La educación de los niños y niñas no siempre es una tarea sencilla. Las normas y la disciplina positiva constituyen uno de los núcleos centrales para una educación respetuosa que favorezca su desarrollo sano. Pero en ocasiones encontramos dificultades para poner estar normas y más aún para llegar a un consenso entre los adultos que se encargan de la educación de los pequeños a la hora de establecer y aplicar las normas.
Las normas en la familia
Las normas son necesarias para crear un clima de convivencia sano y positivo. No se trata de prohibir o imponer, sino de marcar unas líneas de actuación que faciliten la convivencia y el respeto de unos hacia otros. Las normas sirven de guía al niño/a, son necesarias para que éstos sepan qué es lo que se espera de ellos. Las normas son la manera de mostrarles cual es el comportamiento adecuado.
Es fundamental establecer y aplicar unas normas en casa, para que el niño/a aprenda a controlar su comportamiento y sepa cuál es la conducta adecuada.
¿Cómo deben ser las normas en la familia?
Normas sencillas. Es fundamental que el niño/a entienda que es lo que se espera de él/ella.
Establecidas antes de aplicadas. No podemos aplicar una norma, antes de que los niños/as conozcan esa norma.
Consensuadas. Las normas han de establecerse en consenso entre los adultos y los niños/as también. Si participan en el establecimiento de las mismas, no las percibirán como una imposición, las comprenderán mejor y se involucrarán más activamente.
Coherentes. Es muy importante que las normas tengan un sentido y coherencia.
Tienen que ser de obligado cumplimiento. No podemos poner una norma que se tenga que cumplir unas veces y otras veces no. Por ejemplo la hora de irse a la cama, si establecemos como norma un horario, no podemos saltárnoslo. Podemos hacer excepciones, como por ejemplo una cena familiar, pero explicaremos al niño/a que es un día excepcional.
Tienen que ser establecidas por todos los adultos. No podemos tener una norma que a veces se cumpla y otras veces no, dependiendo del adulto que este con el niño/a.
Evitaremos los castigos. Les recordaremos la norma y haremos hincapié en que debe de cumplirse. En lugar de castigos emplearemos consecuencias, es decir por ejemplo si no te vas a dormir a la hora establecida, no nos dará tiempo a leerte el cuento (esa es la consecuencia de su conducta).
Reforzaremos el cumplimiento de la norma.
6 Consejos para llegar a un acuerdo a la hora de poner normas
Antes de consensuar las normas con los niños/as, es fundamental que los adultos os pongáis de acuerdo.
Escuchad las opiniones del otro para establecer las normas.
Podemos empezar por las normas básicas: horarios (dormir, comida, baño, deberes), cuidado de sus cosas (ropa, juguetes, cuarto), comidas, televisión, etc. y anotar las ideas de ambos progenitores en una hoja.
Con las ideas anotadas, llegareis más fácilmente a un acuerdo, que luego tendrá que reajustarse con los niños/as.
Podemos añadir otro tipo de normas, dependiendo de la edad del niño/a y las necesidades de la familia.
Debéis estar ambos de acuerdo con las normas. Una norma establecida que no sea aplicada por ambos no sirve de nada. El niño/a, percibirá que es una norma que se puede saltar en determinados momentos y tenderá a hacerlo.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
miércoles, 29 de octubre de 2014
jueves, 23 de octubre de 2014
lunes, 20 de octubre de 2014
Cuando los padres son una bomba de relojería.
Una de las cosas que más afectan a la relación padres e hijos es la ira mal manejada de los padres. Cuando nos enfadamos con nuestros hijos, los sentimientos se agolpan en nuestro interior. Salen de nuestra boca verdaderas serpientes que acaban asustando a nuestros hijos, hiriéndoles en el alma y destrozando nuestro prestigio.
No hablo de un vulgar enfado sino de cuando nos invade la ira, cuando estamos a punto de perder todo nuestro autocontrol y solo nos quedan tres segundos para agredirles físicamente, echarlos de casa o traspasarles toda nuestra basura emocional con palabras de recriminación exageradas y fuera de lugar. Es prácticamente instintivo. El cansancio, el estrés, la impotencia, las dificultades económicas, nuestra propia limitación para manejar el comportamiento de nuestros hijos nos convierten en una bomba de relojería.
Somos humanos y en algunas circunstancias podemos tocar fondo. Sabemos que desahogarnos de esa manera no conduce a nada, tan solo al abatimiento, al rencor y al arrepentimiento posterior. Y a pesar de saberlo, lo hacemos. En ocasiones, hasta nos sorprende a nosotros mismos la magnitud de nuestra ira.
¿Cómo podemos manejar nuestra ira sin convertir a nuestros hijos en víctima de ella?
Trasforma la ira en necesidades y sentimientos. En lugar de culpar a tus hijos céntrate en ti.
No pienses: Por su culpa ahora tengo que…
Piensa: Siento ira porque necesito…
No les hagas responsables de tu ira. Ellos son responsables de su comportamiento pero no de tus sentimientos. Puedes corregirlos con cariño y disciplina o puedes perder los estribos y desencadenar toda tu ira. Eso lo eliges tú, no ellos. Si les haces responsables de tus sentimientos, les da a entender que ellos gobiernan tus emociones, depositando sobre sus espaldas una carga que no es la suya y dándoles un poder que a la larga puede ser contraproducente para ti.
NO les digas:
¿Ves cómo me has puesto de nervioso?
Haces que me ponga histérico
Por tu culpa me has estropeado el dia
Diles:
Cuando no te levantas a la primera, me pongo nervioso porque me haces llegar tarde.
Me enfado porque no cumples con tu trabajo y eso me da más trabajo a mí.
Hoy ha sido un día duro para mí y estoy más cansado de lo habitual.
Hazte una pregunta, SOLO UNA, cuando estés a punto de perder el control: ¿Qué va a aprender mi hijo con mi reacción desmesurada? Lo que aprenda hoy con tu manejo de la ira es lo que aplicará posteriormente cuando la sienta también, incluso contra ti. Esto te ayudará a expresar tu ira de una manera menos reactiva.
Revisa tus expectativas. Hay que exigir pero de manera proporcional a sus capacidades. Si las sobrepasas estarás constantemente defraudado e insatisfecho, siendo más fácil sentir rabia e ira.
Aléjate de tu hijo. Así de sencillo. Cuando notas que se te acelera el corazón y se te retuerce el estómago es el momento de no decir ni una palabra más y alejarte de él: Me voy a mi habitación; cuando me haya tranquilizado un poco hablaremos de lo que ha ocurrido aquí.
Analiza el motivo principal de tu ira. ¿Te enfadas porque tu hijo se va al colegio sin hacer su cama o porque estás desbordado de trabajo, porque no recibes la ayuda que esperabas de tu pareja, etc? A veces, junto a nuestra ira, conviven otros sentimientos de soledad, abandono, incapacidad o rencor que no se arreglan desahogando la ira con tu hijo sino siendo consciente de ello y trabajando de manera personal.
Y si has explotado, nunca es tarde para pedir perdón. “Sigo muy enfadado por lo que has hecho pero reconozco que podría habértelo dicho de otra manera. Lo siento. Intentaré que no se repita”.
Elena Roger Gamir
Pedagoga
Centro de Desarrollo Cognitivo COGNITUM
viernes, 17 de octubre de 2014
5 estudios psicológicos que todos los padres deben conocer.
Los niños no vienen con un manual de instrucciones bajo el brazo por lo que los padres a menudo recurren a su instinto o a antiguas fórmulas que se han ido transmitiendo de una generación a otra. Sin embargo, aunque el amor y el cariño son vitales, a veces no son suficientes. Es importante que tanto los padres como las personas que están en contacto con los niños y que, de una forma u otra, influyen en su educación, conozcan las peculiaridades de cada etapa por la que atraviesan y manejen las técnicas más adecuadas para estimular al máximo su potencial o ponerle coto a los problemas que puedan surgir.
En este sentido, la Psicología ofrece herramientas muy valiosas. De hecho, existen cursos de Psicología Infantil a distancia que permiten comprender las diferentes fases del desarrollo psicológico en la infancia así como identificar los problemas cotidianos de conducta y aprender a afrontarlos. Los estudios psicológicos no se detienen y a menudo arrojan lineamientos educativos muy interesantes que todos los padres y educadores deberían tener en cuenta.
1. La disciplina estricta puede ser contraproducente
Un estudio realizado en los Estados Unidos desveló que aproximadamente el 90% de los padres admitían que regañaban a sus hijos con frecuencia utilizando imprecaciones y un tono duro, con el objetivo de imponer una disciplina estricta. De hecho, cuando los niños son pequeños, es importante que existan normas porque estas les permiten sentirse seguros y crecer en un entorno más organizado que les transmite confianza. Sin embargo, todos los extremos son malos.
Después de analizar a casi 1.000 familias, se descubrió que la disciplina verbal demasiado estricta en realidad tiene efectos contraproducentes pues puede exacerbar el problema que pretende contener. De hecho, estos psicólogos de la Universidad de Michigan afirman que la disciplina verbal, mientras más dura y estricta, más problemas de conducta y depresión puede generar, sobre todo a largo plazo, cuando los niños entran en la preadolescencia. Sin embargo, estos resultados no indican que los niños no se deben disciplinar sino que es necesario hacerlo con amor, eligiendo las palabras y el tono adecuados.
2. Los horarios de sueño regulares potencian el desarrollo cognitivo
Hace poco se desveló que durante el sueño eliminamos las sustancias de desecho del metabolismo cerebral, un proceso esencial para prevenir la aparición de las enfermedades neurodegenerativas. Ahora un nuevo estudio realizado en el University College de Londres analizó a más de 11.000 niños y descubrió que el sueño también incide en sus habilidades cognitivas. Estos investigadores estuvieron trabajando con los niños desde que tenían tres años y hasta los siete, para evaluar los efectos que el horario de sueño tenía en sus funciones cognitivas.
Así, concluyeron que los horarios regulares para dormir son fundamentales, sobre todo para el desarrollo cerebral. De hecho, los pequeños que obtenían puntuaciones más bajas en áreas como la lectura, las matemáticas y el conocimiento espacial también eran aquellos que tenían los horarios de sueño más irregulares. Por eso, al menos durante los primeros años de vida, es importante que el niño vaya a la cama a la misma hora y tenga un sueño reparador.
3. La televisión limita el desarrollo de las habilidades
Algunos padres dejan que sus hijos vean la televisión desde edades muy tempranas pues piensan que este puede ser beneficioso, al menos para que el pequeño desarrolle la fantasía y se apropie de algunas palabras. Sin embargo, un estudio reciente realizado por psicólogos de la Universidad de Montreal ha echado por tierra esta idea.
Después de analizar a casi 2.000 niños pequeños, estos investigadores llegaron a la conclusión de que la televisión no solo no mejora sus habilidades cognitivas sino que incluso es dañina. Los datos recogidos han demostrado que a más horas delante de la televisión, peores habilidades matemáticas y motoras. Y es que los tres primeros años de vida son un periodo sensible para el desarrollo de numerosas habilidades de índole práctica por lo que la televisión solo restaría un tiempo valioso que el niño puede emplear en descubrir su entorno y relacionarse con las personas.
