lunes, 29 de septiembre de 2014
sábado, 27 de septiembre de 2014
Niños desobedientes
Niños desobedientes: Los adultos somos los encargados de enseñar a los más pequeños lo que pueden y no pueden hacer. Nuestra labor es ponerles límites y normas que contribuyan a su bienestar.
En este proceso es normal que los niños y niñas experimenten y pongan a prueba nuestra autoridad, es algo lógico ya que están formando su identidad y personalidad. Están probando hasta donde pueden llegar y cuál será la consecuencia de sus actos. La desobediencia es por tanto algo común en las diferentes etapas del desarrollo del niño.
Por eso es importante entender la situación y mantener la calma, aunque estos comportamientos puedan llegar a desesperarnos. Poner unos límites y normas claras que harán en primer lugar que el niño se sienta seguro y que poco a poco aprendan a ser responsables de sus actos. Nos tendremos que enfrentar a varias discusiones hasta que consigamos que los niños se comporten como esperamos.
¿QUÉ TIPO DE CONDUCTAS ENTENDEMOS POR DESOBEDIENTES?
Veamos algunos ejemplos de conductas que queremos modificar
Álvaro, 3 años. Cuando no le das lo que quiere se pone a llorar y a gritar, si no lo consigue se enfada, tira objetos y se tira al suelo.
Lucía, 4 años. Cuando está en casa de alguna amiguita o en casa de sus primas, se niega a marcharse y se pone a llorar.
Ángel, 5 años. Cuando viene una visita a casa, aprovecha para comportarse mal y saltarse las normas.
Marta, 5 años. Cuando no le gusta lo que hay de comida, se niega a comer, tira los cubiertos al suelo y se cruza de brazos hasta que consigue que le cambien el plato.
Héctor, 6 años. Pega a su hermana mayor cuando quiere que esta le haga caso.
Noelia, 7 años. Se niega a obedecer, quiere hacer lo que le parece, juega con el balón en casa cuando no la ven los adultos, come galletas cuando no le dejan hacerlo.
Pablo, 9 años. Normalmente nunca recoge sus juguetes, los deja por ahí tirados, protesta si le mandas hacerlo.
Paula, 10 años. Para que haga los deberes hay que estar detrás de ella constantemente, se niega a sentarse en la silla y a hacerlos con la tele apagada.
Pedro, 12 años. Cuando llega la hora de dormir y apagar la consola o la tele, se niega a hacerlo, discute y asegura que va a hacer lo que quiere.
¿CÓMO ACTUAR ANTE LA DESOBEDIENCIA DE LOS NIÑOS?
Procura mantener la calma, no enfadarte y ponerte en su lugar. Están poniendo a prueba las normas. Quieren saber hasta dónde pueden llegar. Si te pierdes los nervios entras en una lucha con ellos y te harán menos caso.
Ten en cuenta la edad y la etapa en la que se encuentra el niño.
Establece límites y normas concisas y claras. Deja claro lo que sí pueden y lo que no pueden hacer.
Sirve de ejemplo. Si ponemos unas normas, nosotros también debemos seguirlas. Debemos ser consecuentes con las normas que ponemos. Los niños aprenden más de los ejemplos que ven, que de lo que les ordena. Si le dices que no tiene que gritar, has de evitar gritar tú, si no quieres que coman con la televisión no debes hacerlo tú, por ejemplo.
Refuerza el buen comportamiento y castiga el mal comportamiento. Las conductas se mantienen o desaparecen según las consecuencias que se obtengan de las mismas. Toda consecuencia ha de seguir a la conducta deseada o indeseada. Como refuerzo dale cariño, verbaliza lo bien que lo ha hecho, prémiale con tu atención. Como castigo utiliza el tiempo para pensar, busca un rincón para pensar, debe saber que cuando desobedezca ira al rincón de pensar, no le amenaces con ello (frases tipo: “te voy a llevar al rincón de pensar”), llévale allí en cuanto sea necesario. Si se va del rincón de pensar (suelen hacerlo), mantén la calma, no te alteres y vuelves a llevarle allí, explicándole que cuando se comporte bien puede salir de allí.
Siempre dile lo que ha hecho bien o mal y lo que tiene que hacer, para que lo relacione con la consecuencia.
Con niños y niñas más mayores razona con ellos, explícales las normas. Deja que se equivoquen y que comprueben las consecuencias de sus actos (cuando no recoja, no lo hagas tu, si no hace sus deberes, no le ayudes a última hora, etc.). Ayúdales a decidir y a tener confianza.
Escoge tus batallas y distrae su atención. En muchas ocasiones, el niño esta reafirmando su identidad. Es decir su desobediencia viene de ahí. Si distraes su atención con otra cosa, conseguirás que se olvide que quiere esto o aquello.
No olvides que cuando les riñes, te desesperas y estas encima de ellos, captan tu atención y estas reforzando la conducta que quieres que desaparezca. Sienten que te ocupas de ellos que no pasan desapercibidos.
Por último es importante tener en cuenta que en ocasiones la desobediencia es debida a otros factores, como un déficit de atención, hiperactividad, etc. Presta atención a estas características:
Parece que no escucha cuando se le habla, y hay que repetirle las cosas.
Suele olvidarse de las cosas y no presta atención en lo que tiene que hacer.
Le cuesta entretenerse con algo.
No se está quieto ni un minuto
Desafía constantemente y no sigue ninguna norma.
En estos casos, acude a un especialista.
Celia Rodriguez para el portal Educativo Educapeques
En este proceso es normal que los niños y niñas experimenten y pongan a prueba nuestra autoridad, es algo lógico ya que están formando su identidad y personalidad. Están probando hasta donde pueden llegar y cuál será la consecuencia de sus actos. La desobediencia es por tanto algo común en las diferentes etapas del desarrollo del niño.
Por eso es importante entender la situación y mantener la calma, aunque estos comportamientos puedan llegar a desesperarnos. Poner unos límites y normas claras que harán en primer lugar que el niño se sienta seguro y que poco a poco aprendan a ser responsables de sus actos. Nos tendremos que enfrentar a varias discusiones hasta que consigamos que los niños se comporten como esperamos.
¿QUÉ TIPO DE CONDUCTAS ENTENDEMOS POR DESOBEDIENTES?
Veamos algunos ejemplos de conductas que queremos modificar
Álvaro, 3 años. Cuando no le das lo que quiere se pone a llorar y a gritar, si no lo consigue se enfada, tira objetos y se tira al suelo.
Lucía, 4 años. Cuando está en casa de alguna amiguita o en casa de sus primas, se niega a marcharse y se pone a llorar.
Ángel, 5 años. Cuando viene una visita a casa, aprovecha para comportarse mal y saltarse las normas.
Marta, 5 años. Cuando no le gusta lo que hay de comida, se niega a comer, tira los cubiertos al suelo y se cruza de brazos hasta que consigue que le cambien el plato.
Héctor, 6 años. Pega a su hermana mayor cuando quiere que esta le haga caso.
Noelia, 7 años. Se niega a obedecer, quiere hacer lo que le parece, juega con el balón en casa cuando no la ven los adultos, come galletas cuando no le dejan hacerlo.
Pablo, 9 años. Normalmente nunca recoge sus juguetes, los deja por ahí tirados, protesta si le mandas hacerlo.
Paula, 10 años. Para que haga los deberes hay que estar detrás de ella constantemente, se niega a sentarse en la silla y a hacerlos con la tele apagada.
Pedro, 12 años. Cuando llega la hora de dormir y apagar la consola o la tele, se niega a hacerlo, discute y asegura que va a hacer lo que quiere.
¿CÓMO ACTUAR ANTE LA DESOBEDIENCIA DE LOS NIÑOS?
Procura mantener la calma, no enfadarte y ponerte en su lugar. Están poniendo a prueba las normas. Quieren saber hasta dónde pueden llegar. Si te pierdes los nervios entras en una lucha con ellos y te harán menos caso.
Ten en cuenta la edad y la etapa en la que se encuentra el niño.
Establece límites y normas concisas y claras. Deja claro lo que sí pueden y lo que no pueden hacer.
