viernes, 27 de marzo de 2015

Las malas notas.


Las notas son motivo de preocupación para los niños y sus familias. El rendimiento académico queda reflejado en el boletín de notas. A través de la calificación numérica podemos saber cuál es el avance de los pequeños y cuáles son los logros obtenidos.

Las notas, por lo tanto, son mucho más que un simple número (deberían recoger más aspectos). Las notas son un indicador de los aprendizajes alcanzados y del nivel de desarrollo y maduración del niño.

Unas buenas o malas notas, son el indicador de cómo está funcionando el niño. Es importante conocer al niño e interpretar las calificaciones para poder mejorarlas.


¿Qué se esconde detrás de las malas notas?

Cuando las notas son malas, suele provocar una sensación de frustración. Estas malas notas no siempre reflejan el trabajo realizado por los niños. Las malas notas pueden y suelen esconder una problemática importante. Las malas notas indican que hay algo que no va bien.

Las malas notas pueden reflejar problemas personales: baja autoestima, conflictos internos, etc. que dificultad la concentración, motivación y creación de aprendizajes.
Las malas notas pueden ser causadas por una dificultad de aprendizaje.
Las malas notas pueden indicarnos un retraso en el desarrollo y maduración del niño.
Las malas notas pueden deberse a algún tipo de malestar emocional que interfiere en la construcción del aprendizaje.


Cómo podemos reaccionar ante las malas notas.


Acabar con las rabietas es posible. Veamos unos sencillos pasos para acabar con las molestas rabietas.

Indaga la causa de las malas notas y actúa sobre ella
Favorece su bienestar emocional.
Presta atención a su desarrollo.
Respeta su ritmo de aprendizaje.
Desarrolla la capacidad de aprender a aprender.



Celia Rodríguez Ruiz

jueves, 26 de marzo de 2015

Hablar con los hijos (y que me entiendan)

Hace poco tuve la posibilidad de trabajar con una mamá sinceramente preocupada por su hija… aunque la inquietud parecía relacionarse con lo escolar, la verdadera preocupación era todo lo que estaba por debajo; los aspectos más íntimos y más emocionales. Según fuimos trabajando e indagando encontramos dificultades muy serias en la comunicación que estaban mediando en la relación entre esos padres y esa niña. Insisto en que los padres estaban realmente preocupados y habían puesto en marcha muchísimas estrategias y muchos recursos para afrontar la situación, pero no era suficiente. Pesaba demasiado un estilo comunicativo negativo, una ansiedad por la información que la niña podía proporcionarle que enturbiaba los intentos de su hija por acercarse a ella… la mamá buscaba lo que creía que debía saber, y su hija le transmitía lo que más importante era para ella… pero eso no era bastante para entenderse.

Hoy te quiero acercar aquí algunas maneras de romper estas barreras que a veces se crean cuando hablamos con los niños ¿preparados?

Antes de nada es importante estar seguros de que es el lugar y el momento…. aunque para algunos el coche puede ser un momento estupendo para intercambiar datos del día, muchos niños se sienten inseguros si tienen que hablar a una persona que va delante, que no puede mirar hacia ellos y que además está haciendo otra cosa. La mayoría de los niños acaban mirando por la ventana y contestando sin pensar…

Si son ellos los que necesitan hablar, lo ideal es atenderlos en ese momento. Si realmente no puede ser (“realmente” quiere decir que debe ser algo muy excepcional negar la necesidad de hablar a tus hijos) explícale que debe esperar a que acabes de (….) y aprovecha para ir abriendo boca o sugiere una actividad alternativa para realizar cerca de ti y que no pierda el interés. No contestes con “ahora no”, “déjame un poco ” o similares….

También es importante el cómo. Estar cortando zanahorias en la cocina e intentar hablar con el niño cuando viene a beber agua, no suele dar buen resultado. Mejor buscar un momento en que los dos esteis conectados, te puedas poner a su altura y le estés mirando a los ojos. (Por supuesto, televisión fuera).

Haz preguntas más concretas. “¿Qué tal en el cole?” supone que un niño deberá concentrar todo lo ocurrido, al menos, de nueve a dos: que en el autobús no se ha podido sentar con su amigo, que la clase de matemáticas ha estado genial porque están usando un nuevo método para sumar, que en el recreo le han pisado el bocadillo y que en flauta no podía tapar los agujeros con los dedos… ¿solución?… un lánguido “bieeeeen”. Es mejor preguntar “¿qué ha sido lo más divertido que has hecho hoy?” o “¿qué ha pasado en el parque con Amiguísimo?”