4. El ejercicio físico potencia la inteligencia
Existen numerosas razones para fomentar en los niños el hábito de practicar actividad física pero ahora un nuevo estudio realizado en la Universidad de Dundee nos ofrece otro motivo. Y es que el ejercicio físico de intensidad moderada a vigorosa está vinculado con el rendimiento académico, sobre todo con el pensamiento lógico y la comprensión verbal.
Estos investigadores analizaron el desempeño escolar de más de 4.700 niños en diferentes materias, así como la cantidad de tiempo que le dedicaban a la actividad física. Descubrieron que la práctica de deporte estaba vinculada con un buen rendimiento académico, una conexión que era aún más acusada en las niñas. De hecho, no se trata de un resultado del todo sorprendente pues se conoce que el ejercicio físico aumenta la oxigenación al cerebro, un detalle clave para el rendimiento cognitivo.
5. La sobreprotección genera estrés y depresión
Algunos padres afirman que cuidar a sus hijos es más estresante que trabajar pero lo cierto es que todo depende del estilo educativo que cada cual asuma. Educar a un niño siempre implica cierta dosis de preocupación pero, aún así, hay muchos padres que disfrutan enormemente con esta tarea. ¿Cómo lo hacen?
Un estudio realizado en la Universidad de Mary Washington analizó el estilo educativo de 181 mujeres cuyos hijos tenían menos de cinco años. Estos psicólogos descubrieron que las madres que solían poner en práctica una educación sobreprotectora, que pensaban que los hijos eran sagrados y que debían entregarse por completo a ellos, experimentaban menos satisfacción con la vida, eran más propensas a la depresión y sufrían más estrés y ansiedad. Por tanto, la sobreprotección no solo es dañina para el desarrollo psicológico de los niños sino también para los padres.
Fuentes:
Wang, M. T. & Kenny, S. (2014) Longitudinal Links Between Fathers’ and Mothers’ Harsh Verbal Discipline and Adolescents’ Conduct Problems and Depressive Symptoms. Child Development; 85(3): 908-923.
Booth, J. N. et. Al. (2014) Associations between objectively measured physical activity and academic attainment in adolescents from a UK cohort. Br J Sports Med; 48:265-270.
Kelly, Y. et. Al. (2013) Time for bed: associations with cognitive performance in 7-year-old children: a longitudinal population-based study. Journal of Epidemiology and Community Health; 67: 926-931.
Pagani, L. S. et. Al. (2013) Early childhood television viewing and kindergarten entry readiness. Pediatric Research; 74: 350–355.
Rizzo, K. M. et. Al. (2013) Insight into the Parenthood Paradox: Mental Health Outcomes of Intensive Mothering. Journal of Child and Family Studies; 22(5): 614-620.
jueves, 16 de octubre de 2014
Enséñale autocontrol. Pon palabras a sus sentimientos
Uno de los mayores motivos de conflicto entre padres e hijos es el control e identificación de las emociones. Un niño que no sabe identificar sus emociones ni expresarlas puede llegar a tener limitaciones de muchos tipos. Evitemos problemas enseñando a los niños a verbalizar sus sentimientos. Para ello te proponemos la siguiente actividad.
En un dado, lo más grande posible, escribe, con rotulador permanente, 6 palabras correspondientes a 6 sentimientos: alegre, triste, frustrado, enfadado, sorprendido y celoso, por ejemplo. Elije los que sean más urgentes trabajar con tu hijo.
1. Juega a tirar el dado y a identificar el sentimiento con una experiencia previa de tu hijo: “yo me sentí furioso cuando…”.
2. Reproduce la escena con tu hijo, en un juego de roles, buscando alternativas a ese sentimiento, si es que era negativo. “En aquella ocasión me enfadé pero también podía…haber hecho las paces con mi hermano, haber compartido el juguete, habérselo contado a mamá, haber dibujado la emoción… en lugar de gritar e insultar”.
3. Acaba haciéndole ver cómo debió de sentirse la otra persona. “Cuando yo le insulté, Carlos debió de sentirse…”
Ayudándole a identificar sus sentimientos y los de los demás, le enseñas autocontrol, fomentas en él un pensamiento divergente y descentralizado. Le ayudas a establecer relaciones entre elementos y por lo tanto a pensar en abstracto. Enseñándole a entender y manejar sus emociones le estás haciendo más inteligente, competente y capaz
miércoles, 15 de octubre de 2014
¡Escucha las críticas de tu hijo!
¿Quieres un hijo inteligente, seguro y maduro? Pues entonces escucha las críticas que te hace. No siempre sus quejas son infundadas. En la mayor parte de los casos, además de excusarse o traspasar la responsabilidad a nuestro campo, existe “algo”, poco o mucho, de certeza. Aprende a discernirla.
Cuando le escuchas con la actitud de sacar el mayor provecho, de reflexionar y mejorar, además de mejorar tus habilidades cognitivas, fomentas las suyas: estás considerando dos o más fuentes de información, percibiendo y definiendo el verdadero problema, diferenciando datos relevantes e irrelevantes, comparando, ampliando tu campo mental, usando el razonamiento lógico, interiorizando tu propio comportamiento, categorizando, estableciendo relaciones virtuales, comunicándote de forma descentralizada, proyectando…
Aprende a aceptar las críticas. De tus hijos. De tu pareja, de tus amigos, de tus compañeros de trabajo… Les darás a tus hijos un referente de madurez. De inteligencia ejecutiva. De humildad. Ellos deben aprender que sus defectos no siempre son visibles para ellos y que, como dice Sheila Heen, profesora de Negociación en Harvard, “existen cosas de ti que solo te pueden decir los demás”.
Acepta y enseña a tu hijo a aceptar las críticas. La predisposición a aceptar las críticas de los demás es un factor de enriquecimiento y un predictor de éxito.
Elena Roger Gamir
Pedagoga – Solohijos
¿Atreverse o equivocarse?
La lógica infantil funciona así: ¿Cómo me voy a atrever a hacer cosas nuevas si cada vez que me equivoco me castigas o me juzgas? Si no lo intento, no me equivoco y no hay castigo. Es así de sencillo.
Y es lógico. Los seres humanos evitamos a toda costa sufrir. Si las consecuencias por equivocarse son muy dolorosas, nuestros hijos mentirán para evitarlas. También evitarán arriesgarse para no sufrir. Desobedecerán si saben que no pueden alcanzar nuestras expectativas. Harán cualquier cosa para evitar el sufrimiento. O para evitar decepcionarnos, que también forma parte de su sufrimiento.
Por eso, enséñales que equivocarse es bueno. Que es una oportunidad de aprendizaje. Para ello, comienza creyéndolo tú. Un error es un problema que no han sabido solucionar.
Y como todo problema, deben encontrar una solución. No un castigo.
lunes, 13 de octubre de 2014
Aprender a estudiar: Cómo potenciar los hábitos de estudio en nuestros hijos
“Me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo aprendí”. Confucio
Confucio consiguió reunir en esa frase tan acertada el principio básico del constructivismo, lo que en psicología y pedagogía denominamos enseñanza orientada a la acción, es decir, el aprendizaje no se produce escuchando y oyendo a los demás sino que el aprendizaje significativo pasa por ver y experimentar, con el máximo de los sentidos posibles, todo lo explicado, oído y visto. Ya nuestros antepasados transmitían el conocimiento de una generación a otra a través del contacto entre los miembros de la tribu, de unos a otros y a base de práctica y entrenamiento. En dos palabras: Aprender haciendo!! No hay otra forma de hacerlo… entrenamiento, mucha práctica y constancia!!
La familia como primer agente de socialización de nuestros hijos tiene un papel fundamental para fomentar el éxito en el ámbito escolar. El primer paso necesario es reconocer y hacer explicito a nuestros hijos que todo proceso de aprendizaje significa esfuerzo, práctica y automatización, es decir, transmitir tanto a través del ejemplo como de la palabra que las cosas importantes y que merecen la pena sólo se consiguen con mucho esfuerzo, sacrificio y práctica. Es necesario hacer hincapié en que se aprende desde el momento en que nacemos y que la experiencia que tenga nuestro hijo en su proceso de aprendizaje marcará su futuro, ya que si su experiencia es positiva y motivadora conseguiremos que asocie el hecho de aprender con la capacidad de sentirse capaz, de lograr objetivos y de alimentar su capacidad de superación.
Os proponemos una serie de recomendaciones y sugerencias para potenciar la motivación y la capacidad de superación de nuestros hijos, incrementando la posibilidades de éxito en el ámbito escolar:
1.- Reconocer el valor y la importancia de estudiar. Se trata de reconocer su dificultad y valorar la necesidad de estudiar ya no sólo como opción para disponer de una profesión cualificada, sino como parte fundamental en el crecimiento personal. Que oigan expectativas y mensajes positivos, conociendo las experiencias personales de sus padres cuando estudiaron y de otras personas cercanas. Un aspecto clave es no comparar con otros niños de su edad, se trata de potenciar desde lo positivo y no culpabilizando ni exigiendo. Por mucho que lo padres deseemos y queramos que nuestros hijos estudien, hasta que ellos no lo interioricen y estén convencidos que es lo mejor para ellos, no lo harán. Por ello, más que castigar por no hacer, premiar por asumir responsabilidades y cumplir rutinas.
2.- Es necesario que como padres minimicemos los errores que comentan y ensalcemos todos sus logros, avances y aspectos positivos que consigan, por muy pequeños que resulten. Y no solo logros académicos, también reforzar y valorar aspectos sociales, emocionales y valores.
3.- Elaborar un horario de tarde consensuado con vuestro hijo de manera que tenga una tarde organizada con tiempos para merendar, estudiar, jugar, estar con la familia… El horario se utilizará como referencia principal y habitual de funcionamiento, lo que no significa que no se pueda modificar siendo flexibles y comprensivos. Tener en cuenta que a partir de primero de educación primaria, el niño ya necesita dedicar todos los días entre semana un tiempo y espacio para estudiar. Como referencia podemos establecer un tiempo de 30 minutos al día para primero y segundo de Educación Primaria, 60 minutos al día para tercero y cuarto y 90 minutos al día para quinto y sexto. A partir de Educación Secundaria Obligatoria, dedicar dos horas diarias. En caso de finalizar la tarea antes del tiempo establecido, aprovechar el tiempo restante para repasar otros temas, leer libros o periódico, hacer esquemas… la idea es que automatice que todos los días tiene que dedicar un tiempo establecido a estudiar, leer o hacer los deberes.
4.- Ya desde pequeños enseñarle técnicas de estudio básicas: antes de comenzar a entender y estudiar un apartado hacer una lectura rápida del mismo, poniendo atención en sus apartados y palabras clave, fijarse en los dibujos explicativos, subrayar lo más importante con diferentes colores en función de si son palabras claves, definiciones, aspectos esenciales…, volver a leer, realizar esquemas, hacerle preguntas para saber si lo ha comprendido… Si vamos a perder la calma y el control, es mejor delegar la tarea en alguien externo que le pueda ayudar desde la tranquilidad y sin proyectarle ansiedad.
5.- Proporcionar unas condiciones optimas ofreciendo un lugar tranquilo, iluminado y sin ruidos, donde poder leer, realizar los deberes y estudiar con calma y tranquilidad. No tener la televisión encendida, ya que le distrae y le resta concentración. Intentar que no tenga el móvil cerca o que éste se encuentre apagado, evitando distractores y potenciando la concentración. Es importante que asocie estudio con silencio y que la zona dedicada e este fin, sea para eso y solo eso.
