martes, 25 de noviembre de 2014
¿De qué hablas con tu hijos? Los cinco niveles de comunicación.
Durante el día todos tenemos muchísimas conversaciones con nuestros hijos. Hablamos de cómo les ha ido el colegio, de sus amigos, de sus juegos. Pero no todas tienen el mismo nivel de profundidad y no todas son igualmente de beneficiosas para ellos.
En las conversaciones se pueden dar 5 niveles de profundidad.
El primer nivel es cuando hablamos de las cosas. Del partido de fútbol, de los deberes, de los cuentos, de la comida. Este es el nivel más superficial de una conversación.
En el segundo nivel hablamos de otras personas. De lo que ha hecho su amigo, la profesora, el vecino del 5º o la madre de mi amiga.
El tercero es cuando hablamos de nosotros. Le explico a mi hijo lo que me ha pasado en el trabajo o a qué jugaba cuando era pequeño. O mi hijo me explica a qué está jugando, cuál es su cuento preferido o lo qué ha hecho en el colegio.
En este nivel ya compartimos algo de intimidad y nos aproximamos afectivamente. Yo conozco algo más de él y él de mi.
El cuarto nivel es cuando comunicamos sentimientos. Me explica cómo se siente cuando su amiga juega con otras niñas o cuando no juega de titular en su equipo. Yo le explico lo bien o mal que estoy con una persona; lo triste que estoy por la enfermedad del abuelo; lo cansado que llego del trabajo o lo orgulloso que estoy de él porqué ha ayudado a su hermanito.
En este nivel ya compartimos algo más. Compartimos nuestros sentimientos y al hacerlo le estamos diciendo al otro que confiamos en él, por eso compartimos nuestra intimidad. Este es un buen nivel de comunicación y ayuda a estar más unidos y a querernos más.
Pero hay algo mejor. El nivel más profundo de una conversación. Aquel en el que hablamos de los sentimientos que hay entre nosotros. Ya no hablo del tiempo, ni del abuelito, ni de lo que he hecho esta tarde, ni de lo contento que estoy. Hablamos de lo que sentimos el uno por el otro. Y en este momento aparece la magia. Nos hacemos vulnerables al otro y dejamos nuestro corazón, nuestra intimidad en sus manos y demostramos que nos queremos. Al decirle que le quiero y por qué le quiero estoy fortaleciendo ese amor y construyendo vínculos afectivos, fundamentales para su crecimiento emocional y su desarrollo integral.
Al decirle que estoy disgustado porque me ha contestado mal o que me siento ignorado cuando le digo tres veces que venga a cenar y no viene le estoy abriendo mi corazón y le digo dónde me duele.
¿Y si además se lo digo en positivo?… ¡imaginaros!
Muchas gracias por hacerme caso y recoger la habitación sin quejarte. Me he sentido muy querido. Esto es una bomba de autoestima. Y lo querrá repetir más veces.
Depende de lo que hablemos, nuestro grado de profundidad con él será uno u otro… Y si esto condiciona tanto la relación… ¿por qué no pensar también de qué hablamos con nuestra pareja y a qué nivel?
Alex Visús
Coach familiar, educativo y de pareja
jueves, 20 de noviembre de 2014
martes, 11 de noviembre de 2014
Papá, mamá; ¡quiero ser feliz! , Cómo construir una autoestima sana y fuerte.
“La autoestima es la reputación que tenemos de nosotros mismos. Cuanto más sólida sea, mejor equipados estaremos para enfrentarnos a los problemas que surgen en el trabajo o en la vida personal, con más rapidez podremos recuperarnos de una caída y más energía tendremos para empezar de nuevo” Nathaniel Branden
La autoestima, también llamada autoaceptación o inteligencia emocional intrapersonal, este último término acuñado por el prestigioso profesor de psicología de la Universidad de Harvard Daniel Goleman en 1999, es uno de los factores más determinantes para entender cómo nos enfrentamos en los eventos que nos ocurren día a día, de las expectativas que lanzamos hacia el éxito o el fracaso y un elemento clave para entender cómo nos relacionamos con nosotros mismos y los demás, ya sea en el trabajo, con nuestra pareja, como padres y hasta en el sexo.
Quererse significa estar convencido de que uno es competente para vivir y merece ser feliz, independientemente de las circunstancias que le rodeen y los eventos que le ocurran, enfrentándose al día a día con mayor confianza, optimismo y generosidad hacia uno mismo, lo cual nos ayuda a alcanzar nuestras metas a pesar de las trabas y las dificultades que encontremos en el camino, a vivirlas con plenitud, mejorando nuestro bienestar, aumentando la percepción de salud y de calidad de vida.
En definitiva, desarrollar y mejorar nuestra autoestima significa ampliar nuestra capacidad de ser felices, aceptando nuestras limitaciones y fortalezas, mejorando la relación con nosotros mismos y los demás, a la vez que hacemos más dichosos a las personas que nos rodean.
La autoestima comienza a construirse desde que nacemos, en el momento que comenzamos a interactuar con todos los elementos de nuestro entorno y no finaliza nunca, ya que se trata de un proyecto para todo la vida, en el que cada día se presentan multitud de retos que hay que resolver y realizar. Por tanto, nos encontramos ante un concepto bastante estable pero cambiante, el cual puede ser susceptible de modificación a través de las nuevas experiencias y situaciones que vayamos resolviendo en nuestro quehacer diario.
Como padres, nuestra contribución en la construcción de una autoestima sana y fuerte es vital en nuestros hij@s, ya que marcara el comienzo y la trayectoria de una dirección, que si es positiva, sana y fuerte, contribuirá de forma decisiva, en todas las facetas y ámbitos de su vida tanto en el momento presente como cuando sea adulto. En definitiva, se trata de que nuestro hij@ se sienta bien consigo mismo, note que es importante para su entorno, sepa que le quieren, reconozca sus errores, los acepte con naturalidad y entienda que son necesarios para alcanzar el éxito en todo aquello que emprenda. Por ello, para comenzar este viaje con decisión y pisando fuerte, os proponemos una serie de recomendaciones para realizar día a día con vuestros hij@s:
1.- El primer paso que tenemos que tener claro para poder enfatizar y realzar todos los aspectos positivos de nuestros hij@s es conocer sus fortalezas y limitaciones, reforzando todos aquellos puntos fuertes que presentan, minimizando sus limitaciones y aceptándoles tal y como son.
Para ello, os recomendamos un ejercicio muy útil y fácil: escribir en un cuaderno todas aquellas cualidades, puntos fuertes y aspectos valiosos que crees que tiene tu hij@, mejor si lo haces con tu pareja y una vez hecho, contrástalo con otros familiares, maestr@s, amig@s de tus hij@s… con un doble objetivo; por un lado dar a conocer al entorno de tu hij@ dichas cualidades y por otro completar ese listado intentando que sea lo más extenso posible.
Utilizarlo como herramienta habitual, leyéndolo con él, recordando sus cualidades y enfatizando todas los puntos fuertes que presenta.
No dar nunca por finalizado el ejercicio, ya que en cualquier momento nos daremos cuenta que hay cualidades nuevas que habrá que apuntarlas en el cuaderno… también nos servirá para que con el tiempo observemos toda la evolución de nuestros hij@s, se la reconozcamos e incluso le sirva a él cuando sea un futuro adulto para valorarse y apreciarse de forma positiva.
2.- Diferenciar entre la conducta y la personalidad de nuestro hij@, definiendo de forma sencilla que la personalidad es la forma de ser de cada un@, mientras que la conducta son las acciones que realizamos.
