martes, 16 de diciembre de 2014
Juego educativo: Mis deseos de navidad.
Juego educativo para enseñar a los niños y niñas el valor de todos aquellos deseos de corazón, no materiales.
OBJETIVOS
Enseñar a los niños y niñas a valorar, aquellas cosas que realmente les hacen felices.
Desarrollar la capacidad de ir más allá de los deseos materiales. .
Fomentar la educación en valores.
PARTICIPANTES
Niños y niñas de 5 años en adelante.
MATERIALES
Ficha, cartulinas y material para escribir.
EN QUE CONSISTE EL JUEGO
Al llegar la navidad todos los niños y niñas piden muchos regalos, las cartas a los Reyes Magos y a Papá Noel, se convierten en una interminable lista de juguetes. Las Navidades son una época para dar y recibir, para compartir. Pero últimamente parece que los pequeños solo se preocupan por recibir regalos. A través de una entretenida dinámica ayudaremos a los niños y niñas a hacer una reflexión sobre otro tipo de deseos no materiales, como la paz, la amistad, la salud, o deseos más específicos, como “deseo que mi hermano este contento”, “deseo que mi familia siga estando unida”, etc. Con estos deseos haremos nuestros propios adornos que emplearemos para decorar el propio árbol de navidad.
INSTRUCIONES
Preparación: Preparamos las fichas y las cartulinas
Explicación: Cuando llega la Navidad, todos sabemos que es una fecha para dar y recibir, una época para compartir, pero en muchas ocasiones nos olvidamos de estos valores y nos preocupamos por pedir cosas que queremos. Es importante que aprendamos a diferenciar aquellas cosas que realmente nos hacen felices, aquellas que realmente necesitamos. Los juguetes o las cosas materiales no nos hacen realmente felices, pueden ocasionarnos alegría en un momento determinado, pero no son lo que realmente nos llena. Un juguete lo podemos reemplazar por otros juguetes, pero el cariño y la compañía de los seres queridos son irremplazables. Es importante en estas fechas hacer una reflexión sobre ese tipo de deseos para nosotros mismos, para nuestros seres queridos y para todos.
Vamos a dedicar unos minutos a pensar en aquellos deseos, es importante que pensemos en aquellas cosas que de verdad deseamos y que realmente nos hacen felices. Anotaremos estas cosas en una hoja, haciendo nuestra lista de deseos. Una vez hecha la lista de deseos, vamos a decorar nuestro árbol de navidad con estos deseos. Podemos emplear las plantillas para hacer los adornos, anotando en cada uno de ellos un deseo, o podemos hacer el deseo como queramos lo importante es que sea un verdadero deseo.
Cuando tengamos todos los adornos-deseos preparados los utilizamos para decorar el aula, el árbol de navidad o nuestra casa. Lo importante es tener los adornos a la vista para recordar durante estas fechas lo importante de dejar de lado los regalos materiales y centrarnos en otros aspectos más profundos.
5 diferencias entre castigo y consecuencia.
Hoy compartimos con vosotros este artículo de Irene Álvarez, de la página Coaching para tu vida, donde nos explica 5 diferencias entre castigo y consecuencia. Si queréis conocer mejor a Irene os animamos a visitar su página, en la que da soluciones para una crianza feliz, cosa que os recomendamos, pues a nosotras nos encanta.
5 diferencias entre castigo y consecuencia
Sobre los castigos está casi todo dicho. La palabra castigo suena a viejo, rancio y feo y ahora, los nuevo es llamarlos consecuencias pedagógicas o castigos educativos o cualquier otro eufemismo del estilo, pero ¿qué es una consecuencia y qué un castigo?
1. Cuestión de significado
Un castigo es (según la RAE) un escarmiento, una pena, que se impone por una falta cometida.
Una consecuencia es un hecho que resulta de otro.
De forma que llamar consecuencia pedagógica a la silla de pensar por ejemplo, es como mínimo una falta de conocimiento y a mi entender una mentira.
La silla de pensar, dejar sin móvil, sin tele o sin salir no creo que sean consecuencias de casi ningún acto. Son castigos.
Una consecuencia es mojarte si sales sin paraguas y llueve, tener que recoger y limpiar el agua derramada y los cristales de un vaso que se rompe, no poder ponerte tu camiseta favorita porque está manchada y no la echaste a la lavadora… eso son consecuencias derivadas de nuestros actos y son las que educan realmente para nuestra vida.
¿Quién no ha aprendido a lavar la ropa de un color junta porque tiñó de rosa una camiseta blanca? ¿Quién no ha aprendido a tener cuidado con el horno porque se quemó? Y así con muchos aprendizajes significativos que han ocurrido en nuestra vida.
2. La consecuencia es neutra, el castigo busca dañar
Admitámoslo, cuando nos sale el castigo de dentro la ira está al mando. No buscamos educar, razonar, entender… buscamos dar un escarmiento y que el niño aprenda “por las malas”. Por mucho que no queramos admitirlo, cuando surge el castigo en nuestra mente nos invade un sentimiento de frustración, enfado y ganas de hacer pagar al otro por lo que ha hecho. Esto viene de nuestra infancia, de cuando éramos nosotros los que recibíamos el castigo, de no saber gestionar la frustración que sentíamos y sentimos, y que nos provoca impotencia ante lo que vemos.
La consecuencia no está revestida de ira porque no busca dar un escarmiento. Es lo que sucede inmediatamente después del acto. Si lo vemos con actos adultos resulta más fácil. Imagina que por accidente has roto la televisión. No creo que para escarmentar te digas a ti mismo “vale, ahora me quedo una semana sin postre a ver si así aprendo y encima tengo que pagar el arreglo de la tele.” Suena estúpido ¿verdad? La consecuencia directa y lógica es que si hemos roto la televisión tenemos que arreglarla. Eso conlleva que no podemos verla durante el tiempo que está rota, que tenemos que gastar dinero en arreglarla y eso tal vez nos suponga que no podamos comprar otras cosas que teníamos pensadas… y todo ello son consecuencias del mismo acto: se ha roto la televisión.
3. La consecuencia es aprendizaje en sí misma
El castigo, para que sea efectivo, debe ser perdurable en el tiempo y debe repetirse siempre el mismo y no levantarse, ¿por qué? Porque no es significativo de aprendizaje.
Si dejamos a un niño sin postre durante una semana porque se ha portado mal y un día viene una visita y levantamos el castigo, el niño aprenderá que el castigo puede ser levantado o no según convenga y no será efectivo.
Si un niño no quiere cenar y se va a la cama sin cenar porque no tiene más hambre, la consecuencia directa puede ser que al día siguiente tenga hambre y haya experimentado esa sensación, de modo que la próxima vez, quizá podamos recordarle lo que sintió al tener hambre y así recuerde que debe cenar. No tenemos que dejarlo sin cenar a posta ni nada por el estilo porque no es necesario.
4. El castigo no es natural
Las consecuencias forman parte de nuestra vida y nos enseñan por ellas mismas. Los castigos son impuestos por alguien externo que busca educarnos porque sabe más, porque se erige sabedor de la verdad.
Y eso deja al niño sin la posibilidad de elaborar su propio pensamiento a cerca de lo que está bien o mal, de lo que se debe hacer o no.
Cuando un niño rompe algo de manera accidental, si no ha habido castigo previo, vendrá y nos lo mostrará para que veamos lo que ha pasado y ante un hecho que no conoce, vea cómo actuamos. Si en ese momento castigamos aprenderá que la próxima vez, mejor ocultar el hecho. Si aplicamos consecuencia y diálogo aprenderá que ante un problema o situación inesperada se busca una solución y posteriormente se puede además reparar el daño moral si lo hubiera. No ocultará lo que ha pasado porque no habrá miedo a represalias.
5. El castigo educa desde el miedo, la consecuencia desde la reflexión
El castigo busca erradicar el comportamiento quitando privilegios. Eso nos lleva a la conducta de evitación, que nos lleva a mentir, ocultar, disimular y echar balones fuera, justificaciones… por el miedo al castigo.
La consecuencia busca educar en responsabilidad de nuestros actos. Busca que aprendamos a vivir en sociedad respetando el espacio y posesiones de los otros. No hay miedo porque tras el echo hay diálogo y resolución de situaciones, nada que nos deba preocupar. Nada que haga que el niño quiera huir de lo que vendrá después.
Estas son solo 5 diferencias, aunque seguro que hay más. Para acabar, una pista sobre si es consecuencia o castigo, lo que vas a hacer, ¿se lo harías a tu pareja? ¿Lo haces desde el enfado? ¿Quieres demostrar superioridad? ¿Lo haces desde el amor? Si contestas a estas preguntas podrás ver si es castigo o consecuencia.
Irene Álvarez
jueves, 11 de diciembre de 2014
lunes, 1 de diciembre de 2014
Consejos para una buena implicación de los abuelos en la educación de los niños/as
Los abuelos siempre han tenido un papel muy importante en las familias, son una figura de apego presente desde el primer momento para los más pequeños y un referente que ejerce una importante influencia en los padres y madres.
El ritmo de vida actual y las condiciones sociales, hacen que este papel de los abuelos se intensifique, siendo cada vez más frecuente las familias que han de recurrir a la ayuda y apoyo de los abuelos para la educación de los niños y niñas. El rol de los abuelos se ha transformado, ya no solo son una figura de apoyo, se han convertido en unos segundos padres o padres sustitutos que desempeñan el papel de éstos cuando están ausentes u ocupados en sus trabajos.
La implicación de los abuelos, se hace en muchos casos necesaria. Esta ayuda imprescindible que aporta importantes beneficios no siempre está exenta de problemas o conflictos. Veamos los más comunes:
Conflictos a la hora de establecer normas, reglas o límites. Es habitual que entre ambos miembros de la pareja aparezcan los conflictos a la hora de llegar a un acuerdo en determinados temas relacionado con la educación de los niños/as. Cuando entran en juego los abuelos estos conflictos se multiplican, ya que estamos hablando de más figuras de autoridad y apego, cada una con su propio criterio y opinión.
Posible sobrecarga de los abuelos.Los abuelos ya tienen una edad y ya han educado a unos hijos. La educación de un niño/a exige mucho tiempo y constancia, en ocasiones los abuelos se encuentran sobrecargados con esta nueva labor.
Los abuelos ejercen su rol de padres con los padres del niño/a. No debemos olvidar que los abuelos antes que abuelos son los padres de los padres. Es habitual que tiendan a ejercer su rol de padres y opinen, riñan e incluso impongan a los padres.
Los niños y niñas juegan a poner al límite las distintas figuras de autoridad. Resulta común que los niños y niñas busquen hasta donde pueden llegar con los distintos adultos que se encargan de su atención y cuidado. Los abuelos tienden a consentir y mimar a sus nietos, y éstos siendo conscientes de esto tenderán a aprovechar este trato de favor en su beneficio. Esto ha ocurrido siempre, pero en otras épocas el papel de los abuelos no era tan directo en la educación.
La implicación de los abuelos tiene también importantes beneficios para la educación de los niños y niñas y para el buen funcionamiento de la familia. Veamos cuales son:
La educación de un niño/a se enriquece con más personas y aportaciones.
Suponen un desahogo para las cargas familiares.
Aportan un punto de vista diferente que sirve de conciliación y mediación ante determinados conflictos.
Apoyan la labor de los padres y proporcionan una figura distinta que pueda paliar determinadas necesidades tanto de los niños/as como de los padres.
Consejos para una buena implicación de los abuelos en la educación de los niños y niñas
Todos somos personas adultas que tratamos de aportar lo mejor para la educación de los niños y niñas, por ello es fundamental que desarrollemos una comunicación fluida y asertiva, donde podamos explicar y defender nuestros puntos de vista sin dañar a los demás.
Es fundamental consensuar las normas entre todas las figuras de autoridad. Es importante que los padres escuchen y acepten la opinión de los abuelos y que éstos respeten las normas y el criterio de los padres.
Los abuelos son una figura de apoyo y ayuda fundamental, pero nunca deben sustituir a los padres. Es fundamental que cada uno mantenga su papel como figura importante para el desarrollo del niño/a. Los padres no deben delegar determinadas funciones en los abuelos y los abuelos no deben meterse en esas funciones.
Ante los conflictos es importante que todas las partes mantengan la calma. Los padres han de asumir que si los abuelos les ayudan tienen derecho a opinar y a ejercer su rol de padres, entiendo que su intención es buena. Los abuelos por su parte han de comprender que sus hijos ya son adultos y que no pueden tratarlos como a niños/as.
Cada uno tiene su función y es una figura importante para el desarrollo sano del niño/a, pero debemos mantener la autoridad y el respeto con todas las figuras. Todos tenemos la misma autoridad de cara al niño/a, es decir lo que no se le consiente con los padres, tampoco con los abuelos. Es fundamental que nadie quite autoridad a nadie delante del niño/a.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
El ritmo de vida actual y las condiciones sociales, hacen que este papel de los abuelos se intensifique, siendo cada vez más frecuente las familias que han de recurrir a la ayuda y apoyo de los abuelos para la educación de los niños y niñas. El rol de los abuelos se ha transformado, ya no solo son una figura de apoyo, se han convertido en unos segundos padres o padres sustitutos que desempeñan el papel de éstos cuando están ausentes u ocupados en sus trabajos.
La implicación de los abuelos, se hace en muchos casos necesaria. Esta ayuda imprescindible que aporta importantes beneficios no siempre está exenta de problemas o conflictos. Veamos los más comunes:
Conflictos a la hora de establecer normas, reglas o límites. Es habitual que entre ambos miembros de la pareja aparezcan los conflictos a la hora de llegar a un acuerdo en determinados temas relacionado con la educación de los niños/as. Cuando entran en juego los abuelos estos conflictos se multiplican, ya que estamos hablando de más figuras de autoridad y apego, cada una con su propio criterio y opinión.
Posible sobrecarga de los abuelos.Los abuelos ya tienen una edad y ya han educado a unos hijos. La educación de un niño/a exige mucho tiempo y constancia, en ocasiones los abuelos se encuentran sobrecargados con esta nueva labor.
Los abuelos ejercen su rol de padres con los padres del niño/a. No debemos olvidar que los abuelos antes que abuelos son los padres de los padres. Es habitual que tiendan a ejercer su rol de padres y opinen, riñan e incluso impongan a los padres.
Los niños y niñas juegan a poner al límite las distintas figuras de autoridad. Resulta común que los niños y niñas busquen hasta donde pueden llegar con los distintos adultos que se encargan de su atención y cuidado. Los abuelos tienden a consentir y mimar a sus nietos, y éstos siendo conscientes de esto tenderán a aprovechar este trato de favor en su beneficio. Esto ha ocurrido siempre, pero en otras épocas el papel de los abuelos no era tan directo en la educación.
La implicación de los abuelos tiene también importantes beneficios para la educación de los niños y niñas y para el buen funcionamiento de la familia. Veamos cuales son:
La educación de un niño/a se enriquece con más personas y aportaciones.
Suponen un desahogo para las cargas familiares.
Aportan un punto de vista diferente que sirve de conciliación y mediación ante determinados conflictos.
Apoyan la labor de los padres y proporcionan una figura distinta que pueda paliar determinadas necesidades tanto de los niños/as como de los padres.
