es decir ¿la clave se encuentra en preescolar y no en secundaria? Ahora bien, un último informe por el ministerio entra a evaluar la metodología empleada por docentes de secundaria y la objetividad con la cual se está evaluando donde se indicó que no era el mejor. Según estos estudios indican que ¿el problema real radica en las competencias del docente en el aula? O en definitiva se debería profundizar más sobre cuál es el verdadero motivo del bajo rendimiento académico. Es decir no entrar a evaluar al docente sino en este caso a quien definitivamente está siendo noticia hoy “El estudiante”.
Si bien es cierto lo que sí produce impacto en el rendimiento de los estudiantes son las crisis económicas, que reducen sobre todo las expectativas de los estudiantes con orígenes humildes. Entre los alumnos con un rendimiento medio, las expectativas se reducen solo un 4 % cuando los padres tienen un alto nivel educativo, y un 13 % cuando los padres tienen un nivel de formación bajo. También predomina el acompañamiento de sus padres un buen seguimiento de la familia.
En tema de deserción el último informe preparado por el DANE revelo que se pasó de 10.641.243 matriculados en 2012 a 10.540.711 en 2013. Una cifra de deserción que va en aumento por año esto es realmente preocupante, ¿Cuál es el futuro de la educación? Esto dispone que realmente el trabajo de educar es de todos y responsabilidad de toda una comunidad que ciertamente se enfrasco en echar culpas y lavarse las manos.
¿La familia y la situación socioeconómica influyen en el desempeño del estudiante?
Los factores relativos al entorno familiar explican las diferentes actitudes y aptitudes de rendimiento en mayor medida que otros factores, de tal manera que los logros escolares del alumnado estarían relacionados con aspectos sociales, culturales, experiencias de aprendizaje, actitudes y expectativas presentes en el contexto familiar.
Los agentes familiares son muy importantes ya que son parte de la construcción de perturbaciones
En el aprendizaje y dichas perturbaciones se ven reflejadas en el desempeño escolar.
¿Conoces la familia actual? Esta es la clasificación de la familia actual.
Parejas de hecho
Familia monoparental
Parejas no casadas con hijos
Matrimonio con o sin hijos
De aquí podríamos hablar de variables que son influyentes en los márgenes que establecen un desempeño bajo, estas son:
Clima social familiar: Tiempo que permanece solo el individuo en el hogar sin ningún control y sin supervisión
Apoyo, seguimiento y consejo del padre: predominante para evaluar el desempeño
Trabajo de los padres: Hasta 18 horas laborales máximo, mínimo 12 horas fuera de casa.
Relaciones padre con tutor: Los padres no asisten a reuniones o acuden de vez en cuando, esto no permite un buen control sobre el estudiante.
Interés de los padres por la educación de sus hijos: Los padres no insisten a sus hijos para que estudien o los padres no se alegran cuando sus hijos sacan buenas notas.
Numero de hermanos: poca supervisión u atención en su hogar según el número de hermanos; Entre más existan menor es el seguimiento.
Estamos hablando que más del 60% de las familias son disfuncionales y su tiempo se parte entre trabajo y estudios de los padres u otras acciones, esto minimiza la atención el estudiante. Contextualizando en este ambiente familiar ¿cuál es el tiempo reflejado para el acompañamiento académico de sus hijos?
Anteriormente no se pensaba en la participación de las familias en la escuela, pero la cooperación entre las familias, las escuelas y la comunidad son aspectos preponderantes con el objetivo de conseguir una mejora en la educación.
Junto hacemos más ruido. Teniendo en cuenta todo lo expuesto, es importante que todos trabajemos en comunión para una mejora impactante y definitiva en la educación. Es responsabilidad de todos nuestro futuro depende de los estudiantes y él ahora depende de nosotros. ¿Y tú que le enseñas al mundo?
Definitivamente la familia es la primera formadora en la vida de todo ser, esa formación perdura en el tiempo, en los recuerdos y en el corazón , pues está centrada en principios muy fuertes. El amor, los valores, la disciplina y el ejemplo.
¿Cómo se podría mejorar la educación? Un estudio realizado por la Fundación Caixa indico que la educación temprana es concluyente para los resultados futuros de los niños en competencias básicas, sin importar su origen socioeconómico. Es decir ¿la clave se encuentra en preescolar y no en secundaria? Ahora bien, un último informe por el ministerio entra a evaluar la metodología empleada por docentes de secundaria y la objetividad con la cual se está evaluando donde se indicó que no era el mejor. Según estos estudios indican que ¿el problema real radica en las competencias del docente en el aula? O en definitiva se debería profundizar más sobre cuál es el verdadero motivo del bajo rendimiento académico. Es decir no entrar a evaluar al docente sino en este caso a quien definitivamente está siendo noticia hoy “El estudiante”.
Si bien es cierto lo que sí produce impacto en el rendimiento de los estudiantes son las crisis económicas, que reducen sobre todo las expectativas de los estudiantes con orígenes humildes. Entre los alumnos con un rendimiento medio, las expectativas se reducen solo un 4 % cuando los padres tienen un alto nivel educativo, y un 13 % cuando los padres tienen un nivel de formación bajo. También predomina el acompañamiento de sus padres un buen seguimiento de la familia.
En tema de deserción el último informe preparado por el DANE revelo que se pasó de 10.641.243 matriculados en 2012 a 10.540.711 en 2013. Una cifra de deserción que va en aumento por año esto es realmente preocupante, ¿Cuál es el futuro de la educación? Esto dispone que realmente el trabajo de educar es de todos y responsabilidad de toda una comunidad que ciertamente se enfrasco en echar culpas y lavarse las manos.
¿La familia y la situación socioeconómica influyen en el desempeño del estudiante?
Los factores relativos al entorno familiar explican las diferentes actitudes y aptitudes de rendimiento en mayor medida que otros factores, de tal manera que los logros escolares del alumnado estarían relacionados con aspectos sociales, culturales, experiencias de aprendizaje, actitudes y expectativas presentes en el contexto familiar.
Los agentes familiares son muy importantes ya que son parte de la construcción de perturbaciones
En el aprendizaje y dichas perturbaciones se ven reflejadas en el desempeño escolar.
¿Conoces la familia actual? Esta es la clasificación de la familia actual.
Parejas de hecho
Familia monoparental
Parejas no casadas con hijos
Matrimonio con o sin hijos
De aquí podríamos hablar de variables que son influyentes en los márgenes que establecen un desempeño bajo, estas son:
Clima social familiar: Tiempo que permanece solo el individuo en el hogar sin ningún control y sin supervisión
Apoyo, seguimiento y consejo del padre: predominante para evaluar el desempeño
Trabajo de los padres: Hasta 18 horas laborales máximo, mínimo 12 horas fuera de casa.
Relaciones padre con tutor: Los padres no asisten a reuniones o acuden de vez en cuando, esto no permite un buen control sobre el estudiante.
Interés de los padres por la educación de sus hijos: Los padres no insisten a sus hijos para que estudien o los padres no se alegran cuando sus hijos sacan buenas notas.
Numero de hermanos: poca supervisión u atención en su hogar según el número de hermanos; Entre más existan menor es el seguimiento.
Estamos hablando que más del 60% de las familias son disfuncionales y su tiempo se parte entre trabajo y estudios de los padres u otras acciones, esto minimiza la atención el estudiante. Contextualizando en este ambiente familiar ¿cuál es el tiempo reflejado para el acompañamiento académico de sus hijos?
Anteriormente no se pensaba en la participación de las familias en la escuela, pero la cooperación entre las familias, las escuelas y la comunidad son aspectos preponderantes con el objetivo de conseguir una mejora en la educación.
Junto hacemos más ruido. Teniendo en cuenta todo lo expuesto, es importante que todos trabajemos en comunión para una mejora impactante y definitiva en la educación. Es responsabilidad de todos nuestro futuro depende de los estudiantes y él ahora depende de nosotros. ¿Y tú que le enseñas al mundo?
Definitivamente la familia es la primera formadora en la vida de todo ser, esa formación perdura en el tiempo, en los recuerdos y en el corazón , pues está centrada en principios muy fuertes. El amor, los valores, la disciplina y el ejemplo.
martes, 8 de septiembre de 2015
domingo, 28 de junio de 2015
jueves, 28 de mayo de 2015
jueves, 14 de mayo de 2015
Juego en familia.
Lo que me gusta de ti es…
No sé en qué momento ocurrió, pero sucedió. En décimas de segundos pasamos de estar compartiendo una cálida y entrañable cena en familia a estallar la tercera guerra mundial y encontrarme en medio de dos bandos claramente diferenciados y sin capacidad de maniobra.
Por un lado mi hijo Carlos haciendo de rabiar a su hermana con palabras algunas de ellas hirientes; en frente, mi hija Covi gritando e intentando contener su ira sin éxito ninguno ya que se levantó de la mesa para atizar a su hermano mayor a sabiendas que si cumplía su objetivo saldría claramente perdiendo.
Nosotros, los mayores, observando como el que observa un partido de tenis. Yo, particularmente, ejercitando mi paciencia recordando mentalmente TODAS Y CADA UNA de las palabras que escribí en ¿Tienes paciencia con tu hijo?
¡Qué difícil resulta en ocasiones! ¿Verdad?
Pues bien, en ese preciso instante de la cena en el que todo se iba a echar a perder e íbamos a terminar los cuatro como el rosario de la aurora, se me encendió la bombillita y se me ocurrió poner en práctica uno de los ejercicios que aprendí con AEIOU coaching para papás y mamás. Cierto es que este “juego” estaba diseñado para momentos especiales en el que todos estamos en sintonía y armonía. Pero a mí que me gusta improvisar, experimentar y como soy un poco transgresora, decidí ponerlo en práctica en ese preciso momento. ¡Zas! Como si fuese un electro-shock. De lleno. ¿Qué podía perder?
¡Chicos! ¡Silencio! Os propongo un juego.
La palabra “juego” para los niños es como para nosotros un “Te voy a duplicar el sueldo”. De repente dejas de hacer lo que estás haciendo, abres los ojos todo lo que puedes, fijas tu atención en la persona que te lo ha dicho y esperas ansiosa a que continúe hablando.
Los dos enmudecieron.
Primer paso conseguido- Pensé rápidamente.
Vamos a hacer un juego que se llama: La rueda de reconocimientos.
Continuaba manteniendo bastante bien su atención pero era consciente que o me explicaba con contundencia, claridad y en pocos segundos, o se perderían nuevamente en su particular batalla campal.
Vamos a centrarnos todos en Covi. Vamos a respirar profundo y vamos a pensar en las cosas bonitas que tiene y que nos gustan: Covi, lo que me gusta de ti es que eres… muy cariñosa– le dije mientras acariciaba dulcemente su pelo.
lo que me gusta de tiInmediatamente el gesto de mi hija cambió. Soltó el trozo de pan que tenía en la mano y que pretendía lanzar y todos los músculos de su cuerpo se relajaron, empezando por su expresión facial.
Covi, lo que me gusta de ti es que siempre sonríes. – le dijo Javi.
Su cara se iluminó más aún. En su cabecita debería estar pensando: ¿Pero que les pasa hoy a los mayores que en lugar de reñirme me dicen estas cosas?
Venga, Carlos, ahora te toca a ti jugar. Dile algo bonito a tu hermana.
Misteriosamente y para nuestro asombro Carlitos se enganchó enseguida y dijo:
Covi, lo que me gusta de ti es que sales a jugar conmigo a la urbanización.
Casi me emociono cuando escuché sus palabras de reconocimiento a su hermana pequeña agradeciendo su compañía para ayudarle a superar su timidez.
En ese momento la sonrisa de mi hija no podía iluminar más la casa.
Hija, lo que me gusta de ti es tu valentía y tu fuerza.
Ella bromeando levantó sus brazos, intentando lucir bíceps y apretando sus puños como si fuera una famosa culturista.
Los cuatro rompimos en una sonora carcajada que aún ahora mismo, minutos antes de acostarme, escucho.
Y así, reconociéndonos unos a otros, terminamos de cenar.
El postre fue un verdadero regalo cuando me tocó a mí recibir los reconocimientos y escuchar atentamente todo lo que tenían que decir mis hijos de mí… Me quedo con la primera frase: Mamá, lo que más me gusta de ti es que SIEMPRE estás.
Siempre estoy… Breve, corta, pero directa al alma.
No sé en qué momento ocurrió, pero sucedió. En décimas de segundos pasamos de estar compartiendo una cálida y entrañable cena en familia a estallar la tercera guerra mundial y encontrarme en medio de dos bandos claramente diferenciados y sin capacidad de maniobra.
Por un lado mi hijo Carlos haciendo de rabiar a su hermana con palabras algunas de ellas hirientes; en frente, mi hija Covi gritando e intentando contener su ira sin éxito ninguno ya que se levantó de la mesa para atizar a su hermano mayor a sabiendas que si cumplía su objetivo saldría claramente perdiendo.
Nosotros, los mayores, observando como el que observa un partido de tenis. Yo, particularmente, ejercitando mi paciencia recordando mentalmente TODAS Y CADA UNA de las palabras que escribí en ¿Tienes paciencia con tu hijo?
¡Qué difícil resulta en ocasiones! ¿Verdad?
Pues bien, en ese preciso instante de la cena en el que todo se iba a echar a perder e íbamos a terminar los cuatro como el rosario de la aurora, se me encendió la bombillita y se me ocurrió poner en práctica uno de los ejercicios que aprendí con AEIOU coaching para papás y mamás. Cierto es que este “juego” estaba diseñado para momentos especiales en el que todos estamos en sintonía y armonía. Pero a mí que me gusta improvisar, experimentar y como soy un poco transgresora, decidí ponerlo en práctica en ese preciso momento. ¡Zas! Como si fuese un electro-shock. De lleno. ¿Qué podía perder?
¡Chicos! ¡Silencio! Os propongo un juego.
La palabra “juego” para los niños es como para nosotros un “Te voy a duplicar el sueldo”. De repente dejas de hacer lo que estás haciendo, abres los ojos todo lo que puedes, fijas tu atención en la persona que te lo ha dicho y esperas ansiosa a que continúe hablando.