6.- Relación positiva y constructiva con la escuela. Resulta fundamental que nuestros hijos vean que la relación que mantenemos con la escuela es autentica y positiva, no hablando mal ni criticando su forma de actuar. Si existe alguna discrepancia con la escuela lo mejor que podemos hacer es dirigirnos a ella, exponer nuestras dudas y sugerencias con el máximo respeto, intentando llegar a acuerdos mutuos y consensuados.
7.- En lugar de reforzar y premiar notas y aprobados, intentar elogiar y alabar esfuerzo y rutinas. Lo verdaderamente importante es que nuestro hijo dediquen todos los días un rato al estudio, en lugar de centrarnos en si lo hace bien o mal, adquiriendo el habito de trabajar todos los días, valorando y reforzando el esfuerzo y el sacrificio que pone a las cosas. No presionar con las notas, ya que puede llevar al autocastigo, la culpa y a la autoexigenica personal. Los resultados se tienen que valorar por el esfuerzo invertido, el trabajo diario y la implicación durante todo el curso y no sólo en época de exámenes. Insistir en que el estudio es una tarea dura, que requiere constancia y que si en un momento dado no supera un ejercicio o examen no pasa nada, porque si sigue esforzándose llegará a comprenderlo y superarlo.
8.- Mas que premiar con cosas materiales, reforzar con elogios verbales y compartiendo actividades y espacios gratificantes como jugar juntos, comer una hamburguesa con ellos… potenciando el aspecto social y familiar. Evitar dejarte llevar por la decepción antes los resultados académicos, las riñas y los castigos, no amenazando con profesor particular o internado, proyectando en el niño tus sentimientos de culpa y reprochándole que es un vago y un irresponsable. En su lugar, trabajar la motivación, el trabajo diario, las rutinas y la constancia… verdaderos indicadores de éxito.
9.- Acompañar en el estudio. Antes de comenzar dedicar diez minutos para compartir con vuestro hijo como va a distribuir el tiempo de estudio, motivarle hacia la tarea dándole expectativas de que lo va a lograr, mirar la agenda, revisar los cuadernos y supervisar la tarea que tiene que realizar. Una vez hecho, le dejaremos sólo con la posibilidad de que nos llame si tiene dificultades o no entiende algún enunciado. Fomentar su autonomía e independencia en el estudio, intentando que realice sólo la tarea, insistiendo en que lo importante no es si lo hace bien o mal sino que lo intente, ponga ganas y se esfuerce.
10.- No existe mayor motivación ante una tarea que la satisfacción y gratificación personal que te reporta el hecho de hacerla. Si conseguimos que nuestros hijos disfruten de la actividad que realizan, conseguiremos que dediquen más tiempo, esfuerzo y recursos a dicha tarea, sin necesidad de insistir y reforzar. El mejor ejemplo lo tenemos en el deporte, cuando conseguimos disfrutar de él, tanto el tiempo que invertimos como los resultados que obtenemos se multiplican exponencialmente. Para ello es necesario poner el énfasis en el proceso y no en el resultado.
11.- Desayunar con tiempo y equilibradamente. Un aspecto descuidado muy habitualmente. Tanto desayunar como hacerlo con tiempo tiene que convertirse en un hábito muy consolidado ya que nuestro cerebro se alimenta de glucosa y es necesario que disponga de esta sustancia para rendir adecuadamente. El cerebro representa sólo el 2% de nuestro peso, pero precisa alrededor del 20% de la energía que ingerimos. Si tenemos en cuenta la frase de que somos lo que comemos, el cerebro también dependerá de nuestra alimentación. Podemos mejorar la salud y las funciones del cerebro a través de lo que ingerimos. Incluir siempre lácteos(leche, yogur, queso..), hidratos de carbono ( pan, cereales, galletas…) y una pieza de fruta.
12.- Asegurar que duerme unas horas mínimas, entre 9 y 11 horas diarias que le permitan acudir a la escuela en condiciones optimas de atención, concentración y memoria. Para ello, es necesario que tenga unas rutinas establecidas, con una hora tope para ir a la cama y otra para levantarse sin prisas ni agobios. Que el despertar sea tranquilo, con tiempo y sin ansiedad.
13.- No olvidar que posibles conflictos emocionales y afectivos en la familia le pueden repercutir de forma considerable. Un buen clima familiar es fundamental para potenciar sus capacidades y resultados. En caso contrario, no es capaz de centrarse en las actividades del día por centrarse en los problemas emocionales que observa y siente en casa.
Confucio consiguió reunir en esa frase tan acertada el principio básico del constructivismo, lo que en psicología y pedagogía denominamos enseñanza orientada a la acción, es decir, el aprendizaje no se produce escuchando y oyendo a los demás sino que el aprendizaje significativo pasa por ver y experimentar, con el máximo de los sentidos posibles, todo lo explicado, oído y visto. Ya nuestros antepasados transmitían el conocimiento de una generación a otra a través del contacto entre los miembros de la tribu, de unos a otros y a base de práctica y entrenamiento. En dos palabras: Aprender haciendo!! No hay otra forma de hacerlo… entrenamiento, mucha práctica y constancia!!
La familia como primer agente de socialización de nuestros hijos tiene un papel fundamental para fomentar el éxito en el ámbito escolar. El primer paso necesario es reconocer y hacer explicito a nuestros hijos que todo proceso de aprendizaje significa esfuerzo, práctica y automatización, es decir, transmitir tanto a través del ejemplo como de la palabra que las cosas importantes y que merecen la pena sólo se consiguen con mucho esfuerzo, sacrificio y práctica. Es necesario hacer hincapié en que se aprende desde el momento en que nacemos y que la experiencia que tenga nuestro hijo en su proceso de aprendizaje marcará su futuro, ya que si su experiencia es positiva y motivadora conseguiremos que asocie el hecho de aprender con la capacidad de sentirse capaz, de lograr objetivos y de alimentar su capacidad de superación.
Os proponemos una serie de recomendaciones y sugerencias para potenciar la motivación y la capacidad de superación de nuestros hijos, incrementando la posibilidades de éxito en el ámbito escolar:
1.- Reconocer el valor y la importancia de estudiar. Se trata de reconocer su dificultad y valorar la necesidad de estudiar ya no sólo como opción para disponer de una profesión cualificada, sino como parte fundamental en el crecimiento personal. Que oigan expectativas y mensajes positivos, conociendo las experiencias personales de sus padres cuando estudiaron y de otras personas cercanas. Un aspecto clave es no comparar con otros niños de su edad, se trata de potenciar desde lo positivo y no culpabilizando ni exigiendo. Por mucho que lo padres deseemos y queramos que nuestros hijos estudien, hasta que ellos no lo interioricen y estén convencidos que es lo mejor para ellos, no lo harán. Por ello, más que castigar por no hacer, premiar por asumir responsabilidades y cumplir rutinas.
2.- Es necesario que como padres minimicemos los errores que comentan y ensalcemos todos sus logros, avances y aspectos positivos que consigan, por muy pequeños que resulten. Y no solo logros académicos, también reforzar y valorar aspectos sociales, emocionales y valores.
3.- Elaborar un horario de tarde consensuado con vuestro hijo de manera que tenga una tarde organizada con tiempos para merendar, estudiar, jugar, estar con la familia… El horario se utilizará como referencia principal y habitual de funcionamiento, lo que no significa que no se pueda modificar siendo flexibles y comprensivos. Tener en cuenta que a partir de primero de educación primaria, el niño ya necesita dedicar todos los días entre semana un tiempo y espacio para estudiar. Como referencia podemos establecer un tiempo de 30 minutos al día para primero y segundo de Educación Primaria, 60 minutos al día para tercero y cuarto y 90 minutos al día para quinto y sexto. A partir de Educación Secundaria Obligatoria, dedicar dos horas diarias. En caso de finalizar la tarea antes del tiempo establecido, aprovechar el tiempo restante para repasar otros temas, leer libros o periódico, hacer esquemas… la idea es que automatice que todos los días tiene que dedicar un tiempo establecido a estudiar, leer o hacer los deberes.
4.- Ya desde pequeños enseñarle técnicas de estudio básicas: antes de comenzar a entender y estudiar un apartado hacer una lectura rápida del mismo, poniendo atención en sus apartados y palabras clave, fijarse en los dibujos explicativos, subrayar lo más importante con diferentes colores en función de si son palabras claves, definiciones, aspectos esenciales…, volver a leer, realizar esquemas, hacerle preguntas para saber si lo ha comprendido… Si vamos a perder la calma y el control, es mejor delegar la tarea en alguien externo que le pueda ayudar desde la tranquilidad y sin proyectarle ansiedad.
5.- Proporcionar unas condiciones optimas ofreciendo un lugar tranquilo, iluminado y sin ruidos, donde poder leer, realizar los deberes y estudiar con calma y tranquilidad. No tener la televisión encendida, ya que le distrae y le resta concentración. Intentar que no tenga el móvil cerca o que éste se encuentre apagado, evitando distractores y potenciando la concentración. Es importante que asocie estudio con silencio y que la zona dedicada e este fin, sea para eso y solo eso.
6.- Relación positiva y constructiva con la escuela. Resulta fundamental que nuestros hijos vean que la relación que mantenemos con la escuela es autentica y positiva, no hablando mal ni criticando su forma de actuar. Si existe alguna discrepancia con la escuela lo mejor que podemos hacer es dirigirnos a ella, exponer nuestras dudas y sugerencias con el máximo respeto, intentando llegar a acuerdos mutuos y consensuados.
7.- En lugar de reforzar y premiar notas y aprobados, intentar elogiar y alabar esfuerzo y rutinas. Lo verdaderamente importante es que nuestro hijo dediquen todos los días un rato al estudio, en lugar de centrarnos en si lo hace bien o mal, adquiriendo el habito de trabajar todos los días, valorando y reforzando el esfuerzo y el sacrificio que pone a las cosas. No presionar con las notas, ya que puede llevar al autocastigo, la culpa y a la autoexigenica personal. Los resultados se tienen que valorar por el esfuerzo invertido, el trabajo diario y la implicación durante todo el curso y no sólo en época de exámenes. Insistir en que el estudio es una tarea dura, que requiere constancia y que si en un momento dado no supera un ejercicio o examen no pasa nada, porque si sigue esforzándose llegará a comprenderlo y superarlo.
8.- Mas que premiar con cosas materiales, reforzar con elogios verbales y compartiendo actividades y espacios gratificantes como jugar juntos, comer una hamburguesa con ellos… potenciando el aspecto social y familiar. Evitar dejarte llevar por la decepción antes los resultados académicos, las riñas y los castigos, no amenazando con profesor particular o internado, proyectando en el niño tus sentimientos de culpa y reprochándole que es un vago y un irresponsable. En su lugar, trabajar la motivación, el trabajo diario, las rutinas y la constancia… verdaderos indicadores de éxito.
9.- Acompañar en el estudio. Antes de comenzar dedicar diez minutos para compartir con vuestro hijo como va a distribuir el tiempo de estudio, motivarle hacia la tarea dándole expectativas de que lo va a lograr, mirar la agenda, revisar los cuadernos y supervisar la tarea que tiene que realizar. Una vez hecho, le dejaremos sólo con la posibilidad de que nos llame si tiene dificultades o no entiende algún enunciado. Fomentar su autonomía e independencia en el estudio, intentando que realice sólo la tarea, insistiendo en que lo importante no es si lo hace bien o mal sino que lo intente, ponga ganas y se esfuerce.