Sirve de ejemplo. Si ponemos unas normas, nosotros también debemos seguirlas. Debemos ser consecuentes con las normas que ponemos. Los niños aprenden más de los ejemplos que ven, que de lo que les ordena. Si le dices que no tiene que gritar, has de evitar gritar tú, si no quieres que coman con la televisión no debes hacerlo tú, por ejemplo.
Refuerza el buen comportamiento y castiga el mal comportamiento. Las conductas se mantienen o desaparecen según las consecuencias que se obtengan de las mismas. Toda consecuencia ha de seguir a la conducta deseada o indeseada. Como refuerzo dale cariño, verbaliza lo bien que lo ha hecho, prémiale con tu atención. Como castigo utiliza el tiempo para pensar, busca un rincón para pensar, debe saber que cuando desobedezca ira al rincón de pensar, no le amenaces con ello (frases tipo: “te voy a llevar al rincón de pensar”), llévale allí en cuanto sea necesario. Si se va del rincón de pensar (suelen hacerlo), mantén la calma, no te alteres y vuelves a llevarle allí, explicándole que cuando se comporte bien puede salir de allí.
Siempre dile lo que ha hecho bien o mal y lo que tiene que hacer, para que lo relacione con la consecuencia.
Con niños y niñas más mayores razona con ellos, explícales las normas. Deja que se equivoquen y que comprueben las consecuencias de sus actos (cuando no recoja, no lo hagas tu, si no hace sus deberes, no le ayudes a última hora, etc.). Ayúdales a decidir y a tener confianza.
Escoge tus batallas y distrae su atención. En muchas ocasiones, el niño esta reafirmando su identidad. Es decir su desobediencia viene de ahí. Si distraes su atención con otra cosa, conseguirás que se olvide que quiere esto o aquello.
No olvides que cuando les riñes, te desesperas y estas encima de ellos, captan tu atención y estas reforzando la conducta que quieres que desaparezca. Sienten que te ocupas de ellos que no pasan desapercibidos.
Por último es importante tener en cuenta que en ocasiones la desobediencia es debida a otros factores, como un déficit de atención, hiperactividad, etc. Presta atención a estas características:
Parece que no escucha cuando se le habla, y hay que repetirle las cosas.
Suele olvidarse de las cosas y no presta atención en lo que tiene que hacer.
Le cuesta entretenerse con algo.
No se está quieto ni un minuto
Desafía constantemente y no sigue ninguna norma.
En estos casos, acude a un especialista.
Celia Rodriguez para el portal Educativo Educapeques
Pautas para conseguir que vayan contentos al colegio
Algunos niños y niñas se niegan a ir al colegio. Se ponen rebeldes a la hora de ir a la escuela y empiezan a decir que no quieren ir al colegio, hasta se inventa cosas para no tener que ir. Es muy frecuente que en estas situaciones el niño/a se queje de dolencias (dolores de cabeza, garganta, estomago,…) justo antes de ir al colegio, e incluso recibir llamadas del colegio para ir a recogerle porque no se encuentra bien y sorprendentemente esta enfermedad mejora cuando le permitimos quedarse en casa.
Cuando el niño/a se niega a ir al colegio, se crea una situación complicada en la familia. Es normal que nos preguntemos ¿Por qué mi hijo/a no quiere ir al colegio? ¿Se aburre, no tiene amigos,…? ¿Algo le ocurre en clase? y que nos preguntemos también ¿Qué es mejor para él/ella? ¿Cómo puedo actuar ante esta situación? ¿Le doy importancia, no se la doy? ¿Le riño y le obligo a ir?…Buscamos entonces la solución para que el niño/a vaya contento a la escuela con ganas de aprender.
¿Por qué no quiere ir al colegio?
Es normal que alguna vez los niños/as intenten no ir a clase, pero cuando estas negativas son persistentes debemos prestar atención. Cuando un niño/a no quiere ir al colegio es importante averiguar las causas de esta persistente negativa. Independientemente de la edad del niño/a, normalmente las negativas vienen de un “miedo irracional” que se genera cuando algo les perturba. Provocando dicho miedo una respuesta de ansiedad desproporcionada. Es fundamental hablar con el niño/a, prestar atención a sus comentarios y actos y averiguar lo que le ocurre para que la situación mejore. Las causas pueden ser de muy diversa índole, pero lo que está claro es que hay algo que le hace sentirse mal y le cuesta exteriorizarlo. Entre las causas más comunes están
Problemas para relacionarse con los iguales.
Una baja autoestima.
Bajo Rendimiento.
Baja sintonía con el profesor.
Conflictos emocionales.
Sobrecarga de horarios y estrés.
Pautas para conseguir que los niñ@s quieran ir al colegio
Escucha a tu hijo/a y pregúntale directamente porque no quiere ir a la escuela.
Habla con los profesores, compañeros y familias de compañeros que puedan aportarte alguna información sobre las causas de porque no quiere ir al colegio, pero procura hacerlo de manera natural y sin que el niño/a perciba que estamos dando vueltas al problema, puede sentirse avergonzado y saber que vamos sacando información les puede generar malestar.
Tranquilízate y mantén la calma, es importante no transmitir al niño/a demasiada preocupación.
Si el problema es algo pasajero, como acudir a un nuevo centro escolar, cambio de ciudad, etc. Habla con él/ella, anímale, cuéntale que al principio es difícil ir a un sitio nuevo (que a todos nos pasa), pero que poco a poco ira haciendo amigos y haciendo cosas divertidas. Es bueno acompañarle al colegio unos días antes para que se familiarice y tranquilarle cada mañana. Estas situaciones pasajeras remiten en poco tiempo.
Presta atención a si el niño/a puede estar sufriendo acoso escolar, para ello consulta con el profesorado del centro y consulta también con un especialista.
Determinados acontecimientos, pueden provocar un desajuste emocional y provocar que el niño/a no quiera ir al colegio, como el divorcio de los padres, nacimiento de un nuevo hermano, etc. En estos casos trata de solventar el malestar emocional, préstale atención y dale cariño y tiempo hasta que se ajuste a la situación.
Cuando se invente cosas para no ir al colegio, no dejes que se salga con la suya, si lo haces refuerzas esa conducta y tendera a repetirla. Tampoco le presiones o riñas, en estas situaciones le prestas atención y le relajas, si se queja de alguna dolencia le relajas, le consuelas y le dices que tiene que ir al cole, que en un rato se le irá pasando, y le dejas claro que solo se quedara en casa si tiene fiebre o necesita atención médica.
Evita los gritos y reproches, solo empeoran la situación y crean más tensión. En su lugar intenta de hacer el momento de ir al cole un momento agradable, préstale atención, escúchale, etc.
Comprueba la agenda del niño/a, un horario demasiado sobrecargado puede provocarle estrés y ser la causa de su negativa a ir al colegio.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
Cuando el niño/a se niega a ir al colegio, se crea una situación complicada en la familia. Es normal que nos preguntemos ¿Por qué mi hijo/a no quiere ir al colegio? ¿Se aburre, no tiene amigos,…? ¿Algo le ocurre en clase? y que nos preguntemos también ¿Qué es mejor para él/ella? ¿Cómo puedo actuar ante esta situación? ¿Le doy importancia, no se la doy? ¿Le riño y le obligo a ir?…Buscamos entonces la solución para que el niño/a vaya contento a la escuela con ganas de aprender.
¿Por qué no quiere ir al colegio?
Es normal que alguna vez los niños/as intenten no ir a clase, pero cuando estas negativas son persistentes debemos prestar atención. Cuando un niño/a no quiere ir al colegio es importante averiguar las causas de esta persistente negativa. Independientemente de la edad del niño/a, normalmente las negativas vienen de un “miedo irracional” que se genera cuando algo les perturba. Provocando dicho miedo una respuesta de ansiedad desproporcionada. Es fundamental hablar con el niño/a, prestar atención a sus comentarios y actos y averiguar lo que le ocurre para que la situación mejore. Las causas pueden ser de muy diversa índole, pero lo que está claro es que hay algo que le hace sentirse mal y le cuesta exteriorizarlo. Entre las causas más comunes están
Problemas para relacionarse con los iguales.
Una baja autoestima.
Bajo Rendimiento.
Baja sintonía con el profesor.
Conflictos emocionales.
Sobrecarga de horarios y estrés.
Pautas para conseguir que los niñ@s quieran ir al colegio
Escucha a tu hijo/a y pregúntale directamente porque no quiere ir a la escuela.
Habla con los profesores, compañeros y familias de compañeros que puedan aportarte alguna información sobre las causas de porque no quiere ir al colegio, pero procura hacerlo de manera natural y sin que el niño/a perciba que estamos dando vueltas al problema, puede sentirse avergonzado y saber que vamos sacando información les puede generar malestar.
Tranquilízate y mantén la calma, es importante no transmitir al niño/a demasiada preocupación.
Si el problema es algo pasajero, como acudir a un nuevo centro escolar, cambio de ciudad, etc. Habla con él/ella, anímale, cuéntale que al principio es difícil ir a un sitio nuevo (que a todos nos pasa), pero que poco a poco ira haciendo amigos y haciendo cosas divertidas. Es bueno acompañarle al colegio unos días antes para que se familiarice y tranquilarle cada mañana. Estas situaciones pasajeras remiten en poco tiempo.
Presta atención a si el niño/a puede estar sufriendo acoso escolar, para ello consulta con el profesorado del centro y consulta también con un especialista.
Determinados acontecimientos, pueden provocar un desajuste emocional y provocar que el niño/a no quiera ir al colegio, como el divorcio de los padres, nacimiento de un nuevo hermano, etc. En estos casos trata de solventar el malestar emocional, préstale atención y dale cariño y tiempo hasta que se ajuste a la situación.
Cuando se invente cosas para no ir al colegio, no dejes que se salga con la suya, si lo haces refuerzas esa conducta y tendera a repetirla. Tampoco le presiones o riñas, en estas situaciones le prestas atención y le relajas, si se queja de alguna dolencia le relajas, le consuelas y le dices que tiene que ir al cole, que en un rato se le irá pasando, y le dejas claro que solo se quedara en casa si tiene fiebre o necesita atención médica.
Evita los gritos y reproches, solo empeoran la situación y crean más tensión. En su lugar intenta de hacer el momento de ir al cole un momento agradable, préstale atención, escúchale, etc.
Comprueba la agenda del niño/a, un horario demasiado sobrecargado puede provocarle estrés y ser la causa de su negativa a ir al colegio.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
viernes, 26 de septiembre de 2014
¿Cómo educar las emociones? 10 Consejos para educar las emociones
Las emociones forman parte de las personas, son inherentes a los seres humanos. Los seres humanos somos seres emocionales. Nuestras emociones vienen determinadas por nuestro pensamiento y son nuestras emociones las que van a dirigir nuestra conducta.
Es importante prestar atención a la educación emocional de los niños y niñas y dotarles de una alta inteligencia emocional que se traduzca en una sana autoestima, seguridad, confianza, habilidades sociales, capacidad de superarse y de tolerar la frustración, etc…
Una educación emocional en los primeros años les va a permitir ser capaces de identificar, expresar y manejar sus emociones. No se trata de reprimirlas o suprimirlas, sino de ser capaces de gestionarlas de manera inteligente logrando con ello ser ellos los que controlen sus emociones y no las emociones las que les controlen.
Las bases de la educación emocional
La educación emocional atiende necesidades personales y sociales, no atendidas en la enseñanza tradicional.
La base sobre las que se sustenta la educación de las emociones es la propia persona, cada emoción tiene sus correlatos comunes, pero es una sensación única y subjetiva de cada persona. Por lo tanto educar las emociones es enseñar a cada persona a reconocer, identificar y regular su propio estado emocional, logrando desarrollar de este modo habilidades de vida y de bienestar.
Competencias emocionales.
Las competencias emocionales que se han de desarrollar con la educación emocional son:
Conciencia emocional: identificación de emociones propias y ajenas.
Regulación emocional: regular las propias emociones.
Autogestión de las emociones: controlar las emociones antes de que éstas nos controlen a nosotros.
Inteligencia intrapersonal:nos permite entendernos a nosotros mismos, autoconcepto, autoestima, autoeficacia, etc.
Inteligencia interpersonal: nos permite entender a los demás, empatía, asertividad, habilidades sociales,…
Habilidades de vida y de bienestar.
10 Consejos para educar las emociones.
Reconoce tus propias emociones y ayuda al niño/a a identificar las suyas. Para ello varias veces al día reflexiona y haz que reflexionen: ¿cómo me siento? ¿por qué me siento así?, ¿cómo estoy manifestando lo que estoy sintiendo? Esta emoción ¿me ayuda en la situación actual? ¿qué puedo hacer para mantenerla o bien cambiarla y sentirme mejor?
Realiza con ellos actividades que les ayuden a fomentar su conciencia emocional.
Niños/as pequeños: dibuja las expresiones faciales de las emociones, juega a imitar emociones, etc.
Niños y niñas más mayores: diario emocional donde anoten lo expuesto en el punto anterior.
Vive con ellos experiencias emocionales positivas. Puedes emplear el juego, la música, muestras de afectos, cantar, bailar, la risa, etc.
Explícales tus emociones y las de los demás. Desarrollaran su inteligencia interpersonal. Debes explicarles que sientes, porque te sientes así y como manifiestas esa emoción.
Acéptale tal y como es y desarrolla su inteligencia intrapersonal. Ayúdale a conocerse, y a valorar sus fortalezas.
Enséñale que ante diferentes situaciones podemos tener diferentes pensamientos, muéstrale el valor de los pensamientos positivos sobre los estados emocionales.
Anímale a que muestre sus emociones, tanto las positivas como negativas. Reprimir o suprimir los estados emocionales es negativo, se trata de expresar los diferentes estados emocionales, de conocerlos y de ser capaz de modificarlos, pero deben dejarlos salir.
Crea un clima de seguridad y confianza donde el niño/a no sienta temor o vergüenza por expresar las emociones.
Llama a cada emoción por su nombre, es importante que diferencien el enfado de la tristeza, la vergüenza, la alegría, la sorpresa, etc.
Emplea libros, películas, series de televisión y pídeles a los niños y niñas que te expliquen cómo se sienten los diversos personajes.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
Es importante prestar atención a la educación emocional de los niños y niñas y dotarles de una alta inteligencia emocional que se traduzca en una sana autoestima, seguridad, confianza, habilidades sociales, capacidad de superarse y de tolerar la frustración, etc…
Una educación emocional en los primeros años les va a permitir ser capaces de identificar, expresar y manejar sus emociones. No se trata de reprimirlas o suprimirlas, sino de ser capaces de gestionarlas de manera inteligente logrando con ello ser ellos los que controlen sus emociones y no las emociones las que les controlen.
Las bases de la educación emocional
La educación emocional atiende necesidades personales y sociales, no atendidas en la enseñanza tradicional.
La base sobre las que se sustenta la educación de las emociones es la propia persona, cada emoción tiene sus correlatos comunes, pero es una sensación única y subjetiva de cada persona. Por lo tanto educar las emociones es enseñar a cada persona a reconocer, identificar y regular su propio estado emocional, logrando desarrollar de este modo habilidades de vida y de bienestar.
Competencias emocionales.
Las competencias emocionales que se han de desarrollar con la educación emocional son:
Conciencia emocional: identificación de emociones propias y ajenas.
Regulación emocional: regular las propias emociones.
Autogestión de las emociones: controlar las emociones antes de que éstas nos controlen a nosotros.
Inteligencia intrapersonal:nos permite entendernos a nosotros mismos, autoconcepto, autoestima, autoeficacia, etc.
Inteligencia interpersonal: nos permite entender a los demás, empatía, asertividad, habilidades sociales,…
Habilidades de vida y de bienestar.
10 Consejos para educar las emociones.
Reconoce tus propias emociones y ayuda al niño/a a identificar las suyas. Para ello varias veces al día reflexiona y haz que reflexionen: ¿cómo me siento? ¿por qué me siento así?, ¿cómo estoy manifestando lo que estoy sintiendo? Esta emoción ¿me ayuda en la situación actual? ¿qué puedo hacer para mantenerla o bien cambiarla y sentirme mejor?
Realiza con ellos actividades que les ayuden a fomentar su conciencia emocional.
Niños/as pequeños: dibuja las expresiones faciales de las emociones, juega a imitar emociones, etc.
Niños y niñas más mayores: diario emocional donde anoten lo expuesto en el punto anterior.
Vive con ellos experiencias emocionales positivas. Puedes emplear el juego, la música, muestras de afectos, cantar, bailar, la risa, etc.
Explícales tus emociones y las de los demás. Desarrollaran su inteligencia interpersonal. Debes explicarles que sientes, porque te sientes así y como manifiestas esa emoción.
Acéptale tal y como es y desarrolla su inteligencia intrapersonal. Ayúdale a conocerse, y a valorar sus fortalezas.
Enséñale que ante diferentes situaciones podemos tener diferentes pensamientos, muéstrale el valor de los pensamientos positivos sobre los estados emocionales.
Anímale a que muestre sus emociones, tanto las positivas como negativas. Reprimir o suprimir los estados emocionales es negativo, se trata de expresar los diferentes estados emocionales, de conocerlos y de ser capaz de modificarlos, pero deben dejarlos salir.
Crea un clima de seguridad y confianza donde el niño/a no sienta temor o vergüenza por expresar las emociones.
Llama a cada emoción por su nombre, es importante que diferencien el enfado de la tristeza, la vergüenza, la alegría, la sorpresa, etc.
Emplea libros, películas, series de televisión y pídeles a los niños y niñas que te expliquen cómo se sienten los diversos personajes.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
martes, 23 de septiembre de 2014
Sabiduría...
Si pudiera criar a mi hijo otra vez,
pintaría más con los dedos y señalaría menos con el dedo.
Corregiría menos y conectaría más.
Dejaría de mirar el reloj y usaría mis ojos para mirar más allá.
Me preocuparía menos por saber y más por saber qué es lo importante.
Haría más caminatas y volaría más cometas.
Dejaría de jugar serio, y jugaría más en serio.
Correría más por los campos y observaría más las estrellas.
Daría más abrazos y menos tirones.
Sería menos firme y afirmaría mucho más.
Construiría la autoestima primero y la casa después.
Enseñaría menos sobre el amor al poder,
y más sobre el poder del amor.
Diana Loomans
Si pudiera criar a mi hijo otra vez,
pintaría más con los dedos y señalaría menos con el dedo.
Corregiría menos y conectaría más.
Dejaría de mirar el reloj y usaría mis ojos para mirar más allá.
Me preocuparía menos por saber y más por saber qué es lo importante.
Haría más caminatas y volaría más cometas.
Dejaría de jugar serio, y jugaría más en serio.
Correría más por los campos y observaría más las estrellas.
Daría más abrazos y menos tirones.
Sería menos firme y afirmaría mucho más.
Construiría la autoestima primero y la casa después.
Enseñaría menos sobre el amor al poder,
y más sobre el poder del amor.
Diana Loomans
El Juego de Roles.
El juego de roles, otra excelente herramienta de Disciplina Positiva para enseñar a tus hijos habilidades de vida como:
- enfoque en solución de problemas
- el auto-modelado emocional
- comunicación asertiva
- empatía
- interés social
- reforzamiento de su autoestima
- confianza
¿La haz puesto en práctica en alguna ocasión?
- enfoque en solución de problemas
- el auto-modelado emocional
- comunicación asertiva
- empatía
- interés social
- reforzamiento de su autoestima
- confianza
¿La haz puesto en práctica en alguna ocasión?
sábado, 20 de septiembre de 2014
Cómo conseguir que los niños y niñas sean responsables con su material.
La responsabilidad es un valor, que como tal dirige la acción y se manifiesta en un modo de actuar que permite la reflexión, administración, orientación y valoración de las consecuencias de sus actos. La responsabilidad es imprescindible para ejercer una autonomía plena que caracteriza a una personalidad madura.
Es fundamental educar a los niños y niñas para la responsabilidad. Hacerles responsables de sus cosas es ayudarles a crecer sanos, maduros, fomentar su autonomía, y apostar por su felicidad y bienestar futuro. Una persona responsable, es capaz de organizarse para cumplir sus metas, es capaz de comprender las consecuencias de sus actos y con ello orientar su acción a la consecución de sus objetivos personales y lograr con ello su felicidad y bienestar.
Responsables con su material escolar
Cuando empieza el curso escolar, son muchos los materiales que los niños y niñas necesitan (libros, cuadernos, bolígrafos, estuche, sacapuntas, pegamento, agenda, etc.). Dotarles de este material supone un gasto para las familias que los niños y niñas no siempre perciben. Mantener en condiciones y cuidar el material se convierte en un reto para los niños y niñas, ya que no siempre valoran las cosas que tienen y una preocupación para las familias. Es importante que los pequeños se hagan responsables de sus cosas y aprendan a cuidarlas, que comprendan que el material que tienen puede suponer un esfuerzo para sus familias y que no viene de la nada, por lo tanto cuidarlo es una obligación y es cosa suya.
Son muchas las ocasiones en las que no les dejamos ser responsables, es cierto que muchas veces necesitan un adulto para organizarse pero es importante que vayan asumiendo responsabilidades poco a poco y que confiemos en sus capacidades para ocuparse ellos solos.
Los niños/as pueden y deben ser responsables
Es un error pensar que los niños y niñas no son responsables ni pueden serlo. Debemos enseñarles para que crezcan desarrollando un criterio y con capacidad para afrontar sus obligaciones y lograr sus metas.
Los niños y niñas pueden ser responsables, pero debemos dejarles y enseñarles que sus actos tienen consecuencias. Si estropean o pierden un material escolar y se lo damos de nuevo, no aprenden a ser responsables. Es importante que asuman que si algo se estropea, hay que comprar otro o nos quedamos con lo estropeado.
Consejos para ayudarles a ser responsables con su material
Enséñales que el material que llevan a clase cuesta dinero, para ello, ve con ellos a comprarlo.
No les compres todo nuevo. Si pueden aprovechar algo del curso anterior, porque no esta estropeado, debemos utilizarlo. De este modo aprenden que las cosas tienen su función y que no se trata de comprar por comprar.
Si pierden o estropean algún material, no te limites a reñirles y comprarles de nuevo aquello que han estropeado o perdido. Evita las riñas y en su lugar haz que se involucren, para ello puedes hacer que reparen ellos lo estropeado (siempre con tu ayuda), o que para comprarlo usemos dinero de su paga, o que se lo ganen ayudándonos en otras labores. Explícales el porque e involúcrales.
En lugar de estar siempre pendientes de si cuidan o no el material, debemos darles a ellos esa responsabilidad de manera adecuada a su edad y dedicarnos a supervisar de vez en cuando.
Ayúdales a ser responsables, para ello proporcionales sitios adecuados para guardar el material y organizarlo. Enséñales alguna rutina, como cada noche preparar lo que necesitan el día siguiente, revisar si llevan todo el material antes de salir de clase, etc.
Deja que sean ellos los que se ocupen de sus cosas, no les prepares tú el material o la ropa, deja que lo hagan ellos.
Deja que se equivoquen, y habla con ellos de lo que ha pasado y de cómo evitarlo la próxima vez, de este modo aprenderán de sus equivocaciones.
Apórtale seguridad en si mismo, dejándole que se ocupe solo de hacer determinadas tareas.
Aplica una disciplina positiva, es bueno que los niños y niñas aprendan que hay determinadas normas que deben seguir por el bien de todos, de este modo aprenden a ser responsables.
No le sobreprotejas. Encuentra el equilibrio, es bueno que ellos mismos se enfrenten a sus responsabilidades, debemos dejarles solos, pero vigilar el proceso.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
Es fundamental educar a los niños y niñas para la responsabilidad. Hacerles responsables de sus cosas es ayudarles a crecer sanos, maduros, fomentar su autonomía, y apostar por su felicidad y bienestar futuro. Una persona responsable, es capaz de organizarse para cumplir sus metas, es capaz de comprender las consecuencias de sus actos y con ello orientar su acción a la consecución de sus objetivos personales y lograr con ello su felicidad y bienestar.
Responsables con su material escolar
Cuando empieza el curso escolar, son muchos los materiales que los niños y niñas necesitan (libros, cuadernos, bolígrafos, estuche, sacapuntas, pegamento, agenda, etc.). Dotarles de este material supone un gasto para las familias que los niños y niñas no siempre perciben. Mantener en condiciones y cuidar el material se convierte en un reto para los niños y niñas, ya que no siempre valoran las cosas que tienen y una preocupación para las familias. Es importante que los pequeños se hagan responsables de sus cosas y aprendan a cuidarlas, que comprendan que el material que tienen puede suponer un esfuerzo para sus familias y que no viene de la nada, por lo tanto cuidarlo es una obligación y es cosa suya.
Son muchas las ocasiones en las que no les dejamos ser responsables, es cierto que muchas veces necesitan un adulto para organizarse pero es importante que vayan asumiendo responsabilidades poco a poco y que confiemos en sus capacidades para ocuparse ellos solos.
Los niños/as pueden y deben ser responsables
Es un error pensar que los niños y niñas no son responsables ni pueden serlo. Debemos enseñarles para que crezcan desarrollando un criterio y con capacidad para afrontar sus obligaciones y lograr sus metas.
Los niños y niñas pueden ser responsables, pero debemos dejarles y enseñarles que sus actos tienen consecuencias. Si estropean o pierden un material escolar y se lo damos de nuevo, no aprenden a ser responsables. Es importante que asuman que si algo se estropea, hay que comprar otro o nos quedamos con lo estropeado.
Consejos para ayudarles a ser responsables con su material
Enséñales que el material que llevan a clase cuesta dinero, para ello, ve con ellos a comprarlo.
No les compres todo nuevo. Si pueden aprovechar algo del curso anterior, porque no esta estropeado, debemos utilizarlo. De este modo aprenden que las cosas tienen su función y que no se trata de comprar por comprar.
Si pierden o estropean algún material, no te limites a reñirles y comprarles de nuevo aquello que han estropeado o perdido. Evita las riñas y en su lugar haz que se involucren, para ello puedes hacer que reparen ellos lo estropeado (siempre con tu ayuda), o que para comprarlo usemos dinero de su paga, o que se lo ganen ayudándonos en otras labores. Explícales el porque e involúcrales.
En lugar de estar siempre pendientes de si cuidan o no el material, debemos darles a ellos esa responsabilidad de manera adecuada a su edad y dedicarnos a supervisar de vez en cuando.
Ayúdales a ser responsables, para ello proporcionales sitios adecuados para guardar el material y organizarlo. Enséñales alguna rutina, como cada noche preparar lo que necesitan el día siguiente, revisar si llevan todo el material antes de salir de clase, etc.
Deja que sean ellos los que se ocupen de sus cosas, no les prepares tú el material o la ropa, deja que lo hagan ellos.
Deja que se equivoquen, y habla con ellos de lo que ha pasado y de cómo evitarlo la próxima vez, de este modo aprenderán de sus equivocaciones.
Apórtale seguridad en si mismo, dejándole que se ocupe solo de hacer determinadas tareas.
Aplica una disciplina positiva, es bueno que los niños y niñas aprendan que hay determinadas normas que deben seguir por el bien de todos, de este modo aprenden a ser responsables.
No le sobreprotejas. Encuentra el equilibrio, es bueno que ellos mismos se enfrenten a sus responsabilidades, debemos dejarles solos, pero vigilar el proceso.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
Esfuerzo y responsabilidad no se compran en grandes almacenes.
En septiembre empezamos nuevos hábitos y nos planteamos nuevos propósitos, no solo con nosotros mismos, sino también con los hijos y con las personas a las que educamos. Queremos que aprendan a ser más responsables, estudien sin distracciones, tengan mayor autonomía, dejen de pelearse con los hermanos, fomenten sus relaciones con los amigos, practiquen deporte, jueguen menos con la videoconsola, que dediquen ese tiempo a la lectura, coman más verdura y fruta, dejen de protestar por todo.... ¡Ah, y que hagan todo a la primera! Dios mío, ni la persona más perfecta sería capaz de alcanzarlo todo. La lista puede ser interminable, pero solo con constancia, perseverancia y mucha paciencia por nuestra parte podremos ayudarles a alcanzar nuestros objetivos para ellos.
Si eres padre, madre, maestro, entrenador o cualquier otra persona encargada de educar en valores y formar, puedes seguir estos seis consejos. La letra con sangre no entra, y la falta de argumentos nos deja sin credibilidad. Para educar incluye en tu receta altas dosis de humor, disfruta con lo que enseñas, ten mucha paciencia, un ritmo lento y pausado (porque los niños se ponen nerviosos y se desesperan con nuestras prisas y nuestro tono de "me estoy cansando") y trivializa lo que de verdad se pueda. No quieras cambiar todo lo que te molesta de golpe o te cargarás su autoestima. Empieza por lo que sea más importante o lo que más torpedee el desarrollo cotidiano, ¡y manos a la obra!
Tus hijos necesitan saber el significado del esfuerzo. La cultura actual en la que todo es asequible y todo se compra no ayuda a educar en la idea de "si quieres algo, haz por merecerlo". Acostúmbrales a conseguir metas basadas en la dedicación, atención y concentración. Para educar en el esfuerzo y la responsabilidad a las personas de las que eres responsable tienes que:
1. Asignar a cada uno las tareas y responsabilidades en función de su edad y capacidades. Es difícil que uno niño se motive con algo que le cuesta mucho. Abandonará a la primera, porque se sentirá frustrado. Las metas para los niños tienen que ser como las de los mayores: motivantes, ambiciosas, pero asequibles. Cada edad y la propia madurez del niño te van marcando lo que les puedes exigir. A los niños de dos años puedes ayudarles a recoger sus juguetes. También puedes guiarles para que lleven la ropa al cesto de la ropa sucia o coloquen el chupete en su sitio si todavía lo usan. Y tienes la opción de enseñarles el valor del NO si no han cumplido con lo que les has pedido.
Todos en casa, en función de su edad, tienen que participar. Hace falta la colaboración de todos los miembros del equipo para que haya sinergia en el grupo. Una familia en la que son los padres los que tiran de todo, sobreprotegen y hacen todas las tareas domésticas porque sus hijos protestan al levantarse de la tele, es un hogar sin equilibro. El equilibrio está cuando todos comparten deberes y derechos.
2. Ponle fecha y hora a cada actividad. No se hace la cama a las siete de la tarde, se hace cuando encaja con la organización de la casa. Tus hijos no tienen los mismos valores y límites que tú. Por ello tienes que educarles. Elige tus innegociables y no sientes precedentes. De esta forma evitarás discusiones que se enquistan si un día permites unas cosas y otras no. Hay fechas y horarios que se pueden negociar, pero otros no, sobre todo los que afectan al funcionamiento de la familia y los espacios comunes.
3. No des más explicaciones de las necesarias o les acostumbrarás a negociar y razonarlo todo. Dependiendo de la edad podrás negociar según qué cosas. Los niños muchas veces retrasan lo que deben hacer intentando perder el tiempo. Y una manera de perderlo es hacerte preguntas y cuestionarte. Otras veces, tus argumentos se entienden, pero no se comparten e intentan argumentar contigo para llevarte a su terreno, hacerte perder la paciencia y ver si existe algún resquicio de hacer lo que desean. La vagancia les lleva a buscar explicaciones que justifiquen no ponerse a lo que les toca. Da tus argumentos. Si tienen la edad adecuada para entenderlos, negocia lo que sea negociable y una vez te hayas expresado, diles que hay obligaciones y hábitos que tienen que tener porque forma parte de la educación que les estáis dando. No metas en el bucle de darles un argumento para todo, sobre todo si ya lo has intentado una vez y no te lo admiten.
4. Recompensa verbalmente y elogia los esfuerzos, pero no compres regalos con los pequeños cambios del día a día. Incúlcales que el premio es haber aprendido y sentirse satisfechos con el trabajo. Estudiar, colaborar en casa o no discutir forman parte de las conductas saludables de los hijos y los alumnos. El deber no se premia con regalos, salvo excepciones. Si lo haces, se acostumbrarán a que todo tenga un precio. Es mejor comprar un regalo de forma inesperada, sin que esté planificado, a pesar de que luego le digas que te sientes muy orgulloso por todo lo que está avanzando. También puedes premiar con actividades, como hacer cosas con ellos: juegos de mesa, salir al parque, llevarlos a cenar, al cine. Actividades placenteras y de ocio que son la consecuencia de tener tiempo, porque se ha cumplido con las tareas y las obligaciones. No se va al parque ni se sale a jugar si se pierde el tiempo y no se terminan los deberes.
5. Sé un ejemplo para ellos. Nada educa más que el modelo de conducta. Haz lo que yo digo pero no lo que yo haga es el fracaso de cualquier valor que transmitas y cualquier esfuerzo que les pidas. Si quieres que tus hijos se impliquen con la casa, trata de que haya un reparto equitativo, tanto para el padre como para la madre. Si queréis que el niño se dedique más a jugar con juegos de mesa, leer y hacer deporte, en lugar de estar chateando en el teléfono, dejad vosotros también de hacerlo. Y así, con todo.
6. No les sobreprotejas. Si se cae, que se levante; si no le sale, que lo vuelva a intentar; si se frustra, que llore y avance. Sí, el dolor, la frustración y la pena son emociones con las que tienen que aprender a convivir. Se sentirán muy orgullosos de sus logros y trabajos si les dejas que se equivoquen y lo vuelvan a intentar. Ahora, si tratas de hacer los deberes por ellos, ayudarles en todo para que acaben rápido, no aprenderán que las cosas no se consiguen a la primera y que requieren de tiempo y dedicación para alcanzarlas. Piensa que en su futuro trabajo no tendrán a nadie detrás haciéndoles los resúmenes o los trabajos del colegio.
"Solo triunfa en el mundo quien se levanta y busca a las circunstancias, creándolas si no las encuentra". George Bernard Shaw.
viernes, 19 de septiembre de 2014
jueves, 18 de septiembre de 2014
¿Cómo se negocia con los hijos?
Negociar ahora no es tan fácil. Exige que los adultos estén dispuestos a escuchar y observar a sus hijos, que sean capaces de comprender sus sentimientos; que exista una comunicación eficaz y que sepan ambas partes resolver los problemas empáticamente.
Y por supuesto exige que los padres, cuando los hijos no cumplen con su parte del compromiso, hagan cumplir las consecuencias. Sin este último requisito, la negociación no existe. Y la autoridad tampoco.
Proceso de negociación
1 Esperar a que las dos partes estén serenas: sin prisas, sin nervios, sin tensión.
2 Invitar al hijo a que cuente su versión del problema. Es importantísimo en este punto que tu hijo se sienta escuchado. Si se siente así, es más fácil que también él te escuche. Utiliza frases como “me gustaría oír tu opinión, cual crees que es el problema, qué piensas de este asunto…”
Por ejemplo. Andrés, 15 años.
Madre: Parece que te resulta muy difícil acatar las normas de la casa sobre el uso del ordenador entre semana. Me gustaría saber cuál es tu opinión.
Andrés: Soy el único del grupo que no chatea por la noche, me están dejando de lado y ya no cuentan conmigo para divertirse en la red.
3 Dejar muy claro cuál es tu punto de vista, explicándole tus razones.
Madre: Entiendo lo que me dices pero duermes una media de 6 horas, apenas te queda tiempo para estudiar y para ayudar en casa; cuando te llamo para hacer algo en familia (y tienes que interrumpir tu sesión) te enfadas conmigo y en ocasiones me faltas al respeto. Estás siempre enfadado si no estás conectado con tus amigos y esa actitud no me gusta. Estoy realmente preocupada.
4 Animar a tu hijo a buscar soluciones que contenten a ambas partes.
Madre: Creo que ha llegado el momento de que lleguemos a un acuerdo y que busquemos una solución que nos satisfaga a los dos. El año pasado fue un año duro por culpa de este mismo motivo y creo que, si lo intentamos por las dos partes este año, podremos conseguir que tengas tus momentos de facebook con los amigos y que cumplas con tus otras responsabilidades. Quiero saber tu opinión. Si se te ocurre una solución plausible, en la que los dos estemos de acuerdo, yo la respetaré y la llevaremos a cabo durante un mes. Si después de este tiempo vemos que puede ser una solución definitiva, la seguiremos aplicando. Si no cumples con ella o no es tan beneficiosa como creíamos, volveremos a revisarla ¿Se te ocurre alguna idea?
5 Escuchar las ideas que te diga tu hijo y aportar las tuyas propias. En este punto, lo más recomendable es que pongáis las ideas por escrito para luego leerlas en voz alta, ir eliminando las que no son válidas o reformulando en función de la negociación:
- Andrés: Me conectaré al facebook solo los viernes, sábados y domingos, tres horas cada uno de estos días.
- Andrés: Me conectaré al Messenger entre semana, de 22,00h a 23,00h, siempre que haya acabado mis estudios, sacado el fregaplatos y duchado.
- Madre: El uso del facebook va unido a las notas sacadas en el colegio. Si no traes suspensos, hay red social una hora al día; fines de semana, dos. Si hay suspensos, se elimina este privilegio hasta la siguiente evaluación.
6 Elegir la que satisfaga a los dos, concretando cómo llevarla a cabo.
Madre: Me parece bien que te conectes una hora al día, al acabar tus deberes y obligaciones. De 22,00h a 23,00h es correcto y solo mientras mantengas tus notas. En cuanto bajen, desaparece esta norma y se elimina el ordenador.
Andrés: Vale, pero con una condición: que nadie me interrumpa durante ese tiempo. Es mi tiempo y lo quiero aprovechar. Y otra cosa, ¡se llama antes de entrar al cuarto!
Madre: De acuerdo. Pero yo no te controlo el tiempo; lo deberás hacer tú. Para ello, te pondré un cronómetro junto al ordenador. Abusar del tiempo con el ordenador implica no conectarse al día siguiente.
7 Una vez llegado a un acuerdo, demuéstrale que es importante para ti haber negociado con él y trasmítele tu confianza en la consecución del pacto.
Estoy muy contenta de haber llegado a este acuerdo. Estoy seguro de que ambos lo podemos respetar. Gracias por ceder en algunas cosas que sé que son importantes para ti.
Madre e hijo se comprometen a algo. El primer paso ya está dado. Han llegado a un acuerdo. Pero, ¿qué pasa cuando el hijo no cumple con su parte del trato?
Elena Roger Gamir
Pedagoga
Centro de Desarrollo Cognitivo Cognitum
¿Por qué es importante negociar? Negocia, no impongas
No solo para resolver conflictos entre padres e hijos, para buscar soluciones conjuntas y llegar a acuerdos entre ambos. Es importante porque les permite a los hijos “entrenarse” como personas adultas, porque se sienten valorados al respetarse su opinión. Porque les ayuda a ponerse en la piel de la otra persona, a ceder, a juzgar lo que es justo o no, a “aprender” del criterio razonado de los padres.
Y algo muy importante: les da razones para obedecer y motivos para respetar la autoridad de los padres ya que ven que sus decisiones están muy valoradas y se basan en criterios tan defendibles como los suyos.
miércoles, 17 de septiembre de 2014
martes, 16 de septiembre de 2014
Las normas de la familia y las normas que entienden nuestros hijos
Todos en casa tenemos normas. A veces no somos conscientes de ellas porque ya forman parte de nuestra manera de vivir. Un niño de 2 años sabe, intuitivamente, que los papeles del despacho de su padre no se tocan. ¿Por qué? Porque en otras ocasiones que ha intentado coger esos papeles su padre se ha disgustado con él, por lo que concluye lógicamente que esos papeles no se deben tocar. Ya está hecha la norma.
Pero en otras ocasiones es conveniente dedicar un tiempo a pensar cuales queremos que sean las normas de nuestra casa así como los objetivos que perseguimos como familia. Los padres deberíamos dedicar un tiempo a hacer un proyecto de futuro involucrando a todos los miembros de la familia, estableciendo normas, objetivos y consecuencias. Se trata, sencillamente, de tener una dirección a donde dirigirnos.
¿Por qué son necesarias las normas?
Estas normas o reglas son necesarias porque, además de socializar, favorecer la armonía familiar y poner límites al comportamiento de nuestros hijos, les permite prever y controlar y, por lo tanto, sentirse seguros. Son su referente para saber qué se espera de ellos en cada circunstancia y cómo deben actuar.
No se crean solo para que nuestros hijos obedezcan. Nuestro objetivo al implantarlas en casa debe ser más ambicioso: las reglas les ayudarán a esforzarse para conseguir lo que se espera de ellos y sabrán que su esfuerzo es valorado y apreciado por las personas que más le importan.
¿Qué es importante para que las reglas sean eficaces?
Deben ser claras y concisas. En esta casa no se pega nunca
Estar adaptadas al nivel madurativo de los hijos.
Conocidas y aceptadas por todos los miembros de la familia. Mejor si están visibles en algún lugar de fácil acceso.
Han de ser sistemáticas. Su aplicación no ha de depender del humor que tengas ese día. Si haces alguna excepción, déjalo muy claro: Hoy es una excepción por ser tu cumpleaños, por eso puedes acostarte al acabar la película.
Deben perdurar durante un largo período de tiempo, hasta que puedan ser automatizadas por todos. Si has de cambiarlas porque las circunstancias así lo exigen, házselo saber a tus hijos: Ahora tienes más deberes que el año pasado. Puedes acostarte a las 22,00h en lugar de las 21,00h pero nunca más tarde.
Existen unas normas, las de la familia, las establecidas por los padres o por todos los miembros de la familia, para una mejor convivencia. Y las normas que “entienden” los niños, las que crean según sus apetencias y comodidad, sin tener en cuenta sus verdaderas necesidades y las de su familia. Si nosotros no ponemos las normas, respetuosas y adaptadas a sus necesidades, las pondrán ellos, niños de 4, 6 o 10 años, guiados exclusivamente por lo que les apetece y no por lo que les conviene.
Aquí tienes algunos ejemplos, por edades, de normas que “interpretan” nuestros hijos si no somos coherentes o si no las establecemos con claridad. O sencillamente, si no existen.
Normas para niños de 2 a 3 años
Normas de la familia
Tengo libertad para investigar pero debo respetar algunos espacios y cosas de los adultos.
Mis padres me quieren y pasan tiempo conmigo pero también yo debo distraerme solo.
Si pataleo y exijo las cosas con agresividad, mis padres no responden a mis necesidades y me exigen pedirlas de otra forma.
Si le quito un juguete a otro niño en el parque, mis padres se lo devuelven inmediatamente.
Normas que “entienden” los niños
Soy un bebé y tengo que explorarlo todo sin límites. Todo está permitido.
Si grito muy fuerte y durante mucho tiempo, mis padres se ocuparán constantemente de mí y no estaré nunca solo.
Si pataleo y tengo una rabieta, mis padres me riñen pero siempre me prestan atención, aunque sea para castigarme.
Si le quito un juguete a otro niño en el parque, me lo puedo quedar y jugar con él.
Normas para niños de 4 a 6 años
Normas de la familia
No se pega en ninguna circunstancia.
Recojo las cosas que saco.
Limpio lo que ensucio.
Me visto y desvisto solito. Si tengo problemas, pido ayuda a mis padres.
Después de cenar, me lavo los dientes sin que me lo recuerden.
Normas que “entienden” los niños
Si estoy enfadado con mi madre, le puedo pegar.
Si no recojo todos mis juguetes o tardo mucho, mis padres me ayudan para acabar antes.
Soy muy pequeño y no puedo limpiar lo que ensucio. Ni siquiera lo que sí podría limpiar.
Si no me visto solo por la mañana, mis padres me ayudarán para no llegar tarde al colegio.
Después de cenar, mi padre me lava los dientes si yo no lo hago.
Normas para niños de 7 a 9 años
Normas de la familia
Me levanto a la primera y me visto rápido. A la hora de salir, mis padres me llevarán al colegio tal y cómo esté.
Hago yo solo los deberes y si tengo algún problema, mis padres me ayudarán.
Entre semana no se ve la tele.
He de cumplir mis obligaciones familiares sin que me lo recuerden mis padres
Normas que “entienden” los niños
Si por la mañana no me visto, mis padres me esperarán (a pesar de reñirme).
Si me distraigo con los deberes, mis padres me ayudarán todo lo necesario para que yo los lleve al día siguiente bien hechos.
Entre semana no me dejan ver la tele pero si insisto mucho puedo conseguir ver los dibujos.
Si mis padres no me persiguen para que haga mis obligaciones familiares, no es necesario hacerlas.
Normas para niños de 10 años en adelante
Normas de la familia
No me quejo nunca. Describo el problema.
Nunca pego. Me defiendo con las palabras.
La casa es de todos y yo colaboro. No soy un invitado.
Defiendo a mis hermanos y nunca los acuso.
Limpio lo que ensucio sin que me lo digan.
Digo la verdad aunque no sea fácil.
No falto el respeto a nadie y menos a mis padres.
Hago lo que debo y no solo lo que me apetece.
Hago mis obligaciones cuando debo y no cuando quiero.
Si estoy enfadado con alguien, cuento hasta 20 antes de contestar. Si eso no es suficiente, salgo de la habitación y me voy a solas para no “estallar”. También puedo escribir en mi diario.
Antes de pedir ayuda, intento varias veces solucionarlo yo solo.
Aprendo de mis errores y trato de mejorar con ellos. Equivocarse es bueno.
Reconozco mis errores y pido perdón por ellos.
Pido ayuda a mis hermanos antes que a mis padres.
Ayudo a mis padres para que tengan tiempo libre como yo. .
Obedezco a la primera.
Intento averiguar la verdad antes de juzgar.
Normas de la familia
No ayudo a mis hermanos y menos a mis padres. Ellos están para satisfacer mis necesidades.
Pego e insulto siempre que es necesario, para conseguir lo que quiero.
Intento solucionar las cosas a la primera y si no lo consigo entonces abandono. Alguien me ayudará.
Miento y engaño para evitar las consecuencias.
Obedezco a la décima vez y nunca a la primera.
Soy un chivato. Cuanto más castiguen a mis hermanos, ¡mejor!
Grito y hablo con desprecio. Así me obedecerán todos.
Me gusta estar de mal humor y fastidiar la alegría de los demás. Así me harán caso a mí y solo a mí.
No soy puntual. No me importa que los demás esperen.
Solo hago caso “de lo que me toca”. Lo que les toca a los demás es problema de ellos.
Esta casa es un HOTEL. No me importan los sentimientos de los demás y menos los de mis padres.
Elena Roger Gamir
Pedagoga- Solohijos
sábado, 13 de septiembre de 2014
25 formas de preguntar a tus hijos '¿cómo ha ido el día en el cole?'
Este año, Simon está en quinto de primaria y Grace en segundo, y todos los días me veo preguntándoles: "¿Cómo ha ido el día en el cole?".
Y todos los días me dan respuestas como "bien", pero a mí me sabe a poco.
¡QUIERO SABER MUCHO MÁS!
O, al menos, quiero que me respondan con una frase entera. Así que la otra noche me puse a hacer una lista de preguntas más concretas para hacérselas al volver de la escuela. No son perfectas, pero por lo menos consigo que me contesten con oraciones completas, y algunas han dado lugar a conversaciones muy interesantes, a respuestas cómicas y a visiones más profundas de lo que mis hijos piensan y sienten acerca de la escuela.
1. ¿Qué es lo mejor que te ha pasado hoy en el colegio? ¿Qué es lo peor que te ha pasado hoy en el colegio?.
2. Cuéntame algo que te haya hecho reír hoy.
3. Si pudieras elegir, ¿con quién te gustaría sentarte en clase? (¿Con quién NO te gustaría sentarte y por qué?).
4. ¿Cuál es el mejor lugar de la escuela?
5. Dime una palabra rara que hayas oído hoy (o algo raro que alguien haya dicho).
6. Si llamara hoy a tu maestra, ¿qué me diría de ti?
7. ¿Has ayudado a alguien hoy? ¿Cómo?
8. ¿Alguien te ha ayudado a ti? ¿Cómo?
9. Dime algo que hayas aprendido hoy.
10. ¿Qué es lo que te ha hecho más feliz hoy?
11. ¿Qué es lo que te ha parecido aburrido?
12. Si una nave de alienígenas llegara a tu clase y se llevara a alguien, ¿a quién querrías que fuera?
13. ¿Hay alguien con quien te gustaría jugar en el recreo y con el que nunca hayas jugado?
14. Cuéntame algo bueno que te haya ocurrido hoy
.
15. ¿Cuál es la palabra que más ha repetido el maestro hoy?
16. ¿Qué crees que deberíais hacer más o aprender más en la escuela?
17. ¿Qué crees que deberíais hacer menos o aprender menos en la escuela?
18. ¿Con quién crees que podrías ser más simpático en clase?
19. ¿Dónde juegas más en el recreo?
20. ¿Quién es la persona más divertida de la clase? ¿Por qué es tan divertida?
21. ¿Cuál ha sido tu parte favorita de la comida?
22. Si mañana fueras tú el maestro, ¿qué harías?
23. ¿Hay alguien en tu clase que necesite tiempo muerto?
24. Si pudieras cambiarle el sitio a alguien de tu clase, ¿con quién lo harías? ¿Por qué?
25. Dime tres momentos diferentes en los que hayas utilizado el lápiz hoy.
*****
Hasta ahora, mis respuestas favoritas proceden de las preguntas 12, 15 y 21. Las preguntas como la de los extraterrestres dan a los niños la oportunidad de decir sin problema a quién no les gustaría tener en clase, y abren la puerta a la discusión, a la posibilidad de descubrir razones y problemas ocultos de los que antes no tenías ni idea.
Las respuestas que obtenemos a veces son realmente sorprendentes. Cuando les hice la pregunta 3, descubrí que uno de mis hijos ya no quería sentarse al lado de su mejor amigo en clase, no por un deseo de crueldad o discriminación, sino por la esperanza de poder trabajar con otros niños.
Mis hijos se hacen mayores y sé que voy a tener que trabajar con más intensidad para comprometerme con ellos, pero sé que el trabajo merecerá la pena.
martes, 9 de septiembre de 2014
Cómo motivar a tu hijo para la vuelta al cole
Al igual que los adultos, los niños pueden sufrir un bajón anímico tras las vacaciones. Por eso es necesario motivarlos para la vuelta al cole.
Septiembre supone el reinicio de las rutinas escolares y muchos se enfrentarán con nuevos compañeros, nuevos profesores y nuevos retos ante los que deben prepararse con antelación.
Gracias a unos consejos muy sencillos podrás ayudar a tu hijo a vivir los preparativos y los primeros días de colegio sin miedo ni ansiedad.
Tu actitud y algunas pautas para animar al niño y reorganizar sus rutinas serán de mucha ayuda. Toma nota de estas 10 pautas para motivar a tu hijo en la vuelta al cole.
1. Tu actitud cuenta
Aunque estés sumido en la más profunda depresión postvacacional, no es aconsejable que lo exteriorices delante de tus hijos. No puedes pedirles positividad y buen ánimo ante la vuelta al colegio si tú estás hundido porque has vuelto a tu trabajo. Los niños aprenden por imitación. Si los padres se muestran confiados y alegres ante los retos de la nueva etapa, es mucho más probable que sus hijos encaren el curso con la misma actitud.
2. Ser paciente con sus altibajos
Cuando los niños están bajos de ánimo no se muestran abatidos, como los adultos, sino irritables y con poca energía. Es bueno observar si detrás de estos comportamientos puede haber problemas de ansiedad ante el nuevo curso escolar. Si es así, al niño le ayudará que le cuentes cómo superaste tú alguna situación similar o cómo te enfrentas ahora a circunstancias que te resultan, de entrada, poco atractivas. Hay que vigilar también que los nervios ante el inicio del curso no supongan un descontrol en el terreno alimenticio
No abandonar de golpe las actividades recreativas. Aunque el niño se incorpore al colegio, no conviene dejarlo sin ninguna de las actividades que venía realizando hasta ahora. Con la posibilidad de disfrutar de ese ocio es más probable que supere su estado de ánimo negativo hacia la vuelta al cole. Consejos para prevenir el fracaso escolar.
3. Hablar sin agobiar
Los padres deben estar cerca y accesibles para cuando el niño quiera hablar de sus sentimientos y experiencias en relación a la vuelta al cole, pero no se les debe agobiar ni atosigar con preguntas. Lo más probable es que, de primeras, no les apetezca contar muchas cosas, pero se irán abriendo a medida que se sientan más relajados.
4. Proporcionarles información previa
Al igual que nos sucedería a los adultos si cambiásemos de compañeros, de jefe, de oficina… los niños se sienten inquietos y ansiosos ante la llegada del nuevo curso y todo lo que ello implica. Para ayudarlos debemos proporcionarles previamente toda la información de que dispongamos acerca de su nueva etapa en el colegio, pero sin hacer en ningún caso juicios de valor negativos.
5. Recordar anécdotas divertidas
Unos días antes del inicio del curso es bueno recordar con el niño anécdotas pasadas o acontecimientos divertidos que haya vivido en el colegio. Si es posible, se puede quedar también con algún compañero o incluso darse un paseo por las instalaciones del colegio.
6. Preparar la habitación conjuntamente
Además de organizar el material escolar necesario, es muy positivo que unos días antes de empezar el curso el niño colabore en la preparación de su dormitorio: despejando la mesa de estudio, colocando los juguetes del verano en su lugar, ordenando su escritorio… Es una tarea que le servirá para ser consciente de que las clases tienen un comienzo inminente.
7. Nuevos propósitos
Para que el niño se sienta motivado hacia el nuevo curso es importante hablar con él de los retos que le gustaría conseguir este año: apuntarse a una nueva extraescolar, aprender a hacer una manualidad, terminar antes los deberes… Los padres deben apoyarlo en ese propósito y mostrar toda su confianza en que lo logrará.
8. Algo para estrenar
Conviene que el pequeño pueda estrenar algo material en cada curso: una mochila, un estuche, un juego de lápices o, incluso, un corte de pelo. Es un pequeño detalle que, sin embargo, le puede ayudar a acometer el curso con más ilusión.
9. Vuelta paulatina a lo cotidiano
Durante el verano, los ritmos de comida y sueño cambian en relación al periodo escolar. Pero el curso llega y el niño debe estar físicamente preparado para ello. Es muy importante que descanse lo suficiente y que se alimente bien. En este sentido, conviene ir reinstaurando las viejas rutinas escolares unas dos semanas antes de que empiece el colegio. Lo primero a modificar será la hora de irse a la cama, después la hora de despertarse y finalmente el horario de las comidas, para ir adaptándose poco a poco, y sin brusquedades, a las nuevas exigencias del periodo escolar. Le ayudará física y mentalmente.
10. La importancia del primer día
El niño se sentirá mucho más seguro si va acompañado de sus padres el primer día de clase. En la medida en que esto sea posible, él debe tener la tranquilidad de que ese día no va a ir solo al colegio y que sus padres estarán ahí para ayudarle con su inquietud y sus miedos. En esa primera jornada es fundamental que todo se haga con calma y sin prisas para no añadir más estrés al reencuentro escolar.
Fuentes
Observatorio Faros de Salud Infantil. Hospital San Joan de Déu. Barcelona
Onmeda Internacional
LA VUELTA AL COLEGIO.
Ya se acabaron las vacaciones de verano y toca de nuevo volver a la rutina diaria de las clases....nos va a costar un poco acostumbrarnos hasta que nos vayamos haciendo a la idea, pero en fin...
Con el deseo de que hayáis pasado tod@s un buen verano, os animo a que comencemos el curso de la manera más positiva posible y echándole muchas ganas para que todo vaya muy bien, así que ¡ÁNIMO Y A EMPEZAR DE NUEVO!
Con el deseo de que hayáis pasado tod@s un buen verano, os animo a que comencemos el curso de la manera más positiva posible y echándole muchas ganas para que todo vaya muy bien, así que ¡ÁNIMO Y A EMPEZAR DE NUEVO!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)