Los dos enmudecieron.
Primer paso conseguido- Pensé rápidamente.
Vamos a hacer un juego que se llama: La rueda de reconocimientos.
Continuaba manteniendo bastante bien su atención pero era consciente que o me explicaba con contundencia, claridad y en pocos segundos, o se perderían nuevamente en su particular batalla campal.
Vamos a centrarnos todos en Covi. Vamos a respirar profundo y vamos a pensar en las cosas bonitas que tiene y que nos gustan: Covi, lo que me gusta de ti es que eres… muy cariñosa– le dije mientras acariciaba dulcemente su pelo.
lo que me gusta de tiInmediatamente el gesto de mi hija cambió. Soltó el trozo de pan que tenía en la mano y que pretendía lanzar y todos los músculos de su cuerpo se relajaron, empezando por su expresión facial.
Covi, lo que me gusta de ti es que siempre sonríes. – le dijo Javi.
Su cara se iluminó más aún. En su cabecita debería estar pensando: ¿Pero que les pasa hoy a los mayores que en lugar de reñirme me dicen estas cosas?
Venga, Carlos, ahora te toca a ti jugar. Dile algo bonito a tu hermana.
Misteriosamente y para nuestro asombro Carlitos se enganchó enseguida y dijo:
Covi, lo que me gusta de ti es que sales a jugar conmigo a la urbanización.
Casi me emociono cuando escuché sus palabras de reconocimiento a su hermana pequeña agradeciendo su compañía para ayudarle a superar su timidez.
En ese momento la sonrisa de mi hija no podía iluminar más la casa.
Hija, lo que me gusta de ti es tu valentía y tu fuerza.
Ella bromeando levantó sus brazos, intentando lucir bíceps y apretando sus puños como si fuera una famosa culturista.
Los cuatro rompimos en una sonora carcajada que aún ahora mismo, minutos antes de acostarme, escucho.
Y así, reconociéndonos unos a otros, terminamos de cenar.
El postre fue un verdadero regalo cuando me tocó a mí recibir los reconocimientos y escuchar atentamente todo lo que tenían que decir mis hijos de mí… Me quedo con la primera frase: Mamá, lo que más me gusta de ti es que SIEMPRE estás.
Siempre estoy… Breve, corta, pero directa al alma.
martes, 21 de abril de 2015
jueves, 16 de abril de 2015
Pautas para propiciar un buen uso de las nuevas tecnologías.
Cuando yo era adolescente (y dejadme que crea que de eso no hace tanto), al llegar a mi casa dejaba el mundo detrás de la puerta.
A día de hoy, el mundo se abre en cuanto los adolescentes cruzan la puerta de su habitación. Si no hay supervisión ni conocimiento por parte de los padres de lo que ocurre dentro de esas cuatro paredes, tus hijos pueden llegar a correr graves peligros.
Unimos a eso que algunos de ellos, incluso a edades en las que no deberían, llevan el mundo a cuestas en sus mochilas. No hablo de armas de destrucción masiva: hablo de artilugios que ya forman parte de nuestras vidas, como móviles, tabletas y ordenadores.
Ni siquiera necesitan un escritorio o cables para esta conectados: basta con meter la mano en el bolsillo, teclear con los dedos y tienen acceso a lo que les apetezca en esos momentos.
El problema es que, a veces, desde la inmadurez y la falta de control, lo que le apetece al ser humano no es justamente lo que más le conviene.
Es labor de los adultos transmitir los valores necesarios y aplicar las medidas pertinentes para que los jóvenes adquieran el juicio suficiente que les permita hacer un buen uso de las nuevas tecnologías.
La adicción a las nuevas tecnologías
Suele ser consulta habitual la siguiente observación: “Cuando no es el móvil es la tableta; cuando no es la tableta es el ordenador y, cuando no es el ordenador, es la videoconsola. Está todo el día enganchado” (a veces, paradójicamente, los padres me lo sueltan mientras trastean con sus móviles).
En esos momentos suelo arquear las cejas, con mirada cómplice, y los padres lo entienden a la perfección. Nuestra generación de jóvenes es la más tecnológica de toda la historia de la humanidad. El problema no es el uso de la tecnología en sí, progreso con el que estoy totalmente de acuerdo, sino la mala utilización que se hace de ella.
Ésta puede acarrear infinidad de problemas en niños y adolescentes: adicción, dependencia, descuido de sus obligaciones o incluso llegar a ser víctimas de acoso o ser ellos los mismos acosadores.
Si desconoces términos como ciberbullying, sexting, grooming o hacking, entre otros, tu hijo e incluso tú corréis grave peligro al navegar por la red. Éstas son “las cuatro –ing” de las que Pere Cervantes y Oliver Tauste hablan en su magnífico y útil libro Tranki papás.
Puede que en estos momentos te estremezcas al pensar que tu hijo pueda llegar a ser víctima de algún tipo de acoso o abuso a través de la red, pero debo advertirte de que también puede ser él quien incurra en estas actividades delictivas.
Por ello se hace necesario educar en ciertos valores desde la primera infancia. Hace falta que se eduque a los niños desde muy pequeños en el respeto hacia todo ser humano, en la humildad, en la aceptación del otro y en la tolerancia.
En caso de que tu hijo sea víctima algún día, sería muy conveniente haber propiciado un clima de confianza para que te lo pueda llegar a contar y tomes las medidas necesarias.
Prevenir hoy es invertir en el mañana. Toda precaución en la red es poca; transmítele que no se fíe de desconocidos y que nunca facilite información o fotografías comprometedoras o de carácter personal.
Debes advertirle en todo momento sobre el mal uso de las cámaras en los dispositivos con conexión. Educar en el manejo de la intimidad y la privacidad puede ahorrarte algún que otro susto. La norma es: sólo pueden publicar aquello que puedan enseñarte sin ningún reparo. Ante todo, transmite a tu hijo una filosofía de vida que le puede ser de mucha utilidad en la red: no hagas nada a través de internet que no harías en tu vida real o que no te gustaría que hicieran contigo -no robar, no husmear y no invadir la intimidad ajena-.
No pretendo ser alarmista; no hay cosa que deteste más. Pero sí creo que debemos tomar conciencia de que nuestros jóvenes corren cierto peligro si no hacen un buen uso de lo que tienen entre sus manos.
¿Cuándo empezar a educarles en el buen uso de las tecnologías?
- Da información sobre las ventajas y desventajas de navegar por la red.
- Establece horarios de conexión.
- Ubica el ordenador en un espacio común o en un punto visible de su habitación.
- La conexión por parte de menores de 16 años siempre será supervisada por un adulto.
- Debes tener conocimiento de sus claves y contraseñas (si es menor de 16 años).
- Instala herramientas informáticas de protección (control parental) que propicien una conexión segura.
En caso de que se incumplan o se haga un mal uso del dispositivo, le será retirado. Lo anterior es aplicable a todo aquel dispositivo que tenga conexión a internet, incluyendo ordenadores, tabletas y videoconsolas.
Su educación siempre debe ir encaminada a un uso responsable de cualquier tipo de dispositivo con conexión. Te recomiendo que las normas y los límites queden claros antes de que tengan acceso a estos aparatos. Si se los das sin haber establecido esa especie de contrato previo, te será muy difícil ejercer la autoridad si surgen dificultades o malos usos.
Debes ser consciente en todo momento del uso que tu hijo hace de sus dispositivos. Debes limitar el gasto mensual y el tiempo de uso; sólo así tu hijo aprenderá el valor de lo que tiene y no caerá en conductas dependientes que puedan propiciar una adicción o que le hagan descuidar sus obligaciones diarias.
Te recomiendo que tu hijo no tenga el móvil en uso las 24 horas del día. Enséñale a desconectar (haz tú lo mismo; si no, pierdes toda autoridad en este terreno. Educa en el ejemplo). Deben saber que hay momentos en que el móvil o la tableta no tienen cabida: en la mesa cuando se come o cena, por ejemplo.
Debes insistir en ese uso responsable. Hazle ver que no debe usar el móvil siempre y para todo. Siempre que puedas, supervisa el material gráfico que tu hijo pueda estar subiendo a la red o compartiendo desde su teléfono.
A día de hoy, el mundo se abre en cuanto los adolescentes cruzan la puerta de su habitación. Si no hay supervisión ni conocimiento por parte de los padres de lo que ocurre dentro de esas cuatro paredes, tus hijos pueden llegar a correr graves peligros.
Unimos a eso que algunos de ellos, incluso a edades en las que no deberían, llevan el mundo a cuestas en sus mochilas. No hablo de armas de destrucción masiva: hablo de artilugios que ya forman parte de nuestras vidas, como móviles, tabletas y ordenadores.
Ni siquiera necesitan un escritorio o cables para esta conectados: basta con meter la mano en el bolsillo, teclear con los dedos y tienen acceso a lo que les apetezca en esos momentos.
El problema es que, a veces, desde la inmadurez y la falta de control, lo que le apetece al ser humano no es justamente lo que más le conviene.
Es labor de los adultos transmitir los valores necesarios y aplicar las medidas pertinentes para que los jóvenes adquieran el juicio suficiente que les permita hacer un buen uso de las nuevas tecnologías.
La adicción a las nuevas tecnologías
Suele ser consulta habitual la siguiente observación: “Cuando no es el móvil es la tableta; cuando no es la tableta es el ordenador y, cuando no es el ordenador, es la videoconsola. Está todo el día enganchado” (a veces, paradójicamente, los padres me lo sueltan mientras trastean con sus móviles).
En esos momentos suelo arquear las cejas, con mirada cómplice, y los padres lo entienden a la perfección. Nuestra generación de jóvenes es la más tecnológica de toda la historia de la humanidad. El problema no es el uso de la tecnología en sí, progreso con el que estoy totalmente de acuerdo, sino la mala utilización que se hace de ella.
Ésta puede acarrear infinidad de problemas en niños y adolescentes: adicción, dependencia, descuido de sus obligaciones o incluso llegar a ser víctimas de acoso o ser ellos los mismos acosadores.
Si desconoces términos como ciberbullying, sexting, grooming o hacking, entre otros, tu hijo e incluso tú corréis grave peligro al navegar por la red. Éstas son “las cuatro –ing” de las que Pere Cervantes y Oliver Tauste hablan en su magnífico y útil libro Tranki papás.
Puede que en estos momentos te estremezcas al pensar que tu hijo pueda llegar a ser víctima de algún tipo de acoso o abuso a través de la red, pero debo advertirte de que también puede ser él quien incurra en estas actividades delictivas.
Por ello se hace necesario educar en ciertos valores desde la primera infancia. Hace falta que se eduque a los niños desde muy pequeños en el respeto hacia todo ser humano, en la humildad, en la aceptación del otro y en la tolerancia.
En caso de que tu hijo sea víctima algún día, sería muy conveniente haber propiciado un clima de confianza para que te lo pueda llegar a contar y tomes las medidas necesarias.
Prevenir hoy es invertir en el mañana. Toda precaución en la red es poca; transmítele que no se fíe de desconocidos y que nunca facilite información o fotografías comprometedoras o de carácter personal.
Debes advertirle en todo momento sobre el mal uso de las cámaras en los dispositivos con conexión. Educar en el manejo de la intimidad y la privacidad puede ahorrarte algún que otro susto. La norma es: sólo pueden publicar aquello que puedan enseñarte sin ningún reparo. Ante todo, transmite a tu hijo una filosofía de vida que le puede ser de mucha utilidad en la red: no hagas nada a través de internet que no harías en tu vida real o que no te gustaría que hicieran contigo -no robar, no husmear y no invadir la intimidad ajena-.
No pretendo ser alarmista; no hay cosa que deteste más. Pero sí creo que debemos tomar conciencia de que nuestros jóvenes corren cierto peligro si no hacen un buen uso de lo que tienen entre sus manos.
¿Cuándo empezar a educarles en el buen uso de las tecnologías?
- Da información sobre las ventajas y desventajas de navegar por la red.
- Establece horarios de conexión.
- Ubica el ordenador en un espacio común o en un punto visible de su habitación.
- La conexión por parte de menores de 16 años siempre será supervisada por un adulto.
- Debes tener conocimiento de sus claves y contraseñas (si es menor de 16 años).
- Instala herramientas informáticas de protección (control parental) que propicien una conexión segura.
En caso de que se incumplan o se haga un mal uso del dispositivo, le será retirado. Lo anterior es aplicable a todo aquel dispositivo que tenga conexión a internet, incluyendo ordenadores, tabletas y videoconsolas.
Su educación siempre debe ir encaminada a un uso responsable de cualquier tipo de dispositivo con conexión. Te recomiendo que las normas y los límites queden claros antes de que tengan acceso a estos aparatos. Si se los das sin haber establecido esa especie de contrato previo, te será muy difícil ejercer la autoridad si surgen dificultades o malos usos.
Debes ser consciente en todo momento del uso que tu hijo hace de sus dispositivos. Debes limitar el gasto mensual y el tiempo de uso; sólo así tu hijo aprenderá el valor de lo que tiene y no caerá en conductas dependientes que puedan propiciar una adicción o que le hagan descuidar sus obligaciones diarias.
Te recomiendo que tu hijo no tenga el móvil en uso las 24 horas del día. Enséñale a desconectar (haz tú lo mismo; si no, pierdes toda autoridad en este terreno. Educa en el ejemplo). Deben saber que hay momentos en que el móvil o la tableta no tienen cabida: en la mesa cuando se come o cena, por ejemplo.
Debes insistir en ese uso responsable. Hazle ver que no debe usar el móvil siempre y para todo. Siempre que puedas, supervisa el material gráfico que tu hijo pueda estar subiendo a la red o compartiendo desde su teléfono.
miércoles, 15 de abril de 2015
viernes, 27 de marzo de 2015
Las malas notas.
Las notas son motivo de preocupación para los niños y sus familias. El rendimiento académico queda reflejado en el boletín de notas. A través de la calificación numérica podemos saber cuál es el avance de los pequeños y cuáles son los logros obtenidos.
Las notas, por lo tanto, son mucho más que un simple número (deberían recoger más aspectos). Las notas son un indicador de los aprendizajes alcanzados y del nivel de desarrollo y maduración del niño.