10.- No existe mayor motivación ante una tarea que la satisfacción y gratificación personal que te reporta el hecho de hacerla. Si conseguimos que nuestros hijos disfruten de la actividad que realizan, conseguiremos que dediquen más tiempo, esfuerzo y recursos a dicha tarea, sin necesidad de insistir y reforzar. El mejor ejemplo lo tenemos en el deporte, cuando conseguimos disfrutar de él, tanto el tiempo que invertimos como los resultados que obtenemos se multiplican exponencialmente. Para ello es necesario poner el énfasis en el proceso y no en el resultado.
11.- Desayunar con tiempo y equilibradamente. Un aspecto descuidado muy habitualmente. Tanto desayunar como hacerlo con tiempo tiene que convertirse en un hábito muy consolidado ya que nuestro cerebro se alimenta de glucosa y es necesario que disponga de esta sustancia para rendir adecuadamente. El cerebro representa sólo el 2% de nuestro peso, pero precisa alrededor del 20% de la energía que ingerimos. Si tenemos en cuenta la frase de que somos lo que comemos, el cerebro también dependerá de nuestra alimentación. Podemos mejorar la salud y las funciones del cerebro a través de lo que ingerimos. Incluir siempre lácteos(leche, yogur, queso..), hidratos de carbono ( pan, cereales, galletas…) y una pieza de fruta.
12.- Asegurar que duerme unas horas mínimas, entre 9 y 11 horas diarias que le permitan acudir a la escuela en condiciones optimas de atención, concentración y memoria. Para ello, es necesario que tenga unas rutinas establecidas, con una hora tope para ir a la cama y otra para levantarse sin prisas ni agobios. Que el despertar sea tranquilo, con tiempo y sin ansiedad.
13.- No olvidar que posibles conflictos emocionales y afectivos en la familia le pueden repercutir de forma considerable. Un buen clima familiar es fundamental para potenciar sus capacidades y resultados. En caso contrario, no es capaz de centrarse en las actividades del día por centrarse en los problemas emocionales que observa y siente en casa.
jueves, 9 de octubre de 2014
martes, 7 de octubre de 2014
Redes Educacion emocional (Aprendizaje social y emocional).
Muy recomendada, son 30 minutos que valen mucho la pena!! Importante para maestros, educadores, monitores, para padres de familia y para cualquier persona que se rodea de niños!
El Efecto Pigmalión
El efecto Pigmalión hace referencia a aquel efecto que hace que la creencia que tiene una persona sobre otra, puede influir en el rendimiento de esta última.
En la mitología griega Pigmalión quiso esculpir la estatua de la mujer perfecta, al terminarla se enamoró de ella con tal fuerza que la estatua cobró vida. La influencia del escultor dio vida a la escultura.
Las expectativas que depositamos en los niños y niñas, son percibidas por éstos generando una poderosa influencia en su rendimiento y en su comportamiento.
¿Cómo se produce este efecto?
Todas las personas percibimos el juicio de los demás, sabemos de un modo inconsciente, pero claro lo que los demás piensan y esperan de nosotros. Esto ocurre porque cuando tenemos una expectativa acerca de alguien, esta se convierte en una creencia poderosa en nuestra mente y como consecuencia actuamos de acuerdo con esa creencia. Los niños y niñas notan esa actuación que tenemos hacía ellos y empiezan a desarrollar la misma creencia que hemos elaborado nosotros en un primer momento. Al elaborar esta creencia acaban actuando de acuerdo con la misma. Como por ejemplo:
Si pensamos que un niño/a es un mal estudiante y que no va a sacar buena nota en un examen. Esa creencia se mantendrá en nuestra mente y sin darnos cuenta actuaremos de acuerdo con ella, con comentarios, clima, conductas como preguntar y darles tiempo a responder etc… estas actuaciones hacen que el niño/a se haga una idea de lo que se espera de él/ella y actué de acuerdo con ello.
¿Qué son las expectativas positivas? Expectativas Positivas, Negativas y Exigencias.
Las expectativas son lo que esperamos del niño/a. ¿Pero cuáles son las expectativas positivas?, a veces confundimos expectativas con exigencia y es muy importante no confundir estos términos.
Una expectativa es una creencia sobre lo que esperamos del pequeño, una expectativa positiva ha de ser adecuada a la edad, nivel de desarrollo y características individuales del niño/a. Es decir una expectativa positiva es creer en el niño/a dentro de sus posibilidades.
La expectativa negativa sería no creer en el niño/a.
Por otro lado una exigencia es lo que queremos que consiga sin prestar atención a sus características individuales. A veces puede ocurrir que nuestras exigencias sean altas y las expectativas negativas. Es decir queremos que el niño/a saque una buena nota, pero al mismo tiempo no creemos que pueda hacerlo. Cuando ocurre este caso, estamos generando un nivel de exigencia muy alto que puede dañar la autoestima y el bienestar emocional de los pequeños.
El Efecto Pigmalión: 8 Consejos para emplear las expectativas en educación
Analiza las expectativas y creencias que tienes sobre los niños y niñas, y toma conciencia de cómo actúas guiado por ellas.
Aprende a creer en ellos y a transmitirles esas expectativas positivas.
Cambia tu modo de actuar hacía ellos, préstales atención y demuéstrales que tus expectativas son positivas.
Evita hacer juicios devalor, piensa que están aprendiendo y que son capaces de todo, solo necesitan un empujón y saber que pueden.
Conoce al niño/a, sus características y sus posibilidades y encuentra de acuerdo con ello el equilibrio en el nivel de exigencia.
Cambia sus “no puedo”, deja que se relajen y diles “si puedes, yo te voy a ayudar”.
Refuerza sus logros y no te centres solo en lo que hace mal.
Ayudarles a cumplir las expectativas. Muéstrales el camino a seguir, no se trata de hacerlo por ellos, pero sí de guiarles.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
En la mitología griega Pigmalión quiso esculpir la estatua de la mujer perfecta, al terminarla se enamoró de ella con tal fuerza que la estatua cobró vida. La influencia del escultor dio vida a la escultura.
Las expectativas que depositamos en los niños y niñas, son percibidas por éstos generando una poderosa influencia en su rendimiento y en su comportamiento.
¿Cómo se produce este efecto?
Todas las personas percibimos el juicio de los demás, sabemos de un modo inconsciente, pero claro lo que los demás piensan y esperan de nosotros. Esto ocurre porque cuando tenemos una expectativa acerca de alguien, esta se convierte en una creencia poderosa en nuestra mente y como consecuencia actuamos de acuerdo con esa creencia. Los niños y niñas notan esa actuación que tenemos hacía ellos y empiezan a desarrollar la misma creencia que hemos elaborado nosotros en un primer momento. Al elaborar esta creencia acaban actuando de acuerdo con la misma. Como por ejemplo:
Si pensamos que un niño/a es un mal estudiante y que no va a sacar buena nota en un examen. Esa creencia se mantendrá en nuestra mente y sin darnos cuenta actuaremos de acuerdo con ella, con comentarios, clima, conductas como preguntar y darles tiempo a responder etc… estas actuaciones hacen que el niño/a se haga una idea de lo que se espera de él/ella y actué de acuerdo con ello.
¿Qué son las expectativas positivas? Expectativas Positivas, Negativas y Exigencias.
Las expectativas son lo que esperamos del niño/a. ¿Pero cuáles son las expectativas positivas?, a veces confundimos expectativas con exigencia y es muy importante no confundir estos términos.
Una expectativa es una creencia sobre lo que esperamos del pequeño, una expectativa positiva ha de ser adecuada a la edad, nivel de desarrollo y características individuales del niño/a. Es decir una expectativa positiva es creer en el niño/a dentro de sus posibilidades.
La expectativa negativa sería no creer en el niño/a.
Por otro lado una exigencia es lo que queremos que consiga sin prestar atención a sus características individuales. A veces puede ocurrir que nuestras exigencias sean altas y las expectativas negativas. Es decir queremos que el niño/a saque una buena nota, pero al mismo tiempo no creemos que pueda hacerlo. Cuando ocurre este caso, estamos generando un nivel de exigencia muy alto que puede dañar la autoestima y el bienestar emocional de los pequeños.
El Efecto Pigmalión: 8 Consejos para emplear las expectativas en educación
Analiza las expectativas y creencias que tienes sobre los niños y niñas, y toma conciencia de cómo actúas guiado por ellas.
Aprende a creer en ellos y a transmitirles esas expectativas positivas.
Cambia tu modo de actuar hacía ellos, préstales atención y demuéstrales que tus expectativas son positivas.
Evita hacer juicios devalor, piensa que están aprendiendo y que son capaces de todo, solo necesitan un empujón y saber que pueden.
Conoce al niño/a, sus características y sus posibilidades y encuentra de acuerdo con ello el equilibrio en el nivel de exigencia.
Cambia sus “no puedo”, deja que se relajen y diles “si puedes, yo te voy a ayudar”.
Refuerza sus logros y no te centres solo en lo que hace mal.
Ayudarles a cumplir las expectativas. Muéstrales el camino a seguir, no se trata de hacerlo por ellos, pero sí de guiarles.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
lunes, 6 de octubre de 2014
Claves para fomentar el placer de la lectura en los niños
Es un regalo. El transmitir a los más pequeños el valor de la lectura, es un tributo a su vida y a la cultura universal. Un desafío a la imaginación, un mundo de posibilidades donde poder desarrollar sus áreas afectivas e intelectuales. Y aún más, iniciarse en la lectura desde la infancia, conseguirá que los niños aumenten sus aptitudes lingüísticas e intelectuales.
Pueden reír, soñar, jugar con la realidad, incentivar su curiosidad y además, compartir más cosas con las personas que le rodean. Un libro es una llave a otro mundo mediante la cual, descubrir nuevos países, personalidades, viajar a través del tiempo y el espacio y, desde luego, querer más. Porque tal vez, terminar con Lewis Caroll les invita a descubrir a Julio Verne. Tras Verne llegará posiblemente Robert Louis Stevenson, y quién sabe si a continuación descubran el universo de Conan Doyle. Los clásicos siempre son un buen pilar con el cual empezar.
Pero no siempre es fácil, lo sabemos. Los niños de ahora se rigen por la comodidad y la rapidez. Las nuevas tecnologías les dan acceso a un mundo más amplio y visual con el que todo, absolutamente todo, parece más fácil. Se esfuerzan menos. No hay rincón para la imaginación porque todo queda ya demasiado explícito. ¿Dónde queda ahora el misterio, dónde la sutileza y el descubrimiento? Los mandos de la Xbox o esa consola les guía ya por un increíble mundo creado por las grandes industrias de los videojuegos que, poco a poco, se llevan por delante el universo de los libros.
Como padres, madres, abuelos, abuelas y educadores, no debemos permitirlo. Hay que repartir el tiempo dando espacio a las lecturas. Pero ¿cómo conseguir que se interesen por ellas?
ESTRATEGIAS PARA INFUNDIR LA PASIÓN POR LOS LIBROS
1. Sé un ejemplo
No podemos convencer a nadie de algo si primero, no ofrecemos ejemplo. De nada vale obligar a un niño a leer si nos ve a nosotros frente al portátil o la televisión. Imponer jamás resulta adecuado. Si desde muy pequeños nos ven acompañados por un libro es más probable que se sientan interesados, que te pregunten… que te imiten.