Como a cualquier otra persona, los niños necesitan saber que están siendo atendidos, escuchados, y no sólo oídos. Necesitan retroalimentación: asentimientos con la cabeza, alguna pregunta corta para confirmar lo que estamos oyendo, una sonrisa….vaya, lo que a todos nos gusta que nos dediquen cuando estamos contando algo.

Evita interrumpirle “¿Y tú que hiciste?” y mucho menos, juzgarle “pero ¿cómo se te ocurre responder así a la profesora?”. Es posible que sientas esa necesidad bien porque se “enreda” en su discurso, bien porque tengas ganas de llegar al final. Respira, anota mentalmente lo que quieras saber y pregúntalo después, incluso de varias maneras distintas. Respeta su ritmo.

No le completes cuando habla. No le termines las frases. No inventes posibilidades. No hables por él.

Respeta sus gustos. Posiblemente, tú necesitas saber si aquel niño enorme que le empujó en el patio ha vuelto a meterse con él, pero esa es tu necesidad. La suya puede ser contarte que el cromo número 37, Caracortada, es tan difícil de encontrar que nadie lo tiene todavía (y que sería genial que se lo consiguieras). Y sus necesidades debes respetarlas.

En ocasiones necesitará tu ayuda: describe su conducta. No cómo se siente. No corrijas, no juzgues, no supongas. Describe lo que está haciendo: “estás diciendo que Enemiguísimo se juntó con Amiguísimo y tú te fuiste a dar patadas a la portería ¿Qué pasó después?

Beatriz es maestra de Educación Infantil y especialista en Audición y Lenguaje, además de psicóloga.

martes, 17 de marzo de 2015

Procrastinación. El habito de posponer.

Educar a los niños para dejar de posponer sus obligaciones.

La procrastinación proviene del latín:pro, adelante y crastinus referente al futuro. La procrastinación es la acción o hábito de retrasar, de dejar para después actividades o situaciones que han de atenderse, siendo sustituidas por otras menos importantes o más agradables. Todos en algún momento hemos llevado a cabo este tipo de comportamiento, se trata de posponer constantemente algo en el tiempo, dejándolo para un indefinido “mañana” o “luego”, en lugar de dedicarnos a ello ahora mismo.

La procrastinación está muy relacionada con la consecución de nuestras metas y objetivos. Aunque comúnmente se relaciona o se entiende como pereza, puede ser un tipo de trastorno del comportamiento, con complejas implicaciones. Es fundamental conocer la raíz de la procrastinación y educar a nuestros niños para atender a sus tareas hoy en lugar de posponerlas.

La Procrastinación: el hábito de posponer

La procrastinaciónva más allá de la pereza. Puede entenderse como un síndrome que se manifiesta en la evasión de responsabilidades y obligaciones, llevando a la persona a no enfrentarse a ellas.

La procrastinacióntiene que ver con la resistencia al cambio, al esfuerzo, al dolor y la incomodidad que se asocian a determinadas situaciones y tareas. El acto de procrastinar responde a la tendencia natural de evitar el dolor y buscar el placer.

Aquellas tareas arduas, aburridas que suponen un esfuerzo, que implican incomodidad, se asocian al dolor y se posponen para otro momento mejor. Sin embargo, ese mejor momento no existe. Nunca es el momento de enfrentarse a la tarea. Cuando finalmente se nos acaba el tiempo (llega el día del examen, se acaba el plazo, etc.), tenemos que enfrentarnos irremediablemente a la temida tarea.

El resultado es que acabamos enfrentándonos bajo presión y con elevados niveles de estrés. La situación es dolorosa e incómoda porque nosotros la hemos convertido en dolorosa e incómoda al aplazarla. Sin embargo caemos en el autoengaño, nuestra mente se engaña haciendo responsable de la situación de estrés a la tarea, cuando la causa es la manera de hacer la tarea.

De este modo la procrastinación acaba convirtiéndose en un bucle, una pescadilla que se muerde la cola. Cuando más procrasticamos, más pesadas creemos que son las tareas y más se incrementa nuestra tendencia a postergarlo. De este modo se genera un hábito de procrastinación.

Es fundamental prestar atención a la manera que tienen nuestros niños de enfrentarse a sus tareas y obligaciones y educarlos para no posponer sus tareas.La procrastinación puede convertirse en una importante limitación para la consecución de sus objetivos presentes y futuros.


Educar a los niños para dejar de posponer sus obligaciones

Ayuda a los niños a realizar un horario de estudio, trabajo. En dicho horario anotaremos las tareas a realizar. Es importante poner un principio y un final a las obligaciones. Si en lugar de posponer, dedican un tiempo diario podrán hacer sus tareas sin esfuerzo.