Unas buenas o malas notas, son el indicador de cómo está funcionando el niño. Es importante conocer al niño e interpretar las calificaciones para poder mejorarlas.
¿Qué se esconde detrás de las malas notas?
Cuando las notas son malas, suele provocar una sensación de frustración. Estas malas notas no siempre reflejan el trabajo realizado por los niños. Las malas notas pueden y suelen esconder una problemática importante. Las malas notas indican que hay algo que no va bien.
Las malas notas pueden reflejar problemas personales: baja autoestima, conflictos internos, etc. que dificultad la concentración, motivación y creación de aprendizajes.
Las malas notas pueden ser causadas por una dificultad de aprendizaje.
Las malas notas pueden indicarnos un retraso en el desarrollo y maduración del niño.
Las malas notas pueden deberse a algún tipo de malestar emocional que interfiere en la construcción del aprendizaje.
Cómo podemos reaccionar ante las malas notas.
Acabar con las rabietas es posible. Veamos unos sencillos pasos para acabar con las molestas rabietas.
Indaga la causa de las malas notas y actúa sobre ella
Favorece su bienestar emocional.
Presta atención a su desarrollo.
Respeta su ritmo de aprendizaje.
Desarrolla la capacidad de aprender a aprender.
Celia Rodríguez Ruiz
jueves, 26 de marzo de 2015
Hablar con los hijos (y que me entiendan)
Hace poco tuve la posibilidad de trabajar con una mamá sinceramente preocupada por su hija… aunque la inquietud parecía relacionarse con lo escolar, la verdadera preocupación era todo lo que estaba por debajo; los aspectos más íntimos y más emocionales. Según fuimos trabajando e indagando encontramos dificultades muy serias en la comunicación que estaban mediando en la relación entre esos padres y esa niña. Insisto en que los padres estaban realmente preocupados y habían puesto en marcha muchísimas estrategias y muchos recursos para afrontar la situación, pero no era suficiente. Pesaba demasiado un estilo comunicativo negativo, una ansiedad por la información que la niña podía proporcionarle que enturbiaba los intentos de su hija por acercarse a ella… la mamá buscaba lo que creía que debía saber, y su hija le transmitía lo que más importante era para ella… pero eso no era bastante para entenderse.
Hoy te quiero acercar aquí algunas maneras de romper estas barreras que a veces se crean cuando hablamos con los niños ¿preparados?
Antes de nada es importante estar seguros de que es el lugar y el momento…. aunque para algunos el coche puede ser un momento estupendo para intercambiar datos del día, muchos niños se sienten inseguros si tienen que hablar a una persona que va delante, que no puede mirar hacia ellos y que además está haciendo otra cosa. La mayoría de los niños acaban mirando por la ventana y contestando sin pensar…
Si son ellos los que necesitan hablar, lo ideal es atenderlos en ese momento. Si realmente no puede ser (“realmente” quiere decir que debe ser algo muy excepcional negar la necesidad de hablar a tus hijos) explícale que debe esperar a que acabes de (….) y aprovecha para ir abriendo boca o sugiere una actividad alternativa para realizar cerca de ti y que no pierda el interés. No contestes con “ahora no”, “déjame un poco ” o similares….
También es importante el cómo. Estar cortando zanahorias en la cocina e intentar hablar con el niño cuando viene a beber agua, no suele dar buen resultado. Mejor buscar un momento en que los dos esteis conectados, te puedas poner a su altura y le estés mirando a los ojos. (Por supuesto, televisión fuera).
Haz preguntas más concretas. “¿Qué tal en el cole?” supone que un niño deberá concentrar todo lo ocurrido, al menos, de nueve a dos: que en el autobús no se ha podido sentar con su amigo, que la clase de matemáticas ha estado genial porque están usando un nuevo método para sumar, que en el recreo le han pisado el bocadillo y que en flauta no podía tapar los agujeros con los dedos… ¿solución?… un lánguido “bieeeeen”. Es mejor preguntar “¿qué ha sido lo más divertido que has hecho hoy?” o “¿qué ha pasado en el parque con Amiguísimo?”
Como a cualquier otra persona, los niños necesitan saber que están siendo atendidos, escuchados, y no sólo oídos. Necesitan retroalimentación: asentimientos con la cabeza, alguna pregunta corta para confirmar lo que estamos oyendo, una sonrisa….vaya, lo que a todos nos gusta que nos dediquen cuando estamos contando algo.
Evita interrumpirle “¿Y tú que hiciste?” y mucho menos, juzgarle “pero ¿cómo se te ocurre responder así a la profesora?”. Es posible que sientas esa necesidad bien porque se “enreda” en su discurso, bien porque tengas ganas de llegar al final. Respira, anota mentalmente lo que quieras saber y pregúntalo después, incluso de varias maneras distintas. Respeta su ritmo.
No le completes cuando habla. No le termines las frases. No inventes posibilidades. No hables por él.
Respeta sus gustos. Posiblemente, tú necesitas saber si aquel niño enorme que le empujó en el patio ha vuelto a meterse con él, pero esa es tu necesidad. La suya puede ser contarte que el cromo número 37, Caracortada, es tan difícil de encontrar que nadie lo tiene todavía (y que sería genial que se lo consiguieras). Y sus necesidades debes respetarlas.
En ocasiones necesitará tu ayuda: describe su conducta. No cómo se siente. No corrijas, no juzgues, no supongas. Describe lo que está haciendo: “estás diciendo que Enemiguísimo se juntó con Amiguísimo y tú te fuiste a dar patadas a la portería ¿Qué pasó después?
Beatriz es maestra de Educación Infantil y especialista en Audición y Lenguaje, además de psicóloga.
Hoy te quiero acercar aquí algunas maneras de romper estas barreras que a veces se crean cuando hablamos con los niños ¿preparados?
Antes de nada es importante estar seguros de que es el lugar y el momento…. aunque para algunos el coche puede ser un momento estupendo para intercambiar datos del día, muchos niños se sienten inseguros si tienen que hablar a una persona que va delante, que no puede mirar hacia ellos y que además está haciendo otra cosa. La mayoría de los niños acaban mirando por la ventana y contestando sin pensar…
Si son ellos los que necesitan hablar, lo ideal es atenderlos en ese momento. Si realmente no puede ser (“realmente” quiere decir que debe ser algo muy excepcional negar la necesidad de hablar a tus hijos) explícale que debe esperar a que acabes de (….) y aprovecha para ir abriendo boca o sugiere una actividad alternativa para realizar cerca de ti y que no pierda el interés. No contestes con “ahora no”, “déjame un poco ” o similares….
También es importante el cómo. Estar cortando zanahorias en la cocina e intentar hablar con el niño cuando viene a beber agua, no suele dar buen resultado. Mejor buscar un momento en que los dos esteis conectados, te puedas poner a su altura y le estés mirando a los ojos. (Por supuesto, televisión fuera).
Haz preguntas más concretas. “¿Qué tal en el cole?” supone que un niño deberá concentrar todo lo ocurrido, al menos, de nueve a dos: que en el autobús no se ha podido sentar con su amigo, que la clase de matemáticas ha estado genial porque están usando un nuevo método para sumar, que en el recreo le han pisado el bocadillo y que en flauta no podía tapar los agujeros con los dedos… ¿solución?… un lánguido “bieeeeen”. Es mejor preguntar “¿qué ha sido lo más divertido que has hecho hoy?” o “¿qué ha pasado en el parque con Amiguísimo?”
Como a cualquier otra persona, los niños necesitan saber que están siendo atendidos, escuchados, y no sólo oídos. Necesitan retroalimentación: asentimientos con la cabeza, alguna pregunta corta para confirmar lo que estamos oyendo, una sonrisa….vaya, lo que a todos nos gusta que nos dediquen cuando estamos contando algo.
Evita interrumpirle “¿Y tú que hiciste?” y mucho menos, juzgarle “pero ¿cómo se te ocurre responder así a la profesora?”. Es posible que sientas esa necesidad bien porque se “enreda” en su discurso, bien porque tengas ganas de llegar al final. Respira, anota mentalmente lo que quieras saber y pregúntalo después, incluso de varias maneras distintas. Respeta su ritmo.
No le completes cuando habla. No le termines las frases. No inventes posibilidades. No hables por él.
Respeta sus gustos. Posiblemente, tú necesitas saber si aquel niño enorme que le empujó en el patio ha vuelto a meterse con él, pero esa es tu necesidad. La suya puede ser contarte que el cromo número 37, Caracortada, es tan difícil de encontrar que nadie lo tiene todavía (y que sería genial que se lo consiguieras). Y sus necesidades debes respetarlas.
En ocasiones necesitará tu ayuda: describe su conducta. No cómo se siente. No corrijas, no juzgues, no supongas. Describe lo que está haciendo: “estás diciendo que Enemiguísimo se juntó con Amiguísimo y tú te fuiste a dar patadas a la portería ¿Qué pasó después?
Beatriz es maestra de Educación Infantil y especialista en Audición y Lenguaje, además de psicóloga.
martes, 17 de marzo de 2015
Procrastinación. El habito de posponer.
Educar a los niños para dejar de posponer sus obligaciones.
La procrastinación proviene del latín:pro, adelante y crastinus referente al futuro. La procrastinación es la acción o hábito de retrasar, de dejar para después actividades o situaciones que han de atenderse, siendo sustituidas por otras menos importantes o más agradables. Todos en algún momento hemos llevado a cabo este tipo de comportamiento, se trata de posponer constantemente algo en el tiempo, dejándolo para un indefinido “mañana” o “luego”, en lugar de dedicarnos a ello ahora mismo.
La procrastinación está muy relacionada con la consecución de nuestras metas y objetivos. Aunque comúnmente se relaciona o se entiende como pereza, puede ser un tipo de trastorno del comportamiento, con complejas implicaciones. Es fundamental conocer la raíz de la procrastinación y educar a nuestros niños para atender a sus tareas hoy en lugar de posponerlas.
La Procrastinación: el hábito de posponer
La procrastinaciónva más allá de la pereza. Puede entenderse como un síndrome que se manifiesta en la evasión de responsabilidades y obligaciones, llevando a la persona a no enfrentarse a ellas.
La procrastinacióntiene que ver con la resistencia al cambio, al esfuerzo, al dolor y la incomodidad que se asocian a determinadas situaciones y tareas. El acto de procrastinar responde a la tendencia natural de evitar el dolor y buscar el placer.
Aquellas tareas arduas, aburridas que suponen un esfuerzo, que implican incomodidad, se asocian al dolor y se posponen para otro momento mejor. Sin embargo, ese mejor momento no existe. Nunca es el momento de enfrentarse a la tarea. Cuando finalmente se nos acaba el tiempo (llega el día del examen, se acaba el plazo, etc.), tenemos que enfrentarnos irremediablemente a la temida tarea.
El resultado es que acabamos enfrentándonos bajo presión y con elevados niveles de estrés. La situación es dolorosa e incómoda porque nosotros la hemos convertido en dolorosa e incómoda al aplazarla. Sin embargo caemos en el autoengaño, nuestra mente se engaña haciendo responsable de la situación de estrés a la tarea, cuando la causa es la manera de hacer la tarea.
De este modo la procrastinación acaba convirtiéndose en un bucle, una pescadilla que se muerde la cola. Cuando más procrasticamos, más pesadas creemos que son las tareas y más se incrementa nuestra tendencia a postergarlo. De este modo se genera un hábito de procrastinación.
Es fundamental prestar atención a la manera que tienen nuestros niños de enfrentarse a sus tareas y obligaciones y educarlos para no posponer sus tareas.La procrastinación puede convertirse en una importante limitación para la consecución de sus objetivos presentes y futuros.
Educar a los niños para dejar de posponer sus obligaciones
Ayuda a los niños a realizar un horario de estudio, trabajo. En dicho horario anotaremos las tareas a realizar. Es importante poner un principio y un final a las obligaciones. Si en lugar de posponer, dedican un tiempo diario podrán hacer sus tareas sin esfuerzo.
Desarrolla una sana autoestima. Es muy común que los niños pospongan tareas por miedo al fracaso. Evitar ese dolor les hace posponer sus obligaciones.
Explícales que cuando terminen sus tareas podrán dejar de preocuparse por ellas y dedicarse a otras acciones más placenteras.
Cuando tengan que estudiar o dedicarse a obligaciones, procura que no tengan distracciones a su alcance. Evita la televisión, el ordenador, móvil, etc.
Refuérzale cuando después de esforzarse haya finalizado la tarea. De este modo recompensas sus actos y comprenderá que su esfuerzo merece la pena.
Cuidado con el perfeccionismo elevado. Cuando una persona es excesivamente perfeccionista, tenderá a aplazar sus tareas por miedo a no cumplir con ese elevado perfeccionismo, dejándolo para cuando tenga más tiempo. Pero no nos engañemos, nunca tendrá más tiempo. Es importante educarles para que se enfrenten a la tarea en lugar de posponerla, enseñarles a hacerla bien, pero sin elevadas exigencias.
La excesiva confianza es otro autoengaño a evitar. La procrastinación se sirve de la excesiva confianza. El pensar “yo puedo, en un rato lo término”, nos lleva a hacerlo más tarde. Es bueno inculcar al niño la idea de hacerlo en el momento, si lo terminamos pronto estupendo y si no es así al menos nos dará tiempo a hacerlo bien.
Edúcales para que no tengan miedo al fracaso. Lo doloroso del esfuerzo no es el esfuerzo en sí, sino el posible fracaso que nos hace creer en un esfuerzo Pero el esfuerzo nunca se pierde, los fracasos son parte del aprendizaje.
Desarrolla su autonomía y autorregulación. Es importante que aprendan a enfrentarse a sus tareas por sí mismo y que sea capaz de auto regular su tiempo. Para ello es fundamental ir dándole poco a poco autonomía e ir aumentándola paulatinamente.
Educa con tu ejemplo.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
La procrastinación proviene del latín:pro, adelante y crastinus referente al futuro. La procrastinación es la acción o hábito de retrasar, de dejar para después actividades o situaciones que han de atenderse, siendo sustituidas por otras menos importantes o más agradables. Todos en algún momento hemos llevado a cabo este tipo de comportamiento, se trata de posponer constantemente algo en el tiempo, dejándolo para un indefinido “mañana” o “luego”, en lugar de dedicarnos a ello ahora mismo.