2. Exposición temprana
Aunque no lo creas, los niños entienden mucho más de lo que crees. Antes de empezar a hablar entienden ya infinidad de palabras. Antes de empezar a leer, pueden adquirir muchos otros conocimientos: el lenguaje poético, los juegos de palabras y las rimas, el escuchar historias orales…. En esencia, necesitan ser estimulados. Sentarnos con ellos junto a un libro de cuentos y empezar a leerles será ya un claro incentivo para ellos. Escuchar tu voz, tu entonación, la trama de la historia… son pequeños escalones hasta que su cerebro esté lo bastante maduro como para asentar el proceso lecto-escritor.
Todo esto se sucede antes de los tres años, momento en que les interesa más la sonoridad que el contenido, pero es muy útil para que vayan interiorizando todo ese lenguaje. El leerles incluso antes de que empiecen a caminar, es increíblemente beneficioso.
3. Organización
Hay que establecer un horario. Los niños necesitan pautas y reglas. Saber cuándo deben hacer determinadas cosas: deberes, meriendas, cenas, momento de ducha, lectura antes de ir a dormir, los videojuegos solo para el fin de semana…. Solo es un ejemplo, pero con ello queremos decirte que las pautas son esenciales para que vayan aprendiendo a gestionar su tiempo, y también a sentirse seguros sabiendo qué esperamos de ellos en cada momento. Y recuerda, la constancia es esencial. Cuando estén relajados, siempre debe “caer” ese capítulo del libro de ayer.
4. Ofrécele libertad de lectura
No le impongas títulos. Atiende cuáles son sus gustos y ofrécele sugerencias. Tampoco te preocupes si se inicia por ejemplo en el mundo de los cómics, son un buen escalón y un gran universo que poder combinar con libros de temática parecida: fantasía, aventuras, ciencia-ficción…
Actúa como guía, pero no le impongas tus gustos, y ten en cuenta también su momento evolutivo. Los niños crecen rápido y, cuando te des cuenta, tendrán nuevas necesidades. Y siempre existe un libro idóneo para cada edad, y para cada momento personal. Sugiere, enseña, comenta… Ten en cuenta también que puedes estimular su placer por leer a través de más medios. Explícale que esa película de vampiros que ha visto en el cine, y que tanto le ha gustado, está basada en un libro, por ejemplo. Qué esa película de Walt Disney, es un buen cuento que poder leer por las noches…
5. Atiende sus preguntas y todas sus palabras
Escucha lo que los más pequeños tengan que decirte. Siempre. En ocasiones apenas tenemos demasiado tiempo por las tardes, cuando ellos vuelven del colegio. Pero ten en cuenta algo, si no respondes sus preguntas, sus ideas o comentarios ahora que son pequeños, llegará un día en que dejen de buscar tu atención o de consultar contigo. Así que no lo dudes, obtén siempre tiempo para ellos.
Para comentar ese capítulo del libro, para escuchar sus ideas, para sugerirle más cosas y afilar así su imaginación. Eres su mayor estímulo. - See more at: http://lamenteesmaravillosa.com/claves-para-fomentar-el-placer-de-la-lectura-en-los-ninos#sthash.ZCCNBNv9.dpuf
Pueden reír, soñar, jugar con la realidad, incentivar su curiosidad y además, compartir más cosas con las personas que le rodean. Un libro es una llave a otro mundo mediante la cual, descubrir nuevos países, personalidades, viajar a través del tiempo y el espacio y, desde luego, querer más. Porque tal vez, terminar con Lewis Caroll les invita a descubrir a Julio Verne. Tras Verne llegará posiblemente Robert Louis Stevenson, y quién sabe si a continuación descubran el universo de Conan Doyle. Los clásicos siempre son un buen pilar con el cual empezar.
Pero no siempre es fácil, lo sabemos. Los niños de ahora se rigen por la comodidad y la rapidez. Las nuevas tecnologías les dan acceso a un mundo más amplio y visual con el que todo, absolutamente todo, parece más fácil. Se esfuerzan menos. No hay rincón para la imaginación porque todo queda ya demasiado explícito. ¿Dónde queda ahora el misterio, dónde la sutileza y el descubrimiento? Los mandos de la Xbox o esa consola les guía ya por un increíble mundo creado por las grandes industrias de los videojuegos que, poco a poco, se llevan por delante el universo de los libros.
Como padres, madres, abuelos, abuelas y educadores, no debemos permitirlo. Hay que repartir el tiempo dando espacio a las lecturas. Pero ¿cómo conseguir que se interesen por ellas?
ESTRATEGIAS PARA INFUNDIR LA PASIÓN POR LOS LIBROS
1. Sé un ejemplo
No podemos convencer a nadie de algo si primero, no ofrecemos ejemplo. De nada vale obligar a un niño a leer si nos ve a nosotros frente al portátil o la televisión. Imponer jamás resulta adecuado. Si desde muy pequeños nos ven acompañados por un libro es más probable que se sientan interesados, que te pregunten… que te imiten.
2. Exposición temprana
Aunque no lo creas, los niños entienden mucho más de lo que crees. Antes de empezar a hablar entienden ya infinidad de palabras. Antes de empezar a leer, pueden adquirir muchos otros conocimientos: el lenguaje poético, los juegos de palabras y las rimas, el escuchar historias orales…. En esencia, necesitan ser estimulados. Sentarnos con ellos junto a un libro de cuentos y empezar a leerles será ya un claro incentivo para ellos. Escuchar tu voz, tu entonación, la trama de la historia… son pequeños escalones hasta que su cerebro esté lo bastante maduro como para asentar el proceso lecto-escritor.
Todo esto se sucede antes de los tres años, momento en que les interesa más la sonoridad que el contenido, pero es muy útil para que vayan interiorizando todo ese lenguaje. El leerles incluso antes de que empiecen a caminar, es increíblemente beneficioso.
3. Organización
Hay que establecer un horario. Los niños necesitan pautas y reglas. Saber cuándo deben hacer determinadas cosas: deberes, meriendas, cenas, momento de ducha, lectura antes de ir a dormir, los videojuegos solo para el fin de semana…. Solo es un ejemplo, pero con ello queremos decirte que las pautas son esenciales para que vayan aprendiendo a gestionar su tiempo, y también a sentirse seguros sabiendo qué esperamos de ellos en cada momento. Y recuerda, la constancia es esencial. Cuando estén relajados, siempre debe “caer” ese capítulo del libro de ayer.
4. Ofrécele libertad de lectura
No le impongas títulos. Atiende cuáles son sus gustos y ofrécele sugerencias. Tampoco te preocupes si se inicia por ejemplo en el mundo de los cómics, son un buen escalón y un gran universo que poder combinar con libros de temática parecida: fantasía, aventuras, ciencia-ficción…
Actúa como guía, pero no le impongas tus gustos, y ten en cuenta también su momento evolutivo. Los niños crecen rápido y, cuando te des cuenta, tendrán nuevas necesidades. Y siempre existe un libro idóneo para cada edad, y para cada momento personal. Sugiere, enseña, comenta… Ten en cuenta también que puedes estimular su placer por leer a través de más medios. Explícale que esa película de vampiros que ha visto en el cine, y que tanto le ha gustado, está basada en un libro, por ejemplo. Qué esa película de Walt Disney, es un buen cuento que poder leer por las noches…
5. Atiende sus preguntas y todas sus palabras
Escucha lo que los más pequeños tengan que decirte. Siempre. En ocasiones apenas tenemos demasiado tiempo por las tardes, cuando ellos vuelven del colegio. Pero ten en cuenta algo, si no respondes sus preguntas, sus ideas o comentarios ahora que son pequeños, llegará un día en que dejen de buscar tu atención o de consultar contigo. Así que no lo dudes, obtén siempre tiempo para ellos.
Para comentar ese capítulo del libro, para escuchar sus ideas, para sugerirle más cosas y afilar así su imaginación. Eres su mayor estímulo. - See more at: http://lamenteesmaravillosa.com/claves-para-fomentar-el-placer-de-la-lectura-en-los-ninos#sthash.ZCCNBNv9.dpuf
El complejo de inferioridad en los niños y niñas
¿Qué es el complejo de inferioridad en los niños y cómo surge?
Básicamente, el complejo de inferioridad en los niños, es un sentimiento que el niño tiene con respecto a los demás cuando se siente constantemente menos que ellos, este es un estado que genera algunos comportamientos, actitudes y conductas con las que el sentimiento de inferioridad queda patente con respecto a las demás personas.
Aquellos niños que sufren a causa de este problema, no se sienten felices, permanecen convencidos de que nunca podrán estar a “la altura” de determinada situación, o incluso a “la altura” de una persona. Sienten constantemente, que no van a ser capaces de conseguir algún objetivo que se proponen o que socialmente no son un atractivo o no representan nada importante, lo que generalmente, los hace sufrir profundamente.
El sentimiento de inseguridad en los niños con este problema es constante, se siente limitado en un gran número de situaciones, de hecho, el solo pensar que tiene que realizar una nueva actividad le produce pánico y tensión, lo que desencadena un deseo de huida ante estas situaciones.
Este problema en muchas ocasiones surge como consecuencia de haber sufrido uno o varios fracasos, pero también, puede darse cuando el niño vive en un ambiente familiar destructivo, donde el rechazo es evidente, donde se castiga y se regaña de forma injusta, y sobre todo, donde se ridiculiza y donde se humilla.
Para ayudar a superar el complejo de inferioridad en los niños se pueden realizar diferentes acciones:
Proporcionarle al niño experiencias que lo hagan sentir bien.
Proponle al niño, pequeñas y sencillas metas que pueda alcanzar.
Resalta sus capacidades y habilidades.
Demuéstrale que confías en el.
Colócale tareas simples que sea capaz de cumplir con éxito y progresivamente aumenta la dificultad de ellas.
Dedícale tiempo al niño, hazle sentir que es importante para ti.
Habla con él, pregúntale acerca de sus actividades diarias, de sus gustos y sus temores.
Anímalo constantemente a que exprese sus sentimientos.
Lo más importante en este proceso, es que siempre le demuestres a los niños que atraviesan por este problema, que son tan capaces como los demás, que hay nada a que temerle y que si se comenten errores en el camino estos pueden ser enmendados y corregidos para aprender de ellos y seguir adelante.
Es vital que los niños aprendan que la vida no se trata de la perfección sino, de aprender, de cometer errores y levantarse de nuevo, de aprender por medio de las experiencias, de ser capaz de desarrollar día a día nuevas capacidades, de ser único, de explorar, de seguir los sueños, de proponerse grandes metas y errar mil veces en el camino hasta finalmente conseguirlas.
Uno de los errores más comunes que comenten los padres y que fortalecen el sentimiento de inferioridad, es decirle a los niños que deben ser perfectos y que no pueden equivocarse, así que se precavido y demuéstrale al niño que cometer errores también es válido
Básicamente, el complejo de inferioridad en los niños, es un sentimiento que el niño tiene con respecto a los demás cuando se siente constantemente menos que ellos, este es un estado que genera algunos comportamientos, actitudes y conductas con las que el sentimiento de inferioridad queda patente con respecto a las demás personas.