Consejos para una buena implicación de los abuelos en la educación de los niños y niñas
Todos somos personas adultas que tratamos de aportar lo mejor para la educación de los niños y niñas, por ello es fundamental que desarrollemos una comunicación fluida y asertiva, donde podamos explicar y defender nuestros puntos de vista sin dañar a los demás.
Es fundamental consensuar las normas entre todas las figuras de autoridad. Es importante que los padres escuchen y acepten la opinión de los abuelos y que éstos respeten las normas y el criterio de los padres.
Los abuelos son una figura de apoyo y ayuda fundamental, pero nunca deben sustituir a los padres. Es fundamental que cada uno mantenga su papel como figura importante para el desarrollo del niño/a. Los padres no deben delegar determinadas funciones en los abuelos y los abuelos no deben meterse en esas funciones.
Ante los conflictos es importante que todas las partes mantengan la calma. Los padres han de asumir que si los abuelos les ayudan tienen derecho a opinar y a ejercer su rol de padres, entiendo que su intención es buena. Los abuelos por su parte han de comprender que sus hijos ya son adultos y que no pueden tratarlos como a niños/as.
Cada uno tiene su función y es una figura importante para el desarrollo sano del niño/a, pero debemos mantener la autoridad y el respeto con todas las figuras. Todos tenemos la misma autoridad de cara al niño/a, es decir lo que no se le consiente con los padres, tampoco con los abuelos. Es fundamental que nadie quite autoridad a nadie delante del niño/a.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
Normas para usar el móvil e internet y pautas para educarles en un uso responsable.
Un ejemplo de las normas para usar el móvil, que les podemos poner son las siguientes, es aconsejable mostrárselas por escrito y llegar a un acuerdo con ellos (a modo de contrato, tendrás teléfono móvil si cumples estás reglas, si no te lo quitaremos), a continuación exponemos unas cuantas normas a modo de ejemplo, cada caso y cada familia pondrá las que considere convenientes. Es fundamental explicarles el porqué de cada norma.
Como padres siempre sabremos la contraseña.
Antes de descargar una aplicación tendrás que informarnos.
Contestaras siempre a nuestras llamadas.
El teléfono se apaga por la noche. Y se mantiene en silencio en lugares públicos.
El móvil no se lleva al colegio, a no ser que sea necesario localizarte por algo, o tengas que avisarnos por algo (como ir a recogerte).
Si el móvil se cae, rompe o pierde, tú serás el responsable.
No uses el móvil para mentir, insultar o dañar a otras personas. No entres en conversaciones que provoquen estos perjuicios a otros. Si eres tú quien resulta dañado/a nos informaras de ello.
No hables, ni entables amistad con personas que no conozcas en persona.
No usaras el móvil para decir algo que no dirías en persona, cuando te estemos escuchando.
El móvil no se usa para enviar fotos privadas, ni intimas tuyas ni de otras personas, puede provocar importantes repercusiones en tu vida. Si recibes alguna foto privada de alguien tendrás que informarnos para poder actuar.
10 Pautas para educarles en un uso responsable
Explícales los riesgos y los beneficios del uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación.
No les prohíbas el acceso a las TIC, en lugar de ello, procura un uso supervisado. Puedes llegar a acuerdos con ellos, del tipo puedes conectarte a internet cuando yo este delante.
Enséñales a cuidar su privacidad y datos personales. Explícales que no deben dar sus datos personales, información íntima o fotos privadas a nadie, ni aunque sean personas conocidas.
Muéstrales el uso de las diferentes herramientas, para buscar información y para comunicarse. Es importante enseñarles cosas como por ejemplo como pueden proteger su privacidad en las redes sociales.
Crea un clima de confianza con ellos, explícales que con las nuevas tecnologías todos podemos equivocarnos. Que tus normas y lo que estas enseñando servirán de ayuda para que haga un uso seguro, pero que ante cualquier problema lo mejor es comunicártelo. Deben sentirse seguros para comunicarte cualquier problema y no temer la reprimenda.
Hazles saber que las aplicaciones de mensajería y redes sociales, sirven y son muy útiles para comunicarnos con nuestros amigos y conocidos, pero que no deben usarse con desconocidos o para decir algo que no diríamos en persona.
Insiste en que estas herramientas no deben usadas bajo ningún concepto para mentir, insultar o dañar a nadie. Y que en caso de que les ocurra a ellos deben informar de lo ocurrido.
Ponles un horario de uso de internet y del móvil (ya sea para enviar mensajes, escuchar música o juegos, …) que deben cumplir. Es aconsejable acordar con ellos este horario. Por ejemplo, puedes usar el móvil después de hacer los deberes, pero a las 21 h tiene que estar apagado.
Ten siempre acceso a su teléfono móvil y al ordenador, conoce sus contraseñas. No se trata de meternos en su intimidad, es bueno dejarles su parcela. Es decir no es bueno controlar constantemente ni su móvil, ni sus conexiones, pero sí estar pendientes de ello.
No les permitas usar el móvil cuando estén hablando contigo o con otras personas.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
Como padres siempre sabremos la contraseña.
Antes de descargar una aplicación tendrás que informarnos.
Contestaras siempre a nuestras llamadas.
El teléfono se apaga por la noche. Y se mantiene en silencio en lugares públicos.
El móvil no se lleva al colegio, a no ser que sea necesario localizarte por algo, o tengas que avisarnos por algo (como ir a recogerte).
Si el móvil se cae, rompe o pierde, tú serás el responsable.
No uses el móvil para mentir, insultar o dañar a otras personas. No entres en conversaciones que provoquen estos perjuicios a otros. Si eres tú quien resulta dañado/a nos informaras de ello.
No hables, ni entables amistad con personas que no conozcas en persona.
No usaras el móvil para decir algo que no dirías en persona, cuando te estemos escuchando.
El móvil no se usa para enviar fotos privadas, ni intimas tuyas ni de otras personas, puede provocar importantes repercusiones en tu vida. Si recibes alguna foto privada de alguien tendrás que informarnos para poder actuar.
10 Pautas para educarles en un uso responsable
Explícales los riesgos y los beneficios del uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación.
No les prohíbas el acceso a las TIC, en lugar de ello, procura un uso supervisado. Puedes llegar a acuerdos con ellos, del tipo puedes conectarte a internet cuando yo este delante.
Enséñales a cuidar su privacidad y datos personales. Explícales que no deben dar sus datos personales, información íntima o fotos privadas a nadie, ni aunque sean personas conocidas.
Muéstrales el uso de las diferentes herramientas, para buscar información y para comunicarse. Es importante enseñarles cosas como por ejemplo como pueden proteger su privacidad en las redes sociales.
Crea un clima de confianza con ellos, explícales que con las nuevas tecnologías todos podemos equivocarnos. Que tus normas y lo que estas enseñando servirán de ayuda para que haga un uso seguro, pero que ante cualquier problema lo mejor es comunicártelo. Deben sentirse seguros para comunicarte cualquier problema y no temer la reprimenda.
Hazles saber que las aplicaciones de mensajería y redes sociales, sirven y son muy útiles para comunicarnos con nuestros amigos y conocidos, pero que no deben usarse con desconocidos o para decir algo que no diríamos en persona.
Insiste en que estas herramientas no deben usadas bajo ningún concepto para mentir, insultar o dañar a nadie. Y que en caso de que les ocurra a ellos deben informar de lo ocurrido.
Ponles un horario de uso de internet y del móvil (ya sea para enviar mensajes, escuchar música o juegos, …) que deben cumplir. Es aconsejable acordar con ellos este horario. Por ejemplo, puedes usar el móvil después de hacer los deberes, pero a las 21 h tiene que estar apagado.
Ten siempre acceso a su teléfono móvil y al ordenador, conoce sus contraseñas. No se trata de meternos en su intimidad, es bueno dejarles su parcela. Es decir no es bueno controlar constantemente ni su móvil, ni sus conexiones, pero sí estar pendientes de ello.
No les permitas usar el móvil cuando estén hablando contigo o con otras personas.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
martes, 25 de noviembre de 2014
¿De qué hablas con tu hijos? Los cinco niveles de comunicación.
Durante el día todos tenemos muchísimas conversaciones con nuestros hijos. Hablamos de cómo les ha ido el colegio, de sus amigos, de sus juegos. Pero no todas tienen el mismo nivel de profundidad y no todas son igualmente de beneficiosas para ellos.
En las conversaciones se pueden dar 5 niveles de profundidad.
El primer nivel es cuando hablamos de las cosas. Del partido de fútbol, de los deberes, de los cuentos, de la comida. Este es el nivel más superficial de una conversación.
En el segundo nivel hablamos de otras personas. De lo que ha hecho su amigo, la profesora, el vecino del 5º o la madre de mi amiga.
El tercero es cuando hablamos de nosotros. Le explico a mi hijo lo que me ha pasado en el trabajo o a qué jugaba cuando era pequeño. O mi hijo me explica a qué está jugando, cuál es su cuento preferido o lo qué ha hecho en el colegio.
En este nivel ya compartimos algo de intimidad y nos aproximamos afectivamente. Yo conozco algo más de él y él de mi.
El cuarto nivel es cuando comunicamos sentimientos. Me explica cómo se siente cuando su amiga juega con otras niñas o cuando no juega de titular en su equipo. Yo le explico lo bien o mal que estoy con una persona; lo triste que estoy por la enfermedad del abuelo; lo cansado que llego del trabajo o lo orgulloso que estoy de él porqué ha ayudado a su hermanito.
En este nivel ya compartimos algo más. Compartimos nuestros sentimientos y al hacerlo le estamos diciendo al otro que confiamos en él, por eso compartimos nuestra intimidad. Este es un buen nivel de comunicación y ayuda a estar más unidos y a querernos más.
Pero hay algo mejor. El nivel más profundo de una conversación. Aquel en el que hablamos de los sentimientos que hay entre nosotros. Ya no hablo del tiempo, ni del abuelito, ni de lo que he hecho esta tarde, ni de lo contento que estoy. Hablamos de lo que sentimos el uno por el otro. Y en este momento aparece la magia. Nos hacemos vulnerables al otro y dejamos nuestro corazón, nuestra intimidad en sus manos y demostramos que nos queremos. Al decirle que le quiero y por qué le quiero estoy fortaleciendo ese amor y construyendo vínculos afectivos, fundamentales para su crecimiento emocional y su desarrollo integral.
Al decirle que estoy disgustado porque me ha contestado mal o que me siento ignorado cuando le digo tres veces que venga a cenar y no viene le estoy abriendo mi corazón y le digo dónde me duele.
¿Y si además se lo digo en positivo?… ¡imaginaros!
Muchas gracias por hacerme caso y recoger la habitación sin quejarte. Me he sentido muy querido. Esto es una bomba de autoestima. Y lo querrá repetir más veces.
Depende de lo que hablemos, nuestro grado de profundidad con él será uno u otro… Y si esto condiciona tanto la relación… ¿por qué no pensar también de qué hablamos con nuestra pareja y a qué nivel?
Alex Visús
Coach familiar, educativo y de pareja
jueves, 20 de noviembre de 2014
martes, 11 de noviembre de 2014
Papá, mamá; ¡quiero ser feliz! , Cómo construir una autoestima sana y fuerte.
“La autoestima es la reputación que tenemos de nosotros mismos. Cuanto más sólida sea, mejor equipados estaremos para enfrentarnos a los problemas que surgen en el trabajo o en la vida personal, con más rapidez podremos recuperarnos de una caída y más energía tendremos para empezar de nuevo” Nathaniel Branden
La autoestima, también llamada autoaceptación o inteligencia emocional intrapersonal, este último término acuñado por el prestigioso profesor de psicología de la Universidad de Harvard Daniel Goleman en 1999, es uno de los factores más determinantes para entender cómo nos enfrentamos en los eventos que nos ocurren día a día, de las expectativas que lanzamos hacia el éxito o el fracaso y un elemento clave para entender cómo nos relacionamos con nosotros mismos y los demás, ya sea en el trabajo, con nuestra pareja, como padres y hasta en el sexo.
Quererse significa estar convencido de que uno es competente para vivir y merece ser feliz, independientemente de las circunstancias que le rodeen y los eventos que le ocurran, enfrentándose al día a día con mayor confianza, optimismo y generosidad hacia uno mismo, lo cual nos ayuda a alcanzar nuestras metas a pesar de las trabas y las dificultades que encontremos en el camino, a vivirlas con plenitud, mejorando nuestro bienestar, aumentando la percepción de salud y de calidad de vida.
En definitiva, desarrollar y mejorar nuestra autoestima significa ampliar nuestra capacidad de ser felices, aceptando nuestras limitaciones y fortalezas, mejorando la relación con nosotros mismos y los demás, a la vez que hacemos más dichosos a las personas que nos rodean.
La autoestima comienza a construirse desde que nacemos, en el momento que comenzamos a interactuar con todos los elementos de nuestro entorno y no finaliza nunca, ya que se trata de un proyecto para todo la vida, en el que cada día se presentan multitud de retos que hay que resolver y realizar. Por tanto, nos encontramos ante un concepto bastante estable pero cambiante, el cual puede ser susceptible de modificación a través de las nuevas experiencias y situaciones que vayamos resolviendo en nuestro quehacer diario.
Como padres, nuestra contribución en la construcción de una autoestima sana y fuerte es vital en nuestros hij@s, ya que marcara el comienzo y la trayectoria de una dirección, que si es positiva, sana y fuerte, contribuirá de forma decisiva, en todas las facetas y ámbitos de su vida tanto en el momento presente como cuando sea adulto. En definitiva, se trata de que nuestro hij@ se sienta bien consigo mismo, note que es importante para su entorno, sepa que le quieren, reconozca sus errores, los acepte con naturalidad y entienda que son necesarios para alcanzar el éxito en todo aquello que emprenda. Por ello, para comenzar este viaje con decisión y pisando fuerte, os proponemos una serie de recomendaciones para realizar día a día con vuestros hij@s:
1.- El primer paso que tenemos que tener claro para poder enfatizar y realzar todos los aspectos positivos de nuestros hij@s es conocer sus fortalezas y limitaciones, reforzando todos aquellos puntos fuertes que presentan, minimizando sus limitaciones y aceptándoles tal y como son.
Para ello, os recomendamos un ejercicio muy útil y fácil: escribir en un cuaderno todas aquellas cualidades, puntos fuertes y aspectos valiosos que crees que tiene tu hij@, mejor si lo haces con tu pareja y una vez hecho, contrástalo con otros familiares, maestr@s, amig@s de tus hij@s… con un doble objetivo; por un lado dar a conocer al entorno de tu hij@ dichas cualidades y por otro completar ese listado intentando que sea lo más extenso posible.
Utilizarlo como herramienta habitual, leyéndolo con él, recordando sus cualidades y enfatizando todas los puntos fuertes que presenta.
No dar nunca por finalizado el ejercicio, ya que en cualquier momento nos daremos cuenta que hay cualidades nuevas que habrá que apuntarlas en el cuaderno… también nos servirá para que con el tiempo observemos toda la evolución de nuestros hij@s, se la reconozcamos e incluso le sirva a él cuando sea un futuro adulto para valorarse y apreciarse de forma positiva.
2.- Diferenciar entre la conducta y la personalidad de nuestro hij@, definiendo de forma sencilla que la personalidad es la forma de ser de cada un@, mientras que la conducta son las acciones que realizamos.