La procrastinación está muy relacionada con la consecución de nuestras metas y objetivos. Aunque comúnmente se relaciona o se entiende como pereza, puede ser un tipo de trastorno del comportamiento, con complejas implicaciones. Es fundamental conocer la raíz de la procrastinación y educar a nuestros niños para atender a sus tareas hoy en lugar de posponerlas.
La Procrastinación: el hábito de posponer
La procrastinaciónva más allá de la pereza. Puede entenderse como un síndrome que se manifiesta en la evasión de responsabilidades y obligaciones, llevando a la persona a no enfrentarse a ellas.
La procrastinacióntiene que ver con la resistencia al cambio, al esfuerzo, al dolor y la incomodidad que se asocian a determinadas situaciones y tareas. El acto de procrastinar responde a la tendencia natural de evitar el dolor y buscar el placer.
Aquellas tareas arduas, aburridas que suponen un esfuerzo, que implican incomodidad, se asocian al dolor y se posponen para otro momento mejor. Sin embargo, ese mejor momento no existe. Nunca es el momento de enfrentarse a la tarea. Cuando finalmente se nos acaba el tiempo (llega el día del examen, se acaba el plazo, etc.), tenemos que enfrentarnos irremediablemente a la temida tarea.
El resultado es que acabamos enfrentándonos bajo presión y con elevados niveles de estrés. La situación es dolorosa e incómoda porque nosotros la hemos convertido en dolorosa e incómoda al aplazarla. Sin embargo caemos en el autoengaño, nuestra mente se engaña haciendo responsable de la situación de estrés a la tarea, cuando la causa es la manera de hacer la tarea.
De este modo la procrastinación acaba convirtiéndose en un bucle, una pescadilla que se muerde la cola. Cuando más procrasticamos, más pesadas creemos que son las tareas y más se incrementa nuestra tendencia a postergarlo. De este modo se genera un hábito de procrastinación.
Es fundamental prestar atención a la manera que tienen nuestros niños de enfrentarse a sus tareas y obligaciones y educarlos para no posponer sus tareas.La procrastinación puede convertirse en una importante limitación para la consecución de sus objetivos presentes y futuros.
Educar a los niños para dejar de posponer sus obligaciones
Ayuda a los niños a realizar un horario de estudio, trabajo. En dicho horario anotaremos las tareas a realizar. Es importante poner un principio y un final a las obligaciones. Si en lugar de posponer, dedican un tiempo diario podrán hacer sus tareas sin esfuerzo.
Desarrolla una sana autoestima. Es muy común que los niños pospongan tareas por miedo al fracaso. Evitar ese dolor les hace posponer sus obligaciones.
Explícales que cuando terminen sus tareas podrán dejar de preocuparse por ellas y dedicarse a otras acciones más placenteras.
Cuando tengan que estudiar o dedicarse a obligaciones, procura que no tengan distracciones a su alcance. Evita la televisión, el ordenador, móvil, etc.
Refuérzale cuando después de esforzarse haya finalizado la tarea. De este modo recompensas sus actos y comprenderá que su esfuerzo merece la pena.
Cuidado con el perfeccionismo elevado. Cuando una persona es excesivamente perfeccionista, tenderá a aplazar sus tareas por miedo a no cumplir con ese elevado perfeccionismo, dejándolo para cuando tenga más tiempo. Pero no nos engañemos, nunca tendrá más tiempo. Es importante educarles para que se enfrenten a la tarea en lugar de posponerla, enseñarles a hacerla bien, pero sin elevadas exigencias.
La excesiva confianza es otro autoengaño a evitar. La procrastinación se sirve de la excesiva confianza. El pensar “yo puedo, en un rato lo término”, nos lleva a hacerlo más tarde. Es bueno inculcar al niño la idea de hacerlo en el momento, si lo terminamos pronto estupendo y si no es así al menos nos dará tiempo a hacerlo bien.
Edúcales para que no tengan miedo al fracaso. Lo doloroso del esfuerzo no es el esfuerzo en sí, sino el posible fracaso que nos hace creer en un esfuerzo Pero el esfuerzo nunca se pierde, los fracasos son parte del aprendizaje.
Desarrolla su autonomía y autorregulación. Es importante que aprendan a enfrentarse a sus tareas por sí mismo y que sea capaz de auto regular su tiempo. Para ello es fundamental ir dándole poco a poco autonomía e ir aumentándola paulatinamente.
Educa con tu ejemplo.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
lunes, 16 de marzo de 2015
viernes, 13 de marzo de 2015
Frases motivadoras para nuestros hijos.
Si cada día corregimos 15 veces en negativo a nuestros hijos y les decimos NO otras quince, su saldo positivo en el banco de las emociones será nulo.
Sin capital, ¿cómo van a aguantar hasta final de mes? Irán tirando, arrastrándose como puedan, hasta sentirse vacíos y sin fuerzas. O al revés, tan insatisfechos que pueden llegar a explotar.
A todos nos gusta tener nuestras arcas bien llenas. Con la cuenta en el banco cargada nos atrevemos a cualquier cosa: a viajar, a comenzar nuevos proyectos o a soñar.
A nuestros hijos les pasa igual. Solo que en su banco no hay dinero sino emociones. Valoraciones. Seguridad. Y los ingresos o salidas dependen, en muchos casos, de nosotros.
Ayúdales a que tengan su cuenta corriente emocional rebosante. La vida ya se encargará de nivelar el saldo pero mientras, en casa, que no se te olvide hacer un ingreso diario de 5 frases positivas.
Frases para fomentar en positivo:
La competencia:
Mira lo que has conseguido. ¡Es fantástico!
Te está costando pero lo estás haciendo muy bien.
Parece que disfrutas mucho haciendo eso.
Te está saliendo muy bien. Sigue así.
Es cierto que puedes mejorarlo. Sigue practicando y lo conseguirás.
No me ha gustado lo que has hecho. Sé que lo puedes hacer mejor
Por supuesto que puedes mejorar. Todavía puedes dar más de ti.
La iniciativa:
Tu esfuerzo ha valido la pena.
Estoy seguro de tu talento. ¡Atrévete!
¡Mira lo lejos que has llegado!
Fíjate en el error e inténtalo de nuevo. Seguro que ahora es más fácil.
Me gustan tus ideas.
Seguro que encuentras una solución mejor.
Inténtalo, no importa si lo consigues o no. Todos nos equivocamos y así aprendemos.
La comunicación:
No opino lo mismo que tú pero te agradezco que me lo digas.
Dime cuál es tu opinión. Me interesa.
¿Qué te parece?
Esa es una buenísima observación. Gracias.
Esa pregunta es muy interesante.
Me gusta que me preguntes cosas.
Su identidad:
Me gusta cómo eres.
Te quiero, te quiero, te quiero.
Espero que estés orgulloso de ti mismo.
Me gustas cuando sonríes.
Me encanta tu compañía.
Me gusta ver en lo que te estás convirtiendo.
No te compares con nadie. No hay nadie como tú.
No podemos ser buenos en todo. Por eso tenemos nuestros talentos especiales.
Eres especial, no hay nadie como tú.
La responsabilidad:
Sé que puedo confiar en ti.
Me has demostrado ser responsable.
Equivocarse es bueno. Te enseña a mejorar.
No te lo permito pero te quiero.
Toma una decisión. Confía en ti mismo.
La colaboración:
Gracias por tu ayuda.
Lo que has hecho ha sido muy importante para mí.
Yo no lo habría hecho así pero así está perfecto.
Yo no lo veo de la misma manera. Dime por qué piensas de esta manera.
Tómate tu tiempo para hacerlo.
Seguro que entre los dos es más fácil.
Sé que te cuesta un gran esfuerzo por eso te lo agradezco má
Sin capital, ¿cómo van a aguantar hasta final de mes? Irán tirando, arrastrándose como puedan, hasta sentirse vacíos y sin fuerzas. O al revés, tan insatisfechos que pueden llegar a explotar.
A todos nos gusta tener nuestras arcas bien llenas. Con la cuenta en el banco cargada nos atrevemos a cualquier cosa: a viajar, a comenzar nuevos proyectos o a soñar.
A nuestros hijos les pasa igual. Solo que en su banco no hay dinero sino emociones. Valoraciones. Seguridad. Y los ingresos o salidas dependen, en muchos casos, de nosotros.
Ayúdales a que tengan su cuenta corriente emocional rebosante. La vida ya se encargará de nivelar el saldo pero mientras, en casa, que no se te olvide hacer un ingreso diario de 5 frases positivas.
Frases para fomentar en positivo:
La competencia:
Mira lo que has conseguido. ¡Es fantástico!
Te está costando pero lo estás haciendo muy bien.
Parece que disfrutas mucho haciendo eso.
Te está saliendo muy bien. Sigue así.
Es cierto que puedes mejorarlo. Sigue practicando y lo conseguirás.
No me ha gustado lo que has hecho. Sé que lo puedes hacer mejor
Por supuesto que puedes mejorar. Todavía puedes dar más de ti.
La iniciativa:
Tu esfuerzo ha valido la pena.
Estoy seguro de tu talento. ¡Atrévete!
¡Mira lo lejos que has llegado!
Fíjate en el error e inténtalo de nuevo. Seguro que ahora es más fácil.
Me gustan tus ideas.
Seguro que encuentras una solución mejor.
Inténtalo, no importa si lo consigues o no. Todos nos equivocamos y así aprendemos.
La comunicación:
No opino lo mismo que tú pero te agradezco que me lo digas.
Dime cuál es tu opinión. Me interesa.
¿Qué te parece?
Esa es una buenísima observación. Gracias.
Esa pregunta es muy interesante.
Me gusta que me preguntes cosas.
Su identidad:
Me gusta cómo eres.
Te quiero, te quiero, te quiero.
Espero que estés orgulloso de ti mismo.
Me gustas cuando sonríes.
Me encanta tu compañía.
Me gusta ver en lo que te estás convirtiendo.
No te compares con nadie. No hay nadie como tú.
No podemos ser buenos en todo. Por eso tenemos nuestros talentos especiales.
Eres especial, no hay nadie como tú.
La responsabilidad:
Sé que puedo confiar en ti.
Me has demostrado ser responsable.
Equivocarse es bueno. Te enseña a mejorar.
No te lo permito pero te quiero.
Toma una decisión. Confía en ti mismo.
La colaboración:
Gracias por tu ayuda.
Lo que has hecho ha sido muy importante para mí.
Yo no lo habría hecho así pero así está perfecto.
Yo no lo veo de la misma manera. Dime por qué piensas de esta manera.
Tómate tu tiempo para hacerlo.
Seguro que entre los dos es más fácil.
Sé que te cuesta un gran esfuerzo por eso te lo agradezco má
martes, 10 de marzo de 2015
Tres sencillos ejercicios para ayudar a tu hijo a aumentar la atención
Después de 30-40 minutos nuestros hijos comienzan a perder su capacidad de concentración. Algunos, mucho antes.
Os proponemos estos sencillos ejercicios para retomar la atención de vuestros hijos después de un largo lapsus de tiempo estudiando, incluso antes empezar los deberes, justo después de la llegada a casa.
El ejercicio de la respiración/relajación es especialmente práctico para enseñar a vuestros hijos a manejar su cerebro emocional. Ayúdales a que lo pongan en práctica cuando se avecina una crisis o para retomar el control después de la misma. Perfecto también para ti en estas mismas situaciones.
lunes, 2 de marzo de 2015
'La empatía y el respeto importan tanto como los buenos resultados'
Sus catorce años de trayectoria salieron del anonimato hace unos meses cuando César Bona apareció como el único candidato español al Global Teacher Prize, bautizado ya como el Nobel de la educación. El foco mediático se posó entonces sobre este profesor zaragozano de 42 años que un día tuvo la brillante idea de materializar eso de que, en educación, "el factor humano es mucho más importante que meter datos en la cabeza".
Salido de su clase de 5ºB en el colegio Puerta de Sancho de Zaragoza, Bona se plantó ayer ante las 1.500 personas que abarrotaron el Auditòrium de Palma en la celebración del 10º aniversario de la escoleta de Asima. Flanqueado por un globo terráqueo y un portátil rojo, el profesor desgranó los secretos de una metodología que, aunque trazada a vuelapluma y con altas dosis de improvisación reconocida, le ha convertido en una celebridad en su gremio.
El gran pilar es ése: "La empatía y el respeto importan tanto como los buenos resultados". Una lección que a él, "como maestro que no lo sabe todo", le llegó pronto. Primero en aquel colegio en el que aterrizó y en el que 20 de 24 alumnos eran de etnia gitana. O en aquella escuela unitaria de Bureta con sólo seis niños y en la que dos no se hablaban por la rivalidad de sus familias. "¿Qué sentido tiene que sepan sobre Historia si no se llevan bien entre ellos? Si no saben relacionarse con los demás", plantea.
Su amistad comedida con los libros de texto crea mil estratagemas para impartir el temario de Lengua o de Ciencias. El rodaje de películas mudas, protectoras de animales virtuales, proyectos de investigación con la tercera edad. "Los niños no tienen opción de cambiar de trabajo y se van a pasar como mínimo diez o doce años en el colegio. Así que hay que hacer que se sientan cómodos en las aulas", planteó.
La comodidad, en sus seis mandamientos docentes, pasa por conocer el contexto en el que da clase. Por deshollinar el tubo que conecta al adulto que somos con el niño que fuimos. Por implicar a los alumnos y hacerles sentir que ellos también pueden cambiar la sociedad. "Lograr que se sientan importantes, darles protagonismo, es la clave", destacó César Bona. El profesor rechazó la idea de tratar a los niños como "pseudoadultos" y de dejar la curiosidad y la creatividad fuera del aula. Y recordó que sobre su pizarra el primer día de clase escribe, como un mantra, No pain, no gain. Sin esfuerzo, no hay recompensa.