Desarrolla una sana autoestima. Es muy común que los niños pospongan tareas por miedo al fracaso. Evitar ese dolor les hace posponer sus obligaciones.

Explícales que cuando terminen sus tareas podrán dejar de preocuparse por ellas y dedicarse a otras acciones más placenteras.

Cuando tengan que estudiar o dedicarse a obligaciones, procura que no tengan distracciones a su alcance. Evita la televisión, el ordenador, móvil, etc.

Refuérzale cuando después de esforzarse haya finalizado la tarea. De este modo recompensas sus actos y comprenderá que su esfuerzo merece la pena.

Cuidado con el perfeccionismo elevado. Cuando una persona es excesivamente perfeccionista, tenderá a aplazar sus tareas por miedo a no cumplir con ese elevado perfeccionismo, dejándolo para cuando tenga más tiempo. Pero no nos engañemos, nunca tendrá más tiempo. Es importante educarles para que se enfrenten a la tarea en lugar de posponerla, enseñarles a hacerla bien, pero sin elevadas exigencias.

La excesiva confianza es otro autoengaño a evitar. La procrastinación se sirve de la excesiva confianza. El pensar “yo puedo, en un rato lo término”, nos lleva a hacerlo más tarde. Es bueno inculcar al niño la idea de hacerlo en el momento, si lo terminamos pronto estupendo y si no es así al menos nos dará tiempo a hacerlo bien.

Edúcales para que no tengan miedo al fracaso. Lo doloroso del esfuerzo no es el esfuerzo en sí, sino el posible fracaso que nos hace creer en un esfuerzo Pero el esfuerzo nunca se pierde, los fracasos son parte del aprendizaje.

Desarrolla su autonomía y autorregulación. Es importante que aprendan a enfrentarse a sus tareas por sí mismo y que sea capaz de auto regular su tiempo. Para ello es fundamental ir dándole poco a poco autonomía e ir aumentándola paulatinamente.

Educa con tu ejemplo.

Celia Rodríguez Ruiz

Psicóloga y Pedagoga


viernes, 13 de marzo de 2015

Frases motivadoras para nuestros hijos.

Si cada día corregimos 15 veces en negativo a nuestros hijos y les decimos NO otras quince, su saldo positivo en el banco de las emociones será nulo.

Sin capital, ¿cómo van a aguantar hasta final de mes? Irán tirando, arrastrándose como puedan, hasta sentirse vacíos y sin fuerzas. O al revés, tan insatisfechos que pueden llegar a explotar.

A todos nos gusta tener nuestras arcas bien llenas. Con la cuenta en el banco cargada nos atrevemos a cualquier cosa: a viajar, a comenzar nuevos proyectos o a soñar.

A nuestros hijos les pasa igual. Solo que en su banco no hay dinero sino emociones. Valoraciones. Seguridad. Y los ingresos o salidas dependen, en muchos casos, de nosotros.

Ayúdales a que tengan su cuenta corriente emocional rebosante. La vida ya se encargará de nivelar el saldo pero mientras, en casa, que no se te olvide hacer un ingreso diario de 5 frases positivas.

Frases para fomentar en positivo:

La competencia:

Mira lo que has conseguido. ¡Es fantástico!
Te está costando pero lo estás haciendo muy bien.
Parece que disfrutas mucho haciendo eso.
Te está saliendo muy bien. Sigue así.
Es cierto que puedes mejorarlo. Sigue practicando y lo conseguirás.
No me ha gustado lo que has hecho. Sé que lo puedes hacer mejor
Por supuesto que puedes mejorar. Todavía puedes dar más de ti.

La iniciativa:

Tu esfuerzo ha valido la pena.
Estoy seguro de tu talento. ¡Atrévete!
¡Mira lo lejos que has llegado!
Fíjate en el error e inténtalo de nuevo. Seguro que ahora es más fácil.
Me gustan tus ideas.
Seguro que encuentras una solución mejor.
Inténtalo, no importa si lo consigues o no. Todos nos equivocamos y así aprendemos.

La comunicación:

No opino lo mismo que tú pero te agradezco que me lo digas.
Dime cuál es tu opinión. Me interesa.
¿Qué te parece?
Esa es una buenísima observación. Gracias.
Esa pregunta es muy interesante.
Me gusta que me preguntes cosas.

Su identidad:

Me gusta cómo eres.
Te quiero, te quiero, te quiero.
Espero que estés orgulloso de ti mismo.
Me gustas cuando sonríes.
Me encanta tu compañía.
Me gusta ver en lo que te estás convirtiendo.
No te compares con nadie. No hay nadie como tú.
No podemos ser buenos en todo. Por eso tenemos nuestros talentos especiales.
Eres especial, no hay nadie como tú.