En caso de modificar algo siempre será la conducta del niñ@, respetando a nuestro hij@ por su forma de ser y sus rasgos de personalidad. Aspecto fundamental ya que la conducta es un acto que puede ser modificado y corregido, pero su forma de ser no, mostrando aceptación absoluta a cómo es y nunca verbalizando ni condicionando nuestro cariño y amor por cómo es o cómo se comporta.
Es necesario que entienda qué conductas son las que puede mejorar y corregir pero nunca tiene que dudar de que le vayamos a dejar de querer por su forma de ser o por las conductas que haga.
En definitiva, transmitir y trabajar con nuestros hij@s que no es lo mismo hacer una tontería que ser un tonto, insistiendo en que todos cometemos errores, hacemos cosas que no nos gustan, que no son lo mejor para nosotros pero que no pasa nada, porque eso se puede trabajar, mejorar, corregir siempre que queramos, pongamos ganas, esfuerzo, tiempo y constancia. De lo contrario, puede ocurrir que aprendan que hagan lo que hagan nunca van a conseguir los resultados esperados, entrando en lo que denominamos indefensión aprendida con un lenguaje interno como “no sé qué hacer, haga lo que haga siempre fracaso…”, poniendo excusas a cualquier tarea o actividad ya que prefieren no realizarlas por miedo a no hacerlo bien, utilizando frases como: no lo quiero hacer, lo haré más tarde, ahora no puedo,…
3.- Aceptar la diferencia con normalidad. Hacer entender que tod@s somos diferentes y únicos, insistiendo en que la diversidad es un hecho natural que aporta riqueza, existiendo un gran abanico de personas dispares pero enfatizando la idea de que tod@s somos diferentes pero ni mejores ni peores.
Ayudar a entender y apreciar la diversidad tanto en él mismo como en los demás, aprendiendo a aceptarse con todas sus limitaciones y fortalezas, como personas únicas e irrepetibles, no sintiéndose mal por ser diferente o tener rasgos que no corresponda con la media, rompiendo con lo que denominamos la tiranía de la normalidad. Aspecto crucial en la adolescencia.
4.- Ser optimista. Enseñar a nuestros hij@s a que focalicen su atención en todos los aspectos positivos que nos ofrece la vida, aunque éstos sean muy pequeños o parezcan insignificantes.
Uno de los mejores regalos que podemos transmitir es la capacidad de disfrutar de las cosas pequeñas, esas que muchas veces pasan desapercibidas por el hecho de enfocar nuestro proceso atencional en otros asuntos o situaciones.
No terminar el día sin repasar con vuestros hij@s todos aquellos momentos e instantes del día que han sido positivos y placenteros: jugar con alguien, la sonrisa del maestr@, comer un plato favorito, sentir el sol en la cara, ver a un amig@ feliz, observar una hormiga transportar un trozo de pan, disfrutar de una serie de dibujos animados… insistiendo en el valor de la cosas pequeñas y ayudándoles a reconocerlas, prestándolas atención y admitiendo su valor.
5.- Aumentar la autoconfianza y la autoaceptación. Ambos aspectos están muy ligadas a una autoestima sana y fuerte, ya que sin ellas presentamos serias dificultades para emprender iniciativas y sentirnos capaces, haciendo que perdamos muchas oportunidades para desarrollarse, conseguir objetivos e iniciar proyectos.
Un ejercicio muy útil para fortalecer tanto la autoconfianza y la autoaceptación es la actividad del espejo. Es necesario elegir un momento del día en que vayáis a estar tranquilos, con privacidad y con el suficiente tiempo para centraros en vuestro hij@ de forma plena y sin interrupciones. Mejor si se trata de un espejo de pie, grande y que posibilite poder observar el cuerpo entero. Poner al niñ@ frente al espejo, el cual debe estar ubicado a su altura, para verse de frente. Decirle que se mire unos minutos en silencio, comenzando por sus ojos y recorriendo todo su cuerpo, desde la cabeza hasta los pies. Una vez hecho, repasa con él todo su cuerpo, fomentando su autoaceptación, con mensajes positivos tanto de sus rasgos físicos como de sus rasgos de personalidad.
Cuando hayas terminado, que lo repita él, terminando la actividad con un gran abrazo, diciéndole lo importante que es para vosotros y lo mucho que le queréis. Intentar crear un hábito de este ejercicio, realizándolo de vez en cuando y con tiempo.
6.- Sentido del humor, enseñándoles a reírse de un@ mismo cuando no ocurran las cosas como uno quiere. Si somos capaces de reírnos de nosotr@s mismos, de nuestros errores, experiencias personales y compartirlo con las personas que nos rodean de forma sana y natural, estaremos enseñando una de las capacidades más fundamentales para afrontar todos los eventos estresantes que nos ocurran de una forma sana, plantecera y productiva, desdramatizando la realidad y riéndonos de ella.
La risa y el humor son unos grandes aliados terapéuticos, con una alta efectividad ante eventos negativos, dando la vuelta a la situación, focalizando nuestra atención en los aspectos positivos del evento en lugar de quedarnos con el error y el sentimiento de culpa.
7.- Permitirse equivocarse y hacerlo sin traumas, sin ira y sin sentirse culpable, entendiendo el error como un paso necesario para alcanzar el éxito, trabajando mucho más el proceso que el resultado, elogiando el esfuerzo, la constancia, el poner ganas… más que los resultados en sí mismos, enfatizando que la excelencia se consigue a base de errores y entrenamiento.
Si las cosas no ocurren como un@ quiere, transmitir que no pasa nada, porque lo verdaderamente importante es volverlo a intentar, poner ganas, esforzarse y continuar adelante.
Fortalecer la idea de que el error y el entrenamiento constante son la base del aprendizaje y del éxito.
Evitar la acusación y la ridiculización cuando las cosas no ocurran como queramos.
La aceptación empieza por la actitud de los propios padres, se transmite tanto a nuestro hijo como a su entorno con el ejemplo y normalizando el error como parte básica del aprendizaje.
Muy relacionado con el punto anterior, la aceptación del error es absoluto cuando conseguimos reírnos de la situación, enfatizar lo cómico y compartirlo con nuestro entorno.
8.- Enseñar a atender y cuidar el cuerpo. No sólo centrarse en cuestiones psicológicas ya que cuando un@ se quiere también valora y cuida su cuerpo.
Fomentar el hábito del ejercicio físico ya no sólo como actividad necesaria para estar en forma sino como un ejercicio vital para reducir estrés y liberar endorfinas (llamadas también hormonas de la felicidad, las cuales se liberan con actividades tan gratificantes como el ejercicio físico, el consumo de ciertos alimentos como el chocolate, estados de enamoramiento…).
Al mismo tiempo cuidar la alimentación, enseñando a disfrutar tanto de las frutas como de las verduras, consumiendo zumos, preparando la lista de la comprar con ell@s, enfatizando y preguntándoles que frutas y verduras quieren comer y comprar, preparando recetas de comida con ell@s en lo que haya ingredientes saludables, teniendo siempre en casa un frutero lleno de fruta disponible y apetecible, hablando con l@s maestr@s de la escuela para fomentar el consumo de una fruta en los recreos…
9.- Existen tres necesidades afectivas básicas: Sentirse escuchado, mirado y acariciado. Es fundamental que como padres tengamos muy presentes esas tres cuestiones, para que en la práctica diaria tengamos espacios y tiempos para poder satisfacer y cubrir dichos aspectos: dedicar todos los días un tiempo de calidad para escuchar a nuestros hij@s, sus preocupaciones, lo que les ha pasado durante el día, con quien ha jugado, lo que han hecho en la escuela… mirándole a los ojos y prestándoles atención… indicándoles tanto con nuestro cuerpo y nuestra cara (comunicación no verbal) que les estamos escuchando y mirando. Por otro lado, las caricias y los abrazos deben ser habituales en el funcionamiento diario con nuestros hij@s, normalizándolas y fomentando el afecto positivo entre padres e hij@s.
10.- Evitar la sobreprotección, las palabras que hieren, las críticas y la falta de respeto. Tenemos que tener muy claro que nuestros hij@s deben ir asumiendo responsabilidades a medida que van creciendo, dejándoles ser independientes y observando las consecuencias, tanto positivas como negativas, de su conducta y sus decisiones.
La sobreprotección es uno de los aspectos más habituales en muchos padres, ocasionando graves consecuencias negativas a sus hij@s sobre todo en la adolescencia y la juventud, convirtiéndoles en personas exigentes, muy demandantes y acostumbradas a que los demás estén pendientes de sus necesidades y asuntos. En su lugar, cree en tu hij@, ofrécele confianza y dale responsabilidades. Al principio estate atento y supervisa la actividad para asegurarnos que lo consigue y no se desanima: refuérzale el esfuerzo, las ganas que pone a las cosas y minimiza el resultado sea cual sea, ya que lo importante es que interiorice que con constancia y ganas todo se consigue.
Por otro lado no emplear palabras hirientes, críticas constantes y faltas de respeto. En lugar de decir: Eres un vag@, no dedicas tiempo suficiente al estudio, darle la vuelta a la frase poniéndola en positivo y enfatizando lo que hace.
Por ejemplo, cuando observemos a nuestro hij@ dedicar tiempo a hacer los deberes reforzarle con el elogio y el reconocimiento; “muy bien, da gusto verte trabajar, eres muy responsable!”, otra forma de decirlo sería “yo me siento muy triste cuando no dedicas todos los días un tiempo para hacer la tarea ya que con trabajo y constancia todo se consigue, logrando todo aquello que te propongas”.
No olvidar que los niñ@s funcionan mucho mejor con el refuerzo positivo que con el castigo, por lo que conseguiremos mejores resultados utilizando el elogio verbal y el reconocimiento que riñendo y criticando los aspectos que no nos gustan.
La autoestima, también llamada autoaceptación o inteligencia emocional intrapersonal, este último término acuñado por el prestigioso profesor de psicología de la Universidad de Harvard Daniel Goleman en 1999, es uno de los factores más determinantes para entender cómo nos enfrentamos en los eventos que nos ocurren día a día, de las expectativas que lanzamos hacia el éxito o el fracaso y un elemento clave para entender cómo nos relacionamos con nosotros mismos y los demás, ya sea en el trabajo, con nuestra pareja, como padres y hasta en el sexo.
Quererse significa estar convencido de que uno es competente para vivir y merece ser feliz, independientemente de las circunstancias que le rodeen y los eventos que le ocurran, enfrentándose al día a día con mayor confianza, optimismo y generosidad hacia uno mismo, lo cual nos ayuda a alcanzar nuestras metas a pesar de las trabas y las dificultades que encontremos en el camino, a vivirlas con plenitud, mejorando nuestro bienestar, aumentando la percepción de salud y de calidad de vida.
En definitiva, desarrollar y mejorar nuestra autoestima significa ampliar nuestra capacidad de ser felices, aceptando nuestras limitaciones y fortalezas, mejorando la relación con nosotros mismos y los demás, a la vez que hacemos más dichosos a las personas que nos rodean.
La autoestima comienza a construirse desde que nacemos, en el momento que comenzamos a interactuar con todos los elementos de nuestro entorno y no finaliza nunca, ya que se trata de un proyecto para todo la vida, en el que cada día se presentan multitud de retos que hay que resolver y realizar. Por tanto, nos encontramos ante un concepto bastante estable pero cambiante, el cual puede ser susceptible de modificación a través de las nuevas experiencias y situaciones que vayamos resolviendo en nuestro quehacer diario.
Como padres, nuestra contribución en la construcción de una autoestima sana y fuerte es vital en nuestros hij@s, ya que marcara el comienzo y la trayectoria de una dirección, que si es positiva, sana y fuerte, contribuirá de forma decisiva, en todas las facetas y ámbitos de su vida tanto en el momento presente como cuando sea adulto. En definitiva, se trata de que nuestro hij@ se sienta bien consigo mismo, note que es importante para su entorno, sepa que le quieren, reconozca sus errores, los acepte con naturalidad y entienda que son necesarios para alcanzar el éxito en todo aquello que emprenda. Por ello, para comenzar este viaje con decisión y pisando fuerte, os proponemos una serie de recomendaciones para realizar día a día con vuestros hij@s:
1.- El primer paso que tenemos que tener claro para poder enfatizar y realzar todos los aspectos positivos de nuestros hij@s es conocer sus fortalezas y limitaciones, reforzando todos aquellos puntos fuertes que presentan, minimizando sus limitaciones y aceptándoles tal y como son.
Para ello, os recomendamos un ejercicio muy útil y fácil: escribir en un cuaderno todas aquellas cualidades, puntos fuertes y aspectos valiosos que crees que tiene tu hij@, mejor si lo haces con tu pareja y una vez hecho, contrástalo con otros familiares, maestr@s, amig@s de tus hij@s… con un doble objetivo; por un lado dar a conocer al entorno de tu hij@ dichas cualidades y por otro completar ese listado intentando que sea lo más extenso posible.
Utilizarlo como herramienta habitual, leyéndolo con él, recordando sus cualidades y enfatizando todas los puntos fuertes que presenta.
No dar nunca por finalizado el ejercicio, ya que en cualquier momento nos daremos cuenta que hay cualidades nuevas que habrá que apuntarlas en el cuaderno… también nos servirá para que con el tiempo observemos toda la evolución de nuestros hij@s, se la reconozcamos e incluso le sirva a él cuando sea un futuro adulto para valorarse y apreciarse de forma positiva.
2.- Diferenciar entre la conducta y la personalidad de nuestro hij@, definiendo de forma sencilla que la personalidad es la forma de ser de cada un@, mientras que la conducta son las acciones que realizamos.
En caso de modificar algo siempre será la conducta del niñ@, respetando a nuestro hij@ por su forma de ser y sus rasgos de personalidad. Aspecto fundamental ya que la conducta es un acto que puede ser modificado y corregido, pero su forma de ser no, mostrando aceptación absoluta a cómo es y nunca verbalizando ni condicionando nuestro cariño y amor por cómo es o cómo se comporta.
Es necesario que entienda qué conductas son las que puede mejorar y corregir pero nunca tiene que dudar de que le vayamos a dejar de querer por su forma de ser o por las conductas que haga.
En definitiva, transmitir y trabajar con nuestros hij@s que no es lo mismo hacer una tontería que ser un tonto, insistiendo en que todos cometemos errores, hacemos cosas que no nos gustan, que no son lo mejor para nosotros pero que no pasa nada, porque eso se puede trabajar, mejorar, corregir siempre que queramos, pongamos ganas, esfuerzo, tiempo y constancia. De lo contrario, puede ocurrir que aprendan que hagan lo que hagan nunca van a conseguir los resultados esperados, entrando en lo que denominamos indefensión aprendida con un lenguaje interno como “no sé qué hacer, haga lo que haga siempre fracaso…”, poniendo excusas a cualquier tarea o actividad ya que prefieren no realizarlas por miedo a no hacerlo bien, utilizando frases como: no lo quiero hacer, lo haré más tarde, ahora no puedo,…
3.- Aceptar la diferencia con normalidad. Hacer entender que tod@s somos diferentes y únicos, insistiendo en que la diversidad es un hecho natural que aporta riqueza, existiendo un gran abanico de personas dispares pero enfatizando la idea de que tod@s somos diferentes pero ni mejores ni peores.