Aquellos niños que sufren a causa de este problema, no se sienten felices, permanecen convencidos de que nunca podrán estar a “la altura” de determinada situación, o incluso a “la altura” de una persona. Sienten constantemente, que no van a ser capaces de conseguir algún objetivo que se proponen o que socialmente no son un atractivo o no representan nada importante, lo que generalmente, los hace sufrir profundamente.
El sentimiento de inseguridad en los niños con este problema es constante, se siente limitado en un gran número de situaciones, de hecho, el solo pensar que tiene que realizar una nueva actividad le produce pánico y tensión, lo que desencadena un deseo de huida ante estas situaciones.
Este problema en muchas ocasiones surge como consecuencia de haber sufrido uno o varios fracasos, pero también, puede darse cuando el niño vive en un ambiente familiar destructivo, donde el rechazo es evidente, donde se castiga y se regaña de forma injusta, y sobre todo, donde se ridiculiza y donde se humilla.
Para ayudar a superar el complejo de inferioridad en los niños se pueden realizar diferentes acciones:
Proporcionarle al niño experiencias que lo hagan sentir bien.
Proponle al niño, pequeñas y sencillas metas que pueda alcanzar.
Resalta sus capacidades y habilidades.
Demuéstrale que confías en el.
Colócale tareas simples que sea capaz de cumplir con éxito y progresivamente aumenta la dificultad de ellas.
Dedícale tiempo al niño, hazle sentir que es importante para ti.
Habla con él, pregúntale acerca de sus actividades diarias, de sus gustos y sus temores.
Anímalo constantemente a que exprese sus sentimientos.
Lo más importante en este proceso, es que siempre le demuestres a los niños que atraviesan por este problema, que son tan capaces como los demás, que hay nada a que temerle y que si se comenten errores en el camino estos pueden ser enmendados y corregidos para aprender de ellos y seguir adelante.
Es vital que los niños aprendan que la vida no se trata de la perfección sino, de aprender, de cometer errores y levantarse de nuevo, de aprender por medio de las experiencias, de ser capaz de desarrollar día a día nuevas capacidades, de ser único, de explorar, de seguir los sueños, de proponerse grandes metas y errar mil veces en el camino hasta finalmente conseguirlas.
Uno de los errores más comunes que comenten los padres y que fortalecen el sentimiento de inferioridad, es decirle a los niños que deben ser perfectos y que no pueden equivocarse, así que se precavido y demuéstrale al niño que cometer errores también es válido
¿ Podemos enseñar a los niños a tomar decisiones ?
La toma de decisiones es uno de los aspectos más trascendentales de la vida. Una tarea complicada cuyas consecuencias se deben afrontar con madurez y optimismo, pues no siempre resultan como deseamos.
A diario nos enfrentamos a una constante toma de decisiones, diversas alternativas se presentan ante nosotros obligándonos a optar por unas u otras, en la mayoría de las ocasiones sin garantizarnos una correcta elección.
Equivocarnos, o simplemente decantarnos por una de las opciones, nos deja con la incertidumbre de qué hubiera sucedido si hubiéramos escogido la opción excluida o experimentando la frustración del error cometido, en caso de fracasar en nuestra decisión. Por todo ello debemos estar preparados para afrontar las consecuencias de nuestras elecciones, dispuestos a asimilar cualquier resultado por nefasto que sea. Y ésta es una ardua tarea para la que debemos entrenarnos desde bien temprano, de ahí la importancia de trabajar la toma de decisiones en la infancia.
Podemos aprender a decidir, debemos ser libres para elegir y maduros/as para asumir los resultados de nuestras decisiones, y este aprendizaje se debe iniciar en la infancia.
Los padres deben preparar a los hijos para ser autónomos, enseñarles la libertad de decidir y fomentar en ellos la seguridad para afrontar las consecuencias de lo que elijan. Esta es una tarea que requiere esfuerzo, dedicación y constancia, pues a medida que los hijos y las hijas van creciendo también lo hacen sus responsabilidades y de la mano de éstas la necesidad de tomar decisiones
ENSEÑANDO A NIÑOS Y NIÑAS TOMAR DECISIONES:
La toma de decisiones por lo general, requiere de experiencias previas que nos orienten sobre la opción más acertada. A menudo, recurrimos a soluciones de acontecimientos similares que o bien hemos vivido y experimentado en primera persona, o bien hemos presenciado en otros, para actuar en consecuencia. Tratamos de hacerlo de la mejor manera posible, escogiendo la alternativa que consideramos más apropiada, la que, en situaciones similares, nos ha sido eficaz en el pasado. Sin embargo, los niños y las niñas no cuentan con experiencias previas que les puedan llevar a decantarse por unas alternativas u otras. Se enfrentan a acontecimientos nuevos y requieren de una preparación anterior para poderlos abordar, de ahí la importancia de enseñarles la manera más correcta de decidir.
Tomar decisiones se convierte en una cuestión de actitud, en la medida en que posteriormente, debemos afrontar el resultado de ellas. De nuestra actitud dependerá no sólo lo que elijamos, sino la manera en que nos afecte el resultado.
Algunas recomendaciones para trabajar la toma de decisiones en niños y niñas son las siguientes:
Conceder responsabilidades: es importante establecer en el hogar un reparto de responsabilidades en las tareas a realizar. Como hemos mencionado en alguna ocasión, la responsabilidad de éstas debe ir en función de la edad de los miembros de la familia. El reparto de responsabilidades es de vital importancia en la toma de decisiones pues cuando se asume una responsabilidad, derivada de ella surgen problemas a resolver, y de esta manera se da un aprendizaje enfocado al abordaje y resolución de problemas.
Trabajar la elección de alternativas y establecer prioridades: cuando el niño o la niña se encuentre en una situación en la que tenga que decidir entre varias opciones, debemos animarle a que contemple la elección como un reto al que debe prestar atención y tiempo. En este sentido deberá valorar cuáles son sus preferencias, qué elecciones pueden encajar con ellas y cuáles no; y en esta tarea, los padres deben contribuir proporcionándoles apoyo, consejo, opinión y sobre todo estando dispuestos a escuchar las preferencias del niño/a. Así, en función de los intereses de éste/a se le debe orientar sobre la mejor opción. Sin embargo es muy importante, que pese a proporcionarle opinión y consejo, sea él/ella quien finalmente decida qué hacer, pues sólo así, estaremos fomentando su autonomía e independencia.
Evitar la sobreprotección: en ocasiones, y sobre todo ante decisiones que pueden ser complicadas, los padres tienden a sobreproteger a sus hijos e hijas, lo que muchas veces les lleva a decidir por ellos/as. Este hecho puede llevar al niño y la niña a no equivocarse, pero también le privará del aprendizaje que implica el error (en caso de darse de haber decidido él/ella).
Valorar el error: cuando ante una determinada decisión, el niño o la niña falle en su elección, no se le deben hacer reproches ni castigar por ello. Debemos tener siempre presente el valor educativo de los errores, pues éstos implican no sólo aprendizajes nuevos, sino que suponen experiencias previas útiles, que más adelante, podrán tener presentes ante situaciones similares. Por eso, ante un error se debe analizar con él/ella lo sucedido, comprobar dónde está la raíz de éste y asimilarlo para acontecimientos futuros.
Teniendo en cuenta todo lo anterior y sobre todo aprovechando cualquier situación para ponerlo en práctica, niños y niñas pueden aprender a tomar decisiones y a afrontar las consecuencias de las mismas.
Poder decidir no sólo es de vital importancia para el desarrollo de su seguridad y autonomía, sino que además contribuirá a aumentar y reforzar su autoestima y confianza en sí mismo/a.
Mariela Clemente Martos. Psicóloga
Enseñar a los hijos a tomar decisiones
En la vida es importantísimo saber tomar decisiones. Escoger el camino que nos llevará a lograr nuestras metas.
Tomar una decisión, no es algo sencillo. Tomar una decisión significa escoger un camino, y esto implica renunciar a otro, es por ello que no siempre es fácil, surgen miedos y dificultades.
Es fundamental que enseñemos a los pequeños a ser autónomos en su toma de decisiones, de esta forma no se dejarán influenciar por los demás y sabrán valorar entre las diferentes alternativas, no tendrán miedo a escoger lo que quieren, aunque para ello deban renunciar a algo.
Permitir que los pequeños tomen sus propias decisiones, valorando diferentes alternativas y conociendo las consecuencias de sus actos, les enseñara a ser autónomos y responsables
ES BUENO ENSEÑARLES A TOMAR DECISIONES?
La vida está llena de momentos en los que hemos de decidir, son muchas las situaciones problemáticas o no, que requieren una respuesta adecuada. Tomar la decisión acertada en el momento preciso nos llevará a conseguir nuestros sueños y metas y en definitiva a ser felices.
Beneficios
Les ayuda a enfrentarse a los problemas.
Favorece su responsabilidad y autonomía.
Contribuye a su madurez personal
Les ayuda a conocer y lograr sus objetivos.
Hace que los niños ganen seguridad y confianza.
Reafirma su personalidad.
Cada decisión que hay que tomar, es una enseñanza que la vida pone en el camino y que va formando la madurez.
A lo largo de su crecimiento los pequeños tendrán que enfrentarse a muchas decisiones, algunas de ellas serán poco importantes, pero otras determinarán su camino.
Decisiones importantes
Estudios, qué estudiar e incluso abandonar los estudios
Amistades. Los amigos pueden llevar al triunfo o el fracaso social.
Amor
Trabajo
Organización de su tiempo y su dinero
Aficiones
En la segunda parte de este artículo daremos pautas de como enseñar a los niños a tomar sus propias decisiones
Celia Rodríguez Ruiz
Tomar una decisión, no es algo sencillo. Tomar una decisión significa escoger un camino, y esto implica renunciar a otro, es por ello que no siempre es fácil, surgen miedos y dificultades.
Es fundamental que enseñemos a los pequeños a ser autónomos en su toma de decisiones, de esta forma no se dejarán influenciar por los demás y sabrán valorar entre las diferentes alternativas, no tendrán miedo a escoger lo que quieren, aunque para ello deban renunciar a algo.
Permitir que los pequeños tomen sus propias decisiones, valorando diferentes alternativas y conociendo las consecuencias de sus actos, les enseñara a ser autónomos y responsables
ES BUENO ENSEÑARLES A TOMAR DECISIONES?
La vida está llena de momentos en los que hemos de decidir, son muchas las situaciones problemáticas o no, que requieren una respuesta adecuada. Tomar la decisión acertada en el momento preciso nos llevará a conseguir nuestros sueños y metas y en definitiva a ser felices.
Beneficios
Les ayuda a enfrentarse a los problemas.
Favorece su responsabilidad y autonomía.
Contribuye a su madurez personal
Les ayuda a conocer y lograr sus objetivos.
Hace que los niños ganen seguridad y confianza.
Reafirma su personalidad.
Cada decisión que hay que tomar, es una enseñanza que la vida pone en el camino y que va formando la madurez.
A lo largo de su crecimiento los pequeños tendrán que enfrentarse a muchas decisiones, algunas de ellas serán poco importantes, pero otras determinarán su camino.
Decisiones importantes
Estudios, qué estudiar e incluso abandonar los estudios
Amistades. Los amigos pueden llevar al triunfo o el fracaso social.
