miércoles, 28 de mayo de 2014

OBEDIENCIA Ó COMPROMISO?

Hay una gran diferencia entre obediencia y compromiso. Cuando tus hijos obedecen, actúan dirigidos por ti. Cuando están comprometidos, son ellos los que se mandan y perseverarán hasta conseguir lo que se propongan. La mayoría de las veces solo buscamos que nuestros hijos obedezcan. Que cumplan con sus obligaciones escolares y familiares, y si es a la primera, mejor. Pensamos que poco a poco encontrarán un sentido a lo que hacen o sencillamente se acabarán acostumbrando, desarrollando un hábito saludable. Este objetivo está bien pero hay algo mejor: desarrollar desde que son pequeños un sentimiento de compromiso. ¿Cómo hacerlo? Fomenta en ellos el sentimiento de pertenencia a la familia. Que se sientan importantes dentro de ella. Que sean de verdad un elemento relevante sin el cual la familia no funcionaría cómo lo hace. Hacerle ver que su colaboración, y su vida, son valiosas e insustituibles. En ocasiones nuestros hijos viven con nosotros pero no saben cuál es su papel en la familia, cuál es su rinconcito de maniobra, qué son ellos para el resto de sus miembros. Enséñale a ver la trascendencia de las cosas. El objetivo no es solo que entienda por qué debe hacer las cosas sino también que trascienda la orden en sí misma. Por ejemplo, no es lo mismo decir “Ana, ayúdame a hacer la cena para tus hermanos, por favor” que “Ana, hoy ha sido un día muy duro para mí. ¿Podrías hacer la cena a tus hermanos?”. El ritmo precipitado del día a día no siempre nos permitirá hacer esto pero sí muchas más veces de las que creemos. El compromiso crea entusiasmo, autoresponsabilidad y perseverancia. Cuando tu hijo actúa comprometido con su familia o consigo mismo, ya no necesita excusas pues solo busca resultados. Cuando se equivoca pide ayuda o cambia de estrategia. Las pilas las lleva dentro y ya no necesita recambio.

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