En su travesía de docencia humana e innovadora, Bona reconoció la necesidad de firmeza y perseverancia para desarrollar un método que puede resultar "difícil" en el entorno educativo. Así, señaló la obligación de incorporar las emociones no sólo al interior de las aulas, sino a la propia formación de los docentes. Su plan de estudios ideal tendría una asignatura en primero sobre gestión de emociones, para continuar un curso después con cómo enseñar a gestionarlas. "No entiendo que no se estimule la comunicación oral, no sólo para dar conferencias, sino para expresar las emociones", aseguró.
martes, 24 de febrero de 2015
TE QUIERO SIEMPRE Y TODO LO QUE SIENTES ESTÁ BIEN.
¡Te quiero siempre!
Te quiero cuando estás contento, cuando eres amable, cuando ríes, cuando compartes, cuando ayudas a mamá y papá, cuando eres agradecido, cuando pides las cosas por favor, cuando me abrazas…
Te quiero cuando te enfadas, cuando lloras, cuando no quieres compartir, cuando estás triste, cuando estás frustrado, cuando no sabes cómo hacer algo…
¡Te quiero siempre!
Te quiero pase lo que pase, en cualquier momento y a cualquier hora, hagas o no lo correcto, aciertes o te equivoques…
Mi amor es incondicional.
Este es el mensaje de vital importancia para nuestros hijos.
No es el castigo ni el reproche, ni retirarle nuestras muestras de afecto lo que hará el cambio a mejor. No lo es.
Sé que muchos piensan que la educación que recibieron basada en estos puntos les ayudó a ser mejores personas, les ayudó a comprender lo que hacían mal. Y ellos siguen ahí, todos seguimos ahí, todos hemos crecido y superado esos comportamientos que no gustaban en casa, que no eran apropiados …
De acuerdo, pero ¿a qué precio?
Cerrad los ojos y pensad ¿qué sentís cuando cometéis un error? Quizás sentís que merecéis ser castigados, quizás incluso os castiguéis a vosotros mismos siendo duros jueces y verdugos. Porque los adultos nos castigamos con fiereza aunque no sean dejándonos sin tele o sin salir. Nos castigamos dejando de creer en nosotros, nos castigamos poniéndonos etiquetas duras: “soy débil”, “soy un fracasado”, “no tengo lo que hay que tener para lograr esto…” y miles más, dependiendo de cada persona y cada circunstancia.
¿De verdad os ayudó que ante un error los adultos se centrasen en culpar más que en buscar una solución? Cierto es, que dichos adultos no perseguían las consecuencias que de adultos podemos sentir unos y otros, lo que perseguían era ayudar a aquellos niños. No se trata de culpar porque buscamos enfocarnos en soluciones. Y si no se trata de culpar a los niños sino de centrarse en buscar el modo de resolver, no vamos a centrarnos ahora tampoco en culpar a nadie de nuestra falta de autoestima adulta o de cualquiera que sea el problema, sino de encontrar qué podemos hacer al respecto para nosotros y para nuestros hijos.
¿Y qué ocurre cuando os sentís tristes, agobiados, enfadados…? Habitualmente lo que pasa es que añadimos otros sentimientos a todo eso: nos sentimos no válidos, débiles, con la sensación de estar haciendo algo malo, culpables… ¿Porqué? Porque nadie nos dijo que sentirnos tristes, enfadados, frustrados, etc. estaba bien. Y seguro que al leer simplemente que sentirse así está bien muchos de vosotros habréis sentido un hondo rechinar en alguna parte de vuestro cuerpo.
No hay sentimientos malos ni prohibidos o inadecuados. Forman parte del ser humano y rechazarlos es el primer paso para problemas mayores.
No estoy con esto diciendo que sea estupendo estar todo el día enfadado o triste, lo que estoy diciendo es que todos nos sentimos a veces así y que está bien. Sí, está bien. Incluso tienen su lado positivo, pues el enfado genera energía y arrojo, la tristeza genera espacio para la reflexión.
Así que nuestro primer paso es aceptar estas emociones, pensar que está bien sentirse así y dejarlas ser de forma consciente y canalizando.
Si estás enfadado, sé consciente de que lo estás, respira hondo, exprésalo y pide tiempo para volver a tu centro. Haz algo que te guste, que te tranquilice, que te armonice. Si tu hijo está enfadado no es momento para razonar. Ofrécele buscar su equilibrio relajándose de algún modo, porque enviarle a otra habitación o donde sea a pensar en lo que ha hecho no es sino repetir lo que nuestra generación y otras han sufrido ya en cuanto a la negación de las emociones y el no ofrecer herramientas con las que afrontarlas, dando por sentado que un niño debe saber tranquilizarse y controlarse sin que nadie le haya enseñado cómo.
Afronta la situación del enfado cuando estés centrado. No antes, de este modo eres respetuoso contigo, con la otra persona y con la situación.
Si estás triste de nuevo exprésalo, sin culpas ni reproches (tus sentimientos son tuyos). Quizás te venga bien llorar un rato o estar a solas reflexionando sobre los cambios oportunos. Después busca lo que te haga feliz, sal con amigos, mira una película de risa, lo que sientas que te ayudará… pero no como negación de la tristeza, sino como solución.
No es quizás fácil ver hasta qué punto la educación puede afectar a la vida adulta porque nos centramos casi exclusivamente en el comportamiento que queremos cambiar, pero hay un extenso trasfondo que no debemos olvidar.
¿Qué tal si cambiamos los modos de hacerlo? ¿Qué tal si cambiamos el modo de educar para no solo ayudar a modificar comportamientos sino también – y sobre todo – para dotar a la maleta de nuestros hijos de herramientas que les ayuden a enfrentar la vida?
Ana Isabel Fraga Sánchez
Coach, educadora de padres y en el aula de Disciplina Positiva.
viernes, 20 de febrero de 2015
Estrategias para enseñar a nuestros hijos a solucionar problemas.
Solucionar problemas no es fácil para nadie. Nos cuesta a los adultos, así que… ¡cómo no les van a costar a nuestros hijos!
Explicarles a nuestros hijos lo que deben y no deben hacer, cómo y cuando deben hacerlo… es una parte del proceso de aprendizaje pero insuficiente si no les enseñamos al mismo tiempo a tomar decisiones con criterio y a solucionar problemas desarrollando habilidades cognitivas.
¿Qué podemos hacer para que nuestro hijo sepa elegir la mejor opción entre varias alternativas? ¿Cómo ayudarle a que se enfrente a los problemas con seguridad? ¿Cómo le podemos enseñar a plantearse diferentes soluciones ante una situación conflictiva?
Simular situaciones reales
Reproduce con tu hijo, en un escenario y situación controladas, el problema que no puede o no se atreve a solventar. De esta manera puede Imaginarse en esa situación y “entrenar” posibles soluciones que le permitan barajar en frío diferentes alternativas resolutivas. Se trata de practicar lo que nuestros hijos ya saben de manera intelectual pero que, por diferentes motivos, no saben o no pueden llevarlo a cabo.
Alex, 10 años. Tiene un compañero en clase que a menudo le quita su bolígrafo y no se lo devuelve. Su madre/padre puede adoptar dos posiciones y decirle:
Incorrecto: Te he dicho muchas veces lo que debes hacer. Deberías quitarle los suyos para que aprendiera la lección. La próxima vez le quitas el bolígrafo aunque esté escribiendo. ¡Es muy sencillo!
Correcto: Te molesta mucho que te quiten tus cosas. A veces puede asustar recuperarlas y enfrentarte a tu compañero ¿verdad? Vamos a hacer una cosa: vamos a practicar lo que podrías hacer la próxima vez que te ocurra eso. ¿Qué se te ocurre que podrías hacer? Vamos a jugar a imaginarnos la situación y a representarla. Yo soy Pablo y te quito el bolígrafo. ¿Qué haces tú ahora?
Ambos interpretan diferentes papeles. Al principio la madre es Pablo (el niño que le quita los bolígrafos). Entre los dos ensayan cómo actuar y qué decir ante esa misma situación ya que negarse es lo que más le cuesta a Alex: “No lo cojas; lo necesito yo”, “Es mío, ¡stop!”, “No te lo dejo; ya te he dejado otros bolígrafos y no me los has devuelto”, “Lo siento pero no”, “¡Cómprate uno! Yo también lo necesito”, etc
Posteriormente, cambian los papeles. Alex interpreta al niño que le causa problemas; esta vez tendrá más recursos para enfrentarse a él y resolver la situación favorablemente. Quizás se atreva a decirle sencillamente “No los cojas, son míos y los necesito”, algo que nunca había hecho con anterioridad.
Empezar de nuevo
No os descubrimos nada nuevo con esta técnica pero os recordamos que es muy útil para corregir pequeños incidentes del día a día, no solo con niños pequeños sino también con adolescentes.
Como su nombre indica, se trata de darles una segunda oportunidad para que puedan hacerlo de nuevo pero esta vez correctamente y colaborando.
La operativa es la siguiente: Se le aclara al niño qué es lo que ha hecho mal, cómo se espera que lo haga y se le anima a hacerlo de nuevo, pero esta vez de manera correcta.
Cristina, 15 años. Ha discutido con su madre por culpa de una camisa.
Le “exige” que se la preste, con imperativos y malos modales: “nunca me dejas nada, no confías en mi, eres una egoísta” etc. son palabras muy utilizadas por Cristina cuando se trata de conseguir algo de su madre.
Madre: “Esta no es la mejor manera de pedir las cosas, así no te la puedo dejar. Quizás quieras intentarlo de nuevo con otras palabras. Te escucho…”
Nacho, 7 años. Se le ha olvidado lavarse las manos al llegar a casa.
Padre: “¿Recuerdas la norma sobre lo primero que se hace al llegar del colegio?”
El padre le dice a Nacho que vuelva a llamar al timbre de la puerta y que “lo intente de nuevo”, esta vez recordando lo que debe hacer al entrar en casa.
Si tu hijo no obedece, será necesario hacer cumplir las consecuencias. Por ejemplo, en el caso de Nacho, no podrá pasar a la siguiente actividad (en este caso la merienda) hasta que se lave las manos.
Te recomendamos la película “Una cuestión de tiempo”, para ver con adolescentes, en la que se trabaja el tema del error como una oportunidad de aprendizaje y la importancia de las segundas oportunidades. Perfecta para ver en familia!
Elena Roger Gamir
Pedagoga – Solohijos
miércoles, 18 de febrero de 2015
martes, 17 de febrero de 2015
Los diez pecados capitales de una mala alimentación familiar.
Según explica a Infosalus Susana Domínguez, autora de 'Qué como y por qué. Nueve claves para una alimentación familiar saludable' (RBA, 2014), antes de pensar en lo que supone la educación alimentaria de los hijos hay que plantearse si nosotros mismos adoptamos una práctica alimentaria consciente, coherente y consistente
Conseguir que los más pequeños de la casa coman de forma saludable supone más de un quebradero de cabeza para muchos padres. Más allá de las prisas del día a día, los productos precocinados y los envases monodosis la alimentación familiar parece haberse convertido en una asignatura pendiente para muchos hogares. Según explica a Infosalus Susana Domínguez, autora de 'Qué como y por qué. Nueve claves para una alimentación familiar saludable' (RBA, 2014), antes de pensar en lo que supone la educación alimentaria de los hijos hay que plantearse si nosotros mismos adoptamos una práctica alimentaria consciente, coherente y consistente. "De todos es sabido que los niños aprenden imitando comportamientos más que escuchando razonamientos".
"En general, los niños no precisan una alimentación 'especial' o diferente, sino patrones de alimentación familiar estables y sensatos para aprender mientras crecen", aclara. Para Domínguez, pediatra de Atención Primaria del Baix Llobregat, el escenario que ofrecen los supermercados o la explosiva difusión de la comida rápida ('comida basura') no ayudan a configurar una alimentación coherente con las necesidades y con la propia salud.
En cuanto al papel de los comedores escolares, Domínguez señala: "pocos niños se sientan a la mesa para desayunar, no hay tiempo o posibilidad de comer en casa y la cena se resuelve con frecuente improvisación. Como resultado, el único patrón a imitar para muchos niños es el de la comida escolar".
Para la pediatra, la idea clásica de la medicina que necesariamente 'combate' síntomas o enfermedades debería ser revisada. "La obesidad infantil no es una enfermedad a secas, es la manifestación estadística de una sociedad enferma que ha perdido la conexión natural e instintiva con algo tan primario y fundamental como es la alimentación". "Hay en realidad mucha confusión a cerca de lo que significa, lo que representa y lo que requiere alimentarse bien. Hay que dar mensajes claros y fáciles. Si el abanico de oportunidades va a seguir siendo el que es, adquirir un aprendizaje nutricional parece ineludible", concluye.
Susana Domínguez ha preparado para Infosalus un decálogo basado en los principales errores que existen en la alimentación infantil y de la familia, así como la alternativa más saludable a todos ellos.
1. La excesiva improvisación. La mayoría de las familias (hasta un 80% según algunos estudios) no planifica sus menús semanales. El resultado de la desorganización es una práctica alimentaria desequilibrada que conduce al exceso de peso. Se impone el aprendizaje de conocimientos básicos de alimentación para adquirir criterio nutricional y organizarse mejor. Sin duda, alimentarse bien hoy en día requiere reflexión, una compra inteligente para escoger bien sin dejarse el bolsillo y cocinar un poco más.
2. La sistematización del menú a la carta. Salvo excepciones, se recomienda que la familia, pequeños y grandes, se siente a la mesa para compartir los alimentos, con variaciones en la cantidad y en el ritmo que se pueden respetar. Pero atender los antojos individuales por sistema, o preguntar lo que apetece comer a los pequeños, acaba por romper el balance nutricional o bien convirtiendo la cena en un sainete.
3. Saltarse el desayuno. No desayunar o hacerlo de forma desequilibrada con un exceso de azúcares y grasas perjudiciales es un lugar común en muchos hogares. Resulta útil la provisión de distintos tipos de pan de cereal completo, semillas, frutos secos, aceite de oliva virgen, huevos, queso, atún, embutidos magros, frutas o yogur. Para terminar el ayuno nocturno resulta agradable y necesaria la ingesta de líquido: agua, infusiones, fruta recién exprimida, leche, bebidas vegetales y después seguir con el cereal y la proteína (embutido magro, atún o queso) o prepararlo para llevar (bocadillo).