Amor
Trabajo
Organización de su tiempo y su dinero
Aficiones
En la segunda parte de este artículo daremos pautas de como enseñar a los niños a tomar sus propias decisiones
Celia Rodríguez Ruiz
sábado, 4 de octubre de 2014
10 Herramientas para estrechar el vínculo entre hermanos.
Los hermanos son un regalo para la vida, podrán pelearse como perros y gatos pero siempre estarán el otro para el otro cuando se necesiten.
Tú como papá y mamá puedes fomentar un trato positivo entre tus hijos y una relación propiamente de hermandad.
Aquí te comparto algunas herramientas para lograrlo:
1) Fomenta la convivencia familiar.
Busca tiempo para compartir juegos de mesa donde participen todos los miembros de la familia. Antes de empezar a jugar, menciona las reglas del juego, pregunta si todos las entendieron y qué pasará si alguien las rompe. Enseña a respetar turnos y fomenta la idea de que más allá de ganar una partida, lo importante son los momentos compartidos y los recuerdos que perdurarán en la mente como un tesoro familiar.
2) Comprende el origen de las peleas entre tus hijos.
Si los padres no dedican el tiempo suficiente para convivir con sus hijos, los niños se empiezan a sentir desconectados y poco valorados, por lo que en muchas ocasiones las peleas entre hermanos son un llamador a la atención. Si este fuera el caso por el cual tus hijos pelean frecuentemente, es muy importante hacerse el tiempo para convivir con ellos.
Por otro lado, hemos de saber que los niños pelean de forma natural, es parte de su crecimiento y desarrollo normal.
En las discordias entre hermanos, los niños aprenden a defender sus posturas, a encontrar soluciones conjuntas, a negociar, a ser empáticos y a respetar turnos, entre muchas otras habilidades.
3) Mantente al margen en los conflictos.
Pero para no anular las habilidades que ellos han de adquirir resolviendo sus propios conflictos, cuando tus hijos estén en una pelea aunque sepas quien fue el “incitador” trátalos con igualdad. De esta forma estarás evitando hacer de juez poniéndoles las etiquetas de víctima y victimario.
Si uno de ellos te llama para acusar al otro di: “No estoy interesada/o en buscar culpables, confío en que ustedes sabrán encontrar una solución a su problema”. Si son niños muy pequeños que no han aprendido aún a manejar sus emociones de forma asertiva o que se les dificulta poder encontrar una solución, ofrece tu ayuda o sugiere una idea.
Si es una pelea más fuerte, dile a tus hijos que tomen distancia hasta que estén calmados y puedan jugar sin pelear.
Si se pelean por un objeto, simplemente retira el objeto y di: “Estará disponible nuevamente cuando estén listos para compartirlo”.
4) Pasa tiempo especial con cada hijo.
Es hermoso convivir con todos tus hijos pero es necesario también que pases tiempo especial a solas con cada uno de ellos. Esto reforzará de manera positiva su individualidad y podrán percibir que son amados y tomados en cuenta. Esto a su vez minimiza la necesidad de competencia entre hermanos porque entienden que son aceptados tal cual son.
5) Refuerza los mensajes de unión familiar y lazos entre hermanos.
Dar mensajes sobre el valor de la familia y sobre la importancia de tener hermanos es una excelente forma de cultivar la amistad entre tus hijos.
6) Usa el juego para fomentar una buena relación.
En el juego tienes un aliado. Invita a tus hijos a jugar al “director de cine” para que cada uno realice “una película” (un video con tu celular o una cámara) sobre la vida de su hermano. Esta es una actividad muy creativa y entretenida porque cada niño deberá prestar atención a los detalles y gustos de su hermano para poder contar su historia. Además, los vídeos serán un maravilloso recuerdo familiar que más adelante disfrutarán con cariño.
7) Crea oportunidades para el trabajo en equipo.
En lugar de ponerlos a competir, ponlos a trabajar en el mismo equipo. Tal vez tú y tu esposo/a son un equipo y tus hijos otro. Por ejemplo: mientras unos ponen la mesa, otros sirven los platos de comida.
8) Personaliza sus espacios de acuerdo a sus gustos.
No los vistas iguales ni les compres juegos idénticos. Fomenta la individualidad de acuerdo a sus gustos y la personalidad de cada niño.
De igual forma, trata de que cada hijo tenga oportunidad de compartir tiempo con otros niños independientemente de su hermano.
9) Fomenta el diálogo y la resolución de problemas a través de la comunicación.
Abrir un espacio al diálogo y ayudarlos a ponerles un nombre e identificar emociones es una valiosa herramienta, no solo para reforzar la buena relación entre tus hijos, sino para ayudarlos en sus demás relaciones de vida.
Si sus intereses no son compatibles, suelen frustrarse y es cuando usan los golpes, manotazos o mordiscos para demostrar su desacuerdo, pero si les enseñas el poder de las palabras para expresar como se sienten, las peleas irán menguando poco a poco.
10) Procura hacer viajes en familia.
Viajar y conocer nuevos lugares representa una oportunidad para la aventura, para el cambio de escenario y para el relax familiar. Los niños viven intensamente estas experiencias y conforme van creciendo es maravilloso palpar su individualidad a través de los recuerdos que cada uno guardó de del viaje. Son dos (o más) historias diferentes salidas de la misma experiencia.
Espero que estos consejos de Disciplina Positiva te ayuden a generar una relación sana y unida entre tus hijos :)
Carla Herrera
viernes, 3 de octubre de 2014
Carta de un hijo a todos los padres del mundo
Todos los niños del mundo tienen unas necesidades particulares. Pero existen algunas que son comunes a tus hijos, a los míos y a los de los padres de Alaska o Singapur. Todos necesitan el reconocimiento y amor de sus padres. Necesitan respeto. En el trato, en la comunicación, en la disciplina. Necesitan libertad y confianza. Esta es la carta que te escribiría tu hijo si supiera/pudiera comunicarte sus necesidades:
Nosotros añadimos siete más:
1. Cree en mí. Aunque ahora no sea capaz, no quiere decir que más adelante no pueda. Sin tu confianza, no me atreveré a intentar nada y no aprenderé.
2. Calibra muy bien tus expectativas sobre mí. Si esperas más o menos de lo que puedo darte, puedes hacerme mucho daño.
3. No te fijes solo en mis resultados. Fíjate en lo que soy. Soy valioso aunque no obtenga los resultados que quieres.
4. Deja que tome mis propias decisiones, al menos aquellas que puedo y debo controlar para mi edad. Seguramente me equivocaré y entonces aprenderé de mis errores.
5. No me pegues. Cuando lo haces solo siento más rencor hacia ti y menos confianza hacía mí.
6. No me quieras igual que quieres a mis hermanos. Yo soy diferente a ellos y tengo talentos especiales. Me debes querer por lo que soy, no por amar equitativamente.
7. Fórmate. Sé que me quieres pero la educación que recibiste quizás no sea la mejor para mí. Soy diferente a ti y tengo otras necesidades.
Elena Roger Gamir
Centro de Desarrollo Cognitivo y Emocional COGNITUM
Nosotros añadimos siete más:
1. Cree en mí. Aunque ahora no sea capaz, no quiere decir que más adelante no pueda. Sin tu confianza, no me atreveré a intentar nada y no aprenderé.
2. Calibra muy bien tus expectativas sobre mí. Si esperas más o menos de lo que puedo darte, puedes hacerme mucho daño.
3. No te fijes solo en mis resultados. Fíjate en lo que soy. Soy valioso aunque no obtenga los resultados que quieres.
4. Deja que tome mis propias decisiones, al menos aquellas que puedo y debo controlar para mi edad. Seguramente me equivocaré y entonces aprenderé de mis errores.
5. No me pegues. Cuando lo haces solo siento más rencor hacia ti y menos confianza hacía mí.
6. No me quieras igual que quieres a mis hermanos. Yo soy diferente a ellos y tengo talentos especiales. Me debes querer por lo que soy, no por amar equitativamente.
7. Fórmate. Sé que me quieres pero la educación que recibiste quizás no sea la mejor para mí. Soy diferente a ti y tengo otras necesidades.
Elena Roger Gamir
Centro de Desarrollo Cognitivo y Emocional COGNITUM
¡Mi inteligencia no depende de mis notas
Os aconsejamos que veáis este vídeo. Y que se lo paséis a vuestros hijos para que entiendan que la inteligencia es mucho más de lo que ellos creen. Que están dentro del perfil de personas inteligentes por más que sus resultados académicos no sean satisfactorios.
Es un buen vídeo para eliminar estereotipos y colocar la valía de nuestros hijos donde en realidad está: no en su rendimiento escolar sino en su inteligencia creativa, en su proceso de aprendizaje, en sus habilidades para gestionar su vida.
jueves, 2 de octubre de 2014
¿Por qué los niños se portan mal? Capítulo 2...
CriarSentirVivir: Serie ¿Por qué los niños se portan mal? Capítulo 2...: Fortaleciendo la autoestima de nuestros niños. La seguridad psicológica: ¿Qué es la seguridad psicológica? ¿Eso existe? Hasta que...
¿Por qué los niños se portan mal? Capítulo 1...
CriarSentirVivir: Serie ¿Por qué los niños se portan mal? Capítulo 1...: Fortaleciendo la autoestima de nuestros niños. Los encuentros verdaderos: ¿Qué consejo le darías a una pareja para que mantenga...
¿Por qué los niños se portan mal? Capítulo 0...
CriarSentirVivir: Serie ¿Por qué los niños se portan mal? Capítulo 0...: Fortaleciendo la autoestima de nuestros niños. Introducción: ¿Por qué un niño se porta mal? ¿Cuál es el motivo de las conductas inapr...
Consejos para resolver los conflictos con tus hijos
Muchas veces no sabemos cómo gestionar los conflictos con nuestros hijos, parecen no atender a razones y nosotros nos alteramos y acabamos entrando en un bucle de discusiones que parecen no tener ni fin ni solución posible.
Un conflicto puede entenderse como las diferencias generadas a raíz de un acontecimiento, situación o circunstancia que implica un problema o una dificultad. Cuando aparece un conflicto es frecuente que se generan sentimientos negativos, mal humor, impotencia ansiedad y esto da lugar a conductas que desembocan en enfrentamientos. Con los enfrentamientos solo conseguimos discrepancia y tensión.
El Conflicto como oportunidad de aprendizaje
La visión que tenemos del conflicto es de una situación negativa que genera malestar y que es de difícil solución. Es valorado como algo negativo que tiende a evitarse, y si no se puede evitar, el conflicto es entendido como sinónimo de enfrentamiento.Pero el conflicto no tiene por qué ser una situación negativa en la que siempre pierda una de las dos partes. Es fundamental cambiar el modo de ver los conflictos y aprender a verlos como una situación en la que se hace patente una diferencia que tenemos que solucionar para llegar a una situación en la que las dos partes implicadas ganen. El conflicto por lo tanto puede y debe entenderse como una oportunidad de aprendizaje. Es una oportunidad para aprender habilidades sociales y competencias de negociación, de empatía, respeto, escucha y toma de decisiones, entre otras.
Aprovechar las diferencias para llegar a un acercamiento es clave para el bienestar. Las diferencias son algo habitual en las relaciones entre personas, pero hacer de ellas un modo de acercarnos y estrechar vínculos es un ejercicio que además de positivo, nos permite el desarrollo personal y familiar.