Ayudar a entender y apreciar la diversidad tanto en él mismo como en los demás, aprendiendo a aceptarse con todas sus limitaciones y fortalezas, como personas únicas e irrepetibles, no sintiéndose mal por ser diferente o tener rasgos que no corresponda con la media, rompiendo con lo que denominamos la tiranía de la normalidad. Aspecto crucial en la adolescencia.
4.- Ser optimista. Enseñar a nuestros hij@s a que focalicen su atención en todos los aspectos positivos que nos ofrece la vida, aunque éstos sean muy pequeños o parezcan insignificantes.
Uno de los mejores regalos que podemos transmitir es la capacidad de disfrutar de las cosas pequeñas, esas que muchas veces pasan desapercibidas por el hecho de enfocar nuestro proceso atencional en otros asuntos o situaciones.
No terminar el día sin repasar con vuestros hij@s todos aquellos momentos e instantes del día que han sido positivos y placenteros: jugar con alguien, la sonrisa del maestr@, comer un plato favorito, sentir el sol en la cara, ver a un amig@ feliz, observar una hormiga transportar un trozo de pan, disfrutar de una serie de dibujos animados… insistiendo en el valor de la cosas pequeñas y ayudándoles a reconocerlas, prestándolas atención y admitiendo su valor.
5.- Aumentar la autoconfianza y la autoaceptación. Ambos aspectos están muy ligadas a una autoestima sana y fuerte, ya que sin ellas presentamos serias dificultades para emprender iniciativas y sentirnos capaces, haciendo que perdamos muchas oportunidades para desarrollarse, conseguir objetivos e iniciar proyectos.
Un ejercicio muy útil para fortalecer tanto la autoconfianza y la autoaceptación es la actividad del espejo. Es necesario elegir un momento del día en que vayáis a estar tranquilos, con privacidad y con el suficiente tiempo para centraros en vuestro hij@ de forma plena y sin interrupciones. Mejor si se trata de un espejo de pie, grande y que posibilite poder observar el cuerpo entero. Poner al niñ@ frente al espejo, el cual debe estar ubicado a su altura, para verse de frente. Decirle que se mire unos minutos en silencio, comenzando por sus ojos y recorriendo todo su cuerpo, desde la cabeza hasta los pies. Una vez hecho, repasa con él todo su cuerpo, fomentando su autoaceptación, con mensajes positivos tanto de sus rasgos físicos como de sus rasgos de personalidad.
Cuando hayas terminado, que lo repita él, terminando la actividad con un gran abrazo, diciéndole lo importante que es para vosotros y lo mucho que le queréis. Intentar crear un hábito de este ejercicio, realizándolo de vez en cuando y con tiempo.
6.- Sentido del humor, enseñándoles a reírse de un@ mismo cuando no ocurran las cosas como uno quiere. Si somos capaces de reírnos de nosotr@s mismos, de nuestros errores, experiencias personales y compartirlo con las personas que nos rodean de forma sana y natural, estaremos enseñando una de las capacidades más fundamentales para afrontar todos los eventos estresantes que nos ocurran de una forma sana, plantecera y productiva, desdramatizando la realidad y riéndonos de ella.
La risa y el humor son unos grandes aliados terapéuticos, con una alta efectividad ante eventos negativos, dando la vuelta a la situación, focalizando nuestra atención en los aspectos positivos del evento en lugar de quedarnos con el error y el sentimiento de culpa.
7.- Permitirse equivocarse y hacerlo sin traumas, sin ira y sin sentirse culpable, entendiendo el error como un paso necesario para alcanzar el éxito, trabajando mucho más el proceso que el resultado, elogiando el esfuerzo, la constancia, el poner ganas… más que los resultados en sí mismos, enfatizando que la excelencia se consigue a base de errores y entrenamiento.
Si las cosas no ocurren como un@ quiere, transmitir que no pasa nada, porque lo verdaderamente importante es volverlo a intentar, poner ganas, esforzarse y continuar adelante.
Fortalecer la idea de que el error y el entrenamiento constante son la base del aprendizaje y del éxito.
Evitar la acusación y la ridiculización cuando las cosas no ocurran como queramos.
La aceptación empieza por la actitud de los propios padres, se transmite tanto a nuestro hijo como a su entorno con el ejemplo y normalizando el error como parte básica del aprendizaje.
Muy relacionado con el punto anterior, la aceptación del error es absoluto cuando conseguimos reírnos de la situación, enfatizar lo cómico y compartirlo con nuestro entorno.
8.- Enseñar a atender y cuidar el cuerpo. No sólo centrarse en cuestiones psicológicas ya que cuando un@ se quiere también valora y cuida su cuerpo.
Fomentar el hábito del ejercicio físico ya no sólo como actividad necesaria para estar en forma sino como un ejercicio vital para reducir estrés y liberar endorfinas (llamadas también hormonas de la felicidad, las cuales se liberan con actividades tan gratificantes como el ejercicio físico, el consumo de ciertos alimentos como el chocolate, estados de enamoramiento…).
Al mismo tiempo cuidar la alimentación, enseñando a disfrutar tanto de las frutas como de las verduras, consumiendo zumos, preparando la lista de la comprar con ell@s, enfatizando y preguntándoles que frutas y verduras quieren comer y comprar, preparando recetas de comida con ell@s en lo que haya ingredientes saludables, teniendo siempre en casa un frutero lleno de fruta disponible y apetecible, hablando con l@s maestr@s de la escuela para fomentar el consumo de una fruta en los recreos…
9.- Existen tres necesidades afectivas básicas: Sentirse escuchado, mirado y acariciado. Es fundamental que como padres tengamos muy presentes esas tres cuestiones, para que en la práctica diaria tengamos espacios y tiempos para poder satisfacer y cubrir dichos aspectos: dedicar todos los días un tiempo de calidad para escuchar a nuestros hij@s, sus preocupaciones, lo que les ha pasado durante el día, con quien ha jugado, lo que han hecho en la escuela… mirándole a los ojos y prestándoles atención… indicándoles tanto con nuestro cuerpo y nuestra cara (comunicación no verbal) que les estamos escuchando y mirando. Por otro lado, las caricias y los abrazos deben ser habituales en el funcionamiento diario con nuestros hij@s, normalizándolas y fomentando el afecto positivo entre padres e hij@s.
10.- Evitar la sobreprotección, las palabras que hieren, las críticas y la falta de respeto. Tenemos que tener muy claro que nuestros hij@s deben ir asumiendo responsabilidades a medida que van creciendo, dejándoles ser independientes y observando las consecuencias, tanto positivas como negativas, de su conducta y sus decisiones.
La sobreprotección es uno de los aspectos más habituales en muchos padres, ocasionando graves consecuencias negativas a sus hij@s sobre todo en la adolescencia y la juventud, convirtiéndoles en personas exigentes, muy demandantes y acostumbradas a que los demás estén pendientes de sus necesidades y asuntos. En su lugar, cree en tu hij@, ofrécele confianza y dale responsabilidades. Al principio estate atento y supervisa la actividad para asegurarnos que lo consigue y no se desanima: refuérzale el esfuerzo, las ganas que pone a las cosas y minimiza el resultado sea cual sea, ya que lo importante es que interiorice que con constancia y ganas todo se consigue.
Por otro lado no emplear palabras hirientes, críticas constantes y faltas de respeto. En lugar de decir: Eres un vag@, no dedicas tiempo suficiente al estudio, darle la vuelta a la frase poniéndola en positivo y enfatizando lo que hace.
Por ejemplo, cuando observemos a nuestro hij@ dedicar tiempo a hacer los deberes reforzarle con el elogio y el reconocimiento; “muy bien, da gusto verte trabajar, eres muy responsable!”, otra forma de decirlo sería “yo me siento muy triste cuando no dedicas todos los días un tiempo para hacer la tarea ya que con trabajo y constancia todo se consigue, logrando todo aquello que te propongas”.
No olvidar que los niñ@s funcionan mucho mejor con el refuerzo positivo que con el castigo, por lo que conseguiremos mejores resultados utilizando el elogio verbal y el reconocimiento que riñendo y criticando los aspectos que no nos gustan.
viernes, 7 de noviembre de 2014
Padres fabricando niños agresivos que hacen Bullying a sus compañeros. ¿Eres un de ellos?
Reprendes a tu hijo con calificativos denigrantes?, ¿te fijas sólo en las cosas negativas que hace?, ¿lo regañas pese al impacto que causan tus palabras en él?, ¿eres incapaz de mencionar cinco cualidades de tu hijo?
Si la mayoría de tus respuestas fueron afirmativas, podrías ser una madre o un padre que, sin querer, termina haciendo bullying a sus hijos, pues al resaltar sólo lo negativo de su persona y no sus cualidades, dañas fuertemente su autoestima, lo que repercute en sus relaciones personales y lo llevará a repetir, en un futuro, los mismos patrones.
“¡Eres un cochino!” “¡Eres un flojo!” “¡Todo lo haces mal!” “¡Pórtate bien o te pego!” “¡Te voy a acusar!” Estas son frases utilizadas frecuentemente por los padres para conseguir que el niño ponga atención en sus quehaceres o actividades, pero no se dan cuenta que con ello contribuyen a que sus hijos se conviertan en personas inseguras, introvertidas y violentas.
Es por ello que, en los últimos años, muchas organizaciones sociales enfocadas en la prevención de la violencia en las escuelas, han solicitado analizar este tema desde la perspectiva familiar, ya que en muchos casos son los mismos padres los que generan este tipo de conductas, provocando que sus hijos descarguen el coraje y frustración en sus compañeros.
En entrevista, la escritora Trixia Valle, Directora General de la Fundación en Movimiento, A.C., dedicada a la lucha contra el bullying, explica que los niños con conductas agresivas y acosadores suelen provenir de familias que carecen de reglas, donde los niños crecen sobreprotegidos y consentidos, o con una disciplina demasiado severa.
Señala que el maltrato intrafamiliar ha existido toda la vida, sin embargo, los papás que ofenden y agreden a sus hijos, tanto psicológica como físicamente, provocan que haya niños que hacenbullying.
“Creo que todos tenemos nuestra propia telenovela; algunos tuvieron el padre alcohólico, golpeador, y la madre sumisa que lo permitía, pero es necesario cortar esta cadena para que los hijos reciban una educación de calidad. "La familia es la institución clave en la socialización de los niños”, aseguró la especialista.
Conductas injustificables
No obstante, la especialista explica que el maltrato familiar no es la única causa de conductas violentas en los niños, ya que en un 90% los casos de bullying son resultado de la sobreprotección y el consentimiento desmedido por parte de los padres.
“Son niños que nunca tienen consecuencias, que sus padres los defienden de lo indefendible, que los justifican de todas sus conductas; nunca es su culpa, siempre es de alguien más, lo que los convierte en adultos irresponsables, mentirosos, manipuladores, que siempre harán lo que sea para salirse con la suya, rebasando todo tipo de límites”, especificó.
Trixia Valle enfatizó en la necesidad de que los padres observen la conducta de sus hijos, sus amistades, hobbies, mantener comunicación, interactuar con ellos, estar siempre presentes, “porque aunque trabajen 23 horas al día, queda una para hacer la diferencia con los hijos”.
Dijo que en la formación católica, una parte muy importante es la formación de la conciencia, “y cuando un padre sobreprotege a su hijo, está deformando su conciencia, haciéndolo creer que siempre hay una salida fácil, que pueden evadir sus responsabilidades y que simplemente es un santo, que los demás son los mala onda”.
Ante esta problemática, aconseja a los padres de familia seguir estas cinco reglas para convivir mejor en familia.
Convive con tus hijos, pero sin tecnología.
Pregunta “¿qué pasó?” antes de juzgar.
Sé un ejemplo positivo para ellos.
Sé firme pero sin violencia.
Crea alianzas con los maestros de tus hijos.
Autor: Miriam Apolinar | SIAME
Si la mayoría de tus respuestas fueron afirmativas, podrías ser una madre o un padre que, sin querer, termina haciendo bullying a sus hijos, pues al resaltar sólo lo negativo de su persona y no sus cualidades, dañas fuertemente su autoestima, lo que repercute en sus relaciones personales y lo llevará a repetir, en un futuro, los mismos patrones.
“¡Eres un cochino!” “¡Eres un flojo!” “¡Todo lo haces mal!” “¡Pórtate bien o te pego!” “¡Te voy a acusar!” Estas son frases utilizadas frecuentemente por los padres para conseguir que el niño ponga atención en sus quehaceres o actividades, pero no se dan cuenta que con ello contribuyen a que sus hijos se conviertan en personas inseguras, introvertidas y violentas.
Es por ello que, en los últimos años, muchas organizaciones sociales enfocadas en la prevención de la violencia en las escuelas, han solicitado analizar este tema desde la perspectiva familiar, ya que en muchos casos son los mismos padres los que generan este tipo de conductas, provocando que sus hijos descarguen el coraje y frustración en sus compañeros.
En entrevista, la escritora Trixia Valle, Directora General de la Fundación en Movimiento, A.C., dedicada a la lucha contra el bullying, explica que los niños con conductas agresivas y acosadores suelen provenir de familias que carecen de reglas, donde los niños crecen sobreprotegidos y consentidos, o con una disciplina demasiado severa.
Señala que el maltrato intrafamiliar ha existido toda la vida, sin embargo, los papás que ofenden y agreden a sus hijos, tanto psicológica como físicamente, provocan que haya niños que hacenbullying.
“Creo que todos tenemos nuestra propia telenovela; algunos tuvieron el padre alcohólico, golpeador, y la madre sumisa que lo permitía, pero es necesario cortar esta cadena para que los hijos reciban una educación de calidad. "La familia es la institución clave en la socialización de los niños”, aseguró la especialista.
Conductas injustificables
No obstante, la especialista explica que el maltrato familiar no es la única causa de conductas violentas en los niños, ya que en un 90% los casos de bullying son resultado de la sobreprotección y el consentimiento desmedido por parte de los padres.
“Son niños que nunca tienen consecuencias, que sus padres los defienden de lo indefendible, que los justifican de todas sus conductas; nunca es su culpa, siempre es de alguien más, lo que los convierte en adultos irresponsables, mentirosos, manipuladores, que siempre harán lo que sea para salirse con la suya, rebasando todo tipo de límites”, especificó.
Trixia Valle enfatizó en la necesidad de que los padres observen la conducta de sus hijos, sus amistades, hobbies, mantener comunicación, interactuar con ellos, estar siempre presentes, “porque aunque trabajen 23 horas al día, queda una para hacer la diferencia con los hijos”.
Dijo que en la formación católica, una parte muy importante es la formación de la conciencia, “y cuando un padre sobreprotege a su hijo, está deformando su conciencia, haciéndolo creer que siempre hay una salida fácil, que pueden evadir sus responsabilidades y que simplemente es un santo, que los demás son los mala onda”.
Ante esta problemática, aconseja a los padres de familia seguir estas cinco reglas para convivir mejor en familia.
Convive con tus hijos, pero sin tecnología.
Pregunta “¿qué pasó?” antes de juzgar.
Sé un ejemplo positivo para ellos.
Sé firme pero sin violencia.
Crea alianzas con los maestros de tus hijos.