4. Picotear a todas horas. Cuando las colaciones (cuatro o cinco) se han distribuido bien y se han planificado con criterio sus contenidos, los niveles de azúcar en sangre son más estables (menos subidas y bajadas) y, en consecuencia, es menos probable que apetezca picar entre horas. Los niños que aprenden a comer a sus horas respetan mejor los intervalos y la familia no siente justificación alguna para romper su ritmo con los populares 'snacks' dulces y salados.
5. Comidas tardías y/o copiosas. Los humanos poseemos un 'reloj interno' que ajusta los horarios de ingesta con el gasto energético. Parecería pues ilógico demorar la comida y/o la cena más allá de lo necesario. La solución pasa por conciliar mejor los horarios y agendas familiares para comer antes y cenar pronto. En nuestro país se tiende a cenar tarde y demasiado. Entonces, ¿Cómo van a tener hambre al día siguiente nuestros escolares para el desayuno? Es prioritario adelantar los horarios y organizarse para cenar juntos en familia prontito. La cena debería ser reconfortante pero liviana, para completar las necesidades de todos, sin excesos. Para ello, la verdura, las ensaladas y las sopas se erigen como protagonistas.
6. Refrescos azucarados. Las necesidades calóricas de nuestros escolares no son ilimitadas y si las cubrimos, en mayor o menor parte, con calorías vacías, restamos opciones a otros alimentos que sí aportan compuestos bioactivos (minerales, vitaminas o antioxidantes). Cuando se trata de saciar la sed el agua no tiene rival.
7. Comida rápida. El azúcar o los carbohidratos de absorción rápida se esconden también en la bollería, las galletas, el pan blanco, la pasta y el arroz muy hechos, salsas, helados y postres lácteos y muchos alimentos procesados (sopas preparadas, pizzas yprecocinados). Todos ellos son muy atractivos, sabrosos, baratos y de fácil acceso pero conducen a una elevación rápida de los niveles de azúcar en sangre y si no se 'queman' se almacenarán en forma de grasa. Cuando estos niveles caen bruscamente a las dos horas se despierta la voracidad por seguir consumiendo estos alimentos. Parece sensato identificar este tipo de comida solamente con el ocio eventual o excepcional.
8. Demasiada carne y poca verdura. "Al menos termina el filete" suplican algunas mamás. La proteína animal no debe ocupar más de una cuarta parte del plato o bandeja, al igual que las legumbres y/o los cereales del menú. Cereales y legumbres se complementan muy bien y contribuyen también al aporte proteico. Bastan pues pequeñas porciones de carne blanca o de pescado. La carne roja debe ser de consumo semanal, pero no diario. Los verdaderos protagonistas deben ser las verduras y hortalizas y en menor medida la fruta, representando en volumen, la mitad de la colación.
9. Malinterpretar las recomendaciones. confundir los términos La recomendación de comer más granos y cereal completo no se refiere a aumentar el número de tostadas o de raciones de 'barquitos' en el tazón del desayuno sino a incluir en las comidas la versión integral del grano de arroz, pasta o pan integral y atreverse con otros 'granos': quinoa, avena, mijo, cebada, espelta, trigo sarraceno o alforfón, que conjugan maravillosamente con las verduras o las ensaladas, popularizando merecidamente numerosas recetas en la red.
10. Aversión indiscriminada a todas las grasas. Es injusto e imprudente meter todas las grasas en el mismo 'saco'. Mientras que la grasa hidrogenada de las margarinas, bollería, algunas salsas y otros alimentos procesados perjudica seriamente la salud,la grasa insaturada del pescado azul, los frutos secos y semillas, aguacates y aceite de oliva debe formar parte del consumo habitual por sus propiedades beneficiosas. Eliminar la grasa visible de las carnes, disminuir el consumo de embutidos (y cuidar su calidad) y considerar la ingesta de lácteos desnatados en la población de riesgo de obesidad o alteraciones de los lípidos contribuirán a racionalizar la entrada de grasa saturada.
Conseguir que los más pequeños de la casa coman de forma saludable supone más de un quebradero de cabeza para muchos padres. Más allá de las prisas del día a día, los productos precocinados y los envases monodosis la alimentación familiar parece haberse convertido en una asignatura pendiente para muchos hogares. Según explica a Infosalus Susana Domínguez, autora de 'Qué como y por qué. Nueve claves para una alimentación familiar saludable' (RBA, 2014), antes de pensar en lo que supone la educación alimentaria de los hijos hay que plantearse si nosotros mismos adoptamos una práctica alimentaria consciente, coherente y consistente. "De todos es sabido que los niños aprenden imitando comportamientos más que escuchando razonamientos".
"En general, los niños no precisan una alimentación 'especial' o diferente, sino patrones de alimentación familiar estables y sensatos para aprender mientras crecen", aclara. Para Domínguez, pediatra de Atención Primaria del Baix Llobregat, el escenario que ofrecen los supermercados o la explosiva difusión de la comida rápida ('comida basura') no ayudan a configurar una alimentación coherente con las necesidades y con la propia salud.
En cuanto al papel de los comedores escolares, Domínguez señala: "pocos niños se sientan a la mesa para desayunar, no hay tiempo o posibilidad de comer en casa y la cena se resuelve con frecuente improvisación. Como resultado, el único patrón a imitar para muchos niños es el de la comida escolar".
Para la pediatra, la idea clásica de la medicina que necesariamente 'combate' síntomas o enfermedades debería ser revisada. "La obesidad infantil no es una enfermedad a secas, es la manifestación estadística de una sociedad enferma que ha perdido la conexión natural e instintiva con algo tan primario y fundamental como es la alimentación". "Hay en realidad mucha confusión a cerca de lo que significa, lo que representa y lo que requiere alimentarse bien. Hay que dar mensajes claros y fáciles. Si el abanico de oportunidades va a seguir siendo el que es, adquirir un aprendizaje nutricional parece ineludible", concluye.
Susana Domínguez ha preparado para Infosalus un decálogo basado en los principales errores que existen en la alimentación infantil y de la familia, así como la alternativa más saludable a todos ellos.
1. La excesiva improvisación. La mayoría de las familias (hasta un 80% según algunos estudios) no planifica sus menús semanales. El resultado de la desorganización es una práctica alimentaria desequilibrada que conduce al exceso de peso. Se impone el aprendizaje de conocimientos básicos de alimentación para adquirir criterio nutricional y organizarse mejor. Sin duda, alimentarse bien hoy en día requiere reflexión, una compra inteligente para escoger bien sin dejarse el bolsillo y cocinar un poco más.
2. La sistematización del menú a la carta. Salvo excepciones, se recomienda que la familia, pequeños y grandes, se siente a la mesa para compartir los alimentos, con variaciones en la cantidad y en el ritmo que se pueden respetar. Pero atender los antojos individuales por sistema, o preguntar lo que apetece comer a los pequeños, acaba por romper el balance nutricional o bien convirtiendo la cena en un sainete.
3. Saltarse el desayuno. No desayunar o hacerlo de forma desequilibrada con un exceso de azúcares y grasas perjudiciales es un lugar común en muchos hogares. Resulta útil la provisión de distintos tipos de pan de cereal completo, semillas, frutos secos, aceite de oliva virgen, huevos, queso, atún, embutidos magros, frutas o yogur. Para terminar el ayuno nocturno resulta agradable y necesaria la ingesta de líquido: agua, infusiones, fruta recién exprimida, leche, bebidas vegetales y después seguir con el cereal y la proteína (embutido magro, atún o queso) o prepararlo para llevar (bocadillo).
4. Picotear a todas horas. Cuando las colaciones (cuatro o cinco) se han distribuido bien y se han planificado con criterio sus contenidos, los niveles de azúcar en sangre son más estables (menos subidas y bajadas) y, en consecuencia, es menos probable que apetezca picar entre horas. Los niños que aprenden a comer a sus horas respetan mejor los intervalos y la familia no siente justificación alguna para romper su ritmo con los populares 'snacks' dulces y salados.
5. Comidas tardías y/o copiosas. Los humanos poseemos un 'reloj interno' que ajusta los horarios de ingesta con el gasto energético. Parecería pues ilógico demorar la comida y/o la cena más allá de lo necesario. La solución pasa por conciliar mejor los horarios y agendas familiares para comer antes y cenar pronto. En nuestro país se tiende a cenar tarde y demasiado. Entonces, ¿Cómo van a tener hambre al día siguiente nuestros escolares para el desayuno? Es prioritario adelantar los horarios y organizarse para cenar juntos en familia prontito. La cena debería ser reconfortante pero liviana, para completar las necesidades de todos, sin excesos. Para ello, la verdura, las ensaladas y las sopas se erigen como protagonistas.
6. Refrescos azucarados. Las necesidades calóricas de nuestros escolares no son ilimitadas y si las cubrimos, en mayor o menor parte, con calorías vacías, restamos opciones a otros alimentos que sí aportan compuestos bioactivos (minerales, vitaminas o antioxidantes). Cuando se trata de saciar la sed el agua no tiene rival.
7. Comida rápida. El azúcar o los carbohidratos de absorción rápida se esconden también en la bollería, las galletas, el pan blanco, la pasta y el arroz muy hechos, salsas, helados y postres lácteos y muchos alimentos procesados (sopas preparadas, pizzas yprecocinados). Todos ellos son muy atractivos, sabrosos, baratos y de fácil acceso pero conducen a una elevación rápida de los niveles de azúcar en sangre y si no se 'queman' se almacenarán en forma de grasa. Cuando estos niveles caen bruscamente a las dos horas se despierta la voracidad por seguir consumiendo estos alimentos. Parece sensato identificar este tipo de comida solamente con el ocio eventual o excepcional.
8. Demasiada carne y poca verdura. "Al menos termina el filete" suplican algunas mamás. La proteína animal no debe ocupar más de una cuarta parte del plato o bandeja, al igual que las legumbres y/o los cereales del menú. Cereales y legumbres se complementan muy bien y contribuyen también al aporte proteico. Bastan pues pequeñas porciones de carne blanca o de pescado. La carne roja debe ser de consumo semanal, pero no diario. Los verdaderos protagonistas deben ser las verduras y hortalizas y en menor medida la fruta, representando en volumen, la mitad de la colación.
9. Malinterpretar las recomendaciones. confundir los términos La recomendación de comer más granos y cereal completo no se refiere a aumentar el número de tostadas o de raciones de 'barquitos' en el tazón del desayuno sino a incluir en las comidas la versión integral del grano de arroz, pasta o pan integral y atreverse con otros 'granos': quinoa, avena, mijo, cebada, espelta, trigo sarraceno o alforfón, que conjugan maravillosamente con las verduras o las ensaladas, popularizando merecidamente numerosas recetas en la red.
10. Aversión indiscriminada a todas las grasas. Es injusto e imprudente meter todas las grasas en el mismo 'saco'. Mientras que la grasa hidrogenada de las margarinas, bollería, algunas salsas y otros alimentos procesados perjudica seriamente la salud,la grasa insaturada del pescado azul, los frutos secos y semillas, aguacates y aceite de oliva debe formar parte del consumo habitual por sus propiedades beneficiosas. Eliminar la grasa visible de las carnes, disminuir el consumo de embutidos (y cuidar su calidad) y considerar la ingesta de lácteos desnatados en la población de riesgo de obesidad o alteraciones de los lípidos contribuirán a racionalizar la entrada de grasa saturada.
lunes, 16 de febrero de 2015
¡ Háblame bonito! La importancia de cómo hablamos a nuestros niños.
Si decimos que hay palabras y maneras de hablar que matan, que hieren, que enferman y que condicionan negativamente el desarrollo del niño, es que también hay palabra y maneras de hablarle al niño, que apoyan su desarrollo y su integridad.
El contenido de las palabras, frases como “eres tonto”, “eres vago” etc, es evidente que daña el núcleo del ser del niño, pero como vemos en muchos artículos actualmente, el tono y la manera de comunicarnos también puede dañar o ayudar al niño. “Ponte la chaqueta”, es una frase “neutral”, pero si constantemente digo frases de este tipo, aunque no gritando, pero con un tono seco, duro, lineal, entonces también le hago daño. El grito y el hablar agresivo es nocivo incluso desde el punto de vista fisiológico: En la primer infancia el pulmón aún está aprendiendo a respirar, contantes “sustos” provocados por el grito adulto, crean una contracción y parada respiratoria, que a largo plazo dará un patrón respiratorio y un funcionamiento del pulmón más débil.
En nuestras manos está pues, hacernos cargo, responsabilizarnos de nuestra manera de hablar, tanto respecto a las palabras que usamos como al tono y melodía. En los Talleres de Voz una y otra vez compruebo la falta de conciencia que se tiene respecto a ese “tono subliminal” que emitimos al hablar. Se tiene poca conciencia respecto a que si nuestro tono es duro y siempre emite una energía de cierto enfado, o si por el contrario es demasiado blando y “ñoño” y nuestro NO, tiene poca consistencia. Justamente la mamá que tiene este patrón, cuando no consigue su objetivo, después de cinco somos poco eficientes, grita otros cinco y nos ponemos histéricos!. El punto medio, hablar con claridad, pero desde la asertividad, con seguridad, presencia y energía, pero sin atisbo de agresividad, es todo un reto. Prueben decir ¡Ponte la chaqueta!, con tono lineal pero ascendente, lleno de entusiasmo.
También debemos aprender a hablar con un tono cálido, envolvente, redondo, que no se nos haga “cursi”, que no sea ni el truco del canto, ni el truco de la vocecita ñoña, infantiloide, con la que muchas mamás y educadores se dirigen a los niños, como si fueran idiotas (perdón). Los niños quieren escuchar personas de verdad, auténticas, verdaderas y con control y conciencia de sí mismas, -que esto no se contradice-. SI tengo un tono de voz amplio y profundo (es mi caso), en el diálogo directo con los niños (no es el caso de las rimas, donde llevo la voz muy delante para estar en el tono del niño) puedo dirigirme desde esta voz amplia, que es mi verdadera voz, pero con conciencia del gesto que empleo, procurando que sea cálido y amoroso, o si la situación lo requiere, firme, pero libre de emociones negativas.