En caso de modificar algo siempre será la conducta del niñ@, respetando a nuestro hij@ por su forma de ser y sus rasgos de personalidad. Aspecto fundamental ya que la conducta es un acto que puede ser modificado y corregido, pero su forma de ser no, mostrando aceptación absoluta a cómo es y nunca verbalizando ni condicionando nuestro cariño y amor por cómo es o cómo se comporta.
Es necesario que entienda qué conductas son las que puede mejorar y corregir pero nunca tiene que dudar de que le vayamos a dejar de querer por su forma de ser o por las conductas que haga.
En definitiva, transmitir y trabajar con nuestros hij@s que no es lo mismo hacer una tontería que ser un tonto, insistiendo en que todos cometemos errores, hacemos cosas que no nos gustan, que no son lo mejor para nosotros pero que no pasa nada, porque eso se puede trabajar, mejorar, corregir siempre que queramos, pongamos ganas, esfuerzo, tiempo y constancia. De lo contrario, puede ocurrir que aprendan que hagan lo que hagan nunca van a conseguir los resultados esperados, entrando en lo que denominamos indefensión aprendida con un lenguaje interno como “no sé qué hacer, haga lo que haga siempre fracaso…”, poniendo excusas a cualquier tarea o actividad ya que prefieren no realizarlas por miedo a no hacerlo bien, utilizando frases como: no lo quiero hacer, lo haré más tarde, ahora no puedo,…
3.- Aceptar la diferencia con normalidad. Hacer entender que tod@s somos diferentes y únicos, insistiendo en que la diversidad es un hecho natural que aporta riqueza, existiendo un gran abanico de personas dispares pero enfatizando la idea de que tod@s somos diferentes pero ni mejores ni peores.
Ayudar a entender y apreciar la diversidad tanto en él mismo como en los demás, aprendiendo a aceptarse con todas sus limitaciones y fortalezas, como personas únicas e irrepetibles, no sintiéndose mal por ser diferente o tener rasgos que no corresponda con la media, rompiendo con lo que denominamos la tiranía de la normalidad. Aspecto crucial en la adolescencia.
4.- Ser optimista. Enseñar a nuestros hij@s a que focalicen su atención en todos los aspectos positivos que nos ofrece la vida, aunque éstos sean muy pequeños o parezcan insignificantes.
Uno de los mejores regalos que podemos transmitir es la capacidad de disfrutar de las cosas pequeñas, esas que muchas veces pasan desapercibidas por el hecho de enfocar nuestro proceso atencional en otros asuntos o situaciones.
No terminar el día sin repasar con vuestros hij@s todos aquellos momentos e instantes del día que han sido positivos y placenteros: jugar con alguien, la sonrisa del maestr@, comer un plato favorito, sentir el sol en la cara, ver a un amig@ feliz, observar una hormiga transportar un trozo de pan, disfrutar de una serie de dibujos animados… insistiendo en el valor de la cosas pequeñas y ayudándoles a reconocerlas, prestándolas atención y admitiendo su valor.
5.- Aumentar la autoconfianza y la autoaceptación. Ambos aspectos están muy ligadas a una autoestima sana y fuerte, ya que sin ellas presentamos serias dificultades para emprender iniciativas y sentirnos capaces, haciendo que perdamos muchas oportunidades para desarrollarse, conseguir objetivos e iniciar proyectos.
Un ejercicio muy útil para fortalecer tanto la autoconfianza y la autoaceptación es la actividad del espejo. Es necesario elegir un momento del día en que vayáis a estar tranquilos, con privacidad y con el suficiente tiempo para centraros en vuestro hij@ de forma plena y sin interrupciones. Mejor si se trata de un espejo de pie, grande y que posibilite poder observar el cuerpo entero. Poner al niñ@ frente al espejo, el cual debe estar ubicado a su altura, para verse de frente. Decirle que se mire unos minutos en silencio, comenzando por sus ojos y recorriendo todo su cuerpo, desde la cabeza hasta los pies. Una vez hecho, repasa con él todo su cuerpo, fomentando su autoaceptación, con mensajes positivos tanto de sus rasgos físicos como de sus rasgos de personalidad.
Cuando hayas terminado, que lo repita él, terminando la actividad con un gran abrazo, diciéndole lo importante que es para vosotros y lo mucho que le queréis. Intentar crear un hábito de este ejercicio, realizándolo de vez en cuando y con tiempo.
6.- Sentido del humor, enseñándoles a reírse de un@ mismo cuando no ocurran las cosas como uno quiere. Si somos capaces de reírnos de nosotr@s mismos, de nuestros errores, experiencias personales y compartirlo con las personas que nos rodean de forma sana y natural, estaremos enseñando una de las capacidades más fundamentales para afrontar todos los eventos estresantes que nos ocurran de una forma sana, plantecera y productiva, desdramatizando la realidad y riéndonos de ella.
La risa y el humor son unos grandes aliados terapéuticos, con una alta efectividad ante eventos negativos, dando la vuelta a la situación, focalizando nuestra atención en los aspectos positivos del evento en lugar de quedarnos con el error y el sentimiento de culpa.
7.- Permitirse equivocarse y hacerlo sin traumas, sin ira y sin sentirse culpable, entendiendo el error como un paso necesario para alcanzar el éxito, trabajando mucho más el proceso que el resultado, elogiando el esfuerzo, la constancia, el poner ganas… más que los resultados en sí mismos, enfatizando que la excelencia se consigue a base de errores y entrenamiento.
Si las cosas no ocurren como un@ quiere, transmitir que no pasa nada, porque lo verdaderamente importante es volverlo a intentar, poner ganas, esforzarse y continuar adelante.
Fortalecer la idea de que el error y el entrenamiento constante son la base del aprendizaje y del éxito.
Evitar la acusación y la ridiculización cuando las cosas no ocurran como queramos.
La aceptación empieza por la actitud de los propios padres, se transmite tanto a nuestro hijo como a su entorno con el ejemplo y normalizando el error como parte básica del aprendizaje.
Muy relacionado con el punto anterior, la aceptación del error es absoluto cuando conseguimos reírnos de la situación, enfatizar lo cómico y compartirlo con nuestro entorno.
8.- Enseñar a atender y cuidar el cuerpo. No sólo centrarse en cuestiones psicológicas ya que cuando un@ se quiere también valora y cuida su cuerpo.
Fomentar el hábito del ejercicio físico ya no sólo como actividad necesaria para estar en forma sino como un ejercicio vital para reducir estrés y liberar endorfinas (llamadas también hormonas de la felicidad, las cuales se liberan con actividades tan gratificantes como el ejercicio físico, el consumo de ciertos alimentos como el chocolate, estados de enamoramiento…).
Al mismo tiempo cuidar la alimentación, enseñando a disfrutar tanto de las frutas como de las verduras, consumiendo zumos, preparando la lista de la comprar con ell@s, enfatizando y preguntándoles que frutas y verduras quieren comer y comprar, preparando recetas de comida con ell@s en lo que haya ingredientes saludables, teniendo siempre en casa un frutero lleno de fruta disponible y apetecible, hablando con l@s maestr@s de la escuela para fomentar el consumo de una fruta en los recreos…
9.- Existen tres necesidades afectivas básicas: Sentirse escuchado, mirado y acariciado. Es fundamental que como padres tengamos muy presentes esas tres cuestiones, para que en la práctica diaria tengamos espacios y tiempos para poder satisfacer y cubrir dichos aspectos: dedicar todos los días un tiempo de calidad para escuchar a nuestros hij@s, sus preocupaciones, lo que les ha pasado durante el día, con quien ha jugado, lo que han hecho en la escuela… mirándole a los ojos y prestándoles atención… indicándoles tanto con nuestro cuerpo y nuestra cara (comunicación no verbal) que les estamos escuchando y mirando. Por otro lado, las caricias y los abrazos deben ser habituales en el funcionamiento diario con nuestros hij@s, normalizándolas y fomentando el afecto positivo entre padres e hij@s.