Autor: Miriam Apolinar | SIAME
Tres formas de mejorar la relación y la comunicación con tus hijos
Un parque infantil cualquier día laborable por la tarde: gritos, llamadas públicas de atención de padres a hijos, amenazas, prisas, nervios y descontrol…
Un parque infantil una soleada tarde de sábado: miradas complacidas a los niños, sonrisas, carreras, acompañamiento cariñoso de padres a hijos…
Hace unas semanas que fui consciente de esto y se ha repetido cada vez que he acudido a un lugar frecuentado por familias, con algunas excepciones, claro está. Quiero pensar que casi todos los padres deseamos criar con calma y alegría a nuestros hijos, pero por alguna razón los días de trabajo se apodera de nosotros una desazón extraña que nos transforma en personas irritables, impacientes y nerviosas. Y cuando estamos con niños este estado es una bomba de relojería emocional. La comunicación se rompe o se vuelve una carrera de obstáculos.
Si estás incómodo en tu hogar, si a diario te encuentras dando voces por tonterías que sabes que no merecen esa reacción por tu parte, si te molestan los gritos de los niños, los ruidos de los niños, las bromas de los niños, si ellos también responden con gruñidos y mal humor a quienes les rodean… entonces prueba a hacer esto y me cuentas en los comentarios:
Pasa un rato en exclusiva cada día con tu hijo (y esto quiere decir, sin contestar los mensajes del móvil, sin poner el lavavajillas ni doblar ropa, teniendo apagada la televisión): puedes dedicarlo a los que más os guste o lo que os apetezca hacer en ese momento, leer, dibujar, jugar a las cartas, escribir a un familiar que vive lejos, charlar de lo que le pasó con sus amigos, contarle cómo te fue en el trabajo, recordar anécdotas de su etapa de bebé o de tu etapa de niño. La cuestión es que te dediques en exclusiva a ESTAR con él con los cinco sentidos
Empieza y termina el día con cariño: nada de persianas arriba y ¡levántate, que llegas tarde al cole!, mejor un beso, un buenos días, caricias en el pelo, cinco minutos compartidos en la cama -da igual en la de quién- y con calma compartir el desayuno, el vestirse, quitar las legañas… Y cuando llegue la hora de dormir recuerda que es importante que hayáis resuelto los conflictos pendientes antes de apagar la luz para descansar bien y no llevaros al día siguiente esos asuntos, para evitar comenzar el día con tristeza o rabia contra el otro
Sé cariñoso y dile cuánto te importa con palabras y actos: nunca es tarde para recuperar la buena costumbre de decir con palabras a nuestros hijos que los queremos, que nos equivocamos y que les ofrecemos nuestras disculpas y también les ayudaremos a sentirse mejor si los herimos en algún momento.
La comunicación entre padres e hijos es poderosa, mucho más que cualquier otra cosa que puedan vivir nuestros hijos, deja una huella profunda en su interior que perdura y los alimenta o los atormenta durante años hasta que son capaces de resolverlo. Así que tomar las riendas de lo que decimos y de cómo lo decimos es una responsabilidad grande aunque muy satisfactoria.
Como ves es posible, con peuqeñas acciones, mejorar la sintonía con tus hijos y recuperar el diálogo. Si tienes dificultades para comunicarte con tu pareja o tus hijos estáte segur@ de que es posible vencerlas.
miércoles, 5 de noviembre de 2014
lunes, 3 de noviembre de 2014
Enseñarles a respetar tus necesidades es tan importante como satisfacer las suyas.
Quererles no significa que tú desaparezcas. Ellos no pueden crecer creyendo que son el centro del mundo, del suyo y el nuestro. Son muy importantes para nosotros pero su vida no anula la nuestra.
Como padres también tenemos unas necesidades que ellos, igual que nosotros hacemos con las suyas, tienen que respetar.
Por eso, no te sientas culpable cuando estás dedicando un tiempo a ti mismo. Tienes y debes tener un tiempo para ti y debes exigírselo a tu hijo. No creas que estás siendo egoísta. Le estas enseñando a respetarte y eso le enseña también a respetarse a sí mismo.
Cuando necesites ese tiempo, dile algo parecido a esto: “Yo te quiero y me encanta estar contigo pero ahora es mi turno. Es mi momento y te toca a ti esperar ”. Adapta el mensaje en función de la edad madurativa de tu hijo.
Elena Roger Gamir
Pedagoga – Solohijos.com
10 actividades para que los niños entiendan lo que leen
La lectura es una de las habilidades más importantes para las personas. Leer es un proceso complejo, que requiere construir aprendizajes complicados, y dominar determinadas habilidades y destrezas.
Leer es mucho más que conocer las distintas letras, saber cómo suenan, como se escriben y entender cómo se combinan. El proceso de lectura está inmerso en las habilidades de comunicación y en el desarrollo tanto del lenguaje como del pensamiento. Leer implica entender diferentes estructuras sintácticas, y conlleva comprender tanto el sentido literal como el sentido completo del mensaje.
Dominar los procesos de lectura consiste por lo tanto en ser capaces no solo de leer adecuadamente, sino de comprender lo que se lee, saber interpretar el mensaje que aparece en el texto escrito.
El desarrollo de los procesos de lectura se constituye, por lo tanto en una competencia fundamental en la sociedad actual. El mundo en el que vivimos está repleto de mensajes escritos y nuestra capacidad para comprenderlos nos va a ayudar a avanzar en nuestro camino personal.
Es fundamental que prestemos atención al desarrollo del proceso de lectura en nuestros pequeños. No basta con que aprendan a leer, debemos poner nuestros esfuerzos en hacer que desarrollen la habilidad de comprender lo que leen. Es importante que desde un primer momento trabajemos estos aspectos con los niños y niñas, para que de este modo comprendan que la lectura implica comprensión, y que la comprensión es una forma de abrir la mente y acercarnos a nuestras metas y objetivos.
¿Por qué es importante que comprendan lo que leen?
Favorece los aprendizajes significativos. La comprensión del texto escrito, nos lleva a entender el sentido de los diferentes mensajes. A través de la comprensión y el entendimiento del sentido llegamos a la construcción de aprendizajes significativos. Si lo comprendo, lo aprendo y no lo olvido.
Fomenta el desarrollo de la capacidad de comunicación. Es una capacidad que además está estrechamente ligada al desarrollo de la capacidad de comunicación de las personas. Es fundamental que podamos comunicarnos de forma adecuada, tanto por escrito como oralmente. La comunicación es imprescindible en nuestra sociedad.
Potencia el desarrollo del lenguaje y del pensamiento. Por otro lado, la lectura está vinculada al desarrollo del lenguaje y del pensamiento. Leer ayuda por lo tanto a hablar y pensar. Para desarrollar un pensamiento crítico y una capacidad elaborada de razonamiento, la lectura comprensiva nos aporta estrategias imprescindibles en este sentido.
¿Cómo podemos hacer que los niños y niñas entiendan lo que leen?
Busca lecturas que les gusten. Ya que si les interesa se esforzarán por entender el sentido de lo que están leyendo.
Hazle preguntas sobre lo que ha leído. No le presiones, interésate por el tema y pregúntale, deja que te cuente.
Juega con los distintos significados de las palabras. Puedes usar una palabra y explicarle los diferentes significados que tenga. Luego jugamos a usar la palabra en frases donde usemos los diferentes significados.
Muéstrales el sentido de las estructuras sintácticas. Emplea frases cambiando los signos de puntuación y pregúntales que significa en cada caso concreto. Tomarán conciencia de que si no leemos bien podemos dar diferentes interpretaciones.
Emplea actividades en las que entender el sentido de lo que leen sea importante. Como por ejemplo unas instrucciones para montar un juguete, una receta de cocina, etc.
Busca actividades donde tengan que leer y encuentren la utilidad a la lectura, como por ejemplo mensajes de móvil, juegos de consola en los que te vayan dando instrucciones con textos escritos, etc.
Emplea un juego de pistas, donde entendiendo el mensaje escrito en las pistas consigan encontrar algo, como un tesoro.
Usa jeroglíficos, o mensajes que tengan que descifrar. Se darán cuenta de la importancia de entender el código del lenguaje para comprender el sentido.
Lee con ellos, haz de modelo. Si ellos te ven hacerlo, lo harán también. Puedes leer un cuento, una noticia, etc. y luego explicarles a los niños y niñas lo que quiere decir.
Enséñale trucos de comprensión. Cuando lea, enséñale a detenerse (primero en cada oración, mas adelante párrafo a párrafo) y que se pregunte si ha entendido lo que pone. Pídele que lo resuma o que te lo explique.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
Leer es mucho más que conocer las distintas letras, saber cómo suenan, como se escriben y entender cómo se combinan. El proceso de lectura está inmerso en las habilidades de comunicación y en el desarrollo tanto del lenguaje como del pensamiento. Leer implica entender diferentes estructuras sintácticas, y conlleva comprender tanto el sentido literal como el sentido completo del mensaje.
Dominar los procesos de lectura consiste por lo tanto en ser capaces no solo de leer adecuadamente, sino de comprender lo que se lee, saber interpretar el mensaje que aparece en el texto escrito.
El desarrollo de los procesos de lectura se constituye, por lo tanto en una competencia fundamental en la sociedad actual. El mundo en el que vivimos está repleto de mensajes escritos y nuestra capacidad para comprenderlos nos va a ayudar a avanzar en nuestro camino personal.
Es fundamental que prestemos atención al desarrollo del proceso de lectura en nuestros pequeños. No basta con que aprendan a leer, debemos poner nuestros esfuerzos en hacer que desarrollen la habilidad de comprender lo que leen. Es importante que desde un primer momento trabajemos estos aspectos con los niños y niñas, para que de este modo comprendan que la lectura implica comprensión, y que la comprensión es una forma de abrir la mente y acercarnos a nuestras metas y objetivos.
¿Por qué es importante que comprendan lo que leen?
Favorece los aprendizajes significativos. La comprensión del texto escrito, nos lleva a entender el sentido de los diferentes mensajes. A través de la comprensión y el entendimiento del sentido llegamos a la construcción de aprendizajes significativos. Si lo comprendo, lo aprendo y no lo olvido.
Fomenta el desarrollo de la capacidad de comunicación. Es una capacidad que además está estrechamente ligada al desarrollo de la capacidad de comunicación de las personas. Es fundamental que podamos comunicarnos de forma adecuada, tanto por escrito como oralmente. La comunicación es imprescindible en nuestra sociedad.
Potencia el desarrollo del lenguaje y del pensamiento. Por otro lado, la lectura está vinculada al desarrollo del lenguaje y del pensamiento. Leer ayuda por lo tanto a hablar y pensar. Para desarrollar un pensamiento crítico y una capacidad elaborada de razonamiento, la lectura comprensiva nos aporta estrategias imprescindibles en este sentido.
¿Cómo podemos hacer que los niños y niñas entiendan lo que leen?
Busca lecturas que les gusten. Ya que si les interesa se esforzarán por entender el sentido de lo que están leyendo.
Hazle preguntas sobre lo que ha leído. No le presiones, interésate por el tema y pregúntale, deja que te cuente.
Juega con los distintos significados de las palabras. Puedes usar una palabra y explicarle los diferentes significados que tenga. Luego jugamos a usar la palabra en frases donde usemos los diferentes significados.
Muéstrales el sentido de las estructuras sintácticas. Emplea frases cambiando los signos de puntuación y pregúntales que significa en cada caso concreto. Tomarán conciencia de que si no leemos bien podemos dar diferentes interpretaciones.
Emplea actividades en las que entender el sentido de lo que leen sea importante. Como por ejemplo unas instrucciones para montar un juguete, una receta de cocina, etc.
Busca actividades donde tengan que leer y encuentren la utilidad a la lectura, como por ejemplo mensajes de móvil, juegos de consola en los que te vayan dando instrucciones con textos escritos, etc.
Emplea un juego de pistas, donde entendiendo el mensaje escrito en las pistas consigan encontrar algo, como un tesoro.
Usa jeroglíficos, o mensajes que tengan que descifrar. Se darán cuenta de la importancia de entender el código del lenguaje para comprender el sentido.
Lee con ellos, haz de modelo. Si ellos te ven hacerlo, lo harán también. Puedes leer un cuento, una noticia, etc. y luego explicarles a los niños y niñas lo que quiere decir.
Enséñale trucos de comprensión. Cuando lea, enséñale a detenerse (primero en cada oración, mas adelante párrafo a párrafo) y que se pregunte si ha entendido lo que pone. Pídele que lo resuma o que te lo explique.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
domingo, 2 de noviembre de 2014
Cuidado con el Whatsapp...de los padres
Cada vez más colegios aconsejan a los padres de sus alumnos que hagan un uso responsable y respetuoso de los grupos de WhatsApp. Los foros, creados sobre todo para mantener el contacto entre las familias derivan en ocasiones en enfrentamientos que pueden afectar al clima escolar.
Los docentes advierten también que los padres no deben convertirse en las agendas de sus hijos ni anticiparse a todos sus errores.Organizar cumpleaños, comprobar qué deberes tienen que llevar a los niños, acordar, en el caso de los más mayores, si pueden llegar a casa un poco más tarde... Estos son sólo algunos de los usos prácticos, que llevan sobre todo a las madres, a crear grupos de Whatsapp para tener contacto con todas las familias de la clase de sus hijos o del equipo de baloncesto. Pero en algunas ocasiones, estos grupos son también escenario de discusiones de pareja, peleas entre familias o aquelarres contra el profesor o la entrenadora de turno.
Hasta el punto de que, cada vez más escuelas, incluyen en sus charlas de inicio de curso recomendaciones para que los padres hagan un buen uso de esta herramienta. Es el caso de la Escuela Pía Sant Antoni de Barcelona, que aprovecha las reuniones pedagógicas que hacen con los padres a principio de curso para pedirles que sean respetuosos en sus comentarios y, sobre todo, que no utilicen el WhatsApp para asegurarse de que sus hijos no se olvidan de los deberes. El director Ramón Verínguez constata que "a menudo, los padres queremos ayudar tanto a nuestros hijos, que nos dejamos crecer ni hacerse autónomos. Si un día el niño no trae los deberes, puede ser bueno que la profesora le pregunte qué ha pasado y le recuerde que tiene que ser responsable de sus tareas. En cambio, si siempre solucionamos esto los padres, no los estamos ayudando a crecer". Las madres y los padres, insiste Verínguez "no podemos hacer de agenda de nuestros hijos. Ellos tienen que apuntarse los deberes y el material que va a necesitar y asumir esa responsabilidad".