Consejos para resolver los conflictos entre padres e hijos
1 Define el conflicto. Reflexiona y delimita claramente el conflicto. ¿Cuál es el problema? ¿Quiénes están implicados?
2 Antes de resolver el conflicto averigua lo que subyace detrás del mismo.Se trata de hacer una gestión de las emociones que intervienen en el conflicto. Identifica tus emociones y los pensamientos implicados y las emociones y pensamientos de tus hijos. Por ejemplo: ante un conflicto por qué nuestro hijo quiere ver la tele en lugar de hacer los deberes. Yo pienso que es un vago y no quiere hacer caso, me siento frustrado/a. Mi hijo piensa que siempre le digo lo que tiene que hacer, se siente controlado.
3 Piensa como estás actuando, qué conductas estás llevando a cabo (gritos, reproches, castigos, etc.). Y reflexiona el modo en que éstas influyen en el conflicto, ¿ayudan a mejorar la situación y llegar a un acuerdo o por el contrario empeoran la situación?
4 Comunícate de manera efectiva con tu hijo. Explícale tu punto de vista de forma razonada y escucha su punto de vista intenta ponerte en su lugar, trata de entenderle. Recuerda ser asertivo (dar nuestra opinión sin dañar), y evitar las críticas. Se trata de dar nuestras opiniones y escuchar las de nuestros hijos. Aún no vamos a negociar.
5 Deja la furia a un lado. Estar furiosos nos hace decir cosas de las que luego nos arrepentimos y elevamos la tensión del conflicto. Si estás muy enfadado, es mejor dejar un tiempo fuera, salir a dar una vuelta, darse un baño, etc. y retomar la discusión más tarde.
6 Antes de expresarte en la discusión, piensa lo que vas a decir. Es importante no entrar en discusiones sin sentido en las que nos encontremos sin salida.
7 Busca y propón alternativas para solucionar el conflicto. Es importante proponer alternativas en conjunto, pensando en el bien de todos.
8 Emplea técnicas de negociación. Ofrécele diferentes alternativas, de este modo será él/ella quien escoja y no entrara en conflicto. Por ejemplo si tu hijo quiere un helado de postre, le dices que si quiere el helado tendrá que comerse las verduras, que puede elegir terminar el plato de verduras y comer un helado o no terminar las verduras, ni comer helado.
9 Es importante que pienses como haces sentir al otro con lo que dices. Una discusión no es una pelea donde uno tiene que vencer y derrotar al otro haciéndole sentir mal. Evita para ello lo personal, y procura hacerle percibir que es importante para ti.
10 Ten en cuenta que el objetivo es la búsqueda de una solución. La comunicación es la base para la resolución de conflictos. Centrar esa comunicación en vuestras emociones más que en la situación en sí.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
Un conflicto puede entenderse como las diferencias generadas a raíz de un acontecimiento, situación o circunstancia que implica un problema o una dificultad. Cuando aparece un conflicto es frecuente que se generan sentimientos negativos, mal humor, impotencia ansiedad y esto da lugar a conductas que desembocan en enfrentamientos. Con los enfrentamientos solo conseguimos discrepancia y tensión.
El Conflicto como oportunidad de aprendizaje
La visión que tenemos del conflicto es de una situación negativa que genera malestar y que es de difícil solución. Es valorado como algo negativo que tiende a evitarse, y si no se puede evitar, el conflicto es entendido como sinónimo de enfrentamiento.Pero el conflicto no tiene por qué ser una situación negativa en la que siempre pierda una de las dos partes. Es fundamental cambiar el modo de ver los conflictos y aprender a verlos como una situación en la que se hace patente una diferencia que tenemos que solucionar para llegar a una situación en la que las dos partes implicadas ganen. El conflicto por lo tanto puede y debe entenderse como una oportunidad de aprendizaje. Es una oportunidad para aprender habilidades sociales y competencias de negociación, de empatía, respeto, escucha y toma de decisiones, entre otras.
Aprovechar las diferencias para llegar a un acercamiento es clave para el bienestar. Las diferencias son algo habitual en las relaciones entre personas, pero hacer de ellas un modo de acercarnos y estrechar vínculos es un ejercicio que además de positivo, nos permite el desarrollo personal y familiar.
Consejos para resolver los conflictos entre padres e hijos
1 Define el conflicto. Reflexiona y delimita claramente el conflicto. ¿Cuál es el problema? ¿Quiénes están implicados?
2 Antes de resolver el conflicto averigua lo que subyace detrás del mismo.Se trata de hacer una gestión de las emociones que intervienen en el conflicto. Identifica tus emociones y los pensamientos implicados y las emociones y pensamientos de tus hijos. Por ejemplo: ante un conflicto por qué nuestro hijo quiere ver la tele en lugar de hacer los deberes. Yo pienso que es un vago y no quiere hacer caso, me siento frustrado/a. Mi hijo piensa que siempre le digo lo que tiene que hacer, se siente controlado.
3 Piensa como estás actuando, qué conductas estás llevando a cabo (gritos, reproches, castigos, etc.). Y reflexiona el modo en que éstas influyen en el conflicto, ¿ayudan a mejorar la situación y llegar a un acuerdo o por el contrario empeoran la situación?
4 Comunícate de manera efectiva con tu hijo. Explícale tu punto de vista de forma razonada y escucha su punto de vista intenta ponerte en su lugar, trata de entenderle. Recuerda ser asertivo (dar nuestra opinión sin dañar), y evitar las críticas. Se trata de dar nuestras opiniones y escuchar las de nuestros hijos. Aún no vamos a negociar.
5 Deja la furia a un lado. Estar furiosos nos hace decir cosas de las que luego nos arrepentimos y elevamos la tensión del conflicto. Si estás muy enfadado, es mejor dejar un tiempo fuera, salir a dar una vuelta, darse un baño, etc. y retomar la discusión más tarde.
6 Antes de expresarte en la discusión, piensa lo que vas a decir. Es importante no entrar en discusiones sin sentido en las que nos encontremos sin salida.
7 Busca y propón alternativas para solucionar el conflicto. Es importante proponer alternativas en conjunto, pensando en el bien de todos.
8 Emplea técnicas de negociación. Ofrécele diferentes alternativas, de este modo será él/ella quien escoja y no entrara en conflicto. Por ejemplo si tu hijo quiere un helado de postre, le dices que si quiere el helado tendrá que comerse las verduras, que puede elegir terminar el plato de verduras y comer un helado o no terminar las verduras, ni comer helado.
9 Es importante que pienses como haces sentir al otro con lo que dices. Una discusión no es una pelea donde uno tiene que vencer y derrotar al otro haciéndole sentir mal. Evita para ello lo personal, y procura hacerle percibir que es importante para ti.
10 Ten en cuenta que el objetivo es la búsqueda de una solución. La comunicación es la base para la resolución de conflictos. Centrar esa comunicación en vuestras emociones más que en la situación en sí.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
miércoles, 1 de octubre de 2014
EJEMPLOS DE ALTERNATIVAS AL "NO" PARA NIÑOS Y ADOLESCENTES
A veces, se habla de la conveniencia de saber decir No como un valor esencial en la comunicación con los niños, y como parte de una actitud asertiva por parte de los padres/educadores. Sin embargo, existen alternativas al No, mucho más amables y delicadas, y capaces de surtir el efecto deseado sin despertar susceptibilidad ni provocar resquemores en los niños/adolescentes.
Veamos algunos ejemplos de esos Noes y de sus posibles alternativas:
- No te comerás el helado hasta que te acabes la comida.
- En cuanto te acabes la comida, puedes comer el helado.
- No quiero que juegues en el salón cuando tenemos invitados.
- Prefiero que juegues en tu habitación cuando tenemos invitados. / Puedes jugar en el salón cuando se marchen los invitados.
- No me gusta que me hables de esa manera. Me duele.
- Me gusta cuando me hablas con respeto y con cariño. Me hace sentir a gusto.
- No puedes usar el cuchillo. Eres demasiado pequeño. ¿Es que quieres cortarte?
- El cuchillo es peligroso porque puedes cortarte. Te dejaré usarlo cuando seas un poco más mayor.
- No estoy de acuerdo contigo. No coincidimos en casi nada. No quiero seguir hablando contigo.
- Yo lo veo de un modo diferente, pero coincidimos en algunas cosas. Es un comienzo...
- No me entiendes.
- Quizá no me he explicado bien.
- No deberías ir con ese chico. No me gusta la pinta que tiene.
- Me gustaría que invitaras a esa chico a comer. Tengo ganas de conocerlo mejor.
- Ya sé que has quedado con tus amigas, pero no vas a salir de casa con esa falda tan sumamente corta. Te lo prohíbo.
- Cariño: estás preciosa, ¿pero crees que es apropiado salir por ahí con una falda tan sumamente corta? De todos modos, haz lo que tú sientas.
- No te voy a comprar la moto, así que no me insistas. Te han quedado dos asignaturas para septiembre.
- Estoy dispuesto a comprarte la moto. He visto una que sé que te encantará. Pero tendrás que ganártela.
- No digas mentiras o ya no te querré.
- Te agradeceré que seas sincero y que me cuentes la verdad. Digas lo que digas, te voy a seguir queriendo.
- No me gusta estar contigo en el parque cuando te pones así de enfadado.
- Me encanta estar contigo en el parque cuando estás tranquilo y sonriente.
Carlos Lacomba Verdés, 2014.
Veamos algunos ejemplos de esos Noes y de sus posibles alternativas:
- No te comerás el helado hasta que te acabes la comida.
- En cuanto te acabes la comida, puedes comer el helado.
- No quiero que juegues en el salón cuando tenemos invitados.
- Prefiero que juegues en tu habitación cuando tenemos invitados. / Puedes jugar en el salón cuando se marchen los invitados.
- No me gusta que me hables de esa manera. Me duele.
- Me gusta cuando me hablas con respeto y con cariño. Me hace sentir a gusto.
- No puedes usar el cuchillo. Eres demasiado pequeño. ¿Es que quieres cortarte?
- El cuchillo es peligroso porque puedes cortarte. Te dejaré usarlo cuando seas un poco más mayor.
- No estoy de acuerdo contigo. No coincidimos en casi nada. No quiero seguir hablando contigo.
- Yo lo veo de un modo diferente, pero coincidimos en algunas cosas. Es un comienzo...
- No me entiendes.
- Quizá no me he explicado bien.
- No deberías ir con ese chico. No me gusta la pinta que tiene.
- Me gustaría que invitaras a esa chico a comer. Tengo ganas de conocerlo mejor.
- Ya sé que has quedado con tus amigas, pero no vas a salir de casa con esa falda tan sumamente corta. Te lo prohíbo.
- Cariño: estás preciosa, ¿pero crees que es apropiado salir por ahí con una falda tan sumamente corta? De todos modos, haz lo que tú sientas.
- No te voy a comprar la moto, así que no me insistas. Te han quedado dos asignaturas para septiembre.
- Estoy dispuesto a comprarte la moto. He visto una que sé que te encantará. Pero tendrás que ganártela.
- No digas mentiras o ya no te querré.
- Te agradeceré que seas sincero y que me cuentes la verdad. Digas lo que digas, te voy a seguir queriendo.
- No me gusta estar contigo en el parque cuando te pones así de enfadado.
- Me encanta estar contigo en el parque cuando estás tranquilo y sonriente.
Carlos Lacomba Verdés, 2014.
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