Algo muy extendido entre las maestras jardineras Waldorf, para que no haya “peligro” en caer en un tono duro, es el de hablar a los niños cantando, (en pentatónico) “Pon te la cha (re, re, re,re –alto) que ta (sol, sol)”- Podríamos usar este “truco”, ya que es muy eficaz, para dirigirnos al grupo, en frases como “Todos los niños se ponen la chaqueta”, pero nunca en el diálogo directo. En la comunicación Yo-Tu, Tu-Yo, es la palabra la que reina, así es nuestra comunicación humana. El canto tiene otras maravillosas cualidades, crea ambiente, nos une como grupo, nos “eleva” y distiende, pero no está en la escancia del dialogo.
En fin, sé que lo que les propongo es un gran reto, pero se trata del futuro de nuestros niños y por ende de nuestra sociedad…Transformándonos a nosotros mismos, empieza la transformación del Planeta. ¡Animo, que merece la pena!
¿y cómo lo hacemos?
tamaraEs posible, trabajarnos estas cosas, la manera de hablar se puede entrenar, en un primer momento se trata sobre todo de ganar auto-conciencia y auto percepción respecto a nuestro tono y tipo de frases que hacemos, para desde ahí poder ir corrigiendo. En los Talleres “Mejora tu Voz y capacidad comunicativa”, especialmente “Expresividad y Asertividad”, van en esta línea. Aunque también básico, y mucho, es si nuestra voz suena bien, libre de ronqueras y disfonías. Un lenguaje bien articulado y con un tono saludable, también genera una buena disposición de patrones respiratorios y de lenguaje en el niño, ya que por empatía orgánica, sus cuerdas vocales vibran como las nuestras y si nosotros a todos los niveles “vibramos positivo”, ¡más vibración positiva para la vida del niño!.
Y aquí va un consejo para empezar el cambio ya:
Rudolf Steiner nos recomienda lo siguiente: Si has nombrado al niño durante el día (o durante la jornada escolar en el caso de los maestros) con un grito o tono duro, antes de despedirte, vuelve a decir su nombre entero, amorosamente. Así podemos “reparar “ mucho del daño hecho. Lamentablemente muchos padres y maestros dicen el nombre completo del niño, justamente para regañarlos, relacionando el niño su nombre, su identidad entera, a nivel inconsciente, con algo negativo. Enfadados los adultos dicen ¡Alejandro! Y con “buen rollito”, ¡Ale!. Desde mi experiencia respecto a la importancia de ser nombrados con nuestro nombre entero, ya que aúna potencialmente nuestros talentos y cualidades innatas, os invito a cuidar la manera en que nombramos a nuestros niños: nombrémoslos aceptando todo su potencial (nombre entero) y bonito…
Por Tamara Chubarovsky.
El contenido de las palabras, frases como “eres tonto”, “eres vago” etc, es evidente que daña el núcleo del ser del niño, pero como vemos en muchos artículos actualmente, el tono y la manera de comunicarnos también puede dañar o ayudar al niño. “Ponte la chaqueta”, es una frase “neutral”, pero si constantemente digo frases de este tipo, aunque no gritando, pero con un tono seco, duro, lineal, entonces también le hago daño. El grito y el hablar agresivo es nocivo incluso desde el punto de vista fisiológico: En la primer infancia el pulmón aún está aprendiendo a respirar, contantes “sustos” provocados por el grito adulto, crean una contracción y parada respiratoria, que a largo plazo dará un patrón respiratorio y un funcionamiento del pulmón más débil.
En nuestras manos está pues, hacernos cargo, responsabilizarnos de nuestra manera de hablar, tanto respecto a las palabras que usamos como al tono y melodía. En los Talleres de Voz una y otra vez compruebo la falta de conciencia que se tiene respecto a ese “tono subliminal” que emitimos al hablar. Se tiene poca conciencia respecto a que si nuestro tono es duro y siempre emite una energía de cierto enfado, o si por el contrario es demasiado blando y “ñoño” y nuestro NO, tiene poca consistencia. Justamente la mamá que tiene este patrón, cuando no consigue su objetivo, después de cinco somos poco eficientes, grita otros cinco y nos ponemos histéricos!. El punto medio, hablar con claridad, pero desde la asertividad, con seguridad, presencia y energía, pero sin atisbo de agresividad, es todo un reto. Prueben decir ¡Ponte la chaqueta!, con tono lineal pero ascendente, lleno de entusiasmo.
También debemos aprender a hablar con un tono cálido, envolvente, redondo, que no se nos haga “cursi”, que no sea ni el truco del canto, ni el truco de la vocecita ñoña, infantiloide, con la que muchas mamás y educadores se dirigen a los niños, como si fueran idiotas (perdón). Los niños quieren escuchar personas de verdad, auténticas, verdaderas y con control y conciencia de sí mismas, -que esto no se contradice-. SI tengo un tono de voz amplio y profundo (es mi caso), en el diálogo directo con los niños (no es el caso de las rimas, donde llevo la voz muy delante para estar en el tono del niño) puedo dirigirme desde esta voz amplia, que es mi verdadera voz, pero con conciencia del gesto que empleo, procurando que sea cálido y amoroso, o si la situación lo requiere, firme, pero libre de emociones negativas.
Algo muy extendido entre las maestras jardineras Waldorf, para que no haya “peligro” en caer en un tono duro, es el de hablar a los niños cantando, (en pentatónico) “Pon te la cha (re, re, re,re –alto) que ta (sol, sol)”- Podríamos usar este “truco”, ya que es muy eficaz, para dirigirnos al grupo, en frases como “Todos los niños se ponen la chaqueta”, pero nunca en el diálogo directo. En la comunicación Yo-Tu, Tu-Yo, es la palabra la que reina, así es nuestra comunicación humana. El canto tiene otras maravillosas cualidades, crea ambiente, nos une como grupo, nos “eleva” y distiende, pero no está en la escancia del dialogo.
En fin, sé que lo que les propongo es un gran reto, pero se trata del futuro de nuestros niños y por ende de nuestra sociedad…Transformándonos a nosotros mismos, empieza la transformación del Planeta. ¡Animo, que merece la pena!
¿y cómo lo hacemos?
tamaraEs posible, trabajarnos estas cosas, la manera de hablar se puede entrenar, en un primer momento se trata sobre todo de ganar auto-conciencia y auto percepción respecto a nuestro tono y tipo de frases que hacemos, para desde ahí poder ir corrigiendo. En los Talleres “Mejora tu Voz y capacidad comunicativa”, especialmente “Expresividad y Asertividad”, van en esta línea. Aunque también básico, y mucho, es si nuestra voz suena bien, libre de ronqueras y disfonías. Un lenguaje bien articulado y con un tono saludable, también genera una buena disposición de patrones respiratorios y de lenguaje en el niño, ya que por empatía orgánica, sus cuerdas vocales vibran como las nuestras y si nosotros a todos los niveles “vibramos positivo”, ¡más vibración positiva para la vida del niño!.
Y aquí va un consejo para empezar el cambio ya:
Rudolf Steiner nos recomienda lo siguiente: Si has nombrado al niño durante el día (o durante la jornada escolar en el caso de los maestros) con un grito o tono duro, antes de despedirte, vuelve a decir su nombre entero, amorosamente. Así podemos “reparar “ mucho del daño hecho. Lamentablemente muchos padres y maestros dicen el nombre completo del niño, justamente para regañarlos, relacionando el niño su nombre, su identidad entera, a nivel inconsciente, con algo negativo. Enfadados los adultos dicen ¡Alejandro! Y con “buen rollito”, ¡Ale!. Desde mi experiencia respecto a la importancia de ser nombrados con nuestro nombre entero, ya que aúna potencialmente nuestros talentos y cualidades innatas, os invito a cuidar la manera en que nombramos a nuestros niños: nombrémoslos aceptando todo su potencial (nombre entero) y bonito…
Por Tamara Chubarovsky.
viernes, 30 de enero de 2015
Dia de la paz y la no-violencia.
El Día Escolar de la No-violencia y la Paz (DENIP) fue declarado por primera vez en 1964. Surge de una iniciativa pionera, no gubernamental, independiente, y voluntaria de Educación No-violenta y Pacificadora del profesor español Llorenç Vidal. Su objetivo es la educación en y para la tolerancia, la solidaridad, la concordia, el respeto a los Derechos Humanos, la no-violencia y la paz. En este día, los colegios y centros se convierten en instrumentos de paz y entendimiento entre personas de distinta formación, raza, cultura y religión.
El mensaje básico de este día es: ’Amor universal, No-violencia y Paz. El Amor universal es mejor que el egoísmo, la No-violencia es mejor que la violencia y la Paz es mejor que la guerra’.
El DENIP fue reconocido por el Ministerio de Educación y Ciencia, mediante la Orden Ministerial del 29 de noviembre de 1976.
El día 30 de Enero se conmemora ademáxs la muerte del líder nacional y espiritual de la India, el Mahatma Gandhi, el 30 de Enero de 1948, asesinado a tiros por un fanático hinduista.
Gandhi nació en Porbandar, India, en 1869, y tras graduarse en derecho en Inglaterra, se instaló en África del sur y luchó allí contra la discriminación de que eran objeto los indios. Al volver a la India organizó la resistencia no violenta (su filosofía, de base religiosa, tenía por principio fundamental la no violencia) contra el colonialismo y la no cooperación con la administración inglesa. Trató de frenar los choques entre hindúes y musulmanes que se produjeron tras la independencia en agosto de 1947 (los colonialistas británicos impusieron como condición para retirar sus tropas, la división de la India en dos estados, India y Pakistán, uno hindú y otro musulmán). Encarcelado en numerosas ocasiones, era en 1937 el líder de un movimiento independentista capaz de movilizar o detener a millones de indios.
Interés educativo de este día
La formación para la paz, la cooperación y la solidaridad entre los pueblos es una de las finalidades que se plantea este sistema educativo. La LOGSE subraya la necesidad de trabajar estos aspectos de forma similar a otro tipo de contenidos, y de este modo surgieron los temas transversales.
Sin embargo, el trabajar continuamente desde las transversales estos conceptos (la paz, concretamente, dentro de Educación Moral, Educación para la Convivencia y la Paz) no impide que sintamos la necesidad de que existan fechas concretas, como hoy, que nos recuerden que todavía hay situaciones sociales complejas.
Esta celebración es, por tanto, una oportunidad más de contribuir a que los centros se conviertan en instrumentos de paz y entendimiento entre personas de distinta formación, raza, cultura y religión. No hemos de olvidar que la escuela es un reflejo de una sociedad con la que comparte defectos, pero en ella también se educa para la vida y se busca desarrollar en los alumnos las capacidades y competencias necesarias para una participación social activa.
Por todo ello, hemos de contribuir, a través de la educación, a la concienciación de todos en la construcción de un mundo mejor, un mundo más justo y más humano que permita que todos los individuos tengan la misma oportunidad de desarrollar plenamente sus facultades en el seno de una sociedad democrática, libre, justa, responsable y en paz.
jueves, 29 de enero de 2015
martes, 27 de enero de 2015
“Hay que acostar a los niños leyendo un libro y no mirando televisión”
El artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño, de 1989, establece que los estados que la suscriben “reconocen el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes”. En ese sentido, para el pedagogo y dibujante italiano Francesco Tonucci, “es jugando como el niño se desarrolla, y por eso le es reconocido como un derecho”.
Y para jugar, no es necesario gastar un dineral en los juguetes más avanzados a nivel tecnológico. No. “Los buenos juguetes cuestan muy poco”, explica Tonucci durante la presentación de la conferencia “Más juego, más movimiento: más infancia” que brindó ayer en el salón Maestro Alfredo Bravo del Palacio Sarmiento, invitado especialmente por la Biblioteca Nacional de Maestros (BNM), en una iniciativa compartida entre el Ministerio de Educación de la Nación y la Fundación Arcor.
“El barro es el príncipe de los juguetes –continuó Tonucci–. El barro no es nada y puede ser todo. Y a lo largo de la historia de la humanidad, ha sido un material que ha servido para hacer infinidades de cosas. Es un material riquísimo. Y en manos de los niños…” Tonucci no termina la frase y dibuja con su mano abierta un rulo en el aire. La metáfora tiene una explicación: “Un buen juguete es lo que se presta a muchos usos, con distintas condiciones sociales”, agrega el pedagogo, que luego enumera y clasifica como buenos juguetes a la pelota y a la muñeca, chiches que todo niño y toda niña han tenido alguna vez y que sirven para muchas cosas.
Pero Tonucci deja para el final la referencia a otro “buen juguete”: el libro. “A mí me gusta mucho pensar que algún día un padre le dará dinero a su hijo, lo llevará a una librería y le dirá: ‘Elige un libro’.” Ese libro, seguramente, se irá a una casa, de la mano de ese niño, esperando ser leído. Y para Tonucci ahí nace la relación que generará un nuevo lector: “Creo que lo más >importante es ofrecer a los niños la experiencia de la escucha. No se puede aprender a leer bien y con gusto sin haber vivido, sin haber tenido una experiencia de gozar con la escucha de un adulto que lea al niño. Pero como no todas las familias pueden acceder a ese derecho, es obligación de la escuela hacerlo para todos los niños, de manera que todos tengan una experiencia básica fundamental para pasar a la parte técnica del aprendizaje de la lectura”. Para “Frato”, como lo apodan al pensador y dibujante italiano, “un niño debería empezar a leer porque desea leer; porque vivió la experiencia fascinante de la escucha de la lectura de libros que un adulto le regaló a lo largo de días y días”, y considera que esto debería ser costumbre en las escuelas, con una franja horaria establecida para tal fin. “Esta es la única garantía de que en esos niños pueda surgir el deseo de aprender a leer. Una vez hecho esto, lo más importante ya estará conseguido, y después el aprendizaje instrumental de la lectura es una cosa que los niños hoy en día aprenden solos”, agregó.