Otro efecto derivado de la generalización de los grupos de padres es como cualquier incidente que pasa en el centro hace disparar las alarmas de forma inmediata en el chat. "Antes, dice un profesor del CEIP Escola de la Concepció, de Barcelona, "si un niño se caia en el patio, al cabo de una semana todos los padres lo sabían. Ahora la noticia de ese accidente se expande en un minuto" . Y la inmediatez, "unida a la descontextualización de los mensajes", puede acabar provocando, según alerta el sociólogo y director del master de humanidades de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya), Francisco Núñez, que el grupo de WhatsApp se convierta por unas horas en la plaza pública en la que se carga contra un determinado profesor o contra la dirección del centro. "Cuando uno hace un comentario, contando que tu hijo se ha caído en el colegio, tú lo haces desde tu contexto. Puedes estar tomando un café con otros padres o de camino al trabajo. Y en ese contexto, lo que escribes, tiene un significado determinado. Pero al mandarlo al grupo de WhatsApp, entra en un espacio público, tu mensaje puede ser copiado y reenviado a otros foros, y llega de forma inmediata a otros móviles, a otras personas que están en otros contextos y entonces, la información se lee de formas muy diferentes. Y eso da lugar a los malentendidos, las ofensas, el sentirte agredido, el pensar ¿pero qué dice este?, ¿que se ha pensado esta madre? O ¿qué se han creído los profesores? "
También son frecuentes los malentendidos y las discusiones entre familias, que normalmente se quedan en el ámbito privado pero que, de vez en cuando, llegan hasta la escuela. La directora del Instituto de Llançà, Carmen Barceló explica que no es la primera vez que tiene que intervenir para evitar que una pelea entre padres afecte el clima del centro. "Hay padres que primero actúan y luego piensan y cuando la pelea virtual se ha salido de madre, entonces lo cuentan en el centro. Y quizás las familias han llegado al insulto o incluso al enfrentamiento directo, pero sus hijos son compañeros en clase, y se tienen que ver cada día. En algún caso yo he tenido que hablar con los hijos, que suelen estar muy avergonzados del comportamiento de sus padres, y pedirles que tengan más sentido común que sus padres y que mantengan una relación correcta y respetuosa" . Barceló considera que llegados a este punto es más fácil resolver el conflicto con los hijos que intentar reconciliar a los padres. "Me veo más capaz de convencer a los chavales que a sus padres. Los padres teóricamente ya lo saben, pero cuando a uno de ellos le parece que alguien está perjudicando a su hijo, le saltan todas las alarmas. Y en ese estado es realmente difícil razonar con ellos"
El sociólogo Francesc Núñez considera que es sobre todo "una cuestión de tiempo" el que las familias aprendan a hacer un uso más racional de esta herramienta, que como otras redes sociales tiene muchos aspectos positivos pero ante la que hay que ser escéptico. "Todos somos muy críticos y decimos que la información que corre por las redes sociales no está contrastada, y que cualquiera puede mentir. Pero en la práctica, todo el mundo acaba picando y da por buenas afirmaciones que no sabemos si son ciertas."
Los docentes advierten también que los padres no deben convertirse en las agendas de sus hijos ni anticiparse a todos sus errores.Organizar cumpleaños, comprobar qué deberes tienen que llevar a los niños, acordar, en el caso de los más mayores, si pueden llegar a casa un poco más tarde... Estos son sólo algunos de los usos prácticos, que llevan sobre todo a las madres, a crear grupos de Whatsapp para tener contacto con todas las familias de la clase de sus hijos o del equipo de baloncesto. Pero en algunas ocasiones, estos grupos son también escenario de discusiones de pareja, peleas entre familias o aquelarres contra el profesor o la entrenadora de turno.
Hasta el punto de que, cada vez más escuelas, incluyen en sus charlas de inicio de curso recomendaciones para que los padres hagan un buen uso de esta herramienta. Es el caso de la Escuela Pía Sant Antoni de Barcelona, que aprovecha las reuniones pedagógicas que hacen con los padres a principio de curso para pedirles que sean respetuosos en sus comentarios y, sobre todo, que no utilicen el WhatsApp para asegurarse de que sus hijos no se olvidan de los deberes. El director Ramón Verínguez constata que "a menudo, los padres queremos ayudar tanto a nuestros hijos, que nos dejamos crecer ni hacerse autónomos. Si un día el niño no trae los deberes, puede ser bueno que la profesora le pregunte qué ha pasado y le recuerde que tiene que ser responsable de sus tareas. En cambio, si siempre solucionamos esto los padres, no los estamos ayudando a crecer". Las madres y los padres, insiste Verínguez "no podemos hacer de agenda de nuestros hijos. Ellos tienen que apuntarse los deberes y el material que va a necesitar y asumir esa responsabilidad".
Otro efecto derivado de la generalización de los grupos de padres es como cualquier incidente que pasa en el centro hace disparar las alarmas de forma inmediata en el chat. "Antes, dice un profesor del CEIP Escola de la Concepció, de Barcelona, "si un niño se caia en el patio, al cabo de una semana todos los padres lo sabían. Ahora la noticia de ese accidente se expande en un minuto" . Y la inmediatez, "unida a la descontextualización de los mensajes", puede acabar provocando, según alerta el sociólogo y director del master de humanidades de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya), Francisco Núñez, que el grupo de WhatsApp se convierta por unas horas en la plaza pública en la que se carga contra un determinado profesor o contra la dirección del centro. "Cuando uno hace un comentario, contando que tu hijo se ha caído en el colegio, tú lo haces desde tu contexto. Puedes estar tomando un café con otros padres o de camino al trabajo. Y en ese contexto, lo que escribes, tiene un significado determinado. Pero al mandarlo al grupo de WhatsApp, entra en un espacio público, tu mensaje puede ser copiado y reenviado a otros foros, y llega de forma inmediata a otros móviles, a otras personas que están en otros contextos y entonces, la información se lee de formas muy diferentes. Y eso da lugar a los malentendidos, las ofensas, el sentirte agredido, el pensar ¿pero qué dice este?, ¿que se ha pensado esta madre? O ¿qué se han creído los profesores? "
También son frecuentes los malentendidos y las discusiones entre familias, que normalmente se quedan en el ámbito privado pero que, de vez en cuando, llegan hasta la escuela. La directora del Instituto de Llançà, Carmen Barceló explica que no es la primera vez que tiene que intervenir para evitar que una pelea entre padres afecte el clima del centro. "Hay padres que primero actúan y luego piensan y cuando la pelea virtual se ha salido de madre, entonces lo cuentan en el centro. Y quizás las familias han llegado al insulto o incluso al enfrentamiento directo, pero sus hijos son compañeros en clase, y se tienen que ver cada día. En algún caso yo he tenido que hablar con los hijos, que suelen estar muy avergonzados del comportamiento de sus padres, y pedirles que tengan más sentido común que sus padres y que mantengan una relación correcta y respetuosa" . Barceló considera que llegados a este punto es más fácil resolver el conflicto con los hijos que intentar reconciliar a los padres. "Me veo más capaz de convencer a los chavales que a sus padres. Los padres teóricamente ya lo saben, pero cuando a uno de ellos le parece que alguien está perjudicando a su hijo, le saltan todas las alarmas. Y en ese estado es realmente difícil razonar con ellos"
El sociólogo Francesc Núñez considera que es sobre todo "una cuestión de tiempo" el que las familias aprendan a hacer un uso más racional de esta herramienta, que como otras redes sociales tiene muchos aspectos positivos pero ante la que hay que ser escéptico. "Todos somos muy críticos y decimos que la información que corre por las redes sociales no está contrastada, y que cualquiera puede mentir. Pero en la práctica, todo el mundo acaba picando y da por buenas afirmaciones que no sabemos si son ciertas."
miércoles, 29 de octubre de 2014
La Importancia de Acordar las normas
La educación de los niños y niñas no siempre es una tarea sencilla. Las normas y la disciplina positiva constituyen uno de los núcleos centrales para una educación respetuosa que favorezca su desarrollo sano. Pero en ocasiones encontramos dificultades para poner estar normas y más aún para llegar a un consenso entre los adultos que se encargan de la educación de los pequeños a la hora de establecer y aplicar las normas.
Las normas en la familia
Las normas son necesarias para crear un clima de convivencia sano y positivo. No se trata de prohibir o imponer, sino de marcar unas líneas de actuación que faciliten la convivencia y el respeto de unos hacia otros. Las normas sirven de guía al niño/a, son necesarias para que éstos sepan qué es lo que se espera de ellos. Las normas son la manera de mostrarles cual es el comportamiento adecuado.
Es fundamental establecer y aplicar unas normas en casa, para que el niño/a aprenda a controlar su comportamiento y sepa cuál es la conducta adecuada.
¿Cómo deben ser las normas en la familia?
Normas sencillas. Es fundamental que el niño/a entienda que es lo que se espera de él/ella.
Establecidas antes de aplicadas. No podemos aplicar una norma, antes de que los niños/as conozcan esa norma.
Consensuadas. Las normas han de establecerse en consenso entre los adultos y los niños/as también. Si participan en el establecimiento de las mismas, no las percibirán como una imposición, las comprenderán mejor y se involucrarán más activamente.
Coherentes. Es muy importante que las normas tengan un sentido y coherencia.
Tienen que ser de obligado cumplimiento. No podemos poner una norma que se tenga que cumplir unas veces y otras veces no. Por ejemplo la hora de irse a la cama, si establecemos como norma un horario, no podemos saltárnoslo. Podemos hacer excepciones, como por ejemplo una cena familiar, pero explicaremos al niño/a que es un día excepcional.
Tienen que ser establecidas por todos los adultos. No podemos tener una norma que a veces se cumpla y otras veces no, dependiendo del adulto que este con el niño/a.
Evitaremos los castigos. Les recordaremos la norma y haremos hincapié en que debe de cumplirse. En lugar de castigos emplearemos consecuencias, es decir por ejemplo si no te vas a dormir a la hora establecida, no nos dará tiempo a leerte el cuento (esa es la consecuencia de su conducta).
Reforzaremos el cumplimiento de la norma.
6 Consejos para llegar a un acuerdo a la hora de poner normas
Antes de consensuar las normas con los niños/as, es fundamental que los adultos os pongáis de acuerdo.
Escuchad las opiniones del otro para establecer las normas.
Podemos empezar por las normas básicas: horarios (dormir, comida, baño, deberes), cuidado de sus cosas (ropa, juguetes, cuarto), comidas, televisión, etc. y anotar las ideas de ambos progenitores en una hoja.
Con las ideas anotadas, llegareis más fácilmente a un acuerdo, que luego tendrá que reajustarse con los niños/as.
Podemos añadir otro tipo de normas, dependiendo de la edad del niño/a y las necesidades de la familia.
Debéis estar ambos de acuerdo con las normas. Una norma establecida que no sea aplicada por ambos no sirve de nada. El niño/a, percibirá que es una norma que se puede saltar en determinados momentos y tenderá a hacerlo.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
Las normas en la familia
Las normas son necesarias para crear un clima de convivencia sano y positivo. No se trata de prohibir o imponer, sino de marcar unas líneas de actuación que faciliten la convivencia y el respeto de unos hacia otros. Las normas sirven de guía al niño/a, son necesarias para que éstos sepan qué es lo que se espera de ellos. Las normas son la manera de mostrarles cual es el comportamiento adecuado.
Es fundamental establecer y aplicar unas normas en casa, para que el niño/a aprenda a controlar su comportamiento y sepa cuál es la conducta adecuada.
¿Cómo deben ser las normas en la familia?
Normas sencillas. Es fundamental que el niño/a entienda que es lo que se espera de él/ella.
Establecidas antes de aplicadas. No podemos aplicar una norma, antes de que los niños/as conozcan esa norma.
Consensuadas. Las normas han de establecerse en consenso entre los adultos y los niños/as también. Si participan en el establecimiento de las mismas, no las percibirán como una imposición, las comprenderán mejor y se involucrarán más activamente.
Coherentes. Es muy importante que las normas tengan un sentido y coherencia.
Tienen que ser de obligado cumplimiento. No podemos poner una norma que se tenga que cumplir unas veces y otras veces no. Por ejemplo la hora de irse a la cama, si establecemos como norma un horario, no podemos saltárnoslo. Podemos hacer excepciones, como por ejemplo una cena familiar, pero explicaremos al niño/a que es un día excepcional.
Tienen que ser establecidas por todos los adultos. No podemos tener una norma que a veces se cumpla y otras veces no, dependiendo del adulto que este con el niño/a.
Evitaremos los castigos. Les recordaremos la norma y haremos hincapié en que debe de cumplirse. En lugar de castigos emplearemos consecuencias, es decir por ejemplo si no te vas a dormir a la hora establecida, no nos dará tiempo a leerte el cuento (esa es la consecuencia de su conducta).
Reforzaremos el cumplimiento de la norma.
6 Consejos para llegar a un acuerdo a la hora de poner normas
Antes de consensuar las normas con los niños/as, es fundamental que los adultos os pongáis de acuerdo.
Escuchad las opiniones del otro para establecer las normas.
Podemos empezar por las normas básicas: horarios (dormir, comida, baño, deberes), cuidado de sus cosas (ropa, juguetes, cuarto), comidas, televisión, etc. y anotar las ideas de ambos progenitores en una hoja.
Con las ideas anotadas, llegareis más fácilmente a un acuerdo, que luego tendrá que reajustarse con los niños/as.
Podemos añadir otro tipo de normas, dependiendo de la edad del niño/a y las necesidades de la familia.
Debéis estar ambos de acuerdo con las normas. Una norma establecida que no sea aplicada por ambos no sirve de nada. El niño/a, percibirá que es una norma que se puede saltar en determinados momentos y tenderá a hacerlo.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
jueves, 23 de octubre de 2014
lunes, 20 de octubre de 2014
Cuando los padres son una bomba de relojería.
Una de las cosas que más afectan a la relación padres e hijos es la ira mal manejada de los padres. Cuando nos enfadamos con nuestros hijos, los sentimientos se agolpan en nuestro interior. Salen de nuestra boca verdaderas serpientes que acaban asustando a nuestros hijos, hiriéndoles en el alma y destrozando nuestro prestigio.
No hablo de un vulgar enfado sino de cuando nos invade la ira, cuando estamos a punto de perder todo nuestro autocontrol y solo nos quedan tres segundos para agredirles físicamente, echarlos de casa o traspasarles toda nuestra basura emocional con palabras de recriminación exageradas y fuera de lugar. Es prácticamente instintivo. El cansancio, el estrés, la impotencia, las dificultades económicas, nuestra propia limitación para manejar el comportamiento de nuestros hijos nos convierten en una bomba de relojería.
Somos humanos y en algunas circunstancias podemos tocar fondo. Sabemos que desahogarnos de esa manera no conduce a nada, tan solo al abatimiento, al rencor y al arrepentimiento posterior. Y a pesar de saberlo, lo hacemos. En ocasiones, hasta nos sorprende a nosotros mismos la magnitud de nuestra ira.
¿Cómo podemos manejar nuestra ira sin convertir a nuestros hijos en víctima de ella?
Trasforma la ira en necesidades y sentimientos. En lugar de culpar a tus hijos céntrate en ti.
No pienses: Por su culpa ahora tengo que…
Piensa: Siento ira porque necesito…
No les hagas responsables de tu ira. Ellos son responsables de su comportamiento pero no de tus sentimientos. Puedes corregirlos con cariño y disciplina o puedes perder los estribos y desencadenar toda tu ira. Eso lo eliges tú, no ellos. Si les haces responsables de tus sentimientos, les da a entender que ellos gobiernan tus emociones, depositando sobre sus espaldas una carga que no es la suya y dándoles un poder que a la larga puede ser contraproducente para ti.
NO les digas:
¿Ves cómo me has puesto de nervioso?
Haces que me ponga histérico
Por tu culpa me has estropeado el dia
Diles:
Cuando no te levantas a la primera, me pongo nervioso porque me haces llegar tarde.