La responsabilidad:

Sé que puedo confiar en ti.
Me has demostrado ser responsable.
Equivocarse es bueno. Te enseña a mejorar.
No te lo permito pero te quiero.
Toma una decisión. Confía en ti mismo.

La colaboración:


Gracias por tu ayuda.
Lo que has hecho ha sido muy importante para mí.
Yo no lo habría hecho así pero así está perfecto.
Yo no lo veo de la misma manera. Dime por qué piensas de esta manera.
Tómate tu tiempo para hacerlo.
Seguro que entre los dos es más fácil.
Sé que te cuesta un gran esfuerzo por eso te lo agradezco má

martes, 10 de marzo de 2015

Tres sencillos ejercicios para ayudar a tu hijo a aumentar la atención


Después de 30-40 minutos nuestros hijos comienzan a perder su capacidad de concentración. Algunos, mucho antes.

Os proponemos estos sencillos ejercicios para retomar la atención de vuestros hijos después de un largo lapsus de tiempo estudiando, incluso antes empezar los deberes, justo después de la llegada a casa.

El ejercicio de la respiración/relajación es especialmente práctico para enseñar a vuestros hijos a manejar su cerebro emocional. Ayúdales a que lo pongan en práctica cuando se avecina una crisis o para retomar el control después de la misma. Perfecto también para ti en estas mismas situaciones.

Neurociencias: Ejercicios para aumentar la atención. Prof. Nse. Carlos Teisaire.

lunes, 2 de marzo de 2015

'La empatía y el respeto importan tanto como los buenos resultados'



Sus catorce años de trayectoria salieron del anonimato hace unos meses cuando César Bona apareció como el único candidato español al Global Teacher Prize, bautizado ya como el Nobel de la educación. El foco mediático se posó entonces sobre este profesor zaragozano de 42 años que un día tuvo la brillante idea de materializar eso de que, en educación, "el factor humano es mucho más importante que meter datos en la cabeza".

Salido de su clase de 5ºB en el colegio Puerta de Sancho de Zaragoza, Bona se plantó ayer ante las 1.500 personas que abarrotaron el Auditòrium de Palma en la celebración del 10º aniversario de la escoleta de Asima. Flanqueado por un globo terráqueo y un portátil rojo, el profesor desgranó los secretos de una metodología que, aunque trazada a vuelapluma y con altas dosis de improvisación reconocida, le ha convertido en una celebridad en su gremio.

El gran pilar es ése: "La empatía y el respeto importan tanto como los buenos resultados". Una lección que a él, "como maestro que no lo sabe todo", le llegó pronto. Primero en aquel colegio en el que aterrizó y en el que 20 de 24 alumnos eran de etnia gitana. O en aquella escuela unitaria de Bureta con sólo seis niños y en la que dos no se hablaban por la rivalidad de sus familias. "¿Qué sentido tiene que sepan sobre Historia si no se llevan bien entre ellos? Si no saben relacionarse con los demás", plantea.

Su amistad comedida con los libros de texto crea mil estratagemas para impartir el temario de Lengua o de Ciencias. El rodaje de películas mudas, protectoras de animales virtuales, proyectos de investigación con la tercera edad. "Los niños no tienen opción de cambiar de trabajo y se van a pasar como mínimo diez o doce años en el colegio. Así que hay que hacer que se sientan cómodos en las aulas", planteó.

La comodidad, en sus seis mandamientos docentes, pasa por conocer el contexto en el que da clase. Por deshollinar el tubo que conecta al adulto que somos con el niño que fuimos. Por implicar a los alumnos y hacerles sentir que ellos también pueden cambiar la sociedad. "Lograr que se sientan importantes, darles protagonismo, es la clave", destacó César Bona. El profesor rechazó la idea de tratar a los niños como "pseudoadultos" y de dejar la curiosidad y la creatividad fuera del aula. Y recordó que sobre su pizarra el primer día de clase escribe, como un mantra, No pain, no gain. Sin esfuerzo, no hay recompensa.

En su travesía de docencia humana e innovadora, Bona reconoció la necesidad de firmeza y perseverancia para desarrollar un método que puede resultar "difícil" en el entorno educativo. Así, señaló la obligación de incorporar las emociones no sólo al interior de las aulas, sino a la propia formación de los docentes. Su plan de estudios ideal tendría una asignatura en primero sobre gestión de emociones, para continuar un curso después con cómo enseñar a gestionarlas. "No entiendo que no se estimule la comunicación oral, no sólo para dar conferencias, sino para expresar las emociones", aseguró.