Además del pedagogo y dibujante invitado, participaron de la conferencia la socióloga Cristina Diéguez, y especialistas de la Dirección de Educación Inicial del Ministerio de Educación de la Nación. La propuesta ha sido declarada de interés educativo por el Ministerio, y tuvo como eje central el derecho a jugar, buscando interpelar a los adultos sobre las genuinas oportunidades que tienen los niños y las niñas en relación con el juego y el movimiento.
Finalmente, para arrojarse a la práctica de la lectura con un niño, Tonucci recomienda “leer sin temor, sin pensar que se está perdiendo el tiempo o que se podría hacer algo de mayor importancia”. Y antes de ir a la cama “acompañar a los niños a dormir leyendo un libro y no mirando la televisión, lo que constituye las bases de la lectura”. Esto, siempre, con la idea de jugar con el chico, porque en términos de jugar, para Tonucci “nunca se deja de ser un niño”. «
¡Y cuánta razón les asiste! Se han hecho estudios en Stanford Center for Cognitive and Neurobiological Imaging para determinar – mediante un aparato fMRI para escanear el cerebro – el efecto que tiene la lectura relajada y la lectura analítica. Los resultados fueron asombrosos: si bien la lectura relajada ayuda a desarrollar la percepción de la persona para comprender el mundo que la rodea, la lectura analítica aumenta el flujo de sangre hacia el cerebro en general, pero específicamente hacia la corteza prefrontal. Esta región se ocupa de una serie de procesos cognitivos que trabajan para ayudar a la administración de la atención y la realización de actividades complejas. Estos resultados preliminares darán como resultado una investigación más profunda sobre cómo la lectura puede moldear y cambiar la cognición de la gente. Leer con nuestros hijos obras que les dejen un mensaje de unidad entre la gente, de responsabilidad mutua y de empatía hacia sus semejantes es indispensable.
Y para jugar, no es necesario gastar un dineral en los juguetes más avanzados a nivel tecnológico. No. “Los buenos juguetes cuestan muy poco”, explica Tonucci durante la presentación de la conferencia “Más juego, más movimiento: más infancia” que brindó ayer en el salón Maestro Alfredo Bravo del Palacio Sarmiento, invitado especialmente por la Biblioteca Nacional de Maestros (BNM), en una iniciativa compartida entre el Ministerio de Educación de la Nación y la Fundación Arcor.
“El barro es el príncipe de los juguetes –continuó Tonucci–. El barro no es nada y puede ser todo. Y a lo largo de la historia de la humanidad, ha sido un material que ha servido para hacer infinidades de cosas. Es un material riquísimo. Y en manos de los niños…” Tonucci no termina la frase y dibuja con su mano abierta un rulo en el aire. La metáfora tiene una explicación: “Un buen juguete es lo que se presta a muchos usos, con distintas condiciones sociales”, agrega el pedagogo, que luego enumera y clasifica como buenos juguetes a la pelota y a la muñeca, chiches que todo niño y toda niña han tenido alguna vez y que sirven para muchas cosas.
Pero Tonucci deja para el final la referencia a otro “buen juguete”: el libro. “A mí me gusta mucho pensar que algún día un padre le dará dinero a su hijo, lo llevará a una librería y le dirá: ‘Elige un libro’.” Ese libro, seguramente, se irá a una casa, de la mano de ese niño, esperando ser leído. Y para Tonucci ahí nace la relación que generará un nuevo lector: “Creo que lo más >importante es ofrecer a los niños la experiencia de la escucha. No se puede aprender a leer bien y con gusto sin haber vivido, sin haber tenido una experiencia de gozar con la escucha de un adulto que lea al niño. Pero como no todas las familias pueden acceder a ese derecho, es obligación de la escuela hacerlo para todos los niños, de manera que todos tengan una experiencia básica fundamental para pasar a la parte técnica del aprendizaje de la lectura”. Para “Frato”, como lo apodan al pensador y dibujante italiano, “un niño debería empezar a leer porque desea leer; porque vivió la experiencia fascinante de la escucha de la lectura de libros que un adulto le regaló a lo largo de días y días”, y considera que esto debería ser costumbre en las escuelas, con una franja horaria establecida para tal fin. “Esta es la única garantía de que en esos niños pueda surgir el deseo de aprender a leer. Una vez hecho esto, lo más importante ya estará conseguido, y después el aprendizaje instrumental de la lectura es una cosa que los niños hoy en día aprenden solos”, agregó.
Además del pedagogo y dibujante invitado, participaron de la conferencia la socióloga Cristina Diéguez, y especialistas de la Dirección de Educación Inicial del Ministerio de Educación de la Nación. La propuesta ha sido declarada de interés educativo por el Ministerio, y tuvo como eje central el derecho a jugar, buscando interpelar a los adultos sobre las genuinas oportunidades que tienen los niños y las niñas en relación con el juego y el movimiento.
Finalmente, para arrojarse a la práctica de la lectura con un niño, Tonucci recomienda “leer sin temor, sin pensar que se está perdiendo el tiempo o que se podría hacer algo de mayor importancia”. Y antes de ir a la cama “acompañar a los niños a dormir leyendo un libro y no mirando la televisión, lo que constituye las bases de la lectura”. Esto, siempre, con la idea de jugar con el chico, porque en términos de jugar, para Tonucci “nunca se deja de ser un niño”. «
¡Y cuánta razón les asiste! Se han hecho estudios en Stanford Center for Cognitive and Neurobiological Imaging para determinar – mediante un aparato fMRI para escanear el cerebro – el efecto que tiene la lectura relajada y la lectura analítica. Los resultados fueron asombrosos: si bien la lectura relajada ayuda a desarrollar la percepción de la persona para comprender el mundo que la rodea, la lectura analítica aumenta el flujo de sangre hacia el cerebro en general, pero específicamente hacia la corteza prefrontal. Esta región se ocupa de una serie de procesos cognitivos que trabajan para ayudar a la administración de la atención y la realización de actividades complejas. Estos resultados preliminares darán como resultado una investigación más profunda sobre cómo la lectura puede moldear y cambiar la cognición de la gente. Leer con nuestros hijos obras que les dejen un mensaje de unidad entre la gente, de responsabilidad mutua y de empatía hacia sus semejantes es indispensable.
lunes, 26 de enero de 2015
Educar con disciplina positiva
Educar a los niños no siempre es una tarea sencilla, sobre todo cuando queremos inculcar disciplina, ya que los padres tenemos varias formas de hacerlo. La disciplina positiva se apoya en una fórmula novedosa que está basada en la colaboración, el respeto y la confianza. Educar con disciplina positiva surge como alternativa efectiva a la tradicional disciplina punitiva, por un lado, y al permisivismo, por otro.
La disciplina positiva: educar desde el respeto.
Los niños y niñas están en una etapa de desarrollo y aprendizaje, forjando su identidad, ensayando formas de actuar, y sus conductas no siempre son las más adecuadas.
Tradicionalmente se ha empleado la disciplina punitiva, basada en los castigos, como fórmula para corregir las malas actuaciones de los niños. Este tipo de disciplina no tiene en cuenta las características del niño/a y trae consigo consecuencias negativas como resentimiento, venganza, rebelión, reducción de la autoestima, etc... Carece además de beneficios ya que el niño/a no aprende a diferenciar y escoger conductas, no se desarrolla su responsabilidad y autonomía desde la madurez personal, lo único que se consigue en el mejor de los casos es inculcar miedo evitando así la conducta no deseada.
Es el momento de cambiar el método tradicional, y dejar de lado la imposición de normas y reglas en la educación de nuestros niños y niñas. La disciplina positiva aboga por ser el recurso educativo que constituye el medio para el desarrollo sano y feliz de los niños y niñas. Consiste en una estrategia convertida en un camino para educarles hacia ser autónomos y responsables, cuidando y nutriendo su autoestima y desarrollando su personalidad. La disciplina positiva se basa en el respeto mutuo y tiene como fin último el de servir a la educación para lograr una maduración plena, como base de su responsabilidad, independencia y bienestar.
Si educamos desde el miedo, el niño/a no sabrá analizar su conducta y escoger. Simplemente se limitará a evitar la consecuencia temida. La disciplina positiva ha de tener como objetivo la no necesidad de disciplina, desarrollando el razonamiento del niño/a.
En qué consiste la disciplina positiva
Educar aplicando una disciplina positiva implica:
1. Ir más allá del castigo de la mala conducta, requiere dar un paso más.
2. Implicarse para enseñar a los niños y niñas a identificar sus conductas, desarrollar en ellos habilidades para la solución de problemas
3. Desarrollar la autodisciplina, enseñarles a cooperar y ser responsables.
El objetivo es que los niños y niñas desarrollen su responsabilidad comprendiendo que sus actos tienen consecuencias. Los niños y niñas llegan a comprender por qué deben actuar de un modo determinado, ya que saben las consecuencias negativas o positivas de sus conductas.
La disciplina positiva se basa en compartir y asumir responsabilidades, estimulando al niño/a y cooperando con él en su desarrollo, sin olvidar que ellos son los protagonistas del mismo.
Consejos para educar con disciplina positiva
1. Parte de la comprensión del niño/a. Analiza su conducta, observa y pregúntale si es necesario. Averigua por qué se comporta así, cuales son las creencias y cuáles son las emociones que tiene y experimenta.
2. Ayúdale a reflexionar sobre su propia conducta. En lugar de limitarnos a reñirle por lo que hace le ayudaremos a pensar mejor, preguntándole ¿qué ha pasado? ¿por qué has hecho esto? ¿qué pensabas? ¿cómo te sentías?
3. Aplica disciplina y cariño. Se trata de poner límites y normas firmes pero no escatimar en cariño y comprensión.
4. En lugar de castigos, reflexiona sobre las consecuencias y trabaja en la búsqueda de soluciones. Es importante que el niño/a entienda que sus actos tienen consecuencias. En lugar de gritar al niño/a, emplearemos el diálogo para que comprenda por qué ha hecho mal, que consecuencias tienen sus actos y buscaremos entre todos una solución.
5. Haz que se involucre en las normas. Para ello en lugar de imponerle permítele escoger entre varias opciones.
6. Sirve de ejemplo. Sé consecuente con tus actos y sus consecuencias. Eres su modelo.
Celia Rodríguez Ruiz. Psicóloga clínica sanitaria, especialista en Pedagogía y Psicología infantojuvenil. Directora de Educa y Aprende. Autora de la colección Estimular los Procesos de lectura y escritura.
La disciplina positiva: educar desde el respeto.
Los niños y niñas están en una etapa de desarrollo y aprendizaje, forjando su identidad, ensayando formas de actuar, y sus conductas no siempre son las más adecuadas.
Tradicionalmente se ha empleado la disciplina punitiva, basada en los castigos, como fórmula para corregir las malas actuaciones de los niños. Este tipo de disciplina no tiene en cuenta las características del niño/a y trae consigo consecuencias negativas como resentimiento, venganza, rebelión, reducción de la autoestima, etc... Carece además de beneficios ya que el niño/a no aprende a diferenciar y escoger conductas, no se desarrolla su responsabilidad y autonomía desde la madurez personal, lo único que se consigue en el mejor de los casos es inculcar miedo evitando así la conducta no deseada.
Es el momento de cambiar el método tradicional, y dejar de lado la imposición de normas y reglas en la educación de nuestros niños y niñas. La disciplina positiva aboga por ser el recurso educativo que constituye el medio para el desarrollo sano y feliz de los niños y niñas. Consiste en una estrategia convertida en un camino para educarles hacia ser autónomos y responsables, cuidando y nutriendo su autoestima y desarrollando su personalidad. La disciplina positiva se basa en el respeto mutuo y tiene como fin último el de servir a la educación para lograr una maduración plena, como base de su responsabilidad, independencia y bienestar.
Si educamos desde el miedo, el niño/a no sabrá analizar su conducta y escoger. Simplemente se limitará a evitar la consecuencia temida. La disciplina positiva ha de tener como objetivo la no necesidad de disciplina, desarrollando el razonamiento del niño/a.
En qué consiste la disciplina positiva
Educar aplicando una disciplina positiva implica:
1. Ir más allá del castigo de la mala conducta, requiere dar un paso más.
2. Implicarse para enseñar a los niños y niñas a identificar sus conductas, desarrollar en ellos habilidades para la solución de problemas
3. Desarrollar la autodisciplina, enseñarles a cooperar y ser responsables.
El objetivo es que los niños y niñas desarrollen su responsabilidad comprendiendo que sus actos tienen consecuencias. Los niños y niñas llegan a comprender por qué deben actuar de un modo determinado, ya que saben las consecuencias negativas o positivas de sus conductas.
La disciplina positiva se basa en compartir y asumir responsabilidades, estimulando al niño/a y cooperando con él en su desarrollo, sin olvidar que ellos son los protagonistas del mismo.
Consejos para educar con disciplina positiva
1. Parte de la comprensión del niño/a. Analiza su conducta, observa y pregúntale si es necesario. Averigua por qué se comporta así, cuales son las creencias y cuáles son las emociones que tiene y experimenta.
2. Ayúdale a reflexionar sobre su propia conducta. En lugar de limitarnos a reñirle por lo que hace le ayudaremos a pensar mejor, preguntándole ¿qué ha pasado? ¿por qué has hecho esto? ¿qué pensabas? ¿cómo te sentías?
3. Aplica disciplina y cariño. Se trata de poner límites y normas firmes pero no escatimar en cariño y comprensión.
4. En lugar de castigos, reflexiona sobre las consecuencias y trabaja en la búsqueda de soluciones. Es importante que el niño/a entienda que sus actos tienen consecuencias. En lugar de gritar al niño/a, emplearemos el diálogo para que comprenda por qué ha hecho mal, que consecuencias tienen sus actos y buscaremos entre todos una solución.
5. Haz que se involucre en las normas. Para ello en lugar de imponerle permítele escoger entre varias opciones.
6. Sirve de ejemplo. Sé consecuente con tus actos y sus consecuencias. Eres su modelo.
Celia Rodríguez Ruiz. Psicóloga clínica sanitaria, especialista en Pedagogía y Psicología infantojuvenil. Directora de Educa y Aprende. Autora de la colección Estimular los Procesos de lectura y escritura.
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