Me enfado porque no cumples con tu trabajo y eso me da más trabajo a mí.
Hoy ha sido un día duro para mí y estoy más cansado de lo habitual.
Hazte una pregunta, SOLO UNA, cuando estés a punto de perder el control: ¿Qué va a aprender mi hijo con mi reacción desmesurada? Lo que aprenda hoy con tu manejo de la ira es lo que aplicará posteriormente cuando la sienta también, incluso contra ti. Esto te ayudará a expresar tu ira de una manera menos reactiva.
Revisa tus expectativas. Hay que exigir pero de manera proporcional a sus capacidades. Si las sobrepasas estarás constantemente defraudado e insatisfecho, siendo más fácil sentir rabia e ira.
Aléjate de tu hijo. Así de sencillo. Cuando notas que se te acelera el corazón y se te retuerce el estómago es el momento de no decir ni una palabra más y alejarte de él: Me voy a mi habitación; cuando me haya tranquilizado un poco hablaremos de lo que ha ocurrido aquí.
Analiza el motivo principal de tu ira. ¿Te enfadas porque tu hijo se va al colegio sin hacer su cama o porque estás desbordado de trabajo, porque no recibes la ayuda que esperabas de tu pareja, etc? A veces, junto a nuestra ira, conviven otros sentimientos de soledad, abandono, incapacidad o rencor que no se arreglan desahogando la ira con tu hijo sino siendo consciente de ello y trabajando de manera personal.
Y si has explotado, nunca es tarde para pedir perdón. “Sigo muy enfadado por lo que has hecho pero reconozco que podría habértelo dicho de otra manera. Lo siento. Intentaré que no se repita”.
Elena Roger Gamir
Pedagoga
Centro de Desarrollo Cognitivo COGNITUM
viernes, 17 de octubre de 2014
5 estudios psicológicos que todos los padres deben conocer.
Los niños no vienen con un manual de instrucciones bajo el brazo por lo que los padres a menudo recurren a su instinto o a antiguas fórmulas que se han ido transmitiendo de una generación a otra. Sin embargo, aunque el amor y el cariño son vitales, a veces no son suficientes. Es importante que tanto los padres como las personas que están en contacto con los niños y que, de una forma u otra, influyen en su educación, conozcan las peculiaridades de cada etapa por la que atraviesan y manejen las técnicas más adecuadas para estimular al máximo su potencial o ponerle coto a los problemas que puedan surgir.
En este sentido, la Psicología ofrece herramientas muy valiosas. De hecho, existen cursos de Psicología Infantil a distancia que permiten comprender las diferentes fases del desarrollo psicológico en la infancia así como identificar los problemas cotidianos de conducta y aprender a afrontarlos. Los estudios psicológicos no se detienen y a menudo arrojan lineamientos educativos muy interesantes que todos los padres y educadores deberían tener en cuenta.
1. La disciplina estricta puede ser contraproducente
Un estudio realizado en los Estados Unidos desveló que aproximadamente el 90% de los padres admitían que regañaban a sus hijos con frecuencia utilizando imprecaciones y un tono duro, con el objetivo de imponer una disciplina estricta. De hecho, cuando los niños son pequeños, es importante que existan normas porque estas les permiten sentirse seguros y crecer en un entorno más organizado que les transmite confianza. Sin embargo, todos los extremos son malos.
Después de analizar a casi 1.000 familias, se descubrió que la disciplina verbal demasiado estricta en realidad tiene efectos contraproducentes pues puede exacerbar el problema que pretende contener. De hecho, estos psicólogos de la Universidad de Michigan afirman que la disciplina verbal, mientras más dura y estricta, más problemas de conducta y depresión puede generar, sobre todo a largo plazo, cuando los niños entran en la preadolescencia. Sin embargo, estos resultados no indican que los niños no se deben disciplinar sino que es necesario hacerlo con amor, eligiendo las palabras y el tono adecuados.
2. Los horarios de sueño regulares potencian el desarrollo cognitivo
Hace poco se desveló que durante el sueño eliminamos las sustancias de desecho del metabolismo cerebral, un proceso esencial para prevenir la aparición de las enfermedades neurodegenerativas. Ahora un nuevo estudio realizado en el University College de Londres analizó a más de 11.000 niños y descubrió que el sueño también incide en sus habilidades cognitivas. Estos investigadores estuvieron trabajando con los niños desde que tenían tres años y hasta los siete, para evaluar los efectos que el horario de sueño tenía en sus funciones cognitivas.
Así, concluyeron que los horarios regulares para dormir son fundamentales, sobre todo para el desarrollo cerebral. De hecho, los pequeños que obtenían puntuaciones más bajas en áreas como la lectura, las matemáticas y el conocimiento espacial también eran aquellos que tenían los horarios de sueño más irregulares. Por eso, al menos durante los primeros años de vida, es importante que el niño vaya a la cama a la misma hora y tenga un sueño reparador.
3. La televisión limita el desarrollo de las habilidades
Algunos padres dejan que sus hijos vean la televisión desde edades muy tempranas pues piensan que este puede ser beneficioso, al menos para que el pequeño desarrolle la fantasía y se apropie de algunas palabras. Sin embargo, un estudio reciente realizado por psicólogos de la Universidad de Montreal ha echado por tierra esta idea.
Después de analizar a casi 2.000 niños pequeños, estos investigadores llegaron a la conclusión de que la televisión no solo no mejora sus habilidades cognitivas sino que incluso es dañina. Los datos recogidos han demostrado que a más horas delante de la televisión, peores habilidades matemáticas y motoras. Y es que los tres primeros años de vida son un periodo sensible para el desarrollo de numerosas habilidades de índole práctica por lo que la televisión solo restaría un tiempo valioso que el niño puede emplear en descubrir su entorno y relacionarse con las personas.
4. El ejercicio físico potencia la inteligencia
Existen numerosas razones para fomentar en los niños el hábito de practicar actividad física pero ahora un nuevo estudio realizado en la Universidad de Dundee nos ofrece otro motivo. Y es que el ejercicio físico de intensidad moderada a vigorosa está vinculado con el rendimiento académico, sobre todo con el pensamiento lógico y la comprensión verbal.
Estos investigadores analizaron el desempeño escolar de más de 4.700 niños en diferentes materias, así como la cantidad de tiempo que le dedicaban a la actividad física. Descubrieron que la práctica de deporte estaba vinculada con un buen rendimiento académico, una conexión que era aún más acusada en las niñas. De hecho, no se trata de un resultado del todo sorprendente pues se conoce que el ejercicio físico aumenta la oxigenación al cerebro, un detalle clave para el rendimiento cognitivo.
5. La sobreprotección genera estrés y depresión
Algunos padres afirman que cuidar a sus hijos es más estresante que trabajar pero lo cierto es que todo depende del estilo educativo que cada cual asuma. Educar a un niño siempre implica cierta dosis de preocupación pero, aún así, hay muchos padres que disfrutan enormemente con esta tarea. ¿Cómo lo hacen?
Un estudio realizado en la Universidad de Mary Washington analizó el estilo educativo de 181 mujeres cuyos hijos tenían menos de cinco años. Estos psicólogos descubrieron que las madres que solían poner en práctica una educación sobreprotectora, que pensaban que los hijos eran sagrados y que debían entregarse por completo a ellos, experimentaban menos satisfacción con la vida, eran más propensas a la depresión y sufrían más estrés y ansiedad. Por tanto, la sobreprotección no solo es dañina para el desarrollo psicológico de los niños sino también para los padres.
Fuentes:
Wang, M. T. & Kenny, S. (2014) Longitudinal Links Between Fathers’ and Mothers’ Harsh Verbal Discipline and Adolescents’ Conduct Problems and Depressive Symptoms. Child Development; 85(3): 908-923.
Booth, J. N. et. Al. (2014) Associations between objectively measured physical activity and academic attainment in adolescents from a UK cohort. Br J Sports Med; 48:265-270.
Kelly, Y. et. Al. (2013) Time for bed: associations with cognitive performance in 7-year-old children: a longitudinal population-based study. Journal of Epidemiology and Community Health; 67: 926-931.
Pagani, L. S. et. Al. (2013) Early childhood television viewing and kindergarten entry readiness. Pediatric Research; 74: 350–355.
Rizzo, K. M. et. Al. (2013) Insight into the Parenthood Paradox: Mental Health Outcomes of Intensive Mothering. Journal of Child and Family Studies; 22(5): 614-620.
jueves, 16 de octubre de 2014
Enséñale autocontrol. Pon palabras a sus sentimientos
Uno de los mayores motivos de conflicto entre padres e hijos es el control e identificación de las emociones. Un niño que no sabe identificar sus emociones ni expresarlas puede llegar a tener limitaciones de muchos tipos. Evitemos problemas enseñando a los niños a verbalizar sus sentimientos. Para ello te proponemos la siguiente actividad.
En un dado, lo más grande posible, escribe, con rotulador permanente, 6 palabras correspondientes a 6 sentimientos: alegre, triste, frustrado, enfadado, sorprendido y celoso, por ejemplo. Elije los que sean más urgentes trabajar con tu hijo.
1. Juega a tirar el dado y a identificar el sentimiento con una experiencia previa de tu hijo: “yo me sentí furioso cuando…”.
2. Reproduce la escena con tu hijo, en un juego de roles, buscando alternativas a ese sentimiento, si es que era negativo. “En aquella ocasión me enfadé pero también podía…haber hecho las paces con mi hermano, haber compartido el juguete, habérselo contado a mamá, haber dibujado la emoción… en lugar de gritar e insultar”.
3. Acaba haciéndole ver cómo debió de sentirse la otra persona. “Cuando yo le insulté, Carlos debió de sentirse…”
Ayudándole a identificar sus sentimientos y los de los demás, le enseñas autocontrol, fomentas en él un pensamiento divergente y descentralizado. Le ayudas a establecer relaciones entre elementos y por lo tanto a pensar en abstracto. Enseñándole a entender y manejar sus emociones le estás haciendo más inteligente, competente y capaz
miércoles, 15 de octubre de 2014
¡Escucha las críticas de tu hijo!
¿Quieres un hijo inteligente, seguro y maduro? Pues entonces escucha las críticas que te hace. No siempre sus quejas son infundadas. En la mayor parte de los casos, además de excusarse o traspasar la responsabilidad a nuestro campo, existe “algo”, poco o mucho, de certeza. Aprende a discernirla.
Cuando le escuchas con la actitud de sacar el mayor provecho, de reflexionar y mejorar, además de mejorar tus habilidades cognitivas, fomentas las suyas: estás considerando dos o más fuentes de información, percibiendo y definiendo el verdadero problema, diferenciando datos relevantes e irrelevantes, comparando, ampliando tu campo mental, usando el razonamiento lógico, interiorizando tu propio comportamiento, categorizando, estableciendo relaciones virtuales, comunicándote de forma descentralizada, proyectando…
Aprende a aceptar las críticas. De tus hijos. De tu pareja, de tus amigos, de tus compañeros de trabajo… Les darás a tus hijos un referente de madurez. De inteligencia ejecutiva. De humildad. Ellos deben aprender que sus defectos no siempre son visibles para ellos y que, como dice Sheila Heen, profesora de Negociación en Harvard, “existen cosas de ti que solo te pueden decir los demás”.
Acepta y enseña a tu hijo a aceptar las críticas. La predisposición a aceptar las críticas de los demás es un factor de enriquecimiento y un predictor de éxito.
Elena Roger Gamir
Pedagoga – Solohijos
¿Atreverse o equivocarse?
La lógica infantil funciona así: ¿Cómo me voy a atrever a hacer cosas nuevas si cada vez que me equivoco me castigas o me juzgas? Si no lo intento, no me equivoco y no hay castigo. Es así de sencillo.
Y es lógico. Los seres humanos evitamos a toda costa sufrir. Si las consecuencias por equivocarse son muy dolorosas, nuestros hijos mentirán para evitarlas. También evitarán arriesgarse para no sufrir. Desobedecerán si saben que no pueden alcanzar nuestras expectativas. Harán cualquier cosa para evitar el sufrimiento. O para evitar decepcionarnos, que también forma parte de su sufrimiento.
Por eso, enséñales que equivocarse es bueno. Que es una oportunidad de aprendizaje. Para ello, comienza creyéndolo tú. Un error es un problema que no han sabido solucionar.
Y como todo problema, deben encontrar una solución. No un castigo.
lunes, 13 de octubre de 2014
Aprender a estudiar: Cómo potenciar los hábitos de estudio en nuestros hijos
“Me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo aprendí”. Confucio
Confucio consiguió reunir en esa frase tan acertada el principio básico del constructivismo, lo que en psicología y pedagogía denominamos enseñanza orientada a la acción, es decir, el aprendizaje no se produce escuchando y oyendo a los demás sino que el aprendizaje significativo pasa por ver y experimentar, con el máximo de los sentidos posibles, todo lo explicado, oído y visto. Ya nuestros antepasados transmitían el conocimiento de una generación a otra a través del contacto entre los miembros de la tribu, de unos a otros y a base de práctica y entrenamiento. En dos palabras: Aprender haciendo!! No hay otra forma de hacerlo… entrenamiento, mucha práctica y constancia!!
La familia como primer agente de socialización de nuestros hijos tiene un papel fundamental para fomentar el éxito en el ámbito escolar. El primer paso necesario es reconocer y hacer explicito a nuestros hijos que todo proceso de aprendizaje significa esfuerzo, práctica y automatización, es decir, transmitir tanto a través del ejemplo como de la palabra que las cosas importantes y que merecen la pena sólo se consiguen con mucho esfuerzo, sacrificio y práctica. Es necesario hacer hincapié en que se aprende desde el momento en que nacemos y que la experiencia que tenga nuestro hijo en su proceso de aprendizaje marcará su futuro, ya que si su experiencia es positiva y motivadora conseguiremos que asocie el hecho de aprender con la capacidad de sentirse capaz, de lograr objetivos y de alimentar su capacidad de superación.
Os proponemos una serie de recomendaciones y sugerencias para potenciar la motivación y la capacidad de superación de nuestros hijos, incrementando la posibilidades de éxito en el ámbito escolar:
1.- Reconocer el valor y la importancia de estudiar. Se trata de reconocer su dificultad y valorar la necesidad de estudiar ya no sólo como opción para disponer de una profesión cualificada, sino como parte fundamental en el crecimiento personal. Que oigan expectativas y mensajes positivos, conociendo las experiencias personales de sus padres cuando estudiaron y de otras personas cercanas. Un aspecto clave es no comparar con otros niños de su edad, se trata de potenciar desde lo positivo y no culpabilizando ni exigiendo. Por mucho que lo padres deseemos y queramos que nuestros hijos estudien, hasta que ellos no lo interioricen y estén convencidos que es lo mejor para ellos, no lo harán. Por ello, más que castigar por no hacer, premiar por asumir responsabilidades y cumplir rutinas.
2.- Es necesario que como padres minimicemos los errores que comentan y ensalcemos todos sus logros, avances y aspectos positivos que consigan, por muy pequeños que resulten. Y no solo logros académicos, también reforzar y valorar aspectos sociales, emocionales y valores.