10.- Evitar la sobreprotección, las palabras que hieren, las críticas y la falta de respeto. Tenemos que tener muy claro que nuestros hij@s deben ir asumiendo responsabilidades a medida que van creciendo, dejándoles ser independientes y observando las consecuencias, tanto positivas como negativas, de su conducta y sus decisiones.
La sobreprotección es uno de los aspectos más habituales en muchos padres, ocasionando graves consecuencias negativas a sus hij@s sobre todo en la adolescencia y la juventud, convirtiéndoles en personas exigentes, muy demandantes y acostumbradas a que los demás estén pendientes de sus necesidades y asuntos. En su lugar, cree en tu hij@, ofrécele confianza y dale responsabilidades. Al principio estate atento y supervisa la actividad para asegurarnos que lo consigue y no se desanima: refuérzale el esfuerzo, las ganas que pone a las cosas y minimiza el resultado sea cual sea, ya que lo importante es que interiorice que con constancia y ganas todo se consigue.
Por otro lado no emplear palabras hirientes, críticas constantes y faltas de respeto. En lugar de decir: Eres un vag@, no dedicas tiempo suficiente al estudio, darle la vuelta a la frase poniéndola en positivo y enfatizando lo que hace.
Por ejemplo, cuando observemos a nuestro hij@ dedicar tiempo a hacer los deberes reforzarle con el elogio y el reconocimiento; “muy bien, da gusto verte trabajar, eres muy responsable!”, otra forma de decirlo sería “yo me siento muy triste cuando no dedicas todos los días un tiempo para hacer la tarea ya que con trabajo y constancia todo se consigue, logrando todo aquello que te propongas”.
No olvidar que los niñ@s funcionan mucho mejor con el refuerzo positivo que con el castigo, por lo que conseguiremos mejores resultados utilizando el elogio verbal y el reconocimiento que riñendo y criticando los aspectos que no nos gustan.
La autoestima, también llamada autoaceptación o inteligencia emocional intrapersonal, este último término acuñado por el prestigioso profesor de psicología de la Universidad de Harvard Daniel Goleman en 1999, es uno de los factores más determinantes para entender cómo nos enfrentamos en los eventos que nos ocurren día a día, de las expectativas que lanzamos hacia el éxito o el fracaso y un elemento clave para entender cómo nos relacionamos con nosotros mismos y los demás, ya sea en el trabajo, con nuestra pareja, como padres y hasta en el sexo.
Quererse significa estar convencido de que uno es competente para vivir y merece ser feliz, independientemente de las circunstancias que le rodeen y los eventos que le ocurran, enfrentándose al día a día con mayor confianza, optimismo y generosidad hacia uno mismo, lo cual nos ayuda a alcanzar nuestras metas a pesar de las trabas y las dificultades que encontremos en el camino, a vivirlas con plenitud, mejorando nuestro bienestar, aumentando la percepción de salud y de calidad de vida.
En definitiva, desarrollar y mejorar nuestra autoestima significa ampliar nuestra capacidad de ser felices, aceptando nuestras limitaciones y fortalezas, mejorando la relación con nosotros mismos y los demás, a la vez que hacemos más dichosos a las personas que nos rodean.
La autoestima comienza a construirse desde que nacemos, en el momento que comenzamos a interactuar con todos los elementos de nuestro entorno y no finaliza nunca, ya que se trata de un proyecto para todo la vida, en el que cada día se presentan multitud de retos que hay que resolver y realizar. Por tanto, nos encontramos ante un concepto bastante estable pero cambiante, el cual puede ser susceptible de modificación a través de las nuevas experiencias y situaciones que vayamos resolviendo en nuestro quehacer diario.
Como padres, nuestra contribución en la construcción de una autoestima sana y fuerte es vital en nuestros hij@s, ya que marcara el comienzo y la trayectoria de una dirección, que si es positiva, sana y fuerte, contribuirá de forma decisiva, en todas las facetas y ámbitos de su vida tanto en el momento presente como cuando sea adulto. En definitiva, se trata de que nuestro hij@ se sienta bien consigo mismo, note que es importante para su entorno, sepa que le quieren, reconozca sus errores, los acepte con naturalidad y entienda que son necesarios para alcanzar el éxito en todo aquello que emprenda. Por ello, para comenzar este viaje con decisión y pisando fuerte, os proponemos una serie de recomendaciones para realizar día a día con vuestros hij@s:
1.- El primer paso que tenemos que tener claro para poder enfatizar y realzar todos los aspectos positivos de nuestros hij@s es conocer sus fortalezas y limitaciones, reforzando todos aquellos puntos fuertes que presentan, minimizando sus limitaciones y aceptándoles tal y como son.
Para ello, os recomendamos un ejercicio muy útil y fácil: escribir en un cuaderno todas aquellas cualidades, puntos fuertes y aspectos valiosos que crees que tiene tu hij@, mejor si lo haces con tu pareja y una vez hecho, contrástalo con otros familiares, maestr@s, amig@s de tus hij@s… con un doble objetivo; por un lado dar a conocer al entorno de tu hij@ dichas cualidades y por otro completar ese listado intentando que sea lo más extenso posible.
Utilizarlo como herramienta habitual, leyéndolo con él, recordando sus cualidades y enfatizando todas los puntos fuertes que presenta.
No dar nunca por finalizado el ejercicio, ya que en cualquier momento nos daremos cuenta que hay cualidades nuevas que habrá que apuntarlas en el cuaderno… también nos servirá para que con el tiempo observemos toda la evolución de nuestros hij@s, se la reconozcamos e incluso le sirva a él cuando sea un futuro adulto para valorarse y apreciarse de forma positiva.
2.- Diferenciar entre la conducta y la personalidad de nuestro hij@, definiendo de forma sencilla que la personalidad es la forma de ser de cada un@, mientras que la conducta son las acciones que realizamos.
En caso de modificar algo siempre será la conducta del niñ@, respetando a nuestro hij@ por su forma de ser y sus rasgos de personalidad. Aspecto fundamental ya que la conducta es un acto que puede ser modificado y corregido, pero su forma de ser no, mostrando aceptación absoluta a cómo es y nunca verbalizando ni condicionando nuestro cariño y amor por cómo es o cómo se comporta.
Es necesario que entienda qué conductas son las que puede mejorar y corregir pero nunca tiene que dudar de que le vayamos a dejar de querer por su forma de ser o por las conductas que haga.
En definitiva, transmitir y trabajar con nuestros hij@s que no es lo mismo hacer una tontería que ser un tonto, insistiendo en que todos cometemos errores, hacemos cosas que no nos gustan, que no son lo mejor para nosotros pero que no pasa nada, porque eso se puede trabajar, mejorar, corregir siempre que queramos, pongamos ganas, esfuerzo, tiempo y constancia. De lo contrario, puede ocurrir que aprendan que hagan lo que hagan nunca van a conseguir los resultados esperados, entrando en lo que denominamos indefensión aprendida con un lenguaje interno como “no sé qué hacer, haga lo que haga siempre fracaso…”, poniendo excusas a cualquier tarea o actividad ya que prefieren no realizarlas por miedo a no hacerlo bien, utilizando frases como: no lo quiero hacer, lo haré más tarde, ahora no puedo,…
3.- Aceptar la diferencia con normalidad. Hacer entender que tod@s somos diferentes y únicos, insistiendo en que la diversidad es un hecho natural que aporta riqueza, existiendo un gran abanico de personas dispares pero enfatizando la idea de que tod@s somos diferentes pero ni mejores ni peores.
Ayudar a entender y apreciar la diversidad tanto en él mismo como en los demás, aprendiendo a aceptarse con todas sus limitaciones y fortalezas, como personas únicas e irrepetibles, no sintiéndose mal por ser diferente o tener rasgos que no corresponda con la media, rompiendo con lo que denominamos la tiranía de la normalidad. Aspecto crucial en la adolescencia.
4.- Ser optimista. Enseñar a nuestros hij@s a que focalicen su atención en todos los aspectos positivos que nos ofrece la vida, aunque éstos sean muy pequeños o parezcan insignificantes.
Uno de los mejores regalos que podemos transmitir es la capacidad de disfrutar de las cosas pequeñas, esas que muchas veces pasan desapercibidas por el hecho de enfocar nuestro proceso atencional en otros asuntos o situaciones.
No terminar el día sin repasar con vuestros hij@s todos aquellos momentos e instantes del día que han sido positivos y placenteros: jugar con alguien, la sonrisa del maestr@, comer un plato favorito, sentir el sol en la cara, ver a un amig@ feliz, observar una hormiga transportar un trozo de pan, disfrutar de una serie de dibujos animados… insistiendo en el valor de la cosas pequeñas y ayudándoles a reconocerlas, prestándolas atención y admitiendo su valor.
5.- Aumentar la autoconfianza y la autoaceptación. Ambos aspectos están muy ligadas a una autoestima sana y fuerte, ya que sin ellas presentamos serias dificultades para emprender iniciativas y sentirnos capaces, haciendo que perdamos muchas oportunidades para desarrollarse, conseguir objetivos e iniciar proyectos.
Un ejercicio muy útil para fortalecer tanto la autoconfianza y la autoaceptación es la actividad del espejo. Es necesario elegir un momento del día en que vayáis a estar tranquilos, con privacidad y con el suficiente tiempo para centraros en vuestro hij@ de forma plena y sin interrupciones. Mejor si se trata de un espejo de pie, grande y que posibilite poder observar el cuerpo entero. Poner al niñ@ frente al espejo, el cual debe estar ubicado a su altura, para verse de frente. Decirle que se mire unos minutos en silencio, comenzando por sus ojos y recorriendo todo su cuerpo, desde la cabeza hasta los pies. Una vez hecho, repasa con él todo su cuerpo, fomentando su autoaceptación, con mensajes positivos tanto de sus rasgos físicos como de sus rasgos de personalidad.
Cuando hayas terminado, que lo repita él, terminando la actividad con un gran abrazo, diciéndole lo importante que es para vosotros y lo mucho que le queréis. Intentar crear un hábito de este ejercicio, realizándolo de vez en cuando y con tiempo.
6.- Sentido del humor, enseñándoles a reírse de un@ mismo cuando no ocurran las cosas como uno quiere. Si somos capaces de reírnos de nosotr@s mismos, de nuestros errores, experiencias personales y compartirlo con las personas que nos rodean de forma sana y natural, estaremos enseñando una de las capacidades más fundamentales para afrontar todos los eventos estresantes que nos ocurran de una forma sana, plantecera y productiva, desdramatizando la realidad y riéndonos de ella.
La risa y el humor son unos grandes aliados terapéuticos, con una alta efectividad ante eventos negativos, dando la vuelta a la situación, focalizando nuestra atención en los aspectos positivos del evento en lugar de quedarnos con el error y el sentimiento de culpa.
7.- Permitirse equivocarse y hacerlo sin traumas, sin ira y sin sentirse culpable, entendiendo el error como un paso necesario para alcanzar el éxito, trabajando mucho más el proceso que el resultado, elogiando el esfuerzo, la constancia, el poner ganas… más que los resultados en sí mismos, enfatizando que la excelencia se consigue a base de errores y entrenamiento.
Si las cosas no ocurren como un@ quiere, transmitir que no pasa nada, porque lo verdaderamente importante es volverlo a intentar, poner ganas, esforzarse y continuar adelante.
Fortalecer la idea de que el error y el entrenamiento constante son la base del aprendizaje y del éxito.
Evitar la acusación y la ridiculización cuando las cosas no ocurran como queramos.
La aceptación empieza por la actitud de los propios padres, se transmite tanto a nuestro hijo como a su entorno con el ejemplo y normalizando el error como parte básica del aprendizaje.
Muy relacionado con el punto anterior, la aceptación del error es absoluto cuando conseguimos reírnos de la situación, enfatizar lo cómico y compartirlo con nuestro entorno.
8.- Enseñar a atender y cuidar el cuerpo. No sólo centrarse en cuestiones psicológicas ya que cuando un@ se quiere también valora y cuida su cuerpo.
Fomentar el hábito del ejercicio físico ya no sólo como actividad necesaria para estar en forma sino como un ejercicio vital para reducir estrés y liberar endorfinas (llamadas también hormonas de la felicidad, las cuales se liberan con actividades tan gratificantes como el ejercicio físico, el consumo de ciertos alimentos como el chocolate, estados de enamoramiento…).
Al mismo tiempo cuidar la alimentación, enseñando a disfrutar tanto de las frutas como de las verduras, consumiendo zumos, preparando la lista de la comprar con ell@s, enfatizando y preguntándoles que frutas y verduras quieren comer y comprar, preparando recetas de comida con ell@s en lo que haya ingredientes saludables, teniendo siempre en casa un frutero lleno de fruta disponible y apetecible, hablando con l@s maestr@s de la escuela para fomentar el consumo de una fruta en los recreos…
9.- Existen tres necesidades afectivas básicas: Sentirse escuchado, mirado y acariciado. Es fundamental que como padres tengamos muy presentes esas tres cuestiones, para que en la práctica diaria tengamos espacios y tiempos para poder satisfacer y cubrir dichos aspectos: dedicar todos los días un tiempo de calidad para escuchar a nuestros hij@s, sus preocupaciones, lo que les ha pasado durante el día, con quien ha jugado, lo que han hecho en la escuela… mirándole a los ojos y prestándoles atención… indicándoles tanto con nuestro cuerpo y nuestra cara (comunicación no verbal) que les estamos escuchando y mirando. Por otro lado, las caricias y los abrazos deben ser habituales en el funcionamiento diario con nuestros hij@s, normalizándolas y fomentando el afecto positivo entre padres e hij@s.
10.- Evitar la sobreprotección, las palabras que hieren, las críticas y la falta de respeto. Tenemos que tener muy claro que nuestros hij@s deben ir asumiendo responsabilidades a medida que van creciendo, dejándoles ser independientes y observando las consecuencias, tanto positivas como negativas, de su conducta y sus decisiones.
La sobreprotección es uno de los aspectos más habituales en muchos padres, ocasionando graves consecuencias negativas a sus hij@s sobre todo en la adolescencia y la juventud, convirtiéndoles en personas exigentes, muy demandantes y acostumbradas a que los demás estén pendientes de sus necesidades y asuntos. En su lugar, cree en tu hij@, ofrécele confianza y dale responsabilidades. Al principio estate atento y supervisa la actividad para asegurarnos que lo consigue y no se desanima: refuérzale el esfuerzo, las ganas que pone a las cosas y minimiza el resultado sea cual sea, ya que lo importante es que interiorice que con constancia y ganas todo se consigue.
Por otro lado no emplear palabras hirientes, críticas constantes y faltas de respeto. En lugar de decir: Eres un vag@, no dedicas tiempo suficiente al estudio, darle la vuelta a la frase poniéndola en positivo y enfatizando lo que hace.
Por ejemplo, cuando observemos a nuestro hij@ dedicar tiempo a hacer los deberes reforzarle con el elogio y el reconocimiento; “muy bien, da gusto verte trabajar, eres muy responsable!”, otra forma de decirlo sería “yo me siento muy triste cuando no dedicas todos los días un tiempo para hacer la tarea ya que con trabajo y constancia todo se consigue, logrando todo aquello que te propongas”.
No olvidar que los niñ@s funcionan mucho mejor con el refuerzo positivo que con el castigo, por lo que conseguiremos mejores resultados utilizando el elogio verbal y el reconocimiento que riñendo y criticando los aspectos que no nos gustan.
viernes, 7 de noviembre de 2014
Padres fabricando niños agresivos que hacen Bullying a sus compañeros. ¿Eres un de ellos?
Reprendes a tu hijo con calificativos denigrantes?, ¿te fijas sólo en las cosas negativas que hace?, ¿lo regañas pese al impacto que causan tus palabras en él?, ¿eres incapaz de mencionar cinco cualidades de tu hijo?
Si la mayoría de tus respuestas fueron afirmativas, podrías ser una madre o un padre que, sin querer, termina haciendo bullying a sus hijos, pues al resaltar sólo lo negativo de su persona y no sus cualidades, dañas fuertemente su autoestima, lo que repercute en sus relaciones personales y lo llevará a repetir, en un futuro, los mismos patrones.
“¡Eres un cochino!” “¡Eres un flojo!” “¡Todo lo haces mal!” “¡Pórtate bien o te pego!” “¡Te voy a acusar!” Estas son frases utilizadas frecuentemente por los padres para conseguir que el niño ponga atención en sus quehaceres o actividades, pero no se dan cuenta que con ello contribuyen a que sus hijos se conviertan en personas inseguras, introvertidas y violentas.
Es por ello que, en los últimos años, muchas organizaciones sociales enfocadas en la prevención de la violencia en las escuelas, han solicitado analizar este tema desde la perspectiva familiar, ya que en muchos casos son los mismos padres los que generan este tipo de conductas, provocando que sus hijos descarguen el coraje y frustración en sus compañeros.
En entrevista, la escritora Trixia Valle, Directora General de la Fundación en Movimiento, A.C., dedicada a la lucha contra el bullying, explica que los niños con conductas agresivas y acosadores suelen provenir de familias que carecen de reglas, donde los niños crecen sobreprotegidos y consentidos, o con una disciplina demasiado severa.
Señala que el maltrato intrafamiliar ha existido toda la vida, sin embargo, los papás que ofenden y agreden a sus hijos, tanto psicológica como físicamente, provocan que haya niños que hacenbullying.
“Creo que todos tenemos nuestra propia telenovela; algunos tuvieron el padre alcohólico, golpeador, y la madre sumisa que lo permitía, pero es necesario cortar esta cadena para que los hijos reciban una educación de calidad. "La familia es la institución clave en la socialización de los niños”, aseguró la especialista.
Conductas injustificables
No obstante, la especialista explica que el maltrato familiar no es la única causa de conductas violentas en los niños, ya que en un 90% los casos de bullying son resultado de la sobreprotección y el consentimiento desmedido por parte de los padres.
“Son niños que nunca tienen consecuencias, que sus padres los defienden de lo indefendible, que los justifican de todas sus conductas; nunca es su culpa, siempre es de alguien más, lo que los convierte en adultos irresponsables, mentirosos, manipuladores, que siempre harán lo que sea para salirse con la suya, rebasando todo tipo de límites”, especificó.
Trixia Valle enfatizó en la necesidad de que los padres observen la conducta de sus hijos, sus amistades, hobbies, mantener comunicación, interactuar con ellos, estar siempre presentes, “porque aunque trabajen 23 horas al día, queda una para hacer la diferencia con los hijos”.
Dijo que en la formación católica, una parte muy importante es la formación de la conciencia, “y cuando un padre sobreprotege a su hijo, está deformando su conciencia, haciéndolo creer que siempre hay una salida fácil, que pueden evadir sus responsabilidades y que simplemente es un santo, que los demás son los mala onda”.
Ante esta problemática, aconseja a los padres de familia seguir estas cinco reglas para convivir mejor en familia.
Convive con tus hijos, pero sin tecnología.
Pregunta “¿qué pasó?” antes de juzgar.
Sé un ejemplo positivo para ellos.
Sé firme pero sin violencia.
Crea alianzas con los maestros de tus hijos.
Autor: Miriam Apolinar | SIAME
Si la mayoría de tus respuestas fueron afirmativas, podrías ser una madre o un padre que, sin querer, termina haciendo bullying a sus hijos, pues al resaltar sólo lo negativo de su persona y no sus cualidades, dañas fuertemente su autoestima, lo que repercute en sus relaciones personales y lo llevará a repetir, en un futuro, los mismos patrones.
“¡Eres un cochino!” “¡Eres un flojo!” “¡Todo lo haces mal!” “¡Pórtate bien o te pego!” “¡Te voy a acusar!” Estas son frases utilizadas frecuentemente por los padres para conseguir que el niño ponga atención en sus quehaceres o actividades, pero no se dan cuenta que con ello contribuyen a que sus hijos se conviertan en personas inseguras, introvertidas y violentas.
Es por ello que, en los últimos años, muchas organizaciones sociales enfocadas en la prevención de la violencia en las escuelas, han solicitado analizar este tema desde la perspectiva familiar, ya que en muchos casos son los mismos padres los que generan este tipo de conductas, provocando que sus hijos descarguen el coraje y frustración en sus compañeros.
En entrevista, la escritora Trixia Valle, Directora General de la Fundación en Movimiento, A.C., dedicada a la lucha contra el bullying, explica que los niños con conductas agresivas y acosadores suelen provenir de familias que carecen de reglas, donde los niños crecen sobreprotegidos y consentidos, o con una disciplina demasiado severa.
Señala que el maltrato intrafamiliar ha existido toda la vida, sin embargo, los papás que ofenden y agreden a sus hijos, tanto psicológica como físicamente, provocan que haya niños que hacenbullying.
“Creo que todos tenemos nuestra propia telenovela; algunos tuvieron el padre alcohólico, golpeador, y la madre sumisa que lo permitía, pero es necesario cortar esta cadena para que los hijos reciban una educación de calidad. "La familia es la institución clave en la socialización de los niños”, aseguró la especialista.
Conductas injustificables
No obstante, la especialista explica que el maltrato familiar no es la única causa de conductas violentas en los niños, ya que en un 90% los casos de bullying son resultado de la sobreprotección y el consentimiento desmedido por parte de los padres.
“Son niños que nunca tienen consecuencias, que sus padres los defienden de lo indefendible, que los justifican de todas sus conductas; nunca es su culpa, siempre es de alguien más, lo que los convierte en adultos irresponsables, mentirosos, manipuladores, que siempre harán lo que sea para salirse con la suya, rebasando todo tipo de límites”, especificó.
Trixia Valle enfatizó en la necesidad de que los padres observen la conducta de sus hijos, sus amistades, hobbies, mantener comunicación, interactuar con ellos, estar siempre presentes, “porque aunque trabajen 23 horas al día, queda una para hacer la diferencia con los hijos”.
Dijo que en la formación católica, una parte muy importante es la formación de la conciencia, “y cuando un padre sobreprotege a su hijo, está deformando su conciencia, haciéndolo creer que siempre hay una salida fácil, que pueden evadir sus responsabilidades y que simplemente es un santo, que los demás son los mala onda”.
Ante esta problemática, aconseja a los padres de familia seguir estas cinco reglas para convivir mejor en familia.
Convive con tus hijos, pero sin tecnología.
Pregunta “¿qué pasó?” antes de juzgar.
Sé un ejemplo positivo para ellos.
Sé firme pero sin violencia.
Crea alianzas con los maestros de tus hijos.
Autor: Miriam Apolinar | SIAME
Tres formas de mejorar la relación y la comunicación con tus hijos
Un parque infantil cualquier día laborable por la tarde: gritos, llamadas públicas de atención de padres a hijos, amenazas, prisas, nervios y descontrol…
Un parque infantil una soleada tarde de sábado: miradas complacidas a los niños, sonrisas, carreras, acompañamiento cariñoso de padres a hijos…
Hace unas semanas que fui consciente de esto y se ha repetido cada vez que he acudido a un lugar frecuentado por familias, con algunas excepciones, claro está. Quiero pensar que casi todos los padres deseamos criar con calma y alegría a nuestros hijos, pero por alguna razón los días de trabajo se apodera de nosotros una desazón extraña que nos transforma en personas irritables, impacientes y nerviosas. Y cuando estamos con niños este estado es una bomba de relojería emocional. La comunicación se rompe o se vuelve una carrera de obstáculos.
Si estás incómodo en tu hogar, si a diario te encuentras dando voces por tonterías que sabes que no merecen esa reacción por tu parte, si te molestan los gritos de los niños, los ruidos de los niños, las bromas de los niños, si ellos también responden con gruñidos y mal humor a quienes les rodean… entonces prueba a hacer esto y me cuentas en los comentarios:
Pasa un rato en exclusiva cada día con tu hijo (y esto quiere decir, sin contestar los mensajes del móvil, sin poner el lavavajillas ni doblar ropa, teniendo apagada la televisión): puedes dedicarlo a los que más os guste o lo que os apetezca hacer en ese momento, leer, dibujar, jugar a las cartas, escribir a un familiar que vive lejos, charlar de lo que le pasó con sus amigos, contarle cómo te fue en el trabajo, recordar anécdotas de su etapa de bebé o de tu etapa de niño. La cuestión es que te dediques en exclusiva a ESTAR con él con los cinco sentidos
Empieza y termina el día con cariño: nada de persianas arriba y ¡levántate, que llegas tarde al cole!, mejor un beso, un buenos días, caricias en el pelo, cinco minutos compartidos en la cama -da igual en la de quién- y con calma compartir el desayuno, el vestirse, quitar las legañas… Y cuando llegue la hora de dormir recuerda que es importante que hayáis resuelto los conflictos pendientes antes de apagar la luz para descansar bien y no llevaros al día siguiente esos asuntos, para evitar comenzar el día con tristeza o rabia contra el otro
Sé cariñoso y dile cuánto te importa con palabras y actos: nunca es tarde para recuperar la buena costumbre de decir con palabras a nuestros hijos que los queremos, que nos equivocamos y que les ofrecemos nuestras disculpas y también les ayudaremos a sentirse mejor si los herimos en algún momento.
La comunicación entre padres e hijos es poderosa, mucho más que cualquier otra cosa que puedan vivir nuestros hijos, deja una huella profunda en su interior que perdura y los alimenta o los atormenta durante años hasta que son capaces de resolverlo. Así que tomar las riendas de lo que decimos y de cómo lo decimos es una responsabilidad grande aunque muy satisfactoria.
Como ves es posible, con peuqeñas acciones, mejorar la sintonía con tus hijos y recuperar el diálogo. Si tienes dificultades para comunicarte con tu pareja o tus hijos estáte segur@ de que es posible vencerlas.
miércoles, 5 de noviembre de 2014
lunes, 3 de noviembre de 2014
Enseñarles a respetar tus necesidades es tan importante como satisfacer las suyas.
Quererles no significa que tú desaparezcas. Ellos no pueden crecer creyendo que son el centro del mundo, del suyo y el nuestro. Son muy importantes para nosotros pero su vida no anula la nuestra.
Como padres también tenemos unas necesidades que ellos, igual que nosotros hacemos con las suyas, tienen que respetar.
Por eso, no te sientas culpable cuando estás dedicando un tiempo a ti mismo. Tienes y debes tener un tiempo para ti y debes exigírselo a tu hijo. No creas que estás siendo egoísta. Le estas enseñando a respetarte y eso le enseña también a respetarse a sí mismo.
Cuando necesites ese tiempo, dile algo parecido a esto: “Yo te quiero y me encanta estar contigo pero ahora es mi turno. Es mi momento y te toca a ti esperar ”. Adapta el mensaje en función de la edad madurativa de tu hijo.
Elena Roger Gamir
Pedagoga – Solohijos.com
10 actividades para que los niños entiendan lo que leen
La lectura es una de las habilidades más importantes para las personas. Leer es un proceso complejo, que requiere construir aprendizajes complicados, y dominar determinadas habilidades y destrezas.
Leer es mucho más que conocer las distintas letras, saber cómo suenan, como se escriben y entender cómo se combinan. El proceso de lectura está inmerso en las habilidades de comunicación y en el desarrollo tanto del lenguaje como del pensamiento. Leer implica entender diferentes estructuras sintácticas, y conlleva comprender tanto el sentido literal como el sentido completo del mensaje.
Dominar los procesos de lectura consiste por lo tanto en ser capaces no solo de leer adecuadamente, sino de comprender lo que se lee, saber interpretar el mensaje que aparece en el texto escrito.
El desarrollo de los procesos de lectura se constituye, por lo tanto en una competencia fundamental en la sociedad actual. El mundo en el que vivimos está repleto de mensajes escritos y nuestra capacidad para comprenderlos nos va a ayudar a avanzar en nuestro camino personal.
Es fundamental que prestemos atención al desarrollo del proceso de lectura en nuestros pequeños. No basta con que aprendan a leer, debemos poner nuestros esfuerzos en hacer que desarrollen la habilidad de comprender lo que leen. Es importante que desde un primer momento trabajemos estos aspectos con los niños y niñas, para que de este modo comprendan que la lectura implica comprensión, y que la comprensión es una forma de abrir la mente y acercarnos a nuestras metas y objetivos.
¿Por qué es importante que comprendan lo que leen?
Favorece los aprendizajes significativos. La comprensión del texto escrito, nos lleva a entender el sentido de los diferentes mensajes. A través de la comprensión y el entendimiento del sentido llegamos a la construcción de aprendizajes significativos. Si lo comprendo, lo aprendo y no lo olvido.
Fomenta el desarrollo de la capacidad de comunicación. Es una capacidad que además está estrechamente ligada al desarrollo de la capacidad de comunicación de las personas. Es fundamental que podamos comunicarnos de forma adecuada, tanto por escrito como oralmente. La comunicación es imprescindible en nuestra sociedad.
Potencia el desarrollo del lenguaje y del pensamiento. Por otro lado, la lectura está vinculada al desarrollo del lenguaje y del pensamiento. Leer ayuda por lo tanto a hablar y pensar. Para desarrollar un pensamiento crítico y una capacidad elaborada de razonamiento, la lectura comprensiva nos aporta estrategias imprescindibles en este sentido.
¿Cómo podemos hacer que los niños y niñas entiendan lo que leen?
Busca lecturas que les gusten. Ya que si les interesa se esforzarán por entender el sentido de lo que están leyendo.
Hazle preguntas sobre lo que ha leído. No le presiones, interésate por el tema y pregúntale, deja que te cuente.
Juega con los distintos significados de las palabras. Puedes usar una palabra y explicarle los diferentes significados que tenga. Luego jugamos a usar la palabra en frases donde usemos los diferentes significados.
Muéstrales el sentido de las estructuras sintácticas. Emplea frases cambiando los signos de puntuación y pregúntales que significa en cada caso concreto. Tomarán conciencia de que si no leemos bien podemos dar diferentes interpretaciones.
Emplea actividades en las que entender el sentido de lo que leen sea importante. Como por ejemplo unas instrucciones para montar un juguete, una receta de cocina, etc.
Busca actividades donde tengan que leer y encuentren la utilidad a la lectura, como por ejemplo mensajes de móvil, juegos de consola en los que te vayan dando instrucciones con textos escritos, etc.
Emplea un juego de pistas, donde entendiendo el mensaje escrito en las pistas consigan encontrar algo, como un tesoro.
Usa jeroglíficos, o mensajes que tengan que descifrar. Se darán cuenta de la importancia de entender el código del lenguaje para comprender el sentido.
Lee con ellos, haz de modelo. Si ellos te ven hacerlo, lo harán también. Puedes leer un cuento, una noticia, etc. y luego explicarles a los niños y niñas lo que quiere decir.
Enséñale trucos de comprensión. Cuando lea, enséñale a detenerse (primero en cada oración, mas adelante párrafo a párrafo) y que se pregunte si ha entendido lo que pone. Pídele que lo resuma o que te lo explique.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
Leer es mucho más que conocer las distintas letras, saber cómo suenan, como se escriben y entender cómo se combinan. El proceso de lectura está inmerso en las habilidades de comunicación y en el desarrollo tanto del lenguaje como del pensamiento. Leer implica entender diferentes estructuras sintácticas, y conlleva comprender tanto el sentido literal como el sentido completo del mensaje.
Dominar los procesos de lectura consiste por lo tanto en ser capaces no solo de leer adecuadamente, sino de comprender lo que se lee, saber interpretar el mensaje que aparece en el texto escrito.
El desarrollo de los procesos de lectura se constituye, por lo tanto en una competencia fundamental en la sociedad actual. El mundo en el que vivimos está repleto de mensajes escritos y nuestra capacidad para comprenderlos nos va a ayudar a avanzar en nuestro camino personal.
Es fundamental que prestemos atención al desarrollo del proceso de lectura en nuestros pequeños. No basta con que aprendan a leer, debemos poner nuestros esfuerzos en hacer que desarrollen la habilidad de comprender lo que leen. Es importante que desde un primer momento trabajemos estos aspectos con los niños y niñas, para que de este modo comprendan que la lectura implica comprensión, y que la comprensión es una forma de abrir la mente y acercarnos a nuestras metas y objetivos.
¿Por qué es importante que comprendan lo que leen?
Favorece los aprendizajes significativos. La comprensión del texto escrito, nos lleva a entender el sentido de los diferentes mensajes. A través de la comprensión y el entendimiento del sentido llegamos a la construcción de aprendizajes significativos. Si lo comprendo, lo aprendo y no lo olvido.
Fomenta el desarrollo de la capacidad de comunicación. Es una capacidad que además está estrechamente ligada al desarrollo de la capacidad de comunicación de las personas. Es fundamental que podamos comunicarnos de forma adecuada, tanto por escrito como oralmente. La comunicación es imprescindible en nuestra sociedad.
Potencia el desarrollo del lenguaje y del pensamiento. Por otro lado, la lectura está vinculada al desarrollo del lenguaje y del pensamiento. Leer ayuda por lo tanto a hablar y pensar. Para desarrollar un pensamiento crítico y una capacidad elaborada de razonamiento, la lectura comprensiva nos aporta estrategias imprescindibles en este sentido.
¿Cómo podemos hacer que los niños y niñas entiendan lo que leen?
Busca lecturas que les gusten. Ya que si les interesa se esforzarán por entender el sentido de lo que están leyendo.
Hazle preguntas sobre lo que ha leído. No le presiones, interésate por el tema y pregúntale, deja que te cuente.
Juega con los distintos significados de las palabras. Puedes usar una palabra y explicarle los diferentes significados que tenga. Luego jugamos a usar la palabra en frases donde usemos los diferentes significados.
Muéstrales el sentido de las estructuras sintácticas. Emplea frases cambiando los signos de puntuación y pregúntales que significa en cada caso concreto. Tomarán conciencia de que si no leemos bien podemos dar diferentes interpretaciones.
Emplea actividades en las que entender el sentido de lo que leen sea importante. Como por ejemplo unas instrucciones para montar un juguete, una receta de cocina, etc.
Busca actividades donde tengan que leer y encuentren la utilidad a la lectura, como por ejemplo mensajes de móvil, juegos de consola en los que te vayan dando instrucciones con textos escritos, etc.
Emplea un juego de pistas, donde entendiendo el mensaje escrito en las pistas consigan encontrar algo, como un tesoro.
Usa jeroglíficos, o mensajes que tengan que descifrar. Se darán cuenta de la importancia de entender el código del lenguaje para comprender el sentido.
Lee con ellos, haz de modelo. Si ellos te ven hacerlo, lo harán también. Puedes leer un cuento, una noticia, etc. y luego explicarles a los niños y niñas lo que quiere decir.
Enséñale trucos de comprensión. Cuando lea, enséñale a detenerse (primero en cada oración, mas adelante párrafo a párrafo) y que se pregunte si ha entendido lo que pone. Pídele que lo resuma o que te lo explique.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
domingo, 2 de noviembre de 2014
Cuidado con el Whatsapp...de los padres
Cada vez más colegios aconsejan a los padres de sus alumnos que hagan un uso responsable y respetuoso de los grupos de WhatsApp. Los foros, creados sobre todo para mantener el contacto entre las familias derivan en ocasiones en enfrentamientos que pueden afectar al clima escolar.
Los docentes advierten también que los padres no deben convertirse en las agendas de sus hijos ni anticiparse a todos sus errores.Organizar cumpleaños, comprobar qué deberes tienen que llevar a los niños, acordar, en el caso de los más mayores, si pueden llegar a casa un poco más tarde... Estos son sólo algunos de los usos prácticos, que llevan sobre todo a las madres, a crear grupos de Whatsapp para tener contacto con todas las familias de la clase de sus hijos o del equipo de baloncesto. Pero en algunas ocasiones, estos grupos son también escenario de discusiones de pareja, peleas entre familias o aquelarres contra el profesor o la entrenadora de turno.
Hasta el punto de que, cada vez más escuelas, incluyen en sus charlas de inicio de curso recomendaciones para que los padres hagan un buen uso de esta herramienta. Es el caso de la Escuela Pía Sant Antoni de Barcelona, que aprovecha las reuniones pedagógicas que hacen con los padres a principio de curso para pedirles que sean respetuosos en sus comentarios y, sobre todo, que no utilicen el WhatsApp para asegurarse de que sus hijos no se olvidan de los deberes. El director Ramón Verínguez constata que "a menudo, los padres queremos ayudar tanto a nuestros hijos, que nos dejamos crecer ni hacerse autónomos. Si un día el niño no trae los deberes, puede ser bueno que la profesora le pregunte qué ha pasado y le recuerde que tiene que ser responsable de sus tareas. En cambio, si siempre solucionamos esto los padres, no los estamos ayudando a crecer". Las madres y los padres, insiste Verínguez "no podemos hacer de agenda de nuestros hijos. Ellos tienen que apuntarse los deberes y el material que va a necesitar y asumir esa responsabilidad".
Otro efecto derivado de la generalización de los grupos de padres es como cualquier incidente que pasa en el centro hace disparar las alarmas de forma inmediata en el chat. "Antes, dice un profesor del CEIP Escola de la Concepció, de Barcelona, "si un niño se caia en el patio, al cabo de una semana todos los padres lo sabían. Ahora la noticia de ese accidente se expande en un minuto" . Y la inmediatez, "unida a la descontextualización de los mensajes", puede acabar provocando, según alerta el sociólogo y director del master de humanidades de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya), Francisco Núñez, que el grupo de WhatsApp se convierta por unas horas en la plaza pública en la que se carga contra un determinado profesor o contra la dirección del centro. "Cuando uno hace un comentario, contando que tu hijo se ha caído en el colegio, tú lo haces desde tu contexto. Puedes estar tomando un café con otros padres o de camino al trabajo. Y en ese contexto, lo que escribes, tiene un significado determinado. Pero al mandarlo al grupo de WhatsApp, entra en un espacio público, tu mensaje puede ser copiado y reenviado a otros foros, y llega de forma inmediata a otros móviles, a otras personas que están en otros contextos y entonces, la información se lee de formas muy diferentes. Y eso da lugar a los malentendidos, las ofensas, el sentirte agredido, el pensar ¿pero qué dice este?, ¿que se ha pensado esta madre? O ¿qué se han creído los profesores? "
También son frecuentes los malentendidos y las discusiones entre familias, que normalmente se quedan en el ámbito privado pero que, de vez en cuando, llegan hasta la escuela. La directora del Instituto de Llançà, Carmen Barceló explica que no es la primera vez que tiene que intervenir para evitar que una pelea entre padres afecte el clima del centro. "Hay padres que primero actúan y luego piensan y cuando la pelea virtual se ha salido de madre, entonces lo cuentan en el centro. Y quizás las familias han llegado al insulto o incluso al enfrentamiento directo, pero sus hijos son compañeros en clase, y se tienen que ver cada día. En algún caso yo he tenido que hablar con los hijos, que suelen estar muy avergonzados del comportamiento de sus padres, y pedirles que tengan más sentido común que sus padres y que mantengan una relación correcta y respetuosa" . Barceló considera que llegados a este punto es más fácil resolver el conflicto con los hijos que intentar reconciliar a los padres. "Me veo más capaz de convencer a los chavales que a sus padres. Los padres teóricamente ya lo saben, pero cuando a uno de ellos le parece que alguien está perjudicando a su hijo, le saltan todas las alarmas. Y en ese estado es realmente difícil razonar con ellos"
El sociólogo Francesc Núñez considera que es sobre todo "una cuestión de tiempo" el que las familias aprendan a hacer un uso más racional de esta herramienta, que como otras redes sociales tiene muchos aspectos positivos pero ante la que hay que ser escéptico. "Todos somos muy críticos y decimos que la información que corre por las redes sociales no está contrastada, y que cualquiera puede mentir. Pero en la práctica, todo el mundo acaba picando y da por buenas afirmaciones que no sabemos si son ciertas."
Los docentes advierten también que los padres no deben convertirse en las agendas de sus hijos ni anticiparse a todos sus errores.Organizar cumpleaños, comprobar qué deberes tienen que llevar a los niños, acordar, en el caso de los más mayores, si pueden llegar a casa un poco más tarde... Estos son sólo algunos de los usos prácticos, que llevan sobre todo a las madres, a crear grupos de Whatsapp para tener contacto con todas las familias de la clase de sus hijos o del equipo de baloncesto. Pero en algunas ocasiones, estos grupos son también escenario de discusiones de pareja, peleas entre familias o aquelarres contra el profesor o la entrenadora de turno.
Hasta el punto de que, cada vez más escuelas, incluyen en sus charlas de inicio de curso recomendaciones para que los padres hagan un buen uso de esta herramienta. Es el caso de la Escuela Pía Sant Antoni de Barcelona, que aprovecha las reuniones pedagógicas que hacen con los padres a principio de curso para pedirles que sean respetuosos en sus comentarios y, sobre todo, que no utilicen el WhatsApp para asegurarse de que sus hijos no se olvidan de los deberes. El director Ramón Verínguez constata que "a menudo, los padres queremos ayudar tanto a nuestros hijos, que nos dejamos crecer ni hacerse autónomos. Si un día el niño no trae los deberes, puede ser bueno que la profesora le pregunte qué ha pasado y le recuerde que tiene que ser responsable de sus tareas. En cambio, si siempre solucionamos esto los padres, no los estamos ayudando a crecer". Las madres y los padres, insiste Verínguez "no podemos hacer de agenda de nuestros hijos. Ellos tienen que apuntarse los deberes y el material que va a necesitar y asumir esa responsabilidad".
Otro efecto derivado de la generalización de los grupos de padres es como cualquier incidente que pasa en el centro hace disparar las alarmas de forma inmediata en el chat. "Antes, dice un profesor del CEIP Escola de la Concepció, de Barcelona, "si un niño se caia en el patio, al cabo de una semana todos los padres lo sabían. Ahora la noticia de ese accidente se expande en un minuto" . Y la inmediatez, "unida a la descontextualización de los mensajes", puede acabar provocando, según alerta el sociólogo y director del master de humanidades de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya), Francisco Núñez, que el grupo de WhatsApp se convierta por unas horas en la plaza pública en la que se carga contra un determinado profesor o contra la dirección del centro. "Cuando uno hace un comentario, contando que tu hijo se ha caído en el colegio, tú lo haces desde tu contexto. Puedes estar tomando un café con otros padres o de camino al trabajo. Y en ese contexto, lo que escribes, tiene un significado determinado. Pero al mandarlo al grupo de WhatsApp, entra en un espacio público, tu mensaje puede ser copiado y reenviado a otros foros, y llega de forma inmediata a otros móviles, a otras personas que están en otros contextos y entonces, la información se lee de formas muy diferentes. Y eso da lugar a los malentendidos, las ofensas, el sentirte agredido, el pensar ¿pero qué dice este?, ¿que se ha pensado esta madre? O ¿qué se han creído los profesores? "
También son frecuentes los malentendidos y las discusiones entre familias, que normalmente se quedan en el ámbito privado pero que, de vez en cuando, llegan hasta la escuela. La directora del Instituto de Llançà, Carmen Barceló explica que no es la primera vez que tiene que intervenir para evitar que una pelea entre padres afecte el clima del centro. "Hay padres que primero actúan y luego piensan y cuando la pelea virtual se ha salido de madre, entonces lo cuentan en el centro. Y quizás las familias han llegado al insulto o incluso al enfrentamiento directo, pero sus hijos son compañeros en clase, y se tienen que ver cada día. En algún caso yo he tenido que hablar con los hijos, que suelen estar muy avergonzados del comportamiento de sus padres, y pedirles que tengan más sentido común que sus padres y que mantengan una relación correcta y respetuosa" . Barceló considera que llegados a este punto es más fácil resolver el conflicto con los hijos que intentar reconciliar a los padres. "Me veo más capaz de convencer a los chavales que a sus padres. Los padres teóricamente ya lo saben, pero cuando a uno de ellos le parece que alguien está perjudicando a su hijo, le saltan todas las alarmas. Y en ese estado es realmente difícil razonar con ellos"
El sociólogo Francesc Núñez considera que es sobre todo "una cuestión de tiempo" el que las familias aprendan a hacer un uso más racional de esta herramienta, que como otras redes sociales tiene muchos aspectos positivos pero ante la que hay que ser escéptico. "Todos somos muy críticos y decimos que la información que corre por las redes sociales no está contrastada, y que cualquiera puede mentir. Pero en la práctica, todo el mundo acaba picando y da por buenas afirmaciones que no sabemos si son ciertas."
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