3.- Elaborar un horario de tarde consensuado con vuestro hijo de manera que tenga una tarde organizada con tiempos para merendar, estudiar, jugar, estar con la familia… El horario se utilizará como referencia principal y habitual de funcionamiento, lo que no significa que no se pueda modificar siendo flexibles y comprensivos. Tener en cuenta que a partir de primero de educación primaria, el niño ya necesita dedicar todos los días entre semana un tiempo y espacio para estudiar. Como referencia podemos establecer un tiempo de 30 minutos al día para primero y segundo de Educación Primaria, 60 minutos al día para tercero y cuarto y 90 minutos al día para quinto y sexto. A partir de Educación Secundaria Obligatoria, dedicar dos horas diarias. En caso de finalizar la tarea antes del tiempo establecido, aprovechar el tiempo restante para repasar otros temas, leer libros o periódico, hacer esquemas… la idea es que automatice que todos los días tiene que dedicar un tiempo establecido a estudiar, leer o hacer los deberes.
4.- Ya desde pequeños enseñarle técnicas de estudio básicas: antes de comenzar a entender y estudiar un apartado hacer una lectura rápida del mismo, poniendo atención en sus apartados y palabras clave, fijarse en los dibujos explicativos, subrayar lo más importante con diferentes colores en función de si son palabras claves, definiciones, aspectos esenciales…, volver a leer, realizar esquemas, hacerle preguntas para saber si lo ha comprendido… Si vamos a perder la calma y el control, es mejor delegar la tarea en alguien externo que le pueda ayudar desde la tranquilidad y sin proyectarle ansiedad.
5.- Proporcionar unas condiciones optimas ofreciendo un lugar tranquilo, iluminado y sin ruidos, donde poder leer, realizar los deberes y estudiar con calma y tranquilidad. No tener la televisión encendida, ya que le distrae y le resta concentración. Intentar que no tenga el móvil cerca o que éste se encuentre apagado, evitando distractores y potenciando la concentración. Es importante que asocie estudio con silencio y que la zona dedicada e este fin, sea para eso y solo eso.
6.- Relación positiva y constructiva con la escuela. Resulta fundamental que nuestros hijos vean que la relación que mantenemos con la escuela es autentica y positiva, no hablando mal ni criticando su forma de actuar. Si existe alguna discrepancia con la escuela lo mejor que podemos hacer es dirigirnos a ella, exponer nuestras dudas y sugerencias con el máximo respeto, intentando llegar a acuerdos mutuos y consensuados.
7.- En lugar de reforzar y premiar notas y aprobados, intentar elogiar y alabar esfuerzo y rutinas. Lo verdaderamente importante es que nuestro hijo dediquen todos los días un rato al estudio, en lugar de centrarnos en si lo hace bien o mal, adquiriendo el habito de trabajar todos los días, valorando y reforzando el esfuerzo y el sacrificio que pone a las cosas. No presionar con las notas, ya que puede llevar al autocastigo, la culpa y a la autoexigenica personal. Los resultados se tienen que valorar por el esfuerzo invertido, el trabajo diario y la implicación durante todo el curso y no sólo en época de exámenes. Insistir en que el estudio es una tarea dura, que requiere constancia y que si en un momento dado no supera un ejercicio o examen no pasa nada, porque si sigue esforzándose llegará a comprenderlo y superarlo.
8.- Mas que premiar con cosas materiales, reforzar con elogios verbales y compartiendo actividades y espacios gratificantes como jugar juntos, comer una hamburguesa con ellos… potenciando el aspecto social y familiar. Evitar dejarte llevar por la decepción antes los resultados académicos, las riñas y los castigos, no amenazando con profesor particular o internado, proyectando en el niño tus sentimientos de culpa y reprochándole que es un vago y un irresponsable. En su lugar, trabajar la motivación, el trabajo diario, las rutinas y la constancia… verdaderos indicadores de éxito.
9.- Acompañar en el estudio. Antes de comenzar dedicar diez minutos para compartir con vuestro hijo como va a distribuir el tiempo de estudio, motivarle hacia la tarea dándole expectativas de que lo va a lograr, mirar la agenda, revisar los cuadernos y supervisar la tarea que tiene que realizar. Una vez hecho, le dejaremos sólo con la posibilidad de que nos llame si tiene dificultades o no entiende algún enunciado. Fomentar su autonomía e independencia en el estudio, intentando que realice sólo la tarea, insistiendo en que lo importante no es si lo hace bien o mal sino que lo intente, ponga ganas y se esfuerce.
10.- No existe mayor motivación ante una tarea que la satisfacción y gratificación personal que te reporta el hecho de hacerla. Si conseguimos que nuestros hijos disfruten de la actividad que realizan, conseguiremos que dediquen más tiempo, esfuerzo y recursos a dicha tarea, sin necesidad de insistir y reforzar. El mejor ejemplo lo tenemos en el deporte, cuando conseguimos disfrutar de él, tanto el tiempo que invertimos como los resultados que obtenemos se multiplican exponencialmente. Para ello es necesario poner el énfasis en el proceso y no en el resultado.
11.- Desayunar con tiempo y equilibradamente. Un aspecto descuidado muy habitualmente. Tanto desayunar como hacerlo con tiempo tiene que convertirse en un hábito muy consolidado ya que nuestro cerebro se alimenta de glucosa y es necesario que disponga de esta sustancia para rendir adecuadamente. El cerebro representa sólo el 2% de nuestro peso, pero precisa alrededor del 20% de la energía que ingerimos. Si tenemos en cuenta la frase de que somos lo que comemos, el cerebro también dependerá de nuestra alimentación. Podemos mejorar la salud y las funciones del cerebro a través de lo que ingerimos. Incluir siempre lácteos(leche, yogur, queso..), hidratos de carbono ( pan, cereales, galletas…) y una pieza de fruta.
12.- Asegurar que duerme unas horas mínimas, entre 9 y 11 horas diarias que le permitan acudir a la escuela en condiciones optimas de atención, concentración y memoria. Para ello, es necesario que tenga unas rutinas establecidas, con una hora tope para ir a la cama y otra para levantarse sin prisas ni agobios. Que el despertar sea tranquilo, con tiempo y sin ansiedad.
13.- No olvidar que posibles conflictos emocionales y afectivos en la familia le pueden repercutir de forma considerable. Un buen clima familiar es fundamental para potenciar sus capacidades y resultados. En caso contrario, no es capaz de centrarse en las actividades del día por centrarse en los problemas emocionales que observa y siente en casa.
Confucio consiguió reunir en esa frase tan acertada el principio básico del constructivismo, lo que en psicología y pedagogía denominamos enseñanza orientada a la acción, es decir, el aprendizaje no se produce escuchando y oyendo a los demás sino que el aprendizaje significativo pasa por ver y experimentar, con el máximo de los sentidos posibles, todo lo explicado, oído y visto. Ya nuestros antepasados transmitían el conocimiento de una generación a otra a través del contacto entre los miembros de la tribu, de unos a otros y a base de práctica y entrenamiento. En dos palabras: Aprender haciendo!! No hay otra forma de hacerlo… entrenamiento, mucha práctica y constancia!!
La familia como primer agente de socialización de nuestros hijos tiene un papel fundamental para fomentar el éxito en el ámbito escolar. El primer paso necesario es reconocer y hacer explicito a nuestros hijos que todo proceso de aprendizaje significa esfuerzo, práctica y automatización, es decir, transmitir tanto a través del ejemplo como de la palabra que las cosas importantes y que merecen la pena sólo se consiguen con mucho esfuerzo, sacrificio y práctica. Es necesario hacer hincapié en que se aprende desde el momento en que nacemos y que la experiencia que tenga nuestro hijo en su proceso de aprendizaje marcará su futuro, ya que si su experiencia es positiva y motivadora conseguiremos que asocie el hecho de aprender con la capacidad de sentirse capaz, de lograr objetivos y de alimentar su capacidad de superación.
Os proponemos una serie de recomendaciones y sugerencias para potenciar la motivación y la capacidad de superación de nuestros hijos, incrementando la posibilidades de éxito en el ámbito escolar:
1.- Reconocer el valor y la importancia de estudiar. Se trata de reconocer su dificultad y valorar la necesidad de estudiar ya no sólo como opción para disponer de una profesión cualificada, sino como parte fundamental en el crecimiento personal. Que oigan expectativas y mensajes positivos, conociendo las experiencias personales de sus padres cuando estudiaron y de otras personas cercanas. Un aspecto clave es no comparar con otros niños de su edad, se trata de potenciar desde lo positivo y no culpabilizando ni exigiendo. Por mucho que lo padres deseemos y queramos que nuestros hijos estudien, hasta que ellos no lo interioricen y estén convencidos que es lo mejor para ellos, no lo harán. Por ello, más que castigar por no hacer, premiar por asumir responsabilidades y cumplir rutinas.
2.- Es necesario que como padres minimicemos los errores que comentan y ensalcemos todos sus logros, avances y aspectos positivos que consigan, por muy pequeños que resulten. Y no solo logros académicos, también reforzar y valorar aspectos sociales, emocionales y valores.
3.- Elaborar un horario de tarde consensuado con vuestro hijo de manera que tenga una tarde organizada con tiempos para merendar, estudiar, jugar, estar con la familia… El horario se utilizará como referencia principal y habitual de funcionamiento, lo que no significa que no se pueda modificar siendo flexibles y comprensivos. Tener en cuenta que a partir de primero de educación primaria, el niño ya necesita dedicar todos los días entre semana un tiempo y espacio para estudiar. Como referencia podemos establecer un tiempo de 30 minutos al día para primero y segundo de Educación Primaria, 60 minutos al día para tercero y cuarto y 90 minutos al día para quinto y sexto. A partir de Educación Secundaria Obligatoria, dedicar dos horas diarias. En caso de finalizar la tarea antes del tiempo establecido, aprovechar el tiempo restante para repasar otros temas, leer libros o periódico, hacer esquemas… la idea es que automatice que todos los días tiene que dedicar un tiempo establecido a estudiar, leer o hacer los deberes.
4.- Ya desde pequeños enseñarle técnicas de estudio básicas: antes de comenzar a entender y estudiar un apartado hacer una lectura rápida del mismo, poniendo atención en sus apartados y palabras clave, fijarse en los dibujos explicativos, subrayar lo más importante con diferentes colores en función de si son palabras claves, definiciones, aspectos esenciales…, volver a leer, realizar esquemas, hacerle preguntas para saber si lo ha comprendido… Si vamos a perder la calma y el control, es mejor delegar la tarea en alguien externo que le pueda ayudar desde la tranquilidad y sin proyectarle ansiedad.
5.- Proporcionar unas condiciones optimas ofreciendo un lugar tranquilo, iluminado y sin ruidos, donde poder leer, realizar los deberes y estudiar con calma y tranquilidad. No tener la televisión encendida, ya que le distrae y le resta concentración. Intentar que no tenga el móvil cerca o que éste se encuentre apagado, evitando distractores y potenciando la concentración. Es importante que asocie estudio con silencio y que la zona dedicada e este fin, sea para eso y solo eso.
6.- Relación positiva y constructiva con la escuela. Resulta fundamental que nuestros hijos vean que la relación que mantenemos con la escuela es autentica y positiva, no hablando mal ni criticando su forma de actuar. Si existe alguna discrepancia con la escuela lo mejor que podemos hacer es dirigirnos a ella, exponer nuestras dudas y sugerencias con el máximo respeto, intentando llegar a acuerdos mutuos y consensuados.
7.- En lugar de reforzar y premiar notas y aprobados, intentar elogiar y alabar esfuerzo y rutinas. Lo verdaderamente importante es que nuestro hijo dediquen todos los días un rato al estudio, en lugar de centrarnos en si lo hace bien o mal, adquiriendo el habito de trabajar todos los días, valorando y reforzando el esfuerzo y el sacrificio que pone a las cosas. No presionar con las notas, ya que puede llevar al autocastigo, la culpa y a la autoexigenica personal. Los resultados se tienen que valorar por el esfuerzo invertido, el trabajo diario y la implicación durante todo el curso y no sólo en época de exámenes. Insistir en que el estudio es una tarea dura, que requiere constancia y que si en un momento dado no supera un ejercicio o examen no pasa nada, porque si sigue esforzándose llegará a comprenderlo y superarlo.
8.- Mas que premiar con cosas materiales, reforzar con elogios verbales y compartiendo actividades y espacios gratificantes como jugar juntos, comer una hamburguesa con ellos… potenciando el aspecto social y familiar. Evitar dejarte llevar por la decepción antes los resultados académicos, las riñas y los castigos, no amenazando con profesor particular o internado, proyectando en el niño tus sentimientos de culpa y reprochándole que es un vago y un irresponsable. En su lugar, trabajar la motivación, el trabajo diario, las rutinas y la constancia… verdaderos indicadores de éxito.
9.- Acompañar en el estudio. Antes de comenzar dedicar diez minutos para compartir con vuestro hijo como va a distribuir el tiempo de estudio, motivarle hacia la tarea dándole expectativas de que lo va a lograr, mirar la agenda, revisar los cuadernos y supervisar la tarea que tiene que realizar. Una vez hecho, le dejaremos sólo con la posibilidad de que nos llame si tiene dificultades o no entiende algún enunciado. Fomentar su autonomía e independencia en el estudio, intentando que realice sólo la tarea, insistiendo en que lo importante no es si lo hace bien o mal sino que lo intente, ponga ganas y se esfuerce.
10.- No existe mayor motivación ante una tarea que la satisfacción y gratificación personal que te reporta el hecho de hacerla. Si conseguimos que nuestros hijos disfruten de la actividad que realizan, conseguiremos que dediquen más tiempo, esfuerzo y recursos a dicha tarea, sin necesidad de insistir y reforzar. El mejor ejemplo lo tenemos en el deporte, cuando conseguimos disfrutar de él, tanto el tiempo que invertimos como los resultados que obtenemos se multiplican exponencialmente. Para ello es necesario poner el énfasis en el proceso y no en el resultado.
11.- Desayunar con tiempo y equilibradamente. Un aspecto descuidado muy habitualmente. Tanto desayunar como hacerlo con tiempo tiene que convertirse en un hábito muy consolidado ya que nuestro cerebro se alimenta de glucosa y es necesario que disponga de esta sustancia para rendir adecuadamente. El cerebro representa sólo el 2% de nuestro peso, pero precisa alrededor del 20% de la energía que ingerimos. Si tenemos en cuenta la frase de que somos lo que comemos, el cerebro también dependerá de nuestra alimentación. Podemos mejorar la salud y las funciones del cerebro a través de lo que ingerimos. Incluir siempre lácteos(leche, yogur, queso..), hidratos de carbono ( pan, cereales, galletas…) y una pieza de fruta.
12.- Asegurar que duerme unas horas mínimas, entre 9 y 11 horas diarias que le permitan acudir a la escuela en condiciones optimas de atención, concentración y memoria. Para ello, es necesario que tenga unas rutinas establecidas, con una hora tope para ir a la cama y otra para levantarse sin prisas ni agobios. Que el despertar sea tranquilo, con tiempo y sin ansiedad.
13.- No olvidar que posibles conflictos emocionales y afectivos en la familia le pueden repercutir de forma considerable. Un buen clima familiar es fundamental para potenciar sus capacidades y resultados. En caso contrario, no es capaz de centrarse en las actividades del día por centrarse en los problemas emocionales que observa y siente en casa.
jueves, 9 de octubre